CAPíTULO IV FORMAS Y ESENCIAS EL PROBLEMA DE LOS UNIVERSALES La evidencia perceptiva, la presencia de una cosa ante mí, es la base sobre la cual descansa la teoría de la verdad y el modelo elemental de toda evidencia. No es la única forma de evidencia. La intención mental, en los actos de significacion y en los de plenitud intuitiva, no se refiere únÍ<:amente a los contenidos de la percepción sensible sino a constelaciones ob jetivas más complejas. La necesidad ineludible de éstas nos lleva resueltamente al planteamiento del famoso problema de los universales. La ciencia tiene por objeto 10 universal, afirma Aristóteles. Pero la realidad es individual. El primer acto del espíritu cognoscitivo es la sensación. Y no es posible sentir 10 general. El conocimiento comienza con la percepción sensible. No es posible que termine en ella. Pertenece a otra esfera del Ser. La dificultad de reunir 10 múltiple en lo uno, planteada desde' los orígenes del pensamiento griego, alcanza en Platón su' definición más clara y llega hasta nosotros, a través de la historia, como uno de los problemas más arduos de la Epistemología. 76 Es el problema. del "concepto" 1) . .El concepto-concebido como lo que hay de común, universal y persistente en cada clase de cosas-es lo único que nos permite formular proposiciones universales sobre su realidad esencial. Sólo la ordenación de los géneros .y las especies alcanza a destacar 10 que cada realidad tiene de común con otras y 10 que la delimita en su ser propio. Si faltara esta ordenación toda definición se haría imposible: o las realidades permanecerían absolutamente separadas en su nuda individualidad o se confundirían en una unidad sin límites. En ambos casos resultaría imposible el conocimiento y la ciencia. Es, por tanto, necesaria una teoría que nos permita descubrir el origen de los conceptos universales, sus relaciones recíprocas y su fundamento en la realidad. Todos los problemas de la Lógica, de la Ontología y aun de la Teología se hallan pendientes de ello. "La primera cuestión es saber si los géneros y las especies son verdaderos o si son sólo formados en el intelecto, nudos y vados". (Porfirio). Las soluciones dadas a este problema se han reducido tradicionalmente a tres. Dos de ellas -el realismo y el conceptualismo- otorgan a los "universales" algún género de realidad, bien fuera del espíritu o en el espíritu mismo. La tercera -el nominalismo- se la niega. Husserl da por supuesto que la hipótesis realista que interpreta las ideas platónicas como la realidad de un mundo situado en un "lugar celeste", más allá de las apariencias es insostenible en el estado actual de los conocimientos. El principio metódico de la intuición le impide, por otra parte, admitir ninguna hipóstasis metafísica. Obviado, así, el peligro de convertir el 1) El concepto en este sentido tradicional no es, naturalmente. 10 mismo que el concepto en el sentido de la mención. Ya en ésta halla 10 general su primera forma. Pero los contenidos idénticos de la significación no se refieren forzosamente a objetos "universales" ni per;enecen a la rea lidad. El problema de la . realidad de los universales se plantea sólo ahora en toda su plenitud. 77 problema lógico en un problema cosmológico queda por' res01ver el que implica la disolución del problema lógico en un problema causal psicológico. El conceptualismo moderno -representado especialmente por Locke- incurre en él. Suprimida la realidad ontológica de las ideas, éstas quedan convertidas en realidades psicológicas. Si no se hallan en el mundo "exterior" no hay más remedio que buscarlas en la realidad "interior" de la psique. Pla~teado el problema en los términos tradicionales el nominalismo tiene indudablemente razón. Los universales no son seres "reales". Sólo una nueva consideración de las cosas, él partir de la intencionalidad de la conciencia, nos permitirá superar las críticas nominalistas y establecer frente al reino de 10 "real" una nueva dimensión del ser -otro "reino"que otorgue un fundamento al conocimiento y a la ciencia: Para Locke las ideas universales son un dato real de la conciencia. Nada hay en el mundo exterior que constituya una experiencia universal. Todas las cosas que existen son realidades singulares. Sin embargo, salvo los nombres propios, todos los términos son generales. El ser ideal, en todas sus formas, es un ser en la conciencia que es preciso explicar en el curso "real" de ésta. Si en el mundo real sólo hay cosas individuales y la conciencia se agota en el curso de la experiencia, de ésta habrá que partir para explicar las ideas universales. El hecho fundamental es la facultad que evidentemente poseemos de unir o separar las "ideas" simples -sensaciones o imágenes- atendiendo a sus semejanzas y diferencias. Mediante ello separamos por "abstracción" del conjunto de notas peculiares a una serie de "ideas" algo que les es común. Las "ideas" devienen generales cuando separamos de ellas el tiempo, el lugar u o~ras cÍrcunstancias que puedan determinarlas a un tipo particular de existencia. Los nombres adquieren la generalidad en el momento en que los instituímos como signos de las ideas generales. De esta manera es posible para la conciencia formar libremente las "ideas abstractas" que le sean 78 necesarias. Basta para ello destacar sus notas comunes y reunirlas bajo la significación de un nombre 1) . . La Naturaleza produce cosas semejantes. El espíritu toma ocasión de estas semejanzas para formar sus "ideas generales" y sus nombres generales. El concepto de " hombre", por ejemplo, es un nombre general unido a una "idea generar.'. No negamos a él mediante la formación de algo nuevo sino separando de la "idea" compleja de Jaime, de María, de Isabel, lo que es particular a cada una de ella y reteniendo 10 que les es común. Separando de la idea de hombre su talla y algunas otras propiedades y no reteniendo sino las de cuerpo, vida, sen~ timiento y movimiento espontáneo, formamos la "idea" que se denomina " animal". Hay en ello una cierta ficción y requiere, en ciertos momentos, extraordinaria habilidad. Piénsese si no en la " idea aBstracta del triángulo" que ha de tener todo lo que es común a todos los triángulos y nada de lo que les es particular. La abstracción es una necesidad del espíritu humano y proviene de su propia imperfección, de la imposibilidad -desde antiguo reconocida- de llegar a una intuición perfecta. La " idea abstracta" es un signo de la imperfección humana . Con esta explicación, en apariencia, tan sencilla, desaparece todo el " misterio" ·de que se ha hecho tanto ruido en la " Escuela" . Contra el conceptualismo de Lock~ coadyuvan con Husserl todos los nominalistas ingleses que derivan de aquél. Berkeley, en efeCto, -y con él Hume, Stuart MilI . . . - rehusan al espíritu la capacidad de la concepción de 10 " abstracto" . Yo no sé si otras personas tienen esta admirable facultad de abstraer sus " ideas" -dice Berkeley-; por 10 que a mí toca hallo en mí que tengo la facultad de imaginar o representarme las 1) No se olvida que " idea" es. para el empirismo inglés. todo con tenido sensorial de la conciencia . . 79 "ideas" de cosas particulares que he percibido, de combinarlas y separarlas de diversas maneras. Puedo imaginar un hombre de dos cabezas o la parte superior de su cuerpo unida al cuerpo de un caballo. Puedo considerar la mano, el ojo, la nariz, uno tras otro, "abstractos" y separados del resto del cuerpo. Pero sea cual fuere la mano o el ojo que imagino es preciso que tengan una forma y un color particular. Del mismo modo mi "idea" de hombre debe ser la "idea" de un hombre blanco o negro o moreno, derecho o contrahecho, grande o pequeño o de talla mediana. Me es igualmente imposible formar la "idea abstracta" de un movimiento distinto del cuerpo que se mueve y que no sea ni rápido, ni lento, ni curvilíneo, ni rectilíneo. Una extensión que no sea tangible, ni visible, ni rugosa, ni suave, ni blanca, ni negra, está fuera del alcance de la concepción humana. Si tratamos de concebir un triángulo que no sea isósceles, ni escaleno, que no tenga ni longitud determinada, ni proporción de los lados, reconoceremos al punto el absurdo de todas las nociones "escolásticas" que se refieren a la "abstracción". No existen pues "ideas abstractas" o generales propiamente dichas ni en la realidad ni en el espíritu. Los "conceptos" en sí mismos son una pura nada. Imposible representar o concebir una cosa general. Cuando hay en el espíritu algo más que una palabra es siempre una imagen concreta. El ob jeto del pensamiento o de la imaginación no es nunca el hombre, el caballo, el triángulo, sino un hombre, un caballo, un triángulo singular y concreto. Siendo ello así, ¿cómo explicar en un mundo de individualidades concretas las palabras con un sentido genérico? Obsérvese que el problema es radical porque, cama reconoce Locke, todas las palabras -menos los nombres propios- traspasan los límites de la individualidad. ¿Cómo es posible entonces el uso inteligible de las palabras? Para el nominalismo la cosa es clara. Aunque todas las "ideas" sean concretas e individuales ello no significa que no podamos llegar a la formulación de verdades generales. Cuando 80 demostramos las propiedades del triángulo la " idea" presente a nuestro' espíritu no es, como cree Locke, la " idea abstracta'" de un triángulo que no sea más que triángulo -esa idea de un triángulo " abstracto" que sea a la vez tedos los triángulos y ningún triángulo particular es una pura quimera, sino la "idea" concreta de un triángulo particular. De ella podemos sin embargo concluir a todos los demás triángulos si hemos tenido la precaución de no emplear en nuestras premisas nada que no sea verdad de un triángulo cualquiera. La demostración es válida porque al desenvolverla sobre un triá,ngulo concreto hacemos caso omiso de todas las propiedades que no interesan a la demostración. La "atención" sitúa en primer plano las propiedades que nos interesa destacar. Nuestras " ideas" universales son, en realidad, imágenes particulares ligadas a un término general que recuerda, con ocasión de la imagen presente, otras imágenes particulares que asemejan en ciertos aspectos a ella. Cuando pronunciamos la palabra caballo nos representamos inmediatamente la "idea" de un animal blanco o negro, de un tamaño y una figura det~rminados. Pero por la costumbre de aplicar ,este término a animales de otros colores, figuras y tamaños, las imágenes de aquéllos, aunque ausentes actualmente de la imaginaCIón son fácilmente recordadas y nuestro pensamiento procede como si estuviesen realmente presentes. Así la idea que despierta la palabra general es la de uno cualquiera de los individuos de la clase con las particularidades concretas de su individualidad. Pero estas particularidades son consideradas sólo en cuanto pertenecen a la clase. Gracias al "hábito" (Hume) el espíritu pasa fácilmente de imagen a imagen y ello nos permite despreciar los trazos individuales de cada una de ellas. Stuart MIlI lleva la teoría a la última perfección. Ante las ideas complejas de objetos concretos -únicas que nos es dable concebir- podemos llevar "exclusivamente nuestra atención" sobre ciertas partes de ellas y dar a éstas, por nuestra "atención exclusiva", el poder de determinar exclusivamente el curso de nuestros pensamientos tales como la "asociación" los 81 La. filosofía. de Husserl-5. evoca subsiguientemente. Lo que más contribuye a este poder es el empleo de signos y sobre todo de nombres. Creamos una asociación artificial entre los atributOs comunes a un grupo de ob jetos y una cierta combinación de sonidos articulados o de signos, gráficos. Cua~do oímos aquéllos o vemos éstos, despierta en nuestro espíritu la "idea" de un cierto objeto que posee aquellos atributos y en esta ,"idea" sólo estos atributos son sugeridos vivamente al espíritu, mientras que la conciencia que tenemos del resto de la "idea" concreta, permanece débil. Como el nombre no ha sido directamente asociado más que a estos atributos puede evocarlos 10 mismo en una combinación concreta que en otra cualquiera. En diversas realidades concretas se repiten los mismos aspectos. Es posible, por tanto, referir la actividad de la atención a un aspecto o a un grupo de aspectos de objetos diversos. A estos aspectos semejantes empalmamos un signo o. una