220-36771, junio 3 de 2003 Asunto: DE LOS INTERESES MORATORIOS EN LOS CONCURSOS LIQUIDATORIOS. Me refiero a su comunicación remitida a este Despacho por conducto de la Superintendencia de Valores, a través de la cual consulta si una sociedad que adelanta un proceso de liquidación obligatoria está obligada a pagar a sus trabajadores corrección monetaria, sobre las sumas adeudas por prestaciones sociales. Como quiera que ya este Despacho se ha ocupado antes de estudiar el tema relativo a la procedencia de reconocer y por consiguiente incluir en el plan de pagos de las deudas a cargo del empresario en liquidación obligatoria, la liquidación de intereses sobre aquellas, viene al caso transcribir más adelante el Oficio 220-009048 del pasado 7 de febrero, el cual expone las consideraciones de orden legales que resuelven la inquietud objeto de su solicitud, no sin antes efectuar una somera síntesis del régimen legal que aplica en el concurso liquidatorio. Como modalidad del proceso concursal, éste se encuentra íntegramente regulado en la Ley 222 de 1995 y difiere sustancialmente del trámite de liquidación voluntaria de que tratan los artículos 218 y siguientes del Código de Comercio, lo que impide aplicar normas de una a la otra. "Con la expedición de la Ley 222 de 1995 se recogen una serie de principios que gobiernan el trámite concursal, entre ellos el llamado par conditio omnium creditorum, según el cual todos los acreedores del deudor admitido o convocado a un trámite concursal, concurren a éste en igualdad de derechos, oportunidades, cargas y deberes (sustanciales y procesales), obteniendo de parte de la ley y del Juez del concurso, igual tratamiento como garantía de sus intereses particulares, sin perjuicio, claro está, de que se detente alguna de las causas legales de preferencia, conforme a lo establecido en los artículos 2493 y siguientes del Código Civil. Como desarrollo de la referida máxima, el trámite concursal en sus dos modalidades se caracteriza por la universalidad, que desde el punto de vista subjetivo, implica el deber de todos los acreedores del deudor de hacerse parte en el proceso dentro del término fijado en la ley para el efecto, aportando siquiera prueba sumaria de la existencia del crédito, no como una obligación en estricto sentido, sino como una carga procesal de cuyo accionar dependerá que el crédito reclamado sea calificado, graduado y pagado. De lo contrario, habrá de producirse la consecuencia jurídica respectiva, esto es, la imposibilidad de exigir el cumplimiento de la obligación debida, por cualquier otra vía jurídico-procesal. En efecto, al tenor literal del artículo 158 de la referida ley, según el cual "a partir de la providencia del trámite liquidatorio y hasta el vigésimo día siguiente al vencimiento del término de fijación del edicto, los acreedores, deberán hacerse parte personalmente o por medio de apoderado, presentando prueba siquiera sumaria de la existencia de sus créditos. (...)" se advierte, por una parte, que es el acreedor quien debe hacer la presentación de su crédito personalmente o por medio de su apoderado y, por otra, que dicha presentación deberá realizarse dentro de un término procesal perentorio e improrrogable, de suerte que si en contravención a lo allí dispuesto, se hace por quien no tienen legitimación para hacerla o haciéndola quien sí la tiene por fuera del término de ley, en el primer caso se tendrá por no presentado y en el segundo será extemporáneo, pero la consecuencia jurídica en ambos casos será la misma: imposibilidad de perseguir su reconocimiento y pago por cualquier otra vía diferente." (Of. 220- 094977) Ahora bien centrandose en el tema, ha de indicarse en el escenario del concurso liquidatorio orientado bajo esas premisas generales, que este Despacho en su oportunidad abordó su análisis desde la perspectiva de la correspondiente legislación civil y comercial en los términos del oficio inicialmente citado, así: "...