La realidad que nos rodea se caracteriza por una serie de conflictos

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Imperialismos o imperio: ¿hacia qué configuración tiende el capitalismo internacional
en los inicios del siglo XXI?
Luciano Vasapollo, Università de Roma La Sapienza, Roma,
[email protected]
Henrike Galarza Prieto, Universidad Pública de Navarra UPNA-NUP, Pamplona-Iruñea,
[email protected]
Imperialismos o imperio: ¿hacia qué configuración tiende el capitalismo internacional
en los inicios del siglo XXI?
La realidad que nos rodea se caracteriza por una serie de conflictos políticos, étnicos, religiosos
que, a pesar de llamada igualdad creada por la globalización, se confirma como una reproducción
de la categoría del imperialismo de Lenin. Partimos de un concepto importante expresado por
Hosea Jaffe en la Conferencia del Unity Movement, Ciudad del Cabo, 21 marzo 2.004:
“El antiimperialismo es la única vía para el socialismo. Y la primera tarea del socialismo es la de
destruir todas las estructuras y relaciones imperialistas”.
1. Introducción: ¿imperio o imperialismos?
El término globalización puede dar a entender que todo se ha mundializado; en realidad, las
principales protagonistas de la globalización son las grandes empresas del automóvil, del
petróleo, de bienes de consumo, de las comunicaciones, de los medios de comunicación, de
los servicios electrónicos, los bancos, etc. Las políticas económicas actuales de Estados
Unidos, Europa y Japón sólo responden a los intereses de dichas empresas.
Desde el final de la Segunda Guerra mundial hasta los años 1.989-91, los EEUU asumieron
una posición dominante en el sistema capitalista internacional; además, el 90% de las
multinacionales de aquellos años era capital estadounidense. En aquellos años se crearon
organismos internacionales, económicos y financieros, siempre bajo el control de los EEUU.
La gran potencia militar y la hegemonía tecnológica y científica de ese país han conducido
hacia una especie de letargo cultural y de los estilos de vida. La voluntad de los EEUU era la
de ampliar los mercados externos en los que vender sus propios productos, intentando
subordinar a los demás países bajo una centralidad estadounidense incontestada.
Esto no ha impedido la creación de enormes contradicciones internas en los diversos
organismos internacionales. Sin embargo, la internacionalización de la producción no ha
supuesto el fin de los Estados nacionales ya que los capitalistas, aun necesitando
absolutamente un imperialismo globalizado, no pueden prescindir de una división de la clase
trabajadora que aprovecha la religión, el racismo, el nacionalismo presente en los países, ni
del papel económico del Estado, con sus repercusiones político-sociales y militares en los
planos interno e internacional.
Aquellos que piensan que ya no hay imperialismo sino globalización están convencidos que el
imperialismo existía en función de la presencia del Estado nacional, del fordismo, el
keynesianismo y del trabajo dependiente. La tesis según la cual estos cuatro elementos ya no
existen implica el fin del imperialismo.
Estas ideas, que afirman que la transformación del modo de producción en clave posfordista y
la imponente financiarización del capital casi han inutilizado completamente las funciones de
los Estados nacionales, se contradicen con los hechos. La competencia entre empresas es, en
definitiva, una competición entre Estados ya que quienes están detrás de esa estrategia son los
diversos agentes dentro de cada país. De hecho, las grandes empresas, pese a su
internacionalización, siempre se mantienen ancladas a su propio país ya sea por los capitales,
la cultura, los principales dirigentes o por los intereses competitivos en juego.
La transnacionalización de las empresas favorece la deslocalización, la libertad de despido, la
reducción de los costes laborales y la ausencia de redistribución de la renta.
“El Estado sigue teniendo un papel importante en este proceso de mundialización”.
Compartimos lo que escribe Salucci en un artículo sobre “G&P”: “Aunque sea verdad que es
difícil de conocer el origen nacional de muchas mercancías, no ocurre lo mismo con los
capitales, de indudable procedencia nacional en la práctica totalidad de los casos. Aunque sea
verdad que el poder ejercido por el FMI y los otros organismos internacionales no tiene
precedentes en la historia, con las consecuencias catastróficas que ha tenido para la
Humanidad, también es verdad que no se trata de un “gobierno capitalista mundial”, sino más
bien del resultado de los múltiples enfrentamientos a escala internacional entre los grandes
grupos oligopolistas y los Estados nacionales y de sus alianzas. Aunque sea cierto que el
poder de los Estados se ha reducido, hasta su desaparición en el mercado de capitales,
también es cierto que en otros campos se ha incrementado la “intradependencia” estatal con la
estructuración política, a veces también militar, de las áreas de influencia a escala mundial
(los tres polos centrados en EEUU, Europa occidental y Japón) y con el proceso de
‘recolonización’ del Tercer Mundo …
Así pues, como hipótesis de trabajo, se puede asumir que se está avanzando hacia una
reestructuración del sistema de los Estados y de sus relaciones entre ellos, a partir de una
situación en la que los Estados Unidos todavía son hegemónicos a escala mundial. Al mismo
tiempo, se consolidan rivales económicos potenciales, todavía militarmente débiles (como
Europa o Japón) pero que se aproximan a su resurgir o a su irrupción en la escena
internacional, especialmente en Asia (Rusia, Irán, la ASEAN, la superpotencia china).
Debemos, pues, someter a una revisión crítica a la teoría del “fin” de los Estados y a la
categoría de la “globalización”, retomando en su lugar las del imperialismo y las de las
contradicciones interimperialistas, aunque ello nos lleve a redefinirlos como si debiéramos
hacer y preparar pronósticos sobre el desarrollo de tales contradicciones.”1
1
Cfr. http://www.intermarx.com/temi/peruz.html; Walter Peruzzi y Andrea Ferrario
Así pues, se puede afirmar que la función del Estado no ha dejado de ser importante aunque sí
haya cambiado, en parte, su definición: quienes necesitan ahora la tutela del Estado ya no son
las empresas ni las clases acomodadas sino las personas trabajadoras, paradas y las
marginadas. Éstas tienen mayor necesidad de un Estado que las defienda y proteja. Por ello,
no sólo se precisa recuperar claramente la función redistributiva del Estado nacional sino
también fortalecer un Estado intervencionista, generador de empleo y regulador, hacia un
modelo de Bienestar para la nueva ciudadanía.
El fordismo fue fácilmente reemplazado por el postfordismo. También el keynesianismo
cambió, acentuando sus características militares y de guerra.
Anunciar el fin del trabajo (como hace Rifkin, y también los mencionados postmodernos y
postmarxistas) es absurdo. Se puede constatar la brutal rebaja de los derechos políticos y
sindicales del trabajo; la exagerada proliferación de los nuevos tipos de trabajo, precarios, mal
pagados y sin estabilidad; pero esto no ha supuesto el fin del trabajo. Más bien, lo que está
sucediendo es un cambio, sustancial y muy negativo para la clase trabajadora, en el interior
del mismo modo de producción capitalista, sistema basado sobre el trabajo asalariado y la
apropiación del plusvalor absoluto y relativo.
Es importante recordar que, además de la interpretación marxista, hay otras perspectivas sobre
la actual globalización que también la entienden como algo próximo a una reestructuración
del imperialismo : una de ellas, característica de los llamados “católicos de izquierda”, parte
de la necesidad ineludible de igualdad, paz y justicia. Más que una teoría, es una esperanza de
lograr un mundo más próximo a esos valores, a la que se añaden una fuerte crítica de los
excesos del capitalismo salvaje y de la opresión internacional dominante.