palabra. Realizado el empalme la palabra refuerza extraordinariamente la asociación. Mientras la imagen concreta varía la asociación del nombre con los atributos que forman su significación convencional. se hace cada vez más fuerte. El hábito de esta asociación agota toda la realidad del concepto. Sólo existe él concepto mediante la palabra. La generalización consiste, en último término, en una tarea de rotulación. EL REINO DE LO IDEAL La lucha contra la hipóstasis psicológica de 10 universal determina así la evolución de la moderna teoría de la abstracción, dándole la tendencia resuelta hacia un nominalismo radical. Creyóse en efecto que para evitar el absurdo de las "ideas abstractas" de Locke era necesario negar en general los objetos universales como unidades peculiares del pensamiento y las representaciones universales como actos peculiares del pensar. Husserl se halla de acuerdo con el nominalismo en la 82 negaclOn formal de la realidad psicológica de las ideas universales. Lo universal no es algo " real " ni fuera del pensamiento ni dentro de él. Pero entonces se dirá : si las especies no son nada en el mundo ni tampoco en el pensamie~to ¿qué son ? ¿Cómo podemos hablar de algo sin que este algo sea por lo menos en "nuestro" pensamiento. La objeción parte de un supuesto falso. Según él "ideal" es lo que se halla en la conciencia -de ahí que se 10 denomine " contenido de conciencia"-. " Real" 10, que no se halla en la conciencia sino que la trasciende. De ahí la inclusión de lo universal -desarraigado de la "realidad" tras la eliminación de la hipóstasis platónica- en la psique que lo piensa. El error es patente. Lo mismo ' es " real" lo que se halla " en" la conciencia que lo que se halla " fuera" de ella. "Real" es lo individual en todas sus formas, lo que existe ahora y aquí. La "realidad" se define por la temporalidad. Siendo ello así, es evidente que los universales no son ni. pueden ser " reales" . En oposición a la temporalidad del ser " real" ofrecen lo " ideal" como un ser intemporal. No haber tenido en cuenta esta distinción es la falla común a todas las teorías de la universalidad formuladas hasta ahora. Es preciso por tanto restituir a la idea su sentido propio y originario. Ello resultó ya de la crítica del psicologismo. Lo vimos con mayor precisión al tratar de ddinir el sentido de las palabras por oposición a la serie de actos psicológicos a través de las cuales las formulamos . En la significación surgió lo ideal en la forma de un contenido idéntico y hubimos de oponer el ser individual al ser de la especie, el ser " real" al ser "ideal". Gracias a éste el sentido de las palabras se nos hacía inteligible. En los actos de mención aparece siempre aún en los casos en que nos referimos a seres individuales, el "concepto" en su sentido más estricto. Es lo que denomina Husserl "el reino del lagos" . Gracias a él es posible formular palabras con sentido y ponernos de acuerdo sobre su identidad a través de los cambios. Toda mención lleva implícita un "lagos" que le, presta un sentido 83 unívoco. El individuo, en su expresión lógica, es especie también. Pero ahora el problema se plantea con mayor gravedad. No se trata ya sólo de 10 idéntico implícito en toda significaClon. Como indicamos ya la mayoría de las palabras se refiere a seres que no pueden ser objeto de la percepción sensible 1). En ellas los universales, en su sentido estricto aparecen con toda nitidez y aspiran a realizarse, en actos de plenitud intuitiva. Es preciso, por tanto, que tengan algún género de realidad. Como veremos, la relación que media entre los ejemplares empíricos de una especie y la especie misma en su validez universal --entre las wsas rojas y la rojez, entre las cosas triangulares y la triangularidad, entre las c'Osas bellas y la belleza ...- es análoga a aquella que se establece entre el contenido ideal, uno e idéntico, de la significación y la multiplicidad de los actos mediante los cuales aquélla halla su expresión en la vida. Previas estas aclaraciones veamos qué sentido puede tener 10 universal en la mente y en qué forma puede hallar la plenitud intuitiva en presencia del ser. En la imposibilidad de encontrarlo en la " realidad" sensorial será preciso que se nos revele frente al reino ideal de la intención significativa una existencia ideal en el mundo. Para restituir a la idea su sentido auténtico es, ante todo, preciso no confundir este término, corno 10 hace el empirismo a partir de Locke. con todo aquello que ocurre en la mente --el conjunto de percepciones sensoriales e imágenes en que se agota su fluir caleidoscópico-. Es necesario también separar la idealidad de la especie de 10 que, sin más precisiones, se denomina ordinariamente. " ideal" . Es evidente que 10 universal puede convertirse en "un ideal". Así la Verdad o la Belleza pueden ser el ideal de una vida individual o colectiva. 1) Ver Cap. III. 84 Pero pueden serlo también las cosas "reales" e individuales. La vida griega o la personalidad de Goethe, han sido, por ejemplo, "el ideal" de ciertas épocas y de determinadas personas. La idealidad de la especie nada tiene que ver con 10 uno ni con 10 otro. El problema que se nos ofre.ce ahora es el mismo que se planteó a Platón, entre la igualdad y la identidad. No es posible derivar la identi,d ad de la igualdad porque ésta presupone aquélla. Toda igualdad es identidad más diferencia. No ,es posible considerar las cosas iguales como generadoras de la identidad específica puesto que sólo es posible llegar <t la comprensión de las cosas igua!€s previa la noción de la identidad. Es la objeción de Platón contra los sofistas. Intentar derivar la identidad de la igualdad o la semejanza es incurrir en un drculo vicioso, aplazar el problema o dejarlo sin solución. La comparación de las semejanzas nos llevaría a un regreso al infinito y, por tanto a un probabilismo, es decir, en último término, a un escepticismo. Es 10 que ocurre a todo empirismo. El problema de la "abstracción" no es, pues, el problema de la semejanza, sino el problema de la identidad. Es preciso ver cuál es y cómo es posible la operación mental mediante la cual llegamos al ser idéntico de la significación y a la identidad de los contenidos intuitivos ante los cuales la significación llega a la plenitud de la evidencia. De ello depende la posibilidad del "lagos" en el pensamiento y en la realidad y la fundamentación de la Lógica y de la Ciencia que se cimenta en ella. Sólo de los contenidos ideales idénticos es posible predicar la verdad o el error, decir algo con sentido unívoco y comprobarlo. Estas entidades ideales no pueden hallarse en parte alguna. Por definición no pueden ser "realidades" ni es en este mundo ni en mundo alguno. No es posible que existan en un "lugar". Esta afirmación radical de su "idealidad" pura califica a la Filosofía de Husserl de "idealismo" en un sentido mucho más extremo que el de Platón. Toda "realidad" resulta condicionada en su existencia propla por la "idealidad" de la especie. 85 Las espeCIes ideales condicionan la posibilidad mlsma de un mundo con sentido. El empirismo falla en todas sus solucion'es por no detenerse a fijar con rigor descriptivo la situación exacta de las cosas. Desatiende y elimina aquello mismo que trata de explicar o lo da por supuesto sin darse cuenta y se funda en aquello mismo que 19nora. Es necesario ante todo ver en su realidad intacta, tal como se dan en la conciencia inmediata, los fenómenos de la ideación y de la abstracción. El hecho es que nos hallamos inicialmente con palabras que designan individualidades concretas mientras que otras designan tipos y esendas genéricos. Éstas no se refieren para nada a la cosa individual que se halla ante mí. Por ejemplo, en el caso de los números: yo tengo ante mí el número 30, escrito sobre el papel, con una tinta de determinado color. Esta representación individual no es el objeto que mento cuando digo "treinta". El guarismo sirve sólo de base para un acto de referencia que, a partir de aquél, me sitúa ante una unidad irreal, centro de referencia en torno al cual es posible considerar como casos particulares todos y cada uno de los números de treinta unidades, sea -cual fuere la forma sensible mediante la cual se me hacen ostensibles. Si cambio la intención mental y me dirijo a la representación gráfica en su realidad concreta, distingo perfectamente ésta del número 30 en el cual van implícitos todos los números de igual magnitud. El guarismo se halla aquí en mi mesa escrito en un papel. El objeto ideal, centro ·de todas las referencias y representaciones posibles, no se halla en lugar alguno, ni aquí ni fuera de aquí. Pero se hace presente dondequiera que aparece una colección de treinta unidades. Mi mención y su cumplimiento son en cada caso actos concretos y temporales. · Aquello que mento y aquello que compruebo son contenidos abstractos que se ciernen más allá del curso temporal. Esta situación tan clara el empirismo la niega perentoria- 86 mente, la pierde de vista y la suprime sin prestarle una consideración adecuada, sin darse cuenta de que todas sus afirmaciones la llevan necesariamente implícita --como la semejanza, la igualdad-o En su lugar, de acuerdo con el método naturalista, introducen una serie de procesos hipotéticos que no aparecen jamás en la actitud espontánea de la conciencia. Si su intento se limitara a formular una hipótesis sobre la formación genética de la idea en la conciencia no nos sentiríamos forzados aoponerle objeción alguna de principio. Pero su aspiración no se limita a ello sino que pretende, mediante una consideración genética y causal, disolver las estructuras lógicas y ontológicas en el curso temporal de la psique y demostrar que aquello que hallamos en la conciencia inmediata de un modo evidente, en realidad no existe, es una simple ilusión que es preciso "explicar" y reemplazar o por una realidad hipotética, menos úStensible, pero sumisa a los imperativos del método de la ciencia natural. Se cree obligado a somefer a los cuadros de la Naturaleza aquello que por su constitución inmediata se muestra rebelde a ellos. La confusión nace del prejuicio según el cual todos los fenómenos de conciencia deben sernas dados según el modelo de la intuición sensible. Ello induce a resolver la significación de las palabras universales y su plen,itud intuitiva, que sobrepasan aquélla y son, por tanto, "misteriosas" y problemáticas, en los contenidos de la sensibilidad. Olvida que -com!Q vimos al tratar de la significación- las sensaciones que se asocian a la intención mental y le sirven de soporte no son aquello que la palabra significa ni aquello que aspira a realizar en la evidencia, que la intención mental transciende constantemente la capa superficial de la sensibilidad. Si no fuera así, si las significaciones y los sentidos y su plenitud correlativa no transcendieran las imágenes que llevan asociadas, no sería posible el lenguaje ni su correcta intelección. El equívoco que lleva consigo esta identificación de las ideas con las imágenes impide distinguir entre los actos de la 87 representación y los contenidos y objetos a los cuales los actos se dirigen. Si todo 10 que ocurre en la conciencia es "idea" o imagen -como resulta del empirismo de Locke y de las doctrinas que 10 siguen- pierde sentido hablar de la idea como idea de "algo". La intencionalidad de la conciencia queda di:uelta. El objeto de la actividad intencional se convierte en imagen o "idea" y todas y cada una de las notas o aspectos, a través de los cuales la realidad se nos revela se convierten en "partes reales" d~ la objetividad. El objeto y sus aspectos sensoriales quedan reducidos a lo mismo. La atención exclusiva a las imágenes y a las sensaciones sustrae a la conciencia su sentido y su dimensión de profundidad. Queda destruída, por tanto, toda posibilidad no sólo de un cumplimiento intuitivo sino también de una intención significativa. Se confunden en un mismo plano insignificante el cumplimiento y la mención. Toda intención, referencia o esclarecimiento objetivo queda resuelto en un puro fenomenismo de "ideas" sin significación, sin posibilidad alguna de referencia de las unas a las otras ni de todas a la unidad de un Cosmos. Sólo si respetamos y mantenemos intacta la estructura intencional de la conciencia y reconocemos las imágenes sensibles