( ) 1. De los intereses moratorios en la legislación nacional. En la legislación nacional los intereses son los frutos del dinero, lo que él está llamado a producirle al acreedor de una obligación pecuniaria, durante el tiempo que perdure la deuda, y se calculan sobre la base de una cuota o porcentaje del capital. La jurisprudencia ha definido el interés como "el precio que se paga por la disponibilidad del capital, el cual, dentro de los factores de la oferta y la demanda del capital disponible, se halla determinado por el tiempo que se preste y por una prima de compensación a los riesgos inherentes al préstamo". A su vez, el artículo 884 del Código de Comercio, subrogado por el artículo 111 de la Ley 510 de 1999, dispone: Cuando en los negocios mercantiles haya de pagarse réditos de un capital, sin que se especifique por convenio el interés, éste será el bancario corriente; si las partes no han estipulado el interés moratorio, será equivalente a una y media veces del bancario corriente y en cuanto sobrepase cualquiera de estos montos el acreedor perderá todos los intereses, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 72 de la Ley 45 de 1990. (… ) Sin entrar a dilucidar las no pocas contradicciones doctrinales y jurisprudenciales suscitadas por la deplorable redacción gramatical del artículo citado, lo verdaderamente importante para los efectos que nos ocupa es que los intereses moratorios "cumplen la función de resarcimiento tarifado o indemnización de los perjuicios que se presume padece el acreedor por no tener consigo el dinero en la oportunidad debida, presunción iuris et de iure de la producción de un quebranto por la sola mora del deudor, lo que no obsta para que el acreedor pueda optar por la pretensión del resarcimiento ordinario, caso en el cual tendrá que probar el monto del perjuicio sufrido. Se considera que el dinero es un bien productivo, sus frutos son los intereses. Y por esta razón, cuando el acreedor no entra en posesión del dinero a él debido, se reconoce el perjuicio que injustamente está recibiendo con la mora del deudor; perjuicio que no será menor del interés legal, dispensado de prueba, pero que puede ser superior, caso en el cual han de probarse su realidad y su cuantía". 1. Del tratamiento de los intereses moratorios en el proceso concursal de liquidación obligatoria. Por lo dispuesto en la ley los intereses guardan una estrechísima relación con el crédito, de tal manera que se considera como dueño de aquellos a quien es propietario del capital principal exigible, de allí que para el cobro ejecutivo del interés éste se considera parte inherente del crédito principal. En ese orden de ideas, en opinión de esta oficina, no podría entenderse que su reconocimiento y pago en el escenario del concurso liquidatorio rompe el derecho a la igualdad entre los acreedores, cuando los titulares de acreencias cobran parte de su obligación representada en intereses, ya sean producto de una convención con el deudor o de lo establecido en la ley. Tampoco pueden desconocerse los negocios jurídicos celebrados o realizados válidamente en el pasado por las sociedades admitidas o convocadas al trámite de liquidación obligatoria, en los cuales el sujeto acreedor pretendió producir una renta del capital (bajo el entendido que siempre han de respetarse las normas que establecen límites en su estipulación y las sanciones por la extralimitación en su fijación). Así mismo, no se pueden desconocer las normas relativas al pago de intereses por el no pago oportuno de la obligación. Es decir, cuando una persona reclama intereses reconocidos en la ley o por convención no comete un acto de inequidad, sino un ejercicio legítimo de su derecho a la propiedad sobre el crédito principal y lo que le es accesorio. Ni ello significa que el juez del concurso le dispense un trato preferencial respecto de otros acreedores; simplemente se deberá identificar y reconocer la consecuencia jurídica querida por la voluntad de las partes involucradas o por el querer del legislador. Ahora bien, el auto de apertura del trámite de liquidación obligatoria, ya sea proferido de oficio o a petición de parte, constituye sin duda un auto de autoridad ejercido por un funcionario público (Arts.90, 149, 150 de la Ley 222 de 1995), que no es posible de resistir una vez se encuentra en firme, y que produce unos efectos particulares, tanto sobre las relaciones del deudor con sus acreedores, como respecto del funcionamiento y desarrollo de la sociedad; por consiguiente, la mora causada por esta fuerza mayor (Art.64 del Código Civil), en principio, no da lugar a la indemnización de perjuicios, es decir no hay lugar al pago de intereses moratorios a partir del decreto de la apertura del trámite liquidación obligatoria, sin embargo, la estipulación de las partes pueden cambiar esa regla, al igual que una disposición legal (Art.1616 del C.C.) En todo caso, debe tenerse en cuenta que si el caso fortuito o la fuerza mayor, esto es, la admisión al concurso, sobrevino por culpa del deudor, éste será responsable de los intereses moratorios, hasta el pago de la obligación."