Una segunda perspectiva, la de la escuela realista, mucho más potente, es la que se basa sobre
la preeminencia de los Estados más fuertes, que necesitan ampliar su poder para obtener
mayores riquezas e influencias en un entorno de conflicto geopolítico y geoeconómico.
En esta ponencia queremos dejar claro que la fase neoliberal actual no significa ni el fin del
imperialismo ni la llegada de la globalización como extensión mundial del libre mercado. Por
el contrario, pensamos que asistimos al nacimiento de la llamada globalización capitalista
como factor determinante de la competición global. La crítica de clase al imperialismo se
debe centrar en ese aspecto y no en los análisis de los enfoques cómodos y engañosos de un
reformismo-revisionismo ya desenmascarado, al que muchos partidos de izquierda tachan de
reformismo radical.
“Entendemos la crítica del imperialismo en sentido amplio, es decir, como la reacción de las
diversas clases sociales frente a la política del imperialismo, en conexión a la ideología
general.
Por un lado, las gigantescas dimensiones alcanzadas por el capital financiero, concentrado en
pocas manos, que establece una tupida red de relaciones y de comunicaciones, y que somete a
su dominio no sólo a los pequeños y medianos propietarios y capitalistas, sino también a los
muy pequeños. Por otro lado, la escalada en la lucha con los otros grupos financieros
nacionales por el reparto del mundo y el dominio sobre los otros países. Todo ello determina
que el conjunto de las clases propietarias, sin excepción, se sitúen del lado del imperialismo.
Entusiasmo “universal” por las perspectivas ofrecidas por el imperialismo; furibunda defensa
y descripciones adornadas de tales perspectivas: estos son los signos de nuestro tiempo. La
ideología imperialista también se extiende entre la clase trabajadora, que no está separada de
las demás clases por ninguna muralla china. Con razón se califica a los dirigentes de la
llamada “socialdemocracia” en Alemania de “social-imperialistas”, es decir, socialistas de
palabra, imperialistas de hecho. No hay que olvidar que, tal y como comenta Hobson en
1.902, había “imperialistas fabianos”, miembros de la oportunista Fabian Society2.
El imperialismo actual ha cambiado, pero continúa existiendo y siendo la nueva fase de la
mundialización capitalista en forma de competencia entre imperialismos:
“… una nueva etapa del desarrollo del capitalismo. Esta etapa se caracteriza, hoy más
intensamente que ayer, por la concentración del capital, el asfixiante dominio de los
monopolios, el incremento del capital financiero, la exportación de capitales y la división del
mundo en diferentes “esferas de influencia” … Mientras un puñado de naciones del
capitalismo desarrollado ha incrementado su capacidad de control, al menos parcial, de los
procesos productivos a escala mundial, la financiación de la economía internacional y la
creciente circulación de bienes y servicios, la inmensa mayoría de los países ha visto
aumentar su dependencia externa y ampliarse, hasta niveles escandalosos, la distancia que la
separa de las metrópolis. En la práctica, la globalización ha consolidado la dominación
imperialista y ha agravado el sometimiento de los capitalismo periféricos, cada vez más
incapaces de ejercer el mínimo control sobre sus procesos económicos internos”.3
“Si comparamos la situación de 2.000 y de 1.900 podemos constatar, por un lado, el inmenso
éxito de la lucha antiimperialista y, al mismo tiempo, el hecho de que este éxito ha cambiado
la realidad del sistema-mundo mucho menos que lo que cualquiera que ha tomado parte en
2
3
Cfr. Lenin V.I., L’imperialismo, op. cit. p. 150
Cfr. Boron Atilio A., Impero e imperialismo, Edizioni Punto Rosso, junio 2003, pp. 18-19
ella esperaba, deseaba o había creído. Formalmente, en el año 2.000, ya no existe ninguna
colonia importante; un africano es Secretario General de las Naciones Unidas, y el racismo
expreso, declarado, se ha convertido en un discurso y práctica prohibidos. Pero, por otro lado,
sabemos en qué medida se extiende … el neocolonialismo. Efectivamente, un africano puede
ser Secretario general de las Naciones Unidas, pero es un estadounidense el que dirige el
mucho más importante Banco Mundial, y un europeo occidental el Fondo Monetario
Internacional.”4
La contradicción encerrada en la evolución de los diversos factores del sistema imperialista es
tal que, actualmente, los Estados Unidos temen cada vez más el desarrollo económico de
Europa, dado que intuyen que podría debilitar la supremacía militar, económica, monetaria e
ideológica estadounidense en todo Occidente. De hecho, hoy, Europa ya no es una zona
dependiente. La nueva situación económica del Este europeo, por un lado, y la crisis asiática,
por otro, han reforzado el polo económico europeo. Desde la misma construcción de la
Europa de Maastricht se dio inicio a un intento de creación de una nueva hegemonía europea
en sectores estratégicos como las nuevas tecnologías, telecomunicaciones, la banca y los
seguros.
La nueva posición europea ante la iniciativa bélica imperialista (basta con analizar la posición
de Francia y Alemania en la invasión de Irak) debe considerarse como una tentativa del polo
europeo por compensar el superpoder militar estadounidense mediante su ascenso económico,
y por limitarle su predominio en todos los diferentes escenarios expansionistas y de
hegemonía unilateral. Y en este contexto resurge el imperialismo británico, que se sitúa en el
medio de los dos polos aprovechando sus contradicciones para consolidar su propia posición.
Precisamente en este sentido hablamos de competencia global y de conflictos
interimperialistas y, de ahí, de imperialismos dentro del sistema imperialista. Pero el polo
imperialista europeo tiene todavía muchas limitaciones, sobre todo debidas al hecho de que,
hasta ahora, se ha avanzado en la centralización política, y sobre todo en la militar, más
lentamente que en la centralización económica.
En definitiva, como afirma Samir Amin:
“El proyecto de dominio de los Estados Unidos –la extensión de la doctrina Monroe a todo el
planeta- es desmesurado. Tal proyecto, que he descrito como el Imperio del caos desde la
caída de la Unión Soviética en 1.991, está inexorablemente abocado a enfrentarse con los
movimientos de resistencia cada vez más numerosos entre las naciones del Viejo Mundo que
4
Cfr. Wallerstein I., Il declino dell’America, Feltrinelli, Milano 2004, p. 39
no aceptan someterse a él. Entonces, los Estados Unidos se verán destinados a comportarse
como ‘estado canalla’ (rogue state) por excelencia, sustituyendo el derecho internacional por
el recurso a la guerra permanente (iniciada en el Medio Oriente, dirigida luego a, entre otros,
Rusia y Asia) y a derivar hacia el fascismo (la ‘ley patriótica’, ya ha dado a su policía, en lo
referente a ciudadanos extranjeros –los aliens-, poderes análogos a los que se atribuía, en su
tiempo, la Gestapo).
¿Aceptarán los Estados europeos, socios del sistema imperialista colectivo de la tríada esta
evolución que les coloca en situación subalterna? La tesis que he desarrollado sobre esta
cuestión se centra no en el conflicto de intereses del capital dominante sino en la disparidad
de las culturas políticas europeas, y en su distancia respecto a la que caracteriza la formación
histórica de los Estados Unidos. Igualmente, a la luz de dicha tesis, esta nueva contradicción
es una de las principales razones del fracaso probable del proyecto estadounidense.”5
2. Competencia interimperialista y guerra
¿A qué se parecerá este siglo? ¿De qué forma se distribuirán los roles los doscientos Estados
del planeta?