como simples aspectos de la objetividad será posible plantear con rigor el problema de los universales y restituir a la idea su sentido originario. Si volvemos ahora, con el amplio concepto de la objetividad que de ahí resulta al enigmático "triángulo general" de Locke nos será fácil advertir que lo que el geómetra demuestra a priori, fundándose en la definición del triángulo lo hace siempre sobre el ejemplar concreto de un triángulo particular. Ni a él ni a nadie es posible representar un triángulo puro. Si ello no es posible para la percepción muc.h o menos lo será para la imaginación o la fantasía, pues, en definitiva, en la imaginación no hay ni puede haber mas que aquello que nos es dado 88 en la percepción sensible, si bien atenuado. La imagen genérica de Locke, -aparte de la imposibilidad manifiesta de llegar a ella-, es fluctuante, imprecisa y vaga, pero no deja de ser nunca individual. El triángulo que sirve de sustentáculo a la demostración y del cual parto y al cual vuelvo en cada uno de mis pasos, es siempre un triángulo singular. La teoría de la "atención exclusiva" -formulada por Mill de acuerdo con Hamilton-, aparte falsear el sentido mismo de la atención no disminuye en nada la dificultad. La nota destacada por el esfuerzo de la atención sigue siendo individual. El hecho de separarla no le otorga en absoluto el carácter de universalidad al cual aspira. La "atención exclusiva" a un contenido o nota concreto -color, forma, perfume, nobleza, justicia ... de una ,cosa individual, no exime a ésta de individualidad. No explica, por tantó, cómo la misma cualidad puede aparecer en diversos . objetos permaneciendo intacta en su identidad. Ningún acto de "atención" es apto para convertir un ser individual-separado o no--en un ser universal. Para demostrar el teorema de Pitágoras podemos poner ante nuestros ojos un triángulo cualquiera -pintado en el encerado, o dibujado en el papel, percibido o imaginado-. Los juicios que formulamos no se refieren para nada a ninguna de las imágenes que se ofrecen ante nosotros ni es posible que hallen en ninguna de ellas una aplicación exacta. No nos referimos a ninguna de las imágenes del triángulo sino al triángulo perfecto, unidad específica que ' no se realiza plenamente en parte alguna, única para la cual los juicios que formulamos adquieren su plena validez. Lo que enunciamos de él, a partir de un ejemplo cualquiera, se refiere a algo común a todos los triángulos, percibidos o imaginados, a la idea universal del triángulo, es decir, a la triangularidad. Ésta se halla contenida en todos los triángulos y no se agota en ninguno de ellos. Todos la "imitan" de un modo más o menos perfecto y "participan" más o menos en su esencia. Ninguno la realiza en su plenitud. La significación universal, contenida en el acto de referencia y 89 comprobada en el acto de plenitud es aquello que constituye la esencia pura de la triangularidad. y 10 que de,cimos del triángulo puede aplicarse a todas las ideas universales sin . excepción. Del mismo modo que todos los triángulos participan y realizan parcialmente la idea de triangularidad, las cosas bellas "participan" de la Belleza, las rojas de la Rojez, los actos justos de la Justicia, los hombres de la Humanidad . .. En todos ellos cabe distingu'lr claramente 10 que aparece en el curso "real", inmanente de la conciencia y el objeto ideal al cual los fenómenos hacen constantemente referenda. Las representaciones sensibles se convierten, .mediante la intencionalidad, en singularizaciones o ejemplos múltiples y diversos de la especie ideal única e idéntica en la cual únicamente se realiza la objetividad. Ello no es sino un caso particular de la dinámica fundamental de la conciencia. Ya en la percepción sensible la objetividad trasciende los aspectos sensoriales. Aquí y allá es siempre una unidad mental, una unidad en la multiplicidad. La unidad trascendente es ahora la idea universal. Husserl rechaza así, con plena conciencia, toda hipóstasis ontológica o psicológica. Frente a la "realidad" evanescente se limita a constatar la presencia indubitable de una realidad ideal que, para evitar equívocos, denominaremos con más precisión, objetividad: Las ideas son objetivas puesto que son t érmino inequívoco de la intencionalidad de la conciencia y pueden ser sujeto de posibles predicaciones verdaderas. Por oposición a las significaciones ficticias, contradictoriás, contra el sentido mismo de las palabras o aun sin sentido alguno, de las cuales no puede afirmarse ni negarse nada, los objetos ideales existen con plena efectividad. Podemos hablar con perfecta inteligencia de ellos y predicar cualidades y determinaciones precisas, afirmarlos o negarlos, fundamentar cadenas de razonamientos y comprobarlas con la garantía de la evidencia. Si fueran meras ficciones, no podríamos decir, con validez apodíctica, que "el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos" o que" 16 es el cuadrado de 4" . Toda 90 la Matemática ~ funda en ellos. No podemos negarlos sin negar, al mismo tiempo, la validez de las proposiciones de esta Clenpa. Frente a 10 que existe " realmente", frente a la realidad "real" los objetos universales son puros "irreales". posibilidades ideales. Su "irrealidad" es el supuesto ne-cesario para la validez de las verdades de la Ciencia y de toda verdad en general. Un factor " irreal" -plenamente objetivo- interviene en lá estructura de la conciencia y de la realidad. La totalidad del mundo y cada una de sus partes, se hallan sumergidas en una estructura ideal que le presta sentido y consistencia. Si se incendia una casa quedan destruídos todos sus elementos "reales". Las formas geométricas implícitas en su estructura, permanecen intactas. A la "realidad" .de lós hechos empíricos, individuales. temporales, momentáneos - y a las proposiciones a posteriori, meramente asertóricas a que dan lugar, se opone la "idealidad" objetiva de las esencias- intemporales, universales, necesarias, idénticas- y los juicios apodícticos a priori que se fundan en ellas . El camino para pasar de lo individual dado en la percepción a 10 universal que nos ofrece la idea es, en efecto, la "abstracción". Pero no la abstracción aisladora mediante la cual separamos en la mente unos momentos del ser individual de otros, -tal como lo quiere por ejemplo, la teoría de la " atención exclusiva" de Mill- sino una abstracción generalizadora -que describiremos con más detalle- y que denominamos, en oposición a aquélla, "abstracción ideatoria" o simplemente " ideación". Sólo ella nos permitirá el tránsito de la intuición individual a la intuición de la especie de la cual es 10 singular un ejemplo. Realizarla requiere un cambio de la actitud y de la orientación de la "mirada". Mediante él es siempre posible, como veremos, ver la especie " amarillo" 10 mismo que vemos una cosa amarilla, la especie "color" o "8091 nido" del mismo modo que vemos un sonido o un color determinados, tener 10 universal ante nuestra mirada de un modo tan directo y tan inmediato como tenemos ante ella, en la percepción, la realidad individual. La incapacidad para realizar este tránsito es para Husserl simplemente una "ceguera para las ideas". La idealidad de la esencia, lejos de ser algo indeterminado y flotante, como las "ideas generales" de Locke, es precisa y perfectamente determinada y admite, en su esfera, una serie de distinciones y de diferencias descriptivas, perfectamente claras. No es lo mismo la generalidad de "un AH que la de "todos los AH o la de "un A" en general. Al análisis minucioso de cada una de sus variedades consagra Husserl algunos de sus mejores capítulos. Ahora bien: la idealidad de la esencia, en todas y cada una de sus formas, no es nunca un predicado "real" del objeto que sobrevenga a su previa existen·cia -como el color o la extensión a una realidad singular. Consiste fundamentalmente en un nuevo modo de existir. Su trascendencia del mundo "real" no depende de su generalidad sino de su propia constitución "ideal". Los resultados de la crítica del psicologismo adquieren ahora una significación más precisa. Las "especies" allí descubiertas constituyen un reino del ser independiente de los hechos de la vida psíquica y de todo hecho en general. De ahí la posibilidad de una Lógica pura -una Mathesis universalisde la cual la Lógica tradicional y las Matemáticas son ramas particulares. Un proceso de "formalización" nos lleva a ella mediante el descubrimiento de un "mundo de formas" a priori independientes de la sensibilidad. A su lado, un proceso de "ideación" nos conduce al descubrimiento de un mundo de "esencias materiales", mediante el cual es posible, por una In- 92 tUlClon análoga a la de las ideas platónicas, llegar a la formulación de verdades necesarias relativas al mundo. Previas estas aclaraciones generales, tratemos ahora de precisar algunas de las características peculiares de cada una de las esferas que resultan de esta fundamental escisión del reino de 10 ideal. FORMAS CATEGORIALES Si formulo un juicio, desde el más elemental -"esta mesa es de pino"- hasta el más complejo de la ciencia, no me refiero a dos objetos -"mesa" y "pino"- previamente separados, que pongo en contacto mediante un acto de mi actividad sintética. El juicio se refiere a una relación real. a una estructura objetiva de las cosas, con la cual es preciso compararlo para llegar a su confirmación o a su negación. Al formularlo no me refiero a una pluralidad de objetos desligados sino a una objetividad única de estructura compleja, no a la "mesa" y al "pino" independientes, sino al "ser de pino de la mesa", a una situación objetiva compuesta, de determinada forma y con una figuración peculiar. En la fórmula general del juicio categórico, A es B, el "es" mediante el cual refiero A a B es una forma predicativa que no pertenece al primer término ni al segundo. No es 10 mismo dirigirse a A o a B por separado que afirmar el segundo del primero, ni esta afirmación resulta, sin más, de la simple yuxtaposición de los dos contenidos previamente separados. La relación afecta al uno y al otro de tal manera, que no son ya 10 que eran sino que forman una nueva unidad con un sentido diferente. La reladón predicativa que los enlaza constituye una nueva objetividad de la cual las otras pasan a ser partes constitutivas, orientadas de una manera determinada y que coadyuvan al sentido de la totalidad. De un modo análogo no es 10 mismo 10 que se constituye ante mí si digo "una flor" que si digo "la flor" o "dos flores" o "algunas flores" o "¿qué flores?" o "las flores del jardín". 