NIÑOS PERFECTOS Y COMPETITIVOS

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NIÑOS PERFECTOS Y COMPETITIVOS
1. ¿Cuáles son las características de los niños competitivos?
Los niños/as competitivos sienten la necesidad de alcanzar el triunfo, se
esfuerzan al máximo por ser los mejores en todo aquello que emprenden, tanto
sea una actividad lúdica como una tarea escolar. Se interesan por obtener la
victoria más que por disfrutar de la actividad en sí. Suelen evaluar sus
resultados en términos de “todo o nada”: bien se sienten eufóricos y se
regocijan ante su éxito, o bien exageradamente desilusionados o frustrados si
no han alcanzado la mejor puntuación.
2. ¿Es positivo exigir a los niños que sean el número uno en todo lo que
emprendan?
La perfección por definición no es completamente alcanzable, nadie puede ser
sublime a todas horas. Equivocarse es algo inevitable en todo proceso de
aprendizaje. Se trataría de no exigir resultados óptimos, si no fomentar en los
niños/as la capacidad para superar las dificultades y solucionar los problemas.
Es fundamental aprender de los propios errores.
3. ¿Cómo puede afectar ese afán de perfeccionismo de los padres en los
niños?
Los niños sometidos a la presión del éxito suelen ser hipersensibles a la crítica.
Ante las situaciones novedosas (ej: empezar un cursillo de tenis, realizar una
actividad creativa...), reaccionan con excesiva tensión, lo que les lleva en
ocasiones a rechazar o abandonar las nuevas experiencias ante el miedo a” no
dar la talla”.
Prefieren considerar que no lo han intentado a enfrentarse a la posibilidad de
no ser el/la mejor.
4. ¿Detrás de un niño perfeccionista hay un padre crítico? ¿Cuáles son las
características de este tipo de padres? ¿Sus exigencias son debidas a
sus propias frustraciones?
En numerosas ocasiones un niño/a perfeccionista está expuesto a un estilo
familiar perfeccionista. Este tipo de padres suelen ser demasiado autocríticos,
se imponen objetivos laborales y personales muy elevados y a menudo
extienden sus elevadas expectativas hacia las acciones de sus hijos/as.
Consideran que su deber como padres es fomentar el éxito en sus hijos, por lo
que tienden a valorar los resultados de una tarea más que la dedicación o el
esfuerzo realizado.
5. ¿Es positivo que los padres critiquen lo que hacen mal los niños y que no
alaben, por ejemplo, unas buenas notas porque es su obligación?
En un afán siempre bien intencionado de fomentar un aprendizaje que les
permita conducirse de manera exitosa en la sociedad competitiva actual,
tendemos con frecuencia a fijarnos en las conductas molestas o inadecuadas.
Nuestro objetivo es modificarlas a fin de inculcar en los hijos/as la
responsabilidad de hacer las cosas bien. Sin embargo, a menudo ello nos lleva
a que no reparamos prácticamente en los aspectos positivos de su
comportamiento.
De todos modos, también resulta importante y necesario reconocer los
objetivos alcanzados, valorando positivamente el esfuerzo, el interés y la
concentración demostrada.
6 .7.¿Esto puede crear obsesión por el perfeccionismo? ¿En que consiste
esta obsesión? ¿Cuáles son las consecuencias a corto y a largo plazo para
los niños? ¿Existe riesgo de querer controlarlo todo?
Los individuos reaccionamos ante las situaciones de formas distintas según las
experiencias vividas y las características de nuestra personalidad.
Los niños/as especialmente vulnerables ante las críticas tienden a desarrollar
conductas perfeccionistas. Cuando estos niños/as únicamente son alabados si
consiguen resultados excelentes, pueden llegar a creer que lo que hacen es
más valioso que lo que son. Aprenden que el afecto de sus padres se
consigue evitando errores y logrando metas muy elevadas, por lo que se
vuelven exageradamente exigentes consigo mismos y con los demás.
- Los niños obsesionados por el perfeccionismo presentan una extremada
preocupación por la apariencia, el orden, los horarios, etc.
- No aceptan cambios en sus rutinas o en las formas que consideran
“correctas” de realizar una tarea.
- Sienten la necesidad de obtener los mejores resultados en todo lo que
se proponen,
- No contemplan los términos medios. Conseguir unas notas de “bien” o
“notable” pueden considerarlo un fracaso.
- Asumen sólo actividades en las que pueden conseguir triunfos, evitando
emprender aquellas que pueden evidenciar sus defectos.
- Piensan que deben ser perfectos para merecer la estima y la aprobación
de los demás, por lo que viven con miedo a cometer errores.
Cuando un niño/a se siente atrapado por la búsqueda compulsiva del éxito
desarrolla conflictos internos que pueden desembocar en problemas
psicológicos tales como:
- Baja autoestima (su alto nivel de exigencia les lleva a sentirse
insatisfechos consigo mismos).