De hecho la competencia de los otros polos imperialistas es fuerte: la Unión Europea ni puede
ni quiere aceptar el rol preeminente de los Estados Unidos en los Balcanes, en Eurasia y en
Asia Central. Igualmente Japón, China, Rusia, India e Irán aspiran de un modo u otro a
constituir un polo propio autónomo en Asia, y más allá.
Para los Estados Unidos, el principal medio de mantener la hegemonía es el instrumento
militar. “Los capitalistas se reparten el mundo no debido a su perversidad, sino porque el
grado alcanzado de la concentración les obliga a internarse por esta senda, si desean obtener
beneficios. Y el reparto se efectúa <proporcionalmente a los capitales>, <en proporción a la
fuerza>, puesto que bajo el régimen de producción mercantil y del capitalismo no es posible
ningún otro sistema de reparto. Pero la fuerza cambia con el desarrollo económico y político.
Para comprender los acontecimientos, es preciso saber qué cuestiones han cambiado por un
cambio de potencia. Que tal cambio sea de naturaleza ‘puramente’ económica o bien extraeconómica (militar, por ejemplo) es una cuestión secundaria que no puede cambiar en nada
ninguna de las concepciones del periodo más reciente del capitalismo. Sustituir la cuestión del
contenido de la lucha y de las negociaciones entre las asociaciones de capitalistas por la
5
Cfr. Samir Amin, La Ideología americana, publicado en inglés, en Ahram Weekly, mayo 2003,
El Cairo. Samir AminIl Cairo, 12 novembre 2003, "Punto Rosso" – Milano
http://www.brianzapopolare.it/sezioni/mondo/20031112_geopolitica_imperialismo.htm
referente a la forma de tal lucha o de tales negociaciones (que hoy pueden ser pacíficas,
mañana bélicas y, pasado mañana, pacíficas de nuevo) es caer al nivel de sofista”6
Pero, ¿pueden la guerra y la hipótesis forzada del keynesianismo militar resolver la grave
crisis económica de los Estados Unidos, asociada a una crisis de hegemonía política, cultural
y de civilización?
La lucha entre los polos imperialistas, entre el dólar y el euro, y las crecientes economías
asiáticas (China, por ejemplo) nos plantean un escenario repleto de incertidumbres. Parece
una vuelta a la “Era de los imperios”, escribe Hobsbawn:
“Así pues, ¿cómo se puede resumir los rasgos de la economía mundial?
Ante todo, como hemos visto, tiene una base geográfica mucho más amplia que antes. Se
están ampliando su sector industrial y el de en vías de industrialización: en Europa, gracias a
la revolución industrial en Rusia y en países como Holanda y Suecia que, hasta ahora habían
permanecido al margen; fuera de Europa, gracias al desarrollo de Norteamérica y, en cierta
medida, de Japón. El mercado internacional de productos primarios creció de forma notable.
Entre 1.880 y 1.913 el comercio internacional de tales productos casi se triplicó y,
consecuentemente, crecieron los territorios dedicados a su producción. La integración de
dichas zonas en el mercado mundial ... propició, como ya hemos observado, la formación de
una economía mundial considerablemente más plural que antes. Inglaterra dejó de ser la
única economía completamente industrializada, la única economía industrial más bien. Si
sumamos las producciones industriales y mineras (incluida la construcción) de las cuatro
principales economías nacionales, en 1.913, los Estados Unidos suponían el 46 por ciento del
total, Alemania el 23,5, Gran Bretaña el 19,5 y Francia el 11. La era imperial, como veremos,
fue esencialmente una época de rivalidades estatales. Además, las relaciones entre el mundo
desarrollado y el no desarrollado también eran más diversas y complejas que en 1.860, cuando
la mitad de las exportaciones de Asia, África y América Latina se dirigían a un solo país :
Gran Bretaña. En 1.900, la parte británica se redujo a un cuarto, y las exportaciones del
‘Tercer Mundo’ hacia otros países de Europa Occidental superaban las dirigidas a Gran
Bretaña (31 por ciento). La era imperial no era monocéntrica.”7
Continúa Hobsbawn: “No obstante es indiscutible que la idea de la superioridad sobre un
mundo remoto de pieles oscuras, y la del dominio sobre ellas, era tremendamente popular y,
por ello, favorecía la política del imperialismo. En las grandes Exposiciones Internacionales,
6
7
Cfr. V.I.Lenin, L’imperialismo…, op. cit.,1974, pag.113
Cfr. Hobsbawm E.J, L’età degli imperi 1875-1914, editori Laterza, 1987, pagg.59-60
la civilización burguesa se vanagloriaba siempre del triple triunfo de la ciencia, la tecnología
y de la industria. En la era imperial también se vanagloriaba de sus colonias.”8
La opinión de Lenin nos ayuda a comprender esto:
“Todo esto, en lenguaje llano, significa más o menos lo siguiente: la evolución del
capitalismo ha llegado a tal punto que, pese a que la producción de mercancías continúe
siendo “dominante” y siendo considerada como la base de toda la economía, ya se encuentra
debilitada y los mayores beneficios corresponden a los “magos” de las finanzas. En la base de
tales operaciones y trucos se encuentra la socialización de la producción, pero el inmenso
avance conseguido por la Humanidad, afanada en la vía de tal socialización, beneficia sobre
todo ... a los especuladores. Veremos después cómo, “sobre esta base”, la crítica
pequeñoburguesa y reaccionaria del imperialismo capitalista sueña con una vuelta atrás hacia
la competencia ‘libre’, ‘pacífica’ y <honesta>”9.
Los trabajadores deberán estar preparados para afrontar periodos de restricciones no sólo
económicas sino también de las libertades individuales y sindicales, de los derechos en
general.
La realidad económica cambia rápidamente y exige nuevas lógicas interpretativas, nuevos
instrumentos. Especialmente debe encontrarse un análisis científico serio y coherente que sea
capaz de contribuir directamente a la formación de un nuevo movimiento obrero, en una
nueva fase del conflicto de clase hacia el progreso y la transformación social.