93 En cada una de estas enunciaciones formulo relaciones objetivas diversas en las cuales la flor se halla y en función de las cuales se ofrece de una manera u otra: La proposición "A es B" no aspira a poner ante mí la misma constelación objetiva que " A o B" o "A y B" o "A de la cual B es la causa" o si "A es Bes" . . . En todos estos casos y en otros muchos que no es preciso enumerar, a las estructuras verbales significativas de las proposiciones corresponden situaciones objetivas de la realidad. Hay estructuras singulares y plurales, substantivas y adjetivas, determinadas e indeterminadas, de causa a efecto, de principio a consecuencia. . . En tqdas ellas a la "materia" de la percepción sensible se sobrepone la " forma" . Los análisis de Husserl nos aproximan en este momento a la clásica distinción entre "materia" y " forma" de las proposiciones lógicas. En toda proposición es preciso distinguir entre aquello que pongo en relaóón y l.a re1aoCÍón misma que establezco. Mediante ello se hace posible formular leyes ' ''formales" independientes de los contenidos a los cuales se aplican y establecer una ciencia pura de las formas, de tal manera que permaneciendo ellas idénticas los contenidos resulten intercambiables. Toda la Lógica simbólica, desde Aristóteles hasta nuestros días, se funda en la posibilidad de esta operación "formalizadora". Para desarrollarla con rigor, basta substituir las realidades individuales por letras o por símbolos análogos. Si enunciamos " A es B" , " A y B", " A o B" . . . las leyes que formulamos y las consecuencias que llevan implícitas resultan por la sola fuerza de la forma -vis formae- y son válidas para todos los contenidos imaginables. A y B pueden ser substituídas en ellas por cualquier cosa. La " materia" puede serme dada en la percepción, en la memoria o en la fantasía. La "forma" mediante la cual aquélla se articula y se organiza no nos la ofrece la sensibilidad. El hecho de que las "formas" no nos sean nunca dadas en ninguna de las modalidades de la percepción sensible consti- 94 tuye una de las mayores dificultades de la Epistemología tradicional. Partiendo, con ésta, de un concepto rígido de la objetividad, según el cual. la "realidad" sólo nos es dada con la "materia" de la percepción, se hace difícil explicar la correspondencia universal entre las relaciones que resultan de la actividad categorial y el soporte sensitivo que le sirve de base. ¿ Cómo es posible que las categorías formales, independientes de la sensibilidad amorfa, lleguen a coincidir 'con el objeto al cual hacen referencia? Si pretendemos referir las categorías al mundo de la realidad, de la misma manera que le atribuímos las cualidades sensibles -colores, sonidos, perfumes .. . - el problema no tiene solución. No las hallaremos jamás en ella ni será posible encontrar explicación alguna a la coincidencia de sus articula.ciones ideales con lo dado en la sensación. De ahí la negación de su " objetividad" y la necesidad de buscar a la correspond~ncia que, a su pesar, existe, una Teoría que la explique. Así. los empiristas tratan de explicarla mediante la reducción de aquéllas a la ley de "asociación de "ideas". Las estructuras ideales se generan en el curso de las sensaciones y surgen de ellas. Los racionalistas las consideran como "ideas innatas" anteriores e independientes de todo contacto COn la realidad sensorial y necesitan, para explicar su validez objetiva, de una "armonía preestablecida". La Filosofía transcendental. a partir de Kant, intenta llegar a la solución del problema mediante la admisión de una estructura categorial de la conciencia, a partir de la cual. la actividad sintética del juicio elabora las sensaciones y construye con ellas la arquitectura de la objetividad. En cualquiera de los tres casos las articulaciones formales pertenecen a la dinámica de la conciencia "subjetiva" y su "objetividad" se hace problemática o queda a merced de una hipótesis metafísica de imposible comprobación. La originalidad de Husserl - y una de sus doctrinas más fecundas- consiste en el reconocimiento de la consistencia objetiva de las formas. Para ello no necesita recurrir a una hipótesis metafísica más o menos problemática. Le basta insistir en 95 la estructura intencional de la conciencia y en el nuevo concepto de objetividad que de ella resulta 1). Las relaciones y las articulaciones ideales que mentan los juicios de la Lógica formal son, por definición, objetos y hallan su plenitud ante la presencia efe<:tiva de los objetos a los cuales se refieren. Las formas nos son dadas en su presencia originaria, ni más ni menos que los demás contenidos de la representación. Como todos los contenidos de la vida de la conciencia dependen de los actos y se constituyen mediante ellos. Pero del mismo modo que los objetos de la percepción sensible no se agotan en los actos que los constituyen, los contenidos formales no se agotan en los actos de la vida intelectual. Al lado de la intuición sensitiva que nos es dada en la per,cepción, es preciso reconocer una intuición categorial o intele.ctual. Al lado de los acto_s de intención significativa tenemos, aquí como , allá, actos de plenitud intuitiva en los cuales el ser nos es dado en su realidad plena. En éstos como en aquéllos nos hallamos en presencia. inmediata del Ser. La realidad queda encuadrada en un marco categorial. Las cosas son y existen de diversas maneras. Entre la presencia "ideal" y la presencia "real" no hay ninguna medida común. No es posible por tanto, hablar de una coincidencia o de una discrepancia entre las formas categoriales y las percepciones que les sirven de base. Percepciones y categorías pertenecen a dos dimensiones diferentes del Ser y son entre sí inconmensurables. Las formas categorial es no son una "cualidad" de los objetos -como el color o el sonido, que sea preci~ o añadir al resto de sus cualidades, ni aspiran a " coincidir" con ellas. Se limitan a determinar el obje'to en otro sentido, en otra forma y dentro de otra dimensión. Pierde todo sentido el problema de la Epistemología tradicional. La realidad sensible no concuerda nunca con las formas lógicas ni es posible que sea de otro modo. Se limita a constituir la base sobre la cual aquéllas organizan su articulación ideal. La actividad 1) Vid. Cap. n. 96 formal no modifica en nada la base sensorial sobre la cual se funda y sin la cual no podría existir. Si la modificara en algún modo no surgiría una relación categorial sino un nuevo contenido sensorial deformado. Cambiaría la estructura sensible. Nada se le añadiría que la trascendiera. La forma categorial no la elabora ni la construye, ni interviene para nada en su naturaleza específica. No la forma ni la informa ni la deforma. La deja intacta. Se limita a · establecer sobre ella un nuevo sentido. La objetividad de las estructuras ideales, su manera .específica de ser y de existir, consiste simplemente y agota toda su realidad en el hecho de darse a la conáencia de una manera peculiar. La diferencia entre la sensibilidad y el intelecto no consiste tampoco en el hecho de que la primera sea intuitiva y el segundo discursivo. En ambos se da, como hemos dicho, la oposición entre el pensamiento "vacío" y la plenitud intuitiva. Una vez más: la inferencia discursiva -fundada en los juicios y en sus articulaciones lógi-cas -no es la forma originaria de la verdad -como lo han creído todas las escuelas desde Aristóteles-. Sólo es posible hablar de la verdad o de la falsedad del juicio en tanto que €ste es apto para comprobar sus concatenaciones en la intuición inmediata. No es necesario ni posible reducir la sensibilidad al intelecto -como lo intenta el racioI1,alismo- ni el intelecto a la sensibilidad -de acuerdo con el · empirismo-o Todos los actos del espíritu sensibles o intelectuales- son aptos para conducirnos a la evidencia y, por tanto, a la verdad. No necesitan para ello sino alcanzar el objeto al cual sus significaciones se orientan y ponerlo ante el sujeto en su ser originario. La verdad no se define por la relación entre el sujeto y el predicado. Ésta, como cualquier otra mención, simple o compleja, presupone el fenómeno primario de la verdad, la presencia del ser en su originalidad intacta ante el sujeto que se dirige a él. Pronunciar un juicio sobre algo no es sino una nueva forma irreductible de mencionarlo o de situarme ante ello. 97 L a filoeofia de Russerl-7. Claro es que los contenidos objetivos correlativos de los actos intelectuales se presentan ante mí de una manera diversa que los . contenidos sensoriales correspondientes a los actos de percepción. Ello se colige claramente de 10 que llevamos dicho. En la percepción la confrontación intuitiva se realiza de una manera directa. Los actos mediante los cuales nos son dados no necesitan de otros actos ni de otros contenidos que les sirvan de cimiento. Son actos "de un solo grado" y de "una sola articulación". A pesar de toda la complejidad de sus puntos de vista y perspectivas, los objetos nos son dados de golpe. El árbol que tengo ante mí 10 veo " de una vez" . Cada una de las miradas sucesivas mediante las cuales lo contemplo no es un acto "de segundo grado" que se funde en el anterior. Son actos sucesivos que se fundan en la unidad del todo. En los actos de intuición categorial la presencia del objeto no se realiza de una manera tan simple. No se dan nunca por sí solos ni aparecen de una vez. Las relaciones de "parte y todo" , de " antes y después" , de "derecha e izquierda" , de "disyunción" o "conjunción", presuponen las percepciones a las cuales se aplican y de las cuales se predican. Necesitan de un acto y de un contenido sensibles que constituyan su base y sobre los cuales se inserten. Las articulaciones categorial es se prenden sobre las percepciones. Son actos de "segundo grado" que necesitan de un fundamento. Los actos de intelección se fundan siempre sobre las percepciones como la cosa fundamentada sobre aquella que le sirve de cimiento. ESENCIAS MATERIALES Como hemos visto antes, las "categorías formales" no son la única forma de intuición ideal. Al lado de ellas, las " esencias materiales" -la esencia del verde, del cuadrilátero, del hombre, de la conciencia, del recuerdo, de la esperanza . . . ofrecen otro tipo de idealidad. Ahora bien: no toda enunciación general lleva implícita 9R una esenda. Los hechos empíricos pueden ser objeto de una elaboración metódica que, mediante un procedimiento inductivo, nos lleve al establecimiento de leyes o tipos de una validez más o menos general. Todas las leyes de la ciencia natural se basan en generalizaciones de esta Índole y son, por tanto, en su misma generalidad, contingentes. Su formulación nos da grados diversos de probabilidad. No es posible que nos ofrezca nunca una proposición necesaria. Su validez es función de la experiencia y depende del caudal de experiencia que nos es dable poseer en un momento dado. A este tipo pertenecen la mayoría de las nociones relativas a las "cosas". Todas las cosas se hallan incluídas en tipos generales, sujetas a leyes con más o menos precisión. Esta determinación es suficiente para distinguirlas y ordenarlas entre sí, de tal manera que no se confunda una silla con una mesa o un pájaro con un avión. Estas generalidades de base inductiva no adquieren nunca la dignidad de esencias. Al lado de las generalidades empíricas e independientemente de ellas la doctrina de las esencias descubre estructuras universales y necesarias de la realidad. La esencia es, como hemos visto, en primer lugar el objeto universal frente a la realidad individual y a diferencia del número infinito de los casos particulares posibles. Si yo digo de dos cosas que son verdes hay en esta determinación la afirmación de una identidad a través de los cambios. El verde que atribuyo a cada una de ellas puede ser diferente y variar a merced de los cambios temporales. Lo verde es siempre idéntico a sí mismo y es la condición de la posibilidad de todas y cada una de sus realizaciones empíricas. No evoluciona, no cambia, no nace, no muere. Su constitución eterna constituye la posibilidad permanente de atribuciones indefinidas. Se puede repetir indefinidamente y aparecer o desaparecer con plenitud mayor o menor en la multiplicidad de individuos concretos. Pero le es indiferente el hecho de repetirse o no, de aparecer o desaparecer. La esencia es el " qué" de cada objeto. Su consistenda necesaria, aquello .que hace que un objeto sea 10 que 99 es y se distinga de cualquier otro, con independencia de sus manifestaciones empíricas y de sus modifioaciones accidentales. Lo mismo que las formas, no consiste en una propiedad particular de las cosas. Revela también una nueva dimen:;ión original del Ser, una forma irreductible de la existencia. Su existencia no es anterior a su manera de existir sino que se identifica con ella y no es, en último término, otra cosa que una forma de constituirse el ser en la dinámica intencional de la conciencia. Pero el dominio de las esencias no se agota en el campo de los universales. Toda realidad posee una esencia. Los individuos tienen también su propia estructura esencial. No es suficiente para llegar a captarla la simple enunciación de sus características peculiares. Entre éstas las hay particulares y contingentes. Pero a su lado, posee toda individualidad, en tanto que constituída en sí misma de una manera determinada, una naturaleza propia, un conjunto de predicados que deben forzosamente pertenecerle y de las cuales no podemos prescindir si aspiramos a conocerlo -tal como "es". Para determinar la esencia, no basta hablar de su idealidad y oponerla como aquello que es universal a lo individual concreto, ni elevar el objeto individuaL con todas sus cualidades particulares, a la generalidad de 10 ideal. Es preciso llegar a la intelección de aquellos predicados necesarios e interdependientes. La legalidad ideal que los enlaza es la esencia de la individualidad. La dependencia necesaria que enuncian es la condición a priori de su posibilidad como objeto y como tal objeto particular. Entre los universales se establecen imbricaciones