- Estrés (la excesiva dedicación a las obligaciones que se imponen les
lleva recortar las actividades de ocio, lo que les somete a una presión
emocional intensa)
- Interpretaciones distorsionadas de la realidad con un estilo de
pensamiento que lleva a la “magnificación” y a mantener ideas acerca
de “Debería/debo”...
- Baja tolerancia a la frustración
- Desarrollan hábitos nerviosos relacionados con la comida (anorexia,
bulimia...)
8. ¿Puede afectar a su rendimiento escolar?
El niño excesivamente perfeccionista puede fracasar en su rendimiento escolar
cuando al no sentirse capaz de alcanzar los máximos resultados en una
materia prefiere no tomar riesgos que les conduzcan a manejar sus errores. De
este modo, puede optar por abandonar el estudio por evitar la ansiedad que
siente ante los exámenes y las notas.
9. ¿Haber sido educado en la competencia y en la perfección les ayuda en el
mundo laboral?
Educar a los niños hacia la motivación por conseguir buenos resultados es
positivo y deseable siempre que las expectativas se dirijan hacia metas
razonables. Los educadores, por tanto, deben alabar no sólo los resultados
positivos, sino también el esfuerzo demostrado. La posibilidad de cometer
errores ha de ser contemplado como un instrumento positivo que permite
mejorar el aprendizaje.
Los niños educados en la competitividad exagerada y dirigida únicamente a la
perfección pueden definirse como trabajadores excesivamente detallistas y
puntillosos. Sin embargo, estas características pueden interferir negativamente
en su rendimiento, ya que se convierten en poco eficaces y resolutivos al
demorarse eternamente en una tarea, corrigiendo lo ya corregido o
mostrándose continuamente indecisos por miedo a tomar una opción
incorrecta.
Asimismo, los profesionales muy perfeccionistas tienden a ser también
exageradamente
críticos con los demás. Ello puede conducirles a
sobrecargarse de trabajo al ser incapaces de delegar tareas a sus empleados
por desconfiar de su competencia.
10. ¿Cuándo es recomendable la intervención de un psicólogo?
En términos generales, la intervención del psicólogo sería recomendable en
aquellas situaciones en que el perfeccionismo afecta seriamente el
desenvolvimiento cotidiano y el bienestar de los niños, interfiriendo
negativamente en su estabilidad emocional, sus posibilidades intelectuales y/o
su proceso de socialización.
Sin ánimo de hacer un listado, únicamente con la pretensión de relacionar
algunos casos, podemos señalar las siguientes situaciones:
 Cuando un niño se comporta de forma excesivamente perfeccionista de
manera que la no obtención del éxito en una actividad le lleva a sentirse
exageradamente frustrado, deprimido o rabioso, (ejem: llora amargamente
por un notable en matemáticas cuando siempre ha sacado sobresalientes,
se considera un fracasado por haber quedado segundo en el campeonato
de tenis, culpa sistemáticamente de sus errores a los demás...).
 Fracasa escolarmente cuando sus capacidades intelectuales están por
encima del promedio.
 Se niega a realizar nuevas actividades o abandona todas aquellas en las
que no destaca especialmente.
BIBLIOGRAFÍA
“PORTARSE BIEN”. Stephen Garber. Editorial: Medici.
“RECETAS PARA EDUCAR”. Carolyn Meeks. Ediciones Medici.
“APRENDO A RELACIONARME”. Kika G. Moyano. Editorial: Promolibro
ANEXO
RECOMENDACIONES A LAS FAMILIAS
•
Aceptar a los hijos/as tal y como son. No esperar la perfección
•
Fijar metas realistas. Ayudarles a flexibilizar las exigencias, proponiéndose
objetivos razonables
•
Premiar/valorar el esfuerzo y la dedicación. Enseñar que es igualmente
valioso “un gran esfuerzo” que un “un gran resultado”.
•
Enseñarles a manejar adecuadamente los errores. Equivocarse NO es una
TRAGEDIA, sino una OPORTUNIDAD para enfrentarnos a los problemas y
buscarles solución
•
Prestar atención a sus necesidades afectivas. Demostrarles
cotidianamente que cuentan con nuestro cariño y aceptación,
independientemente del resultado de sus acciones
•
Fomentar el diálogo y la expresión de sentimientos y preocupaciones. De
este modo, podremos ayudarles a modificar sus ideas distorsionadas,
ajustándose a la realidad, sin exagerar ni magnificar los fallos.
•
Enseñarles a ser tolerantes con los demás. Se trataría de fomentar la
solidaridad y la cooperación, evitando actitudes altamente competitivas.
•
Procurar hábitos de vida saludables. Enseñarles a compaginar el tiempo de
trabajo con el descanso y las actividades de ocio.
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