Mommsen señala:
“Con todo, hay que repetir que los móviles económicos, ya sean primarios ya derivados, sólo
contribuyeron al incremento de las pasiones imperialistas de la época conectados a las
expectativas políticas y a la nostalgia de corte nacionalista. El capitalismo moderno desarrolló
rasgos imperialistas sólo bajo la tensión de las rivalidades nacionales. Las causas primarias
del imperialismo de esta época se deben buscar en el nacionalismo particular de aquellas
clases que surgieron en el transcurso del desarrollo de la sociedad industrial, y no en las
necesidades, aparentemente objetivas, de expansión capitalista hacia los mercados
transoceánicos... El surgimiento de la idea imperialista produjo una transformación
fundamental de la conciencia política europea. El liberalismo fue el primero en sufrir las
consecuencias. Para el pensamiento liberal clásico, que propugnaba la menor injerencia
económica del Estado y que consideraba que las leyes “naturales” del librecambio eran el
8
9
Ibidem, p.83
Cfr. Lenin V.I., L’imperialismo, op. cit., pag. 59
ordenamiento económico óptimo, era difícil de aceptar que el Estado, mediante una
dispendiosa política expansionista, debiese preparar a la economía el camino hacia los
territorios de ultramar. Pero el espíritu de los tiempos fue más fuerte y, así, también los
liberales descubrieron rápidamente sus propias inclinaciones imperialistas.”10
Lenin había criticado a Kautsky por sus ideas según las cuales el imperialismo habría
eliminado la rivalidad y las guerras entre las potencias colonialistas y se habría formado una
única superpotencia absolutamente dominante y que esto habría impedido otra guerra mundial
tras la de 1.914-1.918. La segunda guerra mundial, entre países escasos en colonias
(Alemania, Japón e Italia) por un lado, y países ricos en colonias (Inglaterra y los Estados
Unidos) por la otra, fue un desastre no sólo para la Humanidad sino también para la teoría de
Kautsky. Ante las diferentes posiciones ante la invasión de Irak, en 2.003-4, por parte de
Francia y Alemania, seguidas luego por España, respecto a los Estados Unidos, Gran Bretaña
e Italia, la hipótesis de Kautsky con alguna variación posmoderna ha sido propuesta de nuevo
por Toni Negri mediante la tesis de un “Gran Imperio”11.
Comentando las divisiones en el frente imperialista, originadas por la sólida oposición de la
resistencia popular armada en Irak y las muertes de los soldados de la “Coalición” y de sus
colaboradores, un periódico alemán escribió: “La Resolución de la ONU sobre Irak ha puesto
fin a la disensión más grave en Occidente desde la Segunda Guerra Mundial.”12
Sin embargo, la lista de guerras entre potencias colonialistas demuestra que no son la
excepción sino la norma y que también eran normales en el capitalismo colonialista. No hay,
pues, razones fundamentales para creer que el último ejemplo de esta regla haya sido la
Segunda Guerra Mundial. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), fue creada tras la
segunda guerra mundial para mantener unido el bloque de las naciones imperialistas frente al
enemigo común, la Unión Soviética. Esto zanja la cuestión de una ONU inicialmente
progresista puesto que su funcionamiento respondió al modelo de institución al servicio de
EEUU y, más en general, de las fuerzas imperialistas en contra de la URSS y los Estados
“rebeldes” de la periferia. Esta característica se mantiene todavía hoy13.
10
Cfr. Mommsen W.J., L’età dell’imperialismo , Universale Economica Feltrinelli, Milano 1989,
pp. 23 y 24.
11
Cfr. Negri A., Hardt M., Impero, Rizzoli, Milano, 2000
12
Frankfurter Allgemeine Zeitung, 12 June 2004
La tentativa de construcción imperial de guía único es una de las principales razones del
alejamiento de la ONU por parte de los Estados Unidos tras la guerra de Kosovo en donde
impusieron un derecho internacional diseñado a su imagen y semejanza.
13
La “Guerra Fría” fue bastante caliente durante la crisis de los misiles cubanos, la invasión de
la Bahía de los Cochinos, la guerra de Corea, etc. En todos estos casos, el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas actuó de forma que las fricciones no fuesen más allá de la
guerra de palabras entre Alemania (Francia a veces), por un lado, y los Estados Unidos e
Inglaterra, por el otro. En 1990-1 y 2.003-4, en las guerras dirigidas por EEUU contra Irak, la
ONU sirvió para evitar una división letal del bloque imperialista de la OTAN, esta vez entre
Francia y Alemania, contrarias a la guerra, y los Estados Unidos y Gran Bretaña que la habían
hecho.
Pero la diversidad cuantitativa, cualitativa y las opciones geoeconómicas asociadas a los
determinantes geopolíticos han agudizado la guerra económica entre los polos imperialistas
de EEUU y de Europa, particularmente en la última década del siglo pasado, alrededor de la
imposición de una hegemonía internacional y de conseguir ventajas en la determinación de las
áreas de influencia y de dominio, en Eurasia especialmente.
Los desarrollos, también diplomáticos, y los resultados de la “guerra permanente” impusieron
el modelo único neoliberal, con un capitalismo cada vez más incorregible, salvaje y
armamentista ya sea en las relaciones políticas y económicas con los países más pobres, con
los en vías de desarrollo o en las políticas económicas internas de los países de capitalismo
avanzado. Esto implica, al mismo tiempo, la agudización del choque hegemónico entre los
dos grandes polos geoeconómicos que tienen como objetivo reducir a Rusia a rango de
vasallo para controlar Eurasia, y el eje indo-chino para controlar toda Asia.
Pero hoy está en juego el nuevo orden internacional post-globalización, un orden que podrá
ser muy distinto del de los últimos años, en los que EEUU convirtieron los atentados del 11
de septiembre en el motivo oficial para el relanzamiento de su estrategia de dominio imperial
del mundo, reafirmando las líneas militares y político-económicas que rediseñaron el nuevo
mapa en el tablero del poder global. Además, EEUU no sólo actúa al margen de la ONU sino
que han convertido a la OTAN en su instrumento especial para el primer intento de guerra
estadounidense contra el terrorismo, por el control global más bien. No hay opción de
“reparto de tarta” para nadie más. De ahí los acuerdos denunciados sólo por haber aceptado
alguna ayuda de la Unión Europea; la vía libre exigida, impuesta de hecho, a los países árabes
moderados, a China, a Rusia, dejando completamente fuera a Europa.
Aunque, a corto plazo, una vuelta al poderío EEUU sea bien vista, o soportada, por algunos
países de la UE, Rusia, China u otros, por las ventajas económicas que podrían conseguir (por
ejemplo, las aspiraciones de Putin para Rusia, o China que se incorpora a la OMC), a medio
plazo, se agravarán las contradicciones entre los polos geoeconómicos. También porque la UE
no puede ver suprimidas sus propias ambiciones expansionistas ni puede aceptar un rol
predominante de los Estados Unidos en Eurasia, área de especial interés estratégico. Por otro
lado, China, Rusia, y también India o Irán, no pueden tolerar una presencia a largo plazo,
asentamientos militares incluidos, con el objetivo de conquista económica por parte de EEUU
dado que Asia constituye el área de supervivencia y de expansión económica de parte de tales
nuevos países emergentes.
En este contexto, los instrumentos de la política económica keynesiana y poskeynesiana son
ineficaces, ya no existe aquel espacio económico cerrado que permitía controlar los
movimientos de mercancías y de moneda en las fronteras. De esta forma, se constata una
transferencia de la soberanía nacional a los organismos mundiales como NAFTA,
MERCOSUR, ALCA, OMC y el FMI. Por esto mismo nace la UE que impulsa el rápido
reforzamiento no sólo de la faceta económico-comercial de la UE, sino también de su
naturaleza de zona monetaria.
Así es la lógica del mercado mundializado que, además de no tener en cuenta los derechos
humanos, el medio ambiente, la calidad de vida, flexibiliza y precariza la vida social y
aumenta la pobreza extrema y la población marginada y excluida. Al mismo tiempo, acentúa
la competición global entre los polos geopolíticos y geoeconómicos, entre las zonas
monetarias, agudizando los términos del conflicto interimperialista.