y estructuras necesarias. Cada objeto está formado por una serie de propiedades que se hallan en él de una manera contingente. Comporta también una serie de cualidades de tal índole que le son absolutamente necesarias para que puedan serle atribuídas otras. Er'i'tre las cualidades necesanas se establece una jerarquía. -De100 terminadas cualidades son necesarias para que otras sean posibles. La idealidad de la esencia consiste en la invariancia de esta conexión 1) . No hay color sin extensión ni sonido sin altura. Por mucho que cambien los colores y los sonidos, no dejarán de ser sonido y color si la extensión y la altura subsisten. Si desaparecen éstas, dejan de existir aquéllos. Un objeto material puede ser mayor o menor, tener una superficie, un volumen y una forma determinados. Su magnitud, su forma y su volumen pueden variar indefinidamente. No es posible la existencia de una cosa material sin forma, volumen, superficie y magnitud. Si faltara alguno de ellos -si no ocupara ningún lugar ni tuviera forma alguna- no sería ya un objeto material. Si elimino la extensión el objeto material desaparece. Las manifestaciones de ésta pueden variar al infinito. En una u otra forma pertenecen a la esencia de la materia. Y esto no sólo para las cosas de este mundo sino, de una manera general, para cualesquiera cosas de cualquier mundo posible o imaginable, en el cual la materia exista. Para llegar a la determinación de la esencia es preCiSO partir del objeto individual tal como me es dado en la pe"rcepción o, mejor, en la fantasía. En presencia de él y haciendo abstracción de su existencia, es posible someterlo a una serie de manipulaciones mentales. Puedo modificar sus atributos, aumentarlos, disminuirlos, formarlos, deformarlos, suprimirlos o tratar de suprimirlos. En esta serie de operaciones hallamos siempre un límite más allá del cual el objeto no es ya modificado sino simplemente suprimido. A través de todas las modificaciones posibles éste, en su totalidad y en cada uno de sus atributos, nos ofrece una resistencia infranqueable, un núcleo estructural rígido, una consistencia mínima, sine qua 1) Husserl no ha expuesto con amplitud la estructura de las conexiones aludidas. Nuest ra exp osición se f unda en las de algunas de sus discípulos inmediatos ' plenamente aprobadas p or el maestro. 101 non. Sin modificar ésta puedo realizar toda suerte de suposiciones imaginarias. La realidad del objeto permanece intacta. Si la modifico en lo más mínimo elimino el objeto mismO. La esencia es aquello que permanece idéntico a través de todas las modificaciones. Los predicados accidentales del obj eto pue- . den 'Variar sin límites sin que la existencia de éste se halle en peligro. Los predicados esenciales no pueden sufrir la menor variación. Hallar una esencia es inquirir tras las variaciones la unidad idéntica. Tal es en síntesis el mecanismo de la "abstracción ideatoría". No haber tenido en cuenta este hecho radical de la vida de la conciencia y del ser que le es correlativo es el error esencial del empirismo en todas sus formas . Una vez más; lo esencial no es ni puede ser una propiedad del objeto individual que se separe de él por una operación de la mente o se destaque por un esfuerzo de la atención. La propiedad del objeto individual permanece individual a pesar de todas las operaciones y d~ todos jos esfuerzos. La propiedad separada por la mente o especialmente atendida por ella no pierde ninguna de sus características particulares y wntingentes. La esencia ideal es ideal y pura. Tiene una forma peculiar de existencia y es objeto de una forma peculiar de intuición: la intuición eidética que da cumplimiento a una forma específica e irreductible de la intención significativa. Como en el dominio de la percepción o en el de las formas puras, en el dominio de las esencias materiales se opone al acto de simple "significación" que se dirige a realidades ausentes, el acto de plenitud intuitiva en el cual la realidad ausente se hace presente "en persona" A la generalidad empmca se contrapone de ordinario la necesidad lógica como el reino de las verdades eternas frente al reino de las verdades contingentes. La necesidad apodíctica implícita en las es: ncias no puede reducirse ni a las unas ni 102 a las otras. No es una generalidad de hecho. No es tampoco la necesidad que comporta la deducción analítica de la Lógica pura. Las leyes de la Lógica son puramente "formales" y afectan sólo a las estructuras formales de los objetos independientemente de su contenido material. Las relaciones de dependencia en que la esencia se funda se refieren al contenido material específico de cada zona de la objetividad. La trama de estas dependencias necesarias organiza las esencias en una conexión jerárquica de géneros y especies que dan sentido y coherencia a cada una de las esferas de la realidad. A las verdades · universales y necesarias que nos permiten formular las formas categoriales en relación a todo "objeto en general". se añaden. en virtud de las conexiones esenciales. verdades universales y necesarias sobre el contenido material de cada objeto particular y de cada constelación o región de objetos. Toda cosa tiene su propia esencia y la conexión entre las esencias establece entre las cosas conexiones esenciales. regiones del Ser. presididas por categorías materiales que las encuadran. No sólo esto: las articulaciones esenciales. las dependencias que establecen y las intuiciones a que dan lugar constituyen la base fundamental de todo el edificio del conocimiento. Incluso las verdades formales y las ·deducciones a priori que derivan de ellas. hallan en último término su fundamento en conexiones esenciales. Existen relaciones esenciales de las cuales dependen y en las cuales se fundamentan los procesos formales de la Lógica deductiva. Del mismo modo que los objetos de la realidad tienen una estructura inviolable que constituye su "esencia material". los términos del juicio y las conexiones de los razonamientos tienen una conexión de dependencia necesaria que no es. en¡ última instancia. otra cosa que una "esencia formal". El imperativo d~ evidencia lleva ya a Descartes a la afirmación de que todo conocimiento consiste en la captación de las "naturalezas simples" y en su rigurosa composición. Las "naturalezas simples" son aprehendidas por intuición. Su organización lógica se realiza graclas a la deducción. Pero la 103 deducción se desarrolla mediante una serie de enlaces y los enlaces necesarios no son ni pueden ser, a su vez, otra cosa que "naturalezas simples" que se ofrecen ante nosotros mediante una intuición infalible. La ciencia se reduce en su integridad a la intuición de naturae simplices. Husserl acentúa todavía, mediante su doctrina de las esencias, la función de la evidencia en el proceso de la deducción racional. La deducción formal no consiste en otra cosa que en un proceso de reducción a evidencias primarias a través de una serie de conexiones y procesos evidentes a su vez por sí. La conexión necesaria de estos enlaces obedece a la existencia de una· estructura esencial que los define. La conclusión de un silogismo, por ejemplo, se funda en la esencia formal de sus premisas. En ella es aprehendida con evidencia. Cada paso de la deducción es una intuición de esencias. Mediante ella nos es posible concluir de una serie' de términos evidentes por sí mismos a una verdad que no 10 es por sí. La intuición categorial halla, así, su fundamento último en la intuición de esencias y el proceso deductivo que se cimenta en aquélla en el hecho de la evidencia .inmediata de conexiones esenciales. De la misma manera que las realidades se hallan encuadradas dentro de ciertos límites infranqueables, las estructuras formales poseen una arquitectura interna fuera de la cual pierden su validez y dejan, simplemente, de existir. La intuición esencial se halla al principio y al fin de todo proceso racional y de todos y cada uno de los pasos de la razón. De este modo, la evidencia del ser define el campo de 10 racional. Racional es todo lo que puede ser comprobado mediante la presencia inequívoca. Ya en la percepción sensible se halla implícita, por tanto, la razón. El manantial último del cual procede toda afirmación racional es la "visión" inmediata del ser dado en la intencionalidad de la conciencia. Ver las cosas en su presencia originaria es la única justificación razónabh~ de toda aserción posible. El cambio fundamental realizado por el análisis fenomenológico de la conciencia lleva consigo, por tanto, un cambio 104 ·correlativo de la noción del Ser y una rectificación esencial 10 mismo del realismo ingenuo que da por supue.s ta una existencia del mundo anterior a la conciencia que 10 piensa, que del idealismo que ve en la realidad del mundo una construcción lógica del espíritu pensante. En uno y otro caso la realidad resulta de un esquema presupuesto -la "realidad en sí" para el primero, la "racionalidad perfecta" para el segundo. Para la Fenomenología el Ser se revela simplemente por su presencia, no es sino el correlato de la vida intuitiva de la conciencia y halla su definición en la noción misma de evidencia. El "ser en sí" es pura "mitología". Carece de sentido hablar de una problemática correspondencia con su realidad ignota. No 10 tiene tampoco hablar de la correlación con un mundo racional construído por el sujeto de acuerdo con las leyes de la Lógica analítica o sintética. La trascendencia del mundo no resulta de un sistema lógico de relaciones y categorías. Se revela simplemente ante mí en el acto de la intuición, por la presencia directa y originaria del mundo ante la conClenCla. De ahí resulta que la concatenación lógica que, mediante un proceso analítico o sintético, refiére las consecuencias a los principios y fundamenta aquéllas en éstos, no es sino un caso particular, una estructura específica, entre las múltiples estructuras posibles de la Razón. Es la estructura de la ciencia matemática que ha servido de prototipo a la deducción racional. De ella han tomado su modelo todas las formas de explicación propias de la Física moderna y, por tanto, de las Ciencias de la naturaleza en general. Los objetos matemáticos y la esencia de la materia exigen aquellos métodos. Unos y otros requieren la inferencia mediata para llegar a la verdad de sus articulaciones. Pero en ambos la concatenación discursiva no es sino el instrumento para llegar de una manera eficaz a la plenitud intuitiva. Para ambas el conocimiento no consiste ni puede consistir, en último término, en otra cosa que en la . visión del ser. El ámbito del pensamiento racional es infinitamente más amplio de 10 que supone el prejuicio matemati- 105 zante. Es posible concebir y existen, en efecto, al lado del pensamiento discursivo, otras estructuras de la razón en su uso formal y en su uso material. El campo 'de la Lógica, el de la Ciencia y el de la realidad a la cual aspiran ambas se amplía enormemente. La intuición la define, en última instancia y constituye su único límite. A ella es preciso referir toda construcción deductiva y toda articulación formal como a su última base necesaria y suficiente. La relación entre la realidad sensible y la objetividad ideal que se le sobrepone no es la misma en la intuición categorial que en la intuición de esencias materiales. Las estructuras formales. como hemos visto, encuadran la realidad empírica que les sirve de base y la dejan intacta. Los objetos individuales quedan incluídos en su trama. Las constelaciones ideales que se dibujan sobre la percepción contienen en algún modo a las cosas sobre las cuales se levantan. Las relaciones que establecen se refieren directamente a las percepciones, las abrazan, organizan con ellas constelaciones y referencias. Las realidades empíricas son términos de la relación formal. La intención significativa y el acto de plenitud las incluyen y las encierran dentro de sus límites. El acto de "ideación" mediante el cual llegamos a la constitución y a la intuición de las esencias -la esencia del rojo, del cuadrilátero, de la percepción, de la Física, del hombre , . ,tiene también como punto de partida la realidad sensorial -este rojo, este cuadrilátero , . . - . Pero a partir de ella la conciencia la abandona, tuerce la intención mental y la orienta al objeto ideal. Nos dirigimos al objeto ideal a partir