El juego y los juguetes para niños entre 7 y 10 años 1 El juego es inherente a la vida del niño, a su forma de comunicarse y de relacionarse con las cosas, las personas y el entorno. Los juguetes y juegos ocupan un lugar importante en la vida de los niños; padres, madres y educadores, saben que la capacidad de jugar reside, más que en los materiales de juego, en los propios niños, pero, también, que es posible aprovechar y potenciar y el carácter educativo y de diversión de los juguetes. Deben posibilitar a la infancia la oportunidad de disponer de juguetes seguros, que se adecuen a la edad y al escenario donde los niños los usen. Para ello es preciso tener en cuenta los parámetros de calidad y seguridad que garanticen un juego enriquecedor respondiendo a los intereses y a las necesidades de la infancia. El derecho a jugar La vida infantil no puede concebirse sin juegos: jugar es la principal actividad de la infancia, donde no dudan en emplear todo el tiempo de que disponen. El juego es un impulso que empuja a descubrir, manipular, observar e interpretar el mundo que los rodea; jugando se descubre al amigo, se aprende a relacionar con los demás, se ejercitan las habilidades y capacidades y los niños se aventuran a asumir pequeños riesgos que los ayudan a crecer y a conocer el mundo circundante. La Declaración Universal de los Derechos del Niño reconoce el juego como un derecho fundamental, porque jugar posibilita situaciones óptimas para el desarrollo que influyen directamente en el crecimiento de los niños. Por otro lado, el juego no es una actividad exclusiva de la infancia; jugar es un excelente recurso de diversión para todas las edades; es una importante actividad que favorece la relación y comunicación entre adultos, niños y adolescentes. En esta actividad de las personas, el juguete adquiere valor como elemento capaz de enriquecer y estimular. Juguetes como los móviles, rompecabezas, juegos de modelar, juegos para armar, invitan al desarrollo de los sentidos y favorecen el descubrimiento. El juego es una actividad que además de proporcionar placer, alegría y satisfacción, permite al niño expresarse libremente y descargar tensiones garantizando un sano equilibrio emocional y afectivo. Los disfraces y las representaciones en miniatura de elementos del mundo real (autos, casas, cocinas…) permiten representar y imaginar diversas situaciones del mundo de los adultos, experimentando roles que los ayudan a configurar su propia identidad. Las marionetas, muñecas o figuras de acción promueven la expresión y manifestación de emociones y deseos. Adicionalmente hay que considerar que a los niños les gusta ponerse a prueba. Los retos que proponen juegos como los rompecabezas, los juegos de habilidad física o los juegos de mesa, favorecen la experimentación del éxito personal y social que es la base de la autoestima. Juego para aprender a relacionarse Los juguetes que favorecen las relaciones entre personas y la participación de más de un jugador ayudan al niño a relacionarse con los otros y a comunicarse, favoreciendo el intercambio de ideas, materiales y experiencias. Todos los juguetes que precisan de un acuerdo entre diferentes jugadores, los juegos de mesa, deportivos y todos los de imitación, que comparten con otros niños, favorecen la interiorización de normas y pautas sociales, el respeto a los demás y la aceptación de los acuerdos, aspectos básicos para modelar las relaciones humanas. Entre los 5 y 8 años la capacidad de comunicación y relación con otros niños da un salto espectacular, fundamentalmente porque necesitan sentirse acompañados de sus iguales, compartiendo experiencias, juegos y actividades. Entonces, facilitarles la oportunidad de disfrutar de experiencias junto a otros niños es fundamental. Los juegos de imitación continúan ocupando un importante lugar. Representa de forma minuciosa y precisa para reproducir todo lo que ve, oye o percibe, adornándolo con una inagotable imaginación. Las habilidades motrices, junto al interés por los juegos en grupo, convierten a los juegos al aire libre en un pasatiempo de gran atractivo. Además, aumenta su interés por los juegos que requieren aceptar y seguir reglas, acordando y pactando las normas con otros jugadores. Un importante aspecto es reconocer la capacidad del juguete para estimular el desarrollo infantil, proponiendo actividades que favorezcan la adquisición o el dominio de competencias físicas, como correr, saltar, mantener el equilibrio; intelectuales: retener en la memoria, buscar soluciones; afectivas: reír, compartir; o comunicativas: expresar, representar, escribir, etc. 2 Los términos educar y enseñar a menudo se usan de sinónimos, confundiendo el concepto de juguete educativo con el de juguete didáctico. Desde el punto de vista psicopedagógico, educar va más allá de la simple transmisión de conocimientos formales o de la instrucción académica. El juego ayuda a crecer a las personas y un buen juguete estimula aspectos positivos para el desarrollo del niño, motivando la superación, la expresión de sentimientos; despertando la curiosidad, capacidad de reír e imaginar; y proporciona aprendizajes y experiencias decisivas para su sano crecimiento y su formación como persona. (Fuente: El desarrollo social y afectivo en los niños de primer ciclo básico. Seminario de tesis, Facultad de Educación, Universidad Mayor, 2004. Por Mónica Álvarez F.; María M. Becerra V.; Fabiola Meneses S. Prof. Guía: Bartolomé Yankovic). 3