Al final de la segunda guerra mundial, los EEUU se situaron como dominantes en el sistema
capitalista. Europa, Japón y China habían salido del conflicto con una situación económica
desastrosa; EEUU, por su parte, además de suponer la mitad de la producción industrial
mundial, disponían de las mejores nuevas tecnologías existentes y de una formidable
capacidad militar de tecnología avanzada. Sin embargo, debían competir con el bloque
socialista, en un enfrentamiento mundial de naturaleza bipolar.
Los dos bloques midieron sus fuerzas durante un largo periodo, la llamada “guerra fría”. En
los Estados Unidos, esto significó el keynesianismo militar, con gran gasto en armas y en
otros medios pesados de intervención exterior que acrecentaron notablemente su capacidad de
dominio sobre los demás países del “primer mundo”, reforzando la determinante
expansionista no sólo en términos de la capacidad de influencia sobre las más diversas partes
del mundo, sino en tanto que afirmación de una verdadera hegemonía del modelo imperialista
estadounidense. En los otros países capitalistas avanzados, el incremento posbélico del gasto
público incrementó la importancia de una potente y corrupta “burguesía de Estado” ligada a
través de oscuras relaciones a una burguesía monopolista privada, con fracciones cada vez
más interesadas en la simbiosis político-clientelista con el Estado para obtener financiación
pública, favores en las contrataciones y exenciones fiscales, subordinada orgánicamente al
poder político.
Los Estados Unidos, tras la guerra, aprovecharon para incrementar su gasto público y para
poner en marcha una masiva reconstrucción económica en Europa, Japón y Corea del Sur que
aumento el grado de dependencia de estos países respecto de EEUU, en un contexto de
keynesianismo militar que aprovechaba los efectos positivos directos e indirectos de la
economía de guerra. A todo ello debemos añadir la componente ideológica y cultural de la
supremacía estadounidense, impuesta por su liderazgo, pero, al mismo tiempo, buscada,
iniciada y apoyada por la burguesía europea. Esta burguesía, que buscaba medios para su
revancha y fortalecimiento, escondía su apoyo a la llamada “democracia americana” tras el
espantajo de la “amenaza comunista”.
Pero, tal y como afirmaba Lenin:
“Por lo tanto, en la realidad capitalista, y no en la vulgar fantasía filistea de los curas ingleses
o del ‘marxista’ alemán Kautsky, las alianzas ‘interimperialistas’ o ‘ultraimperialistas’ no son
otra cosa que ‘momentos de respiro’ entre una guerra y otra, cualesquiera que sean las formas
que adapten tales alianzas, la de una coalición imperialista contra otra coalición imperialista o
la de una liga de todas las potencias imperialistas. Las alianzas de la paz preparan las guerras
y, a su vez, son resultado de ellas. Unas y otras formas se determinan recíprocamente y
producen, en el único y preciso terreno de los lazos imperialistas y de las relaciones de la
economía mundial y la política mundial, la alternancia de las formas pacífica y no pacífica de
la lucha.”14
3. La competencia global EEUU-UE y la cuestión del petróleo
El petróleo sigue siendo una importante causa de guerra. En este siglo XXI, segundo siglo
imperialista, las cosas siguen igual.
Según el corresponsal de la BBC, Daniel Yergin, y su libro, ‘The Prize’ (El trofeo), las dos
guerras mundiales fueron causadas ambas por Alemania, que no tenía ningún recurso
petrolífero natural ni adquirido, y que había llegado tarde al “reparto africano” del siglo XIX,
efectuado en la Conferencia de Berlín, en 1.894-5.
Después de la segunda guerra mundial, el petróleo, junto con sus ‘productos derivados’
relacionados con su consumo masivo, por los automóviles privados principalmente, se
14
Cfr. Lenin V.I., L’imperialismo… op. cit.,1974, p.161
convirtió en la primera industria del capitalismo, superando las inversiones incluso de la
industria militar y armamentista15.
En Indonesia, rica en petróleo, las tropas holandesas desembarcaron en 1.948 para reprimir
una rebelión comunista en Java. Con la ayuda de la ONU, el presidente Sukarno, respaldado
por los holandeses, retomó el poder. Mediante un sangriento genocidio político, su sucesor
Suharto masacró con su ejército a millares de comunistas del partido Tan Malakka. La
independencia indonesia del dominio holandés se vio amenazada por la secesión de la
península cristiana de Timor, apoyada por los holandeses en una típica maniobra de divide y
vencerás ensayada también por los portugueses entre 1.980 y 1.989.
El monopolio estadounidense del petróleo y el gigante colonialista de los diamantes, De
Beers, controlaron económicamente Angola, mientras el partido UNITA, financiado y armado
por los portugueses y dirigido por el colaboracionista J. Savimbi, combatía al movimiento de
Dos Santos hasta la independencia, en 1.975. El gobierno de Castro mandó tropas cubanas
para defender la república y, juntos, derrotaron al ejército surafricano del apartheid en una
famosa batalla, diez años antes que el apartheid fuese “abolido”, en 1.994.
Siguiendo el precedente de Hitler en 1.941-44, el imperialismo alemán desmembró
Yugoslavia en los años 90 para abrir una vía a través de los Balcanes hacia el petróleo del
Mar Negro, Golfo Pérsico y de Arabia.
La guerra de independencia argelina (1.954-1.962), que finalizó con los acuerdos de Évian
entre el gobierno del general De Gaulle y el gobierno anticolonialista de Ben Bella, aseguró el
“control indirecto” de Francia sobre los campos petrolíferos de la ex-colonia, creada
brutalmente por la invasión francesa de 1.830. El petróleo de Centro África, de Gabon y
Chad, fue objeto de monopolio francés durante décadas. La ex-colonia centroafricana
gobernada por el despiadado dictador Bokassa, en los años 80 y 90, financiada por Giscard
D’Estaing, en la actualidad sigue siendo privada sistemáticamente de la explotación de los
pozos de propiedad francesa.
El mundo entero ya sabe que las invasiones de Irak de 1.990-1 y de 2.003 en adelante, tenían
el petróleo como objetivo básico junto con la guerra económico-monetaria por la
determinación de la moneda clave internacional.
En relación a esto, conviene recordar que, en los últimos años, los Estados Unidos han
combatido, en primera línea, en cinco conflictos. La primera guerra es la de Irak en 1.991;
luego, la de Croacia y Bosnia; la agresión de la ONU (siempre bajo dirección EEUU) contra
15
Jaffe H., L'imperialismo dell' Auto, Jacabook, Milano, 2004.
Serbia y, finalmente, la todavía en acción contra Afganistán e Irak con la excusa del
“terrorismo internacional”. Con todo, no se puede negar su motivación económico-financiera,
ligada al control del petróleo y los metanoductos, y a la confrontación dólar-euro por la
determinación de la moneda de referencia y de reserva en las transacciones internacionales.
Con esas premisas los Estados Unidos pasaron, en su enfrentamiento con la UE, de la guerra
económica a la guerra militar, como en Yugoslavia, aprovechando el hecho de que Europa
avanza en su centralización económica pero no en la política y militar, contando para ello con
la inestimable ayuda de Gran Bretaña, “el zapador europeo”.