del ejemplo que le sirve de base. Podemos dirigirnos al cuadrilátero a partir de cualquier cuadrilátero, a lo rojo a partir de cualquier cosa roja. El cuadrilátero que tenemos ante nosotros, el hombre que tomamos como ejemplo. son indiferentes al pensamiento y a la intuición de su esencia específica. La validez de 10 que pensamos sobre ellos no depende de sus 106 pe<:uliaridades individuales. El teorema de Pitágoras no funda su validez en las características propias del triángulo que hemos dibujado en el encerado. Depende exclusivamente de la presencia ante nosotros de una esencia universal y necesaria, a la cual puedo dirigirme, a través del ejemplo, en un acto de pensamiento puro y puedo comprobar mediante un acto de plenitud intuitiva. El ejemplo que sirve de base a la intención es absolutamente indispensable a ésta. No es posible la mención ni.la intuición de esencias sino a través de una percepción. Como en el caso de las formas categorial es, la intención mental en la cual la intuición se realiza es un acto de "segundo grado" que necesita de un fundamento. Pero el objeto individual no entra en la constitución del objeto ideal ni es miembro de ella como ocurre con las esencias formales. A diferencia de ellas, la intención se desvía, toma una dirección oblicua, el ejemplo originario queda fuera del foco de la conciencia y deviene un objeto marginal. La esencia fundada en la percepción la trasciende en algún modo. El acto intencional de la conciencia se aparta de él como la trayectoria del salto del trampolín que lo impulsa. ESENCIAS EXACTAS y ESENCIAS MORFOLÓGICAS La distinción antes señalada entre las generalidades de tipo inductivo y las esencias propiamente dichas no significa que éstas posean necesariamente una consistencia precisa y exacta. Su necesidad inviolable es perfectamente compatible con la vaguedad de sus límites. La estructura de la realidad nos ofrece, al lado de las esencias exactas, análogas a las de las ciencias matemáticas, esencias inexactas o "morfológicas" cuya delimitación es necesariamente indecisa y vaga. La forma de una flor, el perfil de una montaña, la perspectiva de un paisaje, no nos son dadas en la intuición como las esencias geométricas. Su color o su forma no son en ningún caso el color o la forma ideal. Las estructuras y las formas de las cosas no corresponden a arquetipos matemáticos. Intentar encuadrarlas en ellos 107 sería violentar su calidad específica y desfigúrar su aspecto concreto y vivo. Las realidades todas del mundo en el cual vivimos se determinan por esencias de este tipo. Para expre~ sarlas en conceptos adecuados es preciso atenernos a su tipo de existencia y tomarlas estrictamente tal como se nos dan. Las cosas son sólo amarillas o verdes, altas o bajas, redondas o cuadradas, calientes o frías, pesadas a ligeras .. , de una manera aproximada y dentro de ciertos límites. Todas las clasificaciones de los grandes naturalistas -Linneo, Cuvier ... -· se basan en la delimitación descriptiva de esencias de esta naturaleza. En oposición a ellas las ciencias matemáticas operan mediante conceptos exactos. Los conceptos matemáticos -rec~a, cuadrado, círculo, pentágono ... y las leyes e hipótesis de la Física -ondas electromagnéticas, color, gravita~ ción ... - requieren y exigen exactitud y precisión. Es posible y aún necesario antes de llegar a ' ellas, estudiar los colores, los sonidos, las formas del espacio y del tiempo, en su esencia concreta y vivida. Nunca coincidirán éstas con los arquetipos que ' de ellos nos dan la Geometría o la Física. Las realidades del mundo y de la vida escapan a los esquemas de la ciencia exacta. Sólo es posible describirlas mediante nociones morfo~ lógicas. Las esencias exactas -"ideas" en el sentido kantianotienen siempre una consistencia de "segundo grado" y se fundan en esencias inexactas -"eidos"-, en un sentido muy parecido, con todas las reservas que hemos señalado-, a las ideas platónicas-o Las segundas SOn el resultado de un proceso de "ideación" mediante el cual se hace posible la captación de sus dependencias necesarias. Las primeras, de un proceso de "idealización" mediante el cual, a partir de aquéllas y por un proceso de aproximación al límite, la comparación de una serie de "eide" y la percepción de una gradación de matices que se aproximan sin cesar a un término "ideal" sin jamás alcanzarlo, nos permite llegar gradualmente a la determinación de h "idea". El triángulo ideal, la blancura ideal, la bondad ideal,. son en su pureza, paradigmas a los cuales se aproximan 108 con mayor o menor plenitud sus realizaciones concretas. Se trata de límites "ideales" inasequibles a la intuición inmediata. En relación a ellos lo aprehendido en la intuición vale sólo como un valor aproximado. Así resulta -que las esencias morfológicas, propias de las realidades vividas, constituyen siempre la base para llegar a la formulación de esencias exactas. A partir de la esencia del color concreto percibimos una serie de matices y grados que se aproximan, en una serie indefinida al color ideal del cual participan. El color ideal al cual "aspiran" no es el género color sino un límite ideal al cual el género se aproxima. Hay, por tanto, una cierta primacía de las esencias morfológicas sobre las exactas, de los "eide" sobre las " ideas", de la realidad vivida sobre la l'ealidad de la ciencia exacta. Las hipótesis y las leyes científicas son el resultado de la "idealización" de la realidad concreta. En ella toman su origen y a ella necesitan constantemente recurrir para comprobar su validez. No sólo esto: la descripción del mundo concreto con toda su "inexactitud" será siempre el fundamento de todo conocimiento científico por ser el manantial del cual brotan los " principios" en que se cimenta el conocimiento filosófico. Por ambos motivos las Ciencias "exactas" se fundan siempre en ciencias " inexactas" . El mundo de la percepción es anterior, en el orden ontológico... a los esquemas ideales de aquéllas. Éstos sólo adquieren sentido por su referencia a aquél. La distinción entre ciencias que manipulan conceptos ideales y las que manejan conceptos morfológicos es esencial. Las primeras -de las cuales es modelo la matemática pura- se refieren a multiplicidades" definidas". Las segundas -las ciencias morfológicas particulares y la Fenomenología en su último fundamento filosófico -hacen referencia a multiplicidades "indefinidas". Las primeras, a partir de un número finito de conceptos y proposiciones -definiciones y axiomasdeterminan analíticamente, mediante una deducción rigurosa, la totalidad de su esfera. La consecuencia lógica -el principio de no contradicción- es para ellas el único criterio de verdad. 109 No sólo las matemáticas, en sentido estricto pertenecen a ellas. También la realidad física es para el físico un territorio cerrado y sujeto, en principio, a deducción. Para las segundas es imposible, por definición, agotar por una deducción consecuente, a partir de un sistema de axiomas, la totalidad de lo dado. La Lógica formal no es para ellas de utilidad alguna. Se hallan obligadas a describir sus objetos de un modo minucioso y a perseguir sus contornos ateniéndose a los datos de la intuición. Esta distinción no tiene nada que ver con la que hemos establecido antes entre las generalidades empíricas, obtenidas mediante la inducción, y las necesidades esenciales, a las cuales nos lleva la "ideación". Ambas pueden ser aproximadas y exactas. Al lado de las "esencias" aproximadas se dan "tipos" empíricos aproximados y junto a las "idealizaciones" de las esencias -"ideas"-. se constituyen "tipos ideales" a los cuales tienden las "cosas" y las leyes inductivas referentes a ellas. Los "tipos" ideales que manejan las ciencias de la naturaleza -el átomo, los elementos puros . .. - 110 se dan nunca en la naturaleza. Tampoco la Mujer ideal. La diferencia de los "tipos" y las "esencias" no se refiere para nada a su exactitud o inexactitud sino a la necesidad o accidentalidad de la conexión de sus notas. A las ciencias empíricas -reales o "ideales"- se oponen, por su actitud y su método, las ciencias eidéticas, relativas a esencias. REGIONES Y CIENCIAS ONTOLÓGICAS La necesidad inherente a las estructuras esencias se funda en la existencia en el mundo de situaciones y determinaciones objetivas que se hallan en una función de dependencia necesaria respecto de otros contenidos, de tal manera que la existencia de los unos es función de la existencia de los otros. Frente a los contenidos "dependientes", que no se ofrecen ni pueden darse nunca por sí solos, hay en la realidad contenidos 110 y situaciones de tal índole que la presencia o ia ausencia de los unos es totalmente "independiente" de la de los otros. Estas realidades " independientes" existen y subsisten por sí mismas. La presencia, la ausencia y las variaciones de los contenidos "independientes" son contingentes y libres. Ninguna ley necesaria los rige. Persisten intactos aunque otros contenidos concomitantes varíen indefinidamente y aunque desaparezcan. Pueden cambiar el timbre y la altura de un sonido sin que el sonido desaparezca, la forma y el color de un objeto material sin que el objeto deje de existir. El timbre y el color son objetos "dependientes". La existencia del objeto material en el cual aquéllos se dan es "independiente". Existe y subsiste por si aunque varíen todos los objetos que tiene en torno. Un árbol, una montaña son contenidos "independientes" . El sonido, la extensión, el timbre, son contenidos dependientes. Ahora bien: el conocimiento de esta "dependencia" o "independencia" de los contenidos objetivos no halla su fundamento en la inducción empírica ni en la observación de lo~ casos particulares. Basta un solo ejemplar de un objeto cualquiera para darse inmediatamente cuenta de ella. No es una verdad de hecho que halle su fundamento en la generalización de la experiencia, como 10 son, por ejemplo, las leyes que formula la física experimental. No significa que nos sea posible o no " representarnos" un contenido con o sin el otro o que o 10 podamos "pensar" de otra manera, sino que no puede "ser" de otro modo. Pertenece a la naturaleza misma de los objetos, a su manera específica de aparecer y de ser. Se trata de una -correlación absolutamente necesaria que no depende de ninguna circunstancia subjetiva. Las cosas son así en sí mismas y no pueden dejarlo de ser. No es posible separar la altura del sonido. No es que yo no me lo pueda representar. En sí mismo no puede existir. Las características de un objeto "concreto" o " independiente" pueden variar en mil formas. Esta variación se realiza siempre dentro de -ciertos límites: los límites que le señala su constitución esencial. Traspasar estos límites haría im- . 111 posible su existencia. Ellos constituyen las condiciones necesarias de ·su posibilidad. En este sentido la "existencia" depende de la "esencia", la realidad de la posibilidad. No tal como lo concibe el racionalismo, como un mundo ideal, subyacente. que hace posible este mundo real --el universo platónico-. La realidad y la posibilidad se dan en el mismo mundo. Pero en este mundo -yen un mundo cualquiera- existe una estructura a priori el conocimiento de la cual es indispensable y constituye el fundamento de cualquier otro conocimiento. La realidad es, por lo pronto, el objeto de las ciencias positivas. La Física, la Química, la Biología, la Sociología, se reparten la totalidad de sus dominios. Pero todas y cada una de estas ciencias manipulan conceptos y nociones en las cuales se fundan y cuya última significación ignoran. Tales para la Física, los conceptos de materia, de energía, de espacio, de tiempo, de causalidad. Para la Psicología los de conciencia, inconsciencia, percepción, recuerdo, voluntad, fantasía ... ; para la Sociología los de convívenda, selección, autoridad, masa. .. Cada una de estas nociones y su mutua y recíproca implicación determinan estructuras necesarias en cada uno de los dominios del ser. Cada territorio de la realidad posee sus articulaciones específicas, sus categorías propias. Al lado de estas categorías existen conceptos y nociones comunes a todas las regiones del ser y a todos los dominios científicos. Son los que deriVan de su estructura formal. La espacialidad es exclusiva de la materia, la intencionalidad de la psique, la convivencia de la sociedad. Aplicar las nociones de un dominio al otro nos llevaría a las más graves confusiones. En cambio, nociones tales como objeto, relación, propiedad, simetría . .. son comunes a todas las regiones y de universal aplicación. Todas las ciencias las suponen y hallan en ellas su fundamento. A este tipo pertenecen todas las nociones de la Lógica y de la Matemática pura, todas las relaciones for- 112 males que derivan de una Combinatoria fundada en el principio de no-contradicción. Las categorías formales, fundamento de toda posibilidad y de toda objetividad, no constituyen un género superior del cual se deduzcan por determinación específica las categorías materiales de cada una de las regiones. Entre las categorías formales y las materiales no existe ninguna medida común. La forma trasciende toda generalidad. Las categorías materiales que definen las regiones -la Naturaleza como naturaleza, la Conciencia como conciencia, la V ida en tanto que vida, la Historia en tanto que historia . . . - no son casos particulares, determinaciones específicas de las nociones y formas comunes a todo objeto en general. Las categorías de la Lógica formal no nos dicen nada respecto a cada una de las regiones que se hallan encuadradas en su estructura universal. Para pasar a cada una de ellas es necesaria la consideración directa de sus esencias materiales propias y específicas. Como en la Filosofía aristotélica la clasificación de las esencias en géneros y especies delimita el dominio de la realidad. Los géneros superiores -las categorías materiales- las encuadran. Pero esta ordenación no es suficiente para determinerla en su plenitud concreta. Los géneros y las especies son por sí elementos "abstractos", "inseparables". U na clasificación de los colores o de las intensidades de los sonidos no constituye un dominio de la realidad. Para determinar una esfera de la existencia es preciso que las categorías se proyecten sobre . un dominio de objetos " separables", "concretos", individuales -materia, vida, animalidad, sociedad, historia . .. - . Ella resulta entonces de la confluencia y la mutua delimitación de las esencias que la definen . El mundo animal, la realidad material, la conciencia, la vida, la historia. " son, en su individualidad "concreta", la única base posible para la constitución de una esfera de la realidad. A estos ' dominios .. delimitados por la trama de una estruCtura ·esencial, los denomina Husserl " regiones ontológicas". También en esto las resonanClas aristotélicas son obvias. 113 La filosofía de Husserl-S. Cada región está constituída por una conexión de géneros superiores -categorías- a partir de las cuales es posible realizar, mediante una jerarquía de géneros y especies, todas las especificaciones necesarias para llegar a la delimitación de individualidades concretas. La interdependencia funcional de los géneros superiores caracteriza y encuadra la región. Definirla no es otra cosa que destacar estos géneros y la dependencia en que se hallan. Así, la esencia de la naturaleza -la mejor definida desde Galileo y Descartes- tiene en su base una serie de propiedades esenciales -extensión, movimiento, espacio, tiempo, causalidad-o Ellas constituyen su realidad esencial. Para cada dominio es poSIbLe y necesario hallar y definir con precisión las esencias genéricas que 10 hacen posible. De todo 10 dicho se desprende que la realidad, tal como nos es dada en la conciencia inmediata, se halla encuadrada en una trama de "formas" vigente para todos sus dominios y que cada uno de éstos se determina y delimita por la presencia de una estructura jerárquica de "esencias materiales". Unas y otras constituyen la esfera de 10 a priori por oposición a la realidad empírica que se desliza bajo sus arcos y dan lugar a las Ciencias ontológicas en oposición a las Ciencias empíncas. Nos hallamos aquí de nuevo con una derivación de la clásica distinción leibniziana entre "verdades de razón" y "verdades de hecho". Con una diferencia esencial. Leibniz, y en general el racionalismo, conciben la ciencia y la realidad de tal manera que las verdades de hecho y su contingencia no dependen de la estructura esencial de las cosas sino de la limitación de nuestra razón. Su contingencia es función de la desproporción entre el carácter ilimitado de la experiencia y la limitación de la Razón humana. Para Dios todas las verdades son eternas. Para Husserl la diferencia es mucho más básica. Las leyes de la Naturaleza son inductivas y contingentes en virtud de su propia esencia. Así se comprende el sentido y 114 la función de las Ciencias eidéticas en relación con las ciencias particulares. No es necesario ni tiene sentido alguno el intento racionalista de reducir todas las verdades empíricas a las verdades eidétícas o deducirlas de ellas. Las leyes naturales resultan siempre de la observación de los hechos individuales y participan de la contingencia de éstos. No es posible que lleven su certeza más allá de un cierto grado de probabilidad. Su contingencia no se halla condicionada por nuestra limitación o ignorancia. Pertenece a la esencia misma de los hechos y de las leyes inductivas que se fundan en ellos. Carece de sentido toda deducción racional del universo ~n el sentido de Leibniz o en el sentido de Hegel. Los hechos y las esencias son irreductibles y permanecen, por tanto, eternamente separados. Las formas y las esencias se limitan a ser las condiciones de la posibiljdad de aquéllos, los límites dentro de los cuales se mueven. Todos los seres particulares se hallan encuadrados en formas universales que constituyen su esencia y su sentido y los definen a diferencia de los demás. El ser" cada ser, su estructura irreductible y definitoria es lo que hace posible que en cada uno de los dominios ocurran hechos diversos y múltiples, que a cada dominio ontológico se subordine una realidad empírica. La Ciencia empírica que de ahí resulta trata de determinar, dentro de los límites de la contextura esencial que le es propia y sin salir del cuadro formal de las categorías que condicionan todo ser, las conexiones facticias, las concatenaciones causales, las variaciones y peripecias de su curso temporal. Previa la definición de las condiciones ontológicas que definen todas y cada una de las esferas de la realidad, la ciencia empírica puede plantear sus problemas con conciencia clara, saber exactamente lo que se propone hacer, y organizar, de acuerdo con ello, sus dispositivos y sus métodos. El progreso de la Física moderna sólo fué posible gracias a la clara delimitación de las categorías que definen su objeto, realizada a partir del Renacimiento. La desorientación y las "crisis" periódicas de las demás Ciencias-de la Psicología, de la Sociología, de la Historia-proceden del error naturalista, del em- 115 peño de aplicar la ontología propia de la naturaleza a todas las regiones de la realidad. Sólo una Ontología regional adecuada puede llegar a ser para cada una de €llas el fundamento inconmovible que haga posible "el camino seguro de una ciencia" El carácter a priori de las ciencias relativas a las condiciones formales del ser y a las condiciones mat€ria1es de cada uno de sus dominios no significa sino que el conocimiento de ellas es previo a cualquier otro conocimiento y constituye su base necesaria. No se trata; como vimos, de un "mundo ideal" sobrepuesto al mundo empírico, sino de una dimensión del ser irreductib1z a la experiencia €mpírica y anterior o posterior a ella. El conocimiento de las esencias no supone para nada el conocimiento de la trama empírica de los hechos ni contiene nada relativo al ser individual en su existencia temporal. El conocimiento de los hechos implica en cambio el de las es€ncias correspondientes. Sólo m€diante éste es posible saber y decir " qué" y "cómo" son aquéllos. Las leyes esencial€s son anteriores a las ley€s empíricas. La dignidad y la primacía ontológica de Id a priori resulta por el hecho de que las esencias son la condición n€cesaria de la inteligibilidad del ser en todas y cada una de sus€sferas y d€ la posibilidad misma de su existencia. De ahí la independencia absoluta de la Filosofía en relación con las ciencias. Se diferencia esencialmente de ellas por sus principios y por sus métodos. Media entre ambas el abismo que separa lo a priori de lo a posteriori, lo esencial de lo fáctico. Y puesto que las esencias son siempre independi€ntes de los hechos y los hechos se hallan siempre condicionados por las esencias, la Filosofía que discririüna éstas, es condición y fundamento d€ toda disciplina científica. La Filosofía es independiente de las ciencias. No resulta ni puede derivar de ellas. Las ciencias, en cambio, dependen de la Filosofía y se subordinan a sus leyes inviolables. En ella se cimentan y en sus determinaciones hallan su sentido y la base de su raclOnaiidad. 116 Llegamos, en conclusión, a la clara delimitación de dos dominios: el de la realidad ideal y el de la realidad "real", y dentro de aquél a la de dos esferas perfectamente destacadas. A los "hechos" se oponen las "ideas"-a las ciencias fácticas las ciencias eidéticas-y a la intuición categorial que tiene por objeto las categorías formales, la intuición de las esencias materia1es-cuyo objeto es la estructura material de la realidad. La Ontología formal y la serie de las Ontologías regionales absorben el dominio de 10 "ideal". Ahora bien: las categorías formales dependen, en último término, de la forma pura de "objeto en general", en un sentido muy parecido al kantiano, objeto sin determinación alguna y apto para recibir todas las determinaciones posibles. Estas formas generales de la objetividad-concebida como una simple X-son aplicables a todos los objetos y a todos los dominios del ser-de omnia re scíbile-y dan lugar a un sistema de verdades "analíticas". Las categorías materiales, definitorias de cada región, son exclusivas de ella y hacen posible, dentro de sus límites, la formulación de verdades "sintéticas". La Ontología formal está C'Onstituída por la Lógica--en el sentido de la Logística de las escuelas inglesa o vienesa- y la Matemática pura. Las Ontologías materiales o regionales comprenden la Geometría y todos y cada uno de los dominios de la realidad. Con Aristóteles y a diferencia de Kant las esencias no surgen de las formas del juicio ni es posible deducirlas de la Lógica tradicional ni de la Lógica de las ciencias modernas (Cohen, Natorp). Pertenecen a la contextura del ser, no a las formas del conocimiento. Sin embargo, a pesar de todas las analogías se diferencian fundamentalmente de la Ontología aristotélica y de la que resulta del racionalismo de los siglos XVII y XVIII: no se refieren a ninguna realidad "nouménica". Se limitan a constatar, dentro de los límites de la conciencia, las formas generales de la objetividad y la dependencia esencial de los objetos en cada una de las esferas de la existencia. 