Por otro lado, el exceso de inversiones resultado de una entrada exagerada de capitales
externos y de una política monetaria demasiado expansiva condujo a la burbuja financiera,
cotizaciones exageradas en la Bolsa, y a la crisis bursátil consiguiente. Se redujeron los
niveles de beneficios, también del consumo e inversiones, de manera que los Estados Unidos
habían ya entrado en una fase de dificultades económicas “encubiertas” mucho antes de los
trágicos sucesos del 11 de septiembre. El boom económico estadounidense, tan grande como
falso, fue mantenido por más de una década de “economía cigarra”, en la que las familias y
las empresas gastaron mucho más de lo que ganaban. El endeudamiento resultante ya no es
sostenible en relación a las ganancias ‘normales’ de las actividades económicas y favorece la
desaceleración de la economía, incluso hasta provocar una recesión. En la salida de la crisis
estructural de acumulación, la necesidad de expansión imperialista y el control estratégico de
los recursos materiales se convirtieron en prioritarios para EEUU. Pero también la UE, el otro
gran polo imperialista, atraviesa la misma crisis. Así la competencia expansionista
imperialista se convierte en una cuestión de supervivencia.
En realidad, el final de la globalización coincide no tanto con un choque entre modelos
distintos de capitalismo como con un verdadero conflicto abierto, en particular entre los dos
polos imperialistas más importantes. Utilizando la “OTAN global”, los polos intentan
extender su dominio a todo el planeta, desestabilizando, en especial, aquellas zonas de interés
estratégico como la Europa del Centro-Este o el área asiática de la ex-Unión Soviética,
ampliando el ámbito de intervención para contener las ambiciones de superpotencia de Rusia
y la eventual construcción del temible polo ruso-chino-indio. El objetivo básico de la
competencia global entre polos es imponer, a los buenos y a los malos, la doctrina de dominio
para controlar el petróleo y los recursos primarios estratégicos para la acumulación del
capital. La competencia global EEUU-UE se basa en la inestabilidad permanente impuesta
mediante su propia “estabilidad político-económica internacional”, la estabilidad imperialista;
tras lo que se arreglarán las cuentas internas para determinar la supremacía de uno u otro polo.
Las políticas neoliberales han tenido como efecto el continuo agravamiento de la situación de
los países cuyo déficit crece sin parar por la reducción de la producción y el empleo y por la
reducción de los ingresos fiscales consecuencia de la evasión y de la reducción del consumo,
causada por las actuaciones de política económica de redimensionamiento salarial y
flexibilización del trabajo.
En esos ámbitos geoeconómicos se combinan bajos salarios, trabajo desregulado, alta
productividad de trabajo y capital, notable especialización del trabajo, es decir, se cumplen las
condiciones óptimas para la obtención de altísimos beneficios industriales. Al mismo tiempo,
la globalización financiera cumple un papel fundamental porque es capaz de imponer la
“estabilidad” económica deseada por las grandes potencias capitalistas, mediante grandes
movimientos de capital especulativo, amenazando con la “desestabilización” total. Esta idea
parece contradictoria pero no lo es. En efecto, la “estabilidad” económica es contraria a la
estabilidad social y a la autonomía de los pueblos que, en adelante, se encuentran a la merced
de la globalización, de la competencia global entre bloques geoeconómicos.
En el ámbito de los procesos de redefinición de las áreas de influencia de los polos
geoeconómicos, el control de los recursos materiales (petróleo, gas, metano, metales
preciosos, etc.) y de los trabajadores, especializados pero de bajo salario y prácticamente sin
derechos laborales, de las regiones del centro y Este de Europa se convierte en importante y
estratégico objeto de la pugna en la que la UE quiere adoptar un papel político-económico
fundamental de primera importancia.
Al igual que las mayores empresas de las economías desarrolladas, también las de la UE han
iniciado un doble proceso. Por una parte, han decidido reforzar su propia posición a escala
internacional mediante un serie de alianzas estratégicas con empresas fuertes que operan en
mercados muy competitivos. Por otra parte, han ampliado su propio radio de acción
explorando mercados nuevos como el de Europa Central y Oriental o el de América Latina.
Ahondando en el aspecto estratégico de tales acciones se puede asegurar que las grandes
empresas multinacionales de la UE han efectuado operaciones de adquisición de empresas
extranjeras presentes tanto en el núcleo como en los márgenes de su sector de actividad. Así
se han podido crear sus propias “redes empresariales internacionales”, que les han permitido
afrontar los altos niveles de competencia del mercado internacional. De esta manera se podría
explicar la fase de crecimiento de los flujos de salida de IED, que acababan con la estabilidad
de las economías receptoras, y que han permitido a la UE colmar el desfase productivocomercial respecto de las empresas estadounidenses, japonesas y de las de las mayores
potencias europeas.
La competencia incluye, pues, facetas ligadas a la expansión de las multinacionales y de
naturaleza geopolítica y geoeconómica. Es decir, la competencia global es competencia
interimperialista.
Esto está relacionado con la actualidad: efectivamente estamos en medio de la “guerra infinita
humanitaria”, con bombardeos en Afganistán y la guerra de Irak. ¿Serán los resultados como
los obtenidos en Kosovo? ¿O, tal y como se está previendo, incluso más desastrosos? Un
hecho es cierto: que el hambre de conquista del imperialismo no tiene límites. Eurasia, con su
petróleo, no es sino el terreno de conquista anexo con el que solventar la crisis económica
estructural capitalista.
En Eurasia vive el 75% de la población mundial. Sólo con este dato queda patente la
importancia de esta zona de nuestro Planeta. El aforismo de Harold Mackinder ayuda a aclarar
tal importancia:
“Quien gobierna en Europa Oriental controla la zona central;
quien gobierna la zona central, controla la masa euroasiática;
quien gobierna la masa euroasiática, controla el mundo entero”.16
En efecto, las inversiones en Eurasia significan beneficios para las multinacionales,
acaparamiento de recursos básicos y de la fuerza de trabajo, el control del petróleo, de las
materias primas y de las fuentes de energía, la determinación de la moneda de cotización del
barril de petróleo y, por tanto determinación de la moneda que se consolidará como moneda
de reserva internacional. Todo ello implica beneficios y capitales inmediatamente disponibles
para los operadores financieros, institucionales o no, para los especuladores internacionales
cuyas operaciones desestabilizan los países sometidos a la agresión económica de las grandes
potencias occidentales.
Ha persistido el mantenimiento de la demanda mediante la economía de guerra, desde la
invasión de Irak hasta las continuas amenazas de “guerra preventiva permanente”.
Queda claramente expuesto el verdadero objetivo buscado con las intervenciones y la
presencia militar en los Balcanes y en Afganistán: el choque EEUU-UE por el control de los
“corredores” que comunican el Mediterráneo con el Cáucaso y con el Mar Caspio, de
fundamental importancia estratégica a medio plazo para hacer llegar los recursos energéticos
(petróleo, gas, etc.) a través de estos territorios hasta Occidente.
“En este marco, ha ido adquiriendo progresiva relevancia el proyecto del “corredor 8”,
financiado por el FMI, la UE y Francia, para la realización de un eje este-oeste que nazca en
16
Cfr. Brzezinski Z. , La grande scacchiera, Longanesi & C, 1998, Milán, p. 55
la costa búlgara del Mar Negro, atraviese Macedonia y el sur de Albania y llegue al Adriático
en los puertos de Durazzo y Valona. En esta directiva está prevista la construcción de una
autopista, una línea de ferrocarril de alta velocidad y, sobre todo, el mayor oleoducto europeo
de la historia.”17
Por todo ello se comprende que las “guerras”, en realidad, no tenían ningún objetivo
“humanitario” sino que se explican evaluando, con atención y rigor, los intereses económicos,
por muy escondidos que quieran estar, alrededor del petróleo y los oleoductos.