117 De la misma manera que Galileo formuló la Ontología regional de la Naturaleza, constituída, en lo esencial, por la estructura de la matemática pitagórica e hizo posible, mediante su análisis a priori, la organización metódica y el progreso maravilloso de la Ciencia natural en los tiempos modernos, es preciso delimitar las estructuras esenciales, las dependencias necesarias que constituyen el objeto de cada una de las demás ciencias. No haber llegado a formularlas ha sido la causa de su desorientación y de su desconcierto. Por falta de una Ontología propia la Psicología, la Historia, la Sociología, por ejemplo, han intentado constituirse como ciencias particulares bajo el modelo de las ciencias físico-matemáticas. El naturalismo, con todas sus graves consecuencias, ha resultad;o de la aplicación de las categorías de aquéllas a todos los dominios de la realidad y de la ciencia. Su fracaso, a pesar de todas sus conquistas parciales, ha sido evidente. Es preciso que las ciencias empíricas tomen· conciencia de sí mismas, que conoz·can el sentido y la contextura esencial de aquello que estudian, la estructura íntima y a priori que lo define y lo separa de cualquiera otra forma de la objetividad . Sólo 10 conseguirán si toman por base una Ontología que determine las categorías propias de su esfera de conocimiento. La definición de la Verdad por la evidencia y del Ser por la presencia inmediata ante la conciencia, hace posible delimitar y explorar todas y cada una de sus formas de una manera "imparcial", respetando y dejando intacta su originalidad, considerar, al lado del ser sensible que nos da la percepción, el ser "ideal" que nos ofrese la intuición de las esencias formales y materiales y constituir en el interior de éstas una serie de departamentos irreductibles -espíritu, realidad cuotidiana, cultura, valores .. . - como otras tantas esferas de la realidad. En lugar de reducirlas todas a una-como lo hace el naturalismo violentándolas y deformándolas-mantenemos su originalidad intacta. No damos por supuesta la "objetividad" 118 del mundo ni partimos precipitadamente de una separación entre la "realidad" y la '''apariencia''. El positivismo parte de "un tipo" de objetividad-la que es objeto de la ciencia natural-y dando por supuesto sin más que la "verdadera realidad" se agota en ella declara el resto, sin más consideración, simple apariencia. La Fenomenología no presupone nada ni otorga a ningu'na esfera del ser una posición privilegiada. No reduce ni trata de explicar las unas por las otras-ni la materia por el espíritu, ni el espíritu por la materia, ni la "realidad" por los valores, ni los valores por la "realidad". Se limita a constatarlas en su perfil propio y a describir con escrupulosidad la manera peculiar coma. en cada una de ellas se ofrece en la esfera de la Conciencia la trascendencia del Ser. Formular las estructuras de cada región ontológica ha sido uno de los objetos primordiales de la nueva Filosofía. Los primeros discípulos de Husserl se consagraron de un modo especial a la investigación de cada uno de los diversos domi;. ilÍos de la realidad. Para realizarlo no es necesario sino reducir la existencia individual. en su múltiple evanescencia, tal como ·,nos es dada en cada esfera, a las condiciones esenciales que la · hacen posible, reducir su "realidad" a las formas esenciales, decir lo que cada cosa, en último término, es o no es, determinar por intuición directa y en forma rigurosamente descrip~ tiva, el "eidos" de cada una de las esferas, reducir cada una de 'ellas al a priori que 10 cimenta. ~ A esta reducción la denomina Husserl "reducción eidética". "Llevarla a cabo, en todas y cada una de las esferas de la realidad individual es el primer paso hacia la actitud fenomenoló· · gica pura, que si bien comienza con ella, no halla en ellacomo veremos-su forma definitiva. 119 RESUMEN Husserl se halla con dos concepciones contrapuestas de la ciencia y de la realidad: El idealismo neo-kantiano y el positivismo que, a partir de Hume, halla su expresión más extrema en el sensacionismo de las escuelas contemporáneas. Para ambos es preciso partir de las sensaciones. Ellas constituyen el plasma de 10 real. Esta coincidencia momentánea constituye el punto de arranque de dos interpretaciones antitéticas. Para el idealismo la materia sensible es sólo el comienzo de la investigación científica. Su función se limita a plantear a la ciencia los problemas que resultan de su constitución contradictoria y fugaz. Las sensaciones nos dan algo irracional. puro material para la inquisición. Constituyen simplemente el problema, la eterna interrogación de la realidad. A partir de ellas es preciso "pensar" conceptualmente, construir el mundo de la objetividad. El conocimiento y el mundo que resulta de él es pura construcción conceptual. Lo son ya las formas del espacio y el tiempo. Lo son también los conceptos supremoscategorías-mediante las cuales la ciencia elabora la realidad y la exonera de su apariencia irracional. Ni unas ni otros derivan de la "experiencia". Son más bien presuposiciones de ella . Valen a priori y determinan con independencia lo que puede ser objeto de la investigación. Son las condiciones intemporales que hacen posible pensar un objeto y darle una validez universal y necesaria. Toda la realidad pende de ellas y halla en ellas su último fundamento. La "realidad" no es algo dado, ni inmediato, ni aparece, en rigor, jamás. Aspirar a un conocimiento intuitivo, evidente de la realidad sería incurrir en el mayor de los absurdos. Toda realidad es función del pensamiento y el pensamiento se agota en un sistema de relaciones intelectuales. El positivismo opone a las construcciones hipotéticas de la razón la presencia inmediata del mundo de las sensaciones. Las hipótesis de la ciencia hallan su único fundamento en el 120 hecho de que de ellas puedan derivar previsiones sobre los fenómenos que se deslizan a través del espacio y del tiempo. Si s1.1poniendo la verdad de la teoría electromagnética de la luz llegamos a obtener leyes que permitan prever los fenómenos en el tiempo y el espacio, la teoría es viable, su verdad se halla bien fundada. En el caso contrario, no. La verdad depende de la eficacia para obtener aplicaciones ciertas. La validez de las tesis científicas depende de su eficacia -pragmatismo-, en un simple "como si" -Vaihinger-, tiene un valor meramente instrumental, de "comodidad" -Poincaré- o de simple "economía del pensamiento" -Avenarius, Mach-~ La ciencia no añade nada a la realidad inmediata de la sensación. Se limita a ser el instrumento mental mediante el cual ordenamos y ponemos a nuestro servicio la "experiencia inmediata". No hay máli verdad ni otra realidad que la realidad vista e intuída. La realidad se agota en la "experiencia pura"-James. Este empirismo radical-derivado de Hume-tiene ahora para nosotros un interés excepcional. Frente a la pura construcción conceptual del idealismo neo-kantiano insiste en la necesidad de atenernos a aquello que nos es inmediatamente dado. Husserl acepta íntegramente esta exigencia. No otro es ,el punto de partida y de llegada de la investigación fenomenológica. Pero el positivismo se precipita lamentablemente al afirmar de un modo exclusivo el carácter intuitivo e inmediato de las percepciones sensoriales. Consecu'encia de esta precipitación es el carácter relativo, transitorio y subjetivo que atribuye necesariamente a todo conocimiento y a toda realidad. La sensación es, en efecto, 10 más variable, flúido y pasajero que . . quepa Imagmar. El idealismo "salva las apariencias" y con ello, la realidad y la ciencia. Pero la ciencia y la realidad se reducen a un sistema de conceptos construí dos mediante la actividad del intelecto. No es intuíble ni visible. Sólo es posible pensarla. El empirismo reduce la realidad a la intuición inmediata. Pero mata la ciencia o la reduce a un instrumento útil a la actividad 121 vital en un momento y lugar determinados, lo cual es una nueva forma de aniquilarla. La Fenomenología que-de acuerdo con "el principio de los principios"-no quiere dejar de ser intuitiva en ninguno de sus pasos, pero aspira a un rigor, a una precisión y a una validez apodíctica, necesita fundarse en la intuición; pero no puede satisfacerse con 10 que le ofrece la intuición sensible. Así, Husserl, entre una intuición sensible, vaga e indecisa, particular y contingente y una construcción intelectual, rigurosa, universal y necesaria, pero siempre hipotética, halla en la intuición "eidética" el fundamento de una doctrina de la verdad y de la realidad al propio tiempo intuitiva y rigurosa, fundada en la eyidencia pero en una evidencia apodíctica, universal y necesarIa. Aristóteles afirma la necesidad de la evidencia para las proposiciones últimas. La Fenomenología exige mucho más. La evidencia es necesaria a todo pensamiento y a toda proposición. La necesitan aÚn las más concretas, complejas y de detalle. Es la confrontación del pensar en cada uno de sus actos con la 'cosa a que se refiere; la confirmación del pensamiento por la intuición. Este regreso de los conceptos a la intuición es necesario para toda la obra del conocimiento. Lo es yacomo lo vió Aristóteles-porque la obra del conocimiento discursivo presupone conceptos básicos de los cuales arranca y en los cuales asienta su fuerza de convicción. Toda conclusión supone premisas y éstas derivan en último término, de unos, pocos axiomas primitivos e indemostrables. Lo es también porque aun los conceptos derivados y secundarios tienen un sentido o una significación y sólo es posible comprobar su pretendida validez mediante la presencia del objeto que mencionan. Toda conceptuación necesita una comprobación intuitiva. Es necesario no dar un paso sin la plena gárantía de la evidencia-videncia-inmediata. Una vez más es preciso atenerse a lo que se ve, a lo que aparece y dentro de los límites en que aparece, no salir de la "apariencia", limitarse a los "fenómenos" en su realidad intacta. 122 Con esto llegamos al final de la primera etapa en la tarea de restauración propuesta. La realidad ha recobrado su estructura y lás ciencias su jerarquía. El pensamiento se levanta sobre la realidad y alude a ella mediante una articulación de "conceptos" cuya significación es preciso comprobar. Los contenidos puros de la significación y su concatenación ordenada constituye el "reino del logos". La Lógica pura, en el sentido de la Lógica tradicional. y 10 que denomina Husserl Gramática lógica pura se consagran a ellos. Sólo quedan excluí das de su dominio las palabras y las proposiciones "sin sentido". Todas aquellas que 10 poseen, aunque su significación sea absurda, contradictoria o "contrasentido" son objeto de su consideración. Sólo pueden aspirar a una comprobación intuitiva las que previamente se sometan al principio de no-contradicción. Lo posible es condición de 10 real. Esta comprobación puede tener lugar, en primer término, por la presencia de la realidad "física" que nos ofrece la percepción. Ella es el paradigma de toda verdad y de toda realidad. Sobre su base se levanta el reino de las esencias que la delimita, la encuadra y la sobrepasa. Las esencias formales, fundadas en el concepto puro de objeto en general, determinan todas las formas posibles de la objetividad. Todo 10 que pretenda ser algo necesita someterse a ellas. Excluye, por tanto, toda significación que no tenga un sentido racional, 10 absurdo y 10 contradictorio, y da lugar a una Ontología for-mal concebida de un modo análogo a la Logística de las escuelas de Cambridge y de Viena. Es la Mathesis universalis de Descartes y Leibniz llevada a la plenitud de su realización. Previa la sumisión a sus categorías inviolables, las esencias materiales separan y delimitan regiones múltiples del Ser. Cada una de ellas tiene modos diversos de ser y de existir. El ser no puede predicarse ni significa 10 mismo para cada una de ella. El mundo se despliega ante nosotros en su múltiple y rica plenitud. D eterminar las categorías fundamentales de cada región es el objeto de las Ontologías regionales. Las ciencias particulares-incluída la Psicología naturalista--orientan sus métodos y sus pesquisas hacia la determi- 123 nacl0n de las realidades empmcas que fluyen bajo los arcos seguros de las esencias. La realidad empírica y las ciencias que la escudriñan se hallan así encuadradas en un marco ontológico a priori y hallan en él su fundamento inconmovible. A pesar de todo no hemos llegado todavía a la culminación de los propósitos de la Fenomenología, a la constitución de una Filosofía fenomenológica propiamente dicha. De lo dicho resulta un "realismo de las ideas" concordante con aquello que hay de esencial en todos los idealismos que arrancan de Platón, más pobre en algún respecto-puesto que ha sido eliminada toda hipóstasis metafísica-, pero mucho más rico en la elaboración de los conceptos y en la fundamentaáón de sus articulaciones, y un realismo, en el sentido más general de la palabra, puesto que no ha sido eliminada, antes bien sostenida, la transcendencia de las " cosas materiales" . A pesar de todas las precauciones todo ello se halla aún a la merced de las críticas escépticas. No hemos llegado todavía a una fundamentación radical. La realidad del mundo, en toda su complejidad nos ha sido revelada y hemos intentado describirla dentro de los ámbitos de la conciencia intencional. Es preciso hincar más hondo, buscar el origen de aquella realidad y de su existencia "transcendente", poner de relieve el manantial último del cual todo procede y en el ' cual todo se afirma. La realidad del mundo sólo puede llegar a la plenitud de su justificación mediante un análisis minucioso de la Conciencia en la cual se constituye y de la cual. en último término, depende. 124