Y, observando más de cerca las modalidades geopolíticas de aplicación, por ejemplo la
intervención militar contra la República Federal Yugoslava, se puede afirmar sin sombra de
duda que se trata de una verdadera agresión contra un Estado soberano miembro de las
Naciones Unidas, burlando todo derecho internacional, con el objetivo de controlar los
terminales de los oleoductos y de los corredores estratégicos,
como avanzadilla de la
contención del espacio socioeconómico de Rusia y como base del control de Eurasia. Cassese
ha escrito algo emblemático a este respecto:
“En este caso, la violación de la Carta de las Naciones Unidas no es de pequeña importancia.
La intervención de los países de la OTAN se aleja radicalmente del sistema de seguridad
previsto en la Carta, que se basa en una regla (una acción colectiva de intervención coercitiva,
autorizada por el Consejo de Seguridad) y en una excepción (la legítima defensa). Ha sido
violado el sistema de la Carta por cuanto un grupo de Estados hizo uso deliberado de la fuerza
contra otro Estado soberano sin ser autorizado por el Consejo de Seguridad.”18
Las consecuencias de la guerra han sido devastadoras, a corto y largo plazo, para las personas
que viven en estos países. Basta pensar que en Pristina (Kosovo) residían unos 30.000 serbios,
tras la guerra casi el 90% de la población no albanesa (serbios, gitanos, ...) fue “expulsada” de
hecho y se ha refugiado en Serbia. El “Gobierno provisional de Kosovo”, encabezado por la
banda mercenaria del UCK, no respetó el desarme obligatorio (excepción hecha de algunas
armas viejas, en desuso). El UCK, por su parte, ha intensificado sus contactos con las mafias
europeas y traficantes de drogas. Siendo éste, el gobierno apoyado por los occidentales, sobre
todo por EEUU, no es difícil comprender la gravedad de la responsabilidad estadounidense y
europea en el desencadenamiento de una espiral de violencia en esta zona que difícilmente se
aplacará en breve plazo.
Es legítimo preguntarse si la guerra de la OTAN en los Balcanes ha conseguido alguno de los
objetivos que se habían proclamado a los cuatro vientos para justificar la intervención militar.
17
Cfr. Zolo, Chi dice umanità. Guerra, diritto e ordine globale, Einaudi,2000, Torino, p. 54
18
Ibidem, p. 88
Desde los años de la guerra de Kosovo está quedando patente la inutilidad y la atrocidad de la
llamada “guerra humanitaria” que no ha instaurado la paz, ni la democracia ni la estabilidad
en los Balcanes. El odio, la violencia, la corrupción, la pobreza, la prostitución, el desastre
medioambiental forman el legado de esta guerra, igual que el del resto de las guerras
balcánicas. Los territorios y centros urbanos devastados durante los 78 días de bombardeos
ininterrumpidos han sido colocados en una situación preindustrial. ¡Pensemos en los millares
de muertos y de mutilados graves! Los verdaderos objetivos han sido los proyectos
expansionistas para convertir Kosovo y el área en un puesto avanzado de la dominación
imperialista que permita el control de toda esta parte de los Balcanes.
Nos parece determinante un hecho que marcó la “historia futura” de los países europeos y
asiáticos en la gran competencia global de conquista. Nos referimos a la reunión celebrada en
Helsinki, en 1.997, de la Tercera Conferencia paneuropea de ministros de transporte (Cemt).
En tal ocasión se diseñaron los llamados “10 corredores” declarados como infraestructura
multimodal y multinacional de transporte, energética y de telecomunicaciones. Los diez
corredores señalados por la Pan European Networks (Pan) son los siguientes:
“Corredor 1 : Vía báltica 445 Km; Ferrocarril báltico 550 Km
Helsinki, Finlandia- Tallin, Estonia - Riga, Letonia - Kaunas, Lituania -Varsovia,
Polonia - Danzig, Polonia - Kaliningrad, Rusia.
Corredor 2:
Berlín, Alemania - Poznam, Polonia - Varsovia, Polonia - Brest, Bielorusia -Minsk,
Bielorusia - Smolensk, Rusia- Moscú, Rusia - Nizny Novgorod, Rusia
Corredor 3:
Berlín, Alemania - Dresde, Alemania - Breslavia, Polonia - Katowice, Polonia Cracovia, Polonia - Leopoli, Ucrania - Kiev, Ucrania.
Corredor 4: dorsal de conexión UE -Europa suroriental.
Berlín, Alemania - Dresde, Alemania -Norimberga, Alemania - Praga, República Checa
- Brno, República Checa - Viena, Austria - Bratislava, Eslovaquia - Gyor, Hungría Budapest, Hungría - Arad, Rumania - Craiova, Rumania - Bucarest, Rumania Costanza, Rumania - Sofia, Bulgaria - Plovdiv, Bulgaria - Salónica, Grecia - Ormenio,
Turquía - Estambul, Turquía.
Corredor 5:
Venecia, Italia - Trieste, Italia - Capodistria, Eslovenia - Lubiana, Eslovenia - Maribor
Eslovenia - Budapest, Hungría - Uzgorod, Ucrania- Leopoli, Ucrania - Kiev, Ucrania Bratislava, Eslovaquia - Zilina, Eslovaquia - Kosice, Eslovaquia - Fiume, Croacia -
Zagabria, Croacia - Osijjek, Croacia - Ploce, Bosnia-Herzegovina - Sarajevo, BosniaHerzegovina
Corredor 6:
Danzig, Polonia - Torun, Polonia - Poznam, Polonia -Grudziads, Polonia - Varsovia,
Polonia - Zebrzydowice, Polonia - Zilina, Eslovaquia - Ostrava, República Checa
Corredor 7: Vías fluviales internas:.
Alemania, Austria-Bratislava, Eslovaquia -Gyor-Gonyu – Hungría -Croacia -Serbia Rusia, Bulgaria - Lom, Bulgaria - Moldavia -Ucrania -Costanza, Rumania
Corredor 8:
Durazzo, Albania - Tirana, Albania - Skopie, Fyrom - Bitola, Fyrom -Sofia, Bulgaria Dimitrovograd, Bulgaria -Burgas, Bulgaria - Varna, Bulgaria
Corredor 9:
Helsinki, Finlandia - Vyborg, Rusia - San Petesburgo, Rusia - Pskov, Rusia – Moscú,
Rusia - Vilnius, Lituania - Kleipeda, Lituania - Minsk, Bielorusia - Alexandroupoli,
Grecia - Dimitrovgrad, Bulgaria - Ormenio, Bulgaria
Corredor 10:
Graz, Austria - Zagabria, Croacia - Belgrado -Nis - Veles, Grecia -Bitola, Fyrom Skopie, Fyrom - Lubiana, Eslovenia - Budapest, Hungría -Belgrado, Serbia - novi Sad Nis -Sofia (Corr. IV -Estambul), Bulgaria -Veles -Floriana -Via Ignatia."19
En suma, es muy clara la importancia estratégica y política del control de estos corredores.
Mirando esa lista podemos localizar las diversas “guerras humanitarias de liberación contra el
terrorismo” e incluso adivinar las futuras.
En lo que se refiere al Corredor 8 ya se han dado los detalles. De ser considerado como un
corredor de importancia marginal ha pasado a ser fundamental en la estrategia geopolítica del
suministro de los recursos energéticos.
El proyecto de 1.995 de la South Balkan Development Initiative tenía por objeto ayudar a
países como Macedonia, Bulgaria y Albania a mejorar su propia red de transporte, aunque en
realidad el verdadero fin, de EEUU, era controlar esos territorios para tener acceso a Eurasia y
a sus riquezas. Los mismo de puede decir del proyecto de 1.999 llamado Silk Road Strategy
Act, adoptado para “ayudar” a las regiones del Cáucaso y de Asia central, pero que, de hecho,
sirve para intentar aislar a Rusia e Irán de las vías de sus suministros energéticos.
19
Paolini M., L'Europa dei corridoi e il nuovo quadro strategico, GIANO, mayo-septiembre 2001,
pp. 167-168-169
La guerra de la OTAN contra el Estado soberano de Yugoslavia ha puesto de manifiesto la
confrontación política y económica entre los dos polos EEUU y UE. Los Estados Unidos han
afirmado su voluntad decidida de no renunciar de ningún modo a su papel de controlador
también a este lado del Atlántico, manteniendo intensas ambiciones expansionistas y de
control político-económico en el área balcánica y, más en general, en la Europa centrooriental y en Asia central.
Los bombardeos estadounidenses en Afganistán e Irak, en nombre de una “Guerra justa e
infinita contra el terrorismo” son la confirmación de la búsqueda de ampliación imperialista,
en el campo del enfrentamiento por el dominio y el poder entre las grandes potencias
occidentales. El poder es el control político y económico de los recursos estratégicos.
La religión se considera tradicionalmente, junto con la lengua, uno de los aspectos
fundamentales de la cultura de un pueblo. Comparando las dos principales religiones de
nuestro entorno (cristianismo e islamismo) y su evolución desde hace 80 años, comprobamos
que la segunda se ha extendido más intensamente que la primera.
Mientras la importancia de las convicciones religiosas parece cada vez menos importante para
la vida social en los países del Occidente cristiano llamado post-industrial, en el mundo
islámico está adquiriendo mayor importancia política, imponiendo reglas en el ámbito del
comportamiento individual, del derecho, de la educación. De ahí que los objetivos
expansionistas imperialistas de occidente se representen mediante una guerra religiosa contra
el llamado integrismo y la intolerancia islámicos. No le falta arrogancia a esta acusación de la
parte quien ha hecho del cristianismo el instrumento de dominio y de sumisión de territorios y
pueblos enteros.
En realidad, la “guerra preventiva permanente contra el terrorismo” es una “guerra del gas y
del petróleo” por cuanto Afganistán representa un territorio crucial para los futuros
suministros de energía; e Irak posee enormes yacimientos en un área estratégica para las
potencias imperialistas.
Y mira por dónde, en sus planes de guerra, el Pentágono tiene previsto ocupar toda la parte
del territorio afgano por el que está previsto que transcurran los gaseoductos y oleoductos que
permitirán llevar el gas del Turkmenistán y el petróleo del Uzbekistán hasta Karachi, donde
hay un puerto para alcanzar Occidente.
“Asia central está por convertirse en una región mucho más importante para el futuro del
mundo”, dice Daniel Yergin, presidente del Cambridge Research Associate, “bajo su reparto
se consolida la nueva Yalta de la energía mundial, entre los Estados Unidos y Rusia. Las vías
del petróleo podrían transformarse radicalmente y, con ellas, la geografía de la riqueza, así
como la fortaleza política de algunos regímenes islámicos que, desde hace 30 años, se
relaciona con la dependencia energética de Occidente. Primero, naturalmente, hay que
arreglar las cuentas con los talibanes y con su huésped saudita.”20
Ya en 1.975, hasta 1.989, los territorios centroasiáticos eran teatro de una guerra: la guerra
entre soviéticos y afganos, en la que a los Estados Unidos les convino apoyar a los rebeldes
afganos contra el régimen del “gran enemigo comunista”. La derrota de la entonces URSS fue
considerada como una victoria de la modernidad contra “el imperio del mal”. ¡Considerar la
victoria de los talibanes como victoria de la supremacía occidental y de la modernidad!
En los años 80, la guerra civil enfrentó a los soviéticos, que intervenían a favor del gobierno y
EEUU que apoyaba a todos los grupos de oposición. Y los talibanes que llegaron luego al
poder eran apoyados precisamente por EEUU. Ya entonces estaba claro quiénes hicieron y
cuál era la cultura de referencia para los talibanes.
Pese a todo ello, EEUU, para eliminar al “enemigo ruso”, no dudaron en armarlos.
Ciertamente, para entonces ya era prioritario el control de los recursos energéticos
estratégicos y la ampliación geoeconómica. De hecho, los estadounidenses habían facilitado
la victoria de los talibanes para permitir la construcción de un oleoducto y un gaseoducto
desde Turkmenistán hasta el Océano Índico. Y así, los Estados Unidos, que habían financiado
a los rebeldes afganos, se encontraron combatiendo contra el mismo gobierno que habían
“creado”, contra sus propias “marionetas”. No hay que olvidar que, no hace tanto tiempo, el
gobierno talibán recibía ayuda económica y militar de varios países occidentales, no sólo de
Arabia Saudita y Pakistán.
¿Por qué cambió radicalmente la situación? ¿Qué hay detrás de todo ello?
Recordemos que ya desde 1.997 estaba prevista la construcción, en Afganistán21, un
gaseoducto capaz de transportar el gas natural del Mar Caspio hasta Pakistán, en
Turkmenistán se encuentran casi un tercio de las reservas mundiales de dicho gas. Además, se
estudiaban otros proyectos de oleoductos, también desde el Caspio hasta Pakistán, que
atravesaban Afganistán. El Consorcio creado por siete compañías petrolíferas (Central Asia
Gas Pipeline Ltd.) preveía la construcción de un gaseoducto de un os 1.450 Km que
atravesaba el país. La principal de las compañías del Consorcio era Unocal (estadounidense,
de Texas exactamente, próxima a los republicanos); también estaban la Crescent Group
(Pakistán), Gazprom (Rusa), Inpex e Itochu (Japón), Delta Oil (saudí) y la Hyundai
20
Cfr.Rampini R., In guerra per il petrolio. L'altra faccia dei raid, in Repubblica del 24 octubre
2001, p. 14
21
Cfr. Dinucci M., Sotto il corridoio afghano, Il Manifesto 18 octubre 2001 p. 7
Engineering Construction Company (Corea del Sur). En enero de 1.998 se firmó el acuerdo
entre los talibanes y el Consorcio pero se paralizó todo porque EEUU ya no se fiaba de los
talibanes y preparaba así la guerra, con el motivo oficial de cazar a Ben Laden. La Unocal
suspendió sus actividades en diciembre de 1.998, retirándose del consorcio. Éste, ya sin
participación estadounidense, a mediados 1.999, se pone de acuerdo con Afganistán, Pakistán
y Turkmenistán para la realización del proyecto.
¿Y los Estados Unidos? Se sintieron amenazados ya que estaban quedándose al margen del
proyecto y corrían el riesgo de ver esfumarse toda posibilidad de inserción y control del
suministro de energía de Asia. Y una parte significativa de sus importaciones proviene de
Arabia Saudita. Por eso les resulta necesario diversificar sus propias fuentes de
abastecimiento, mediante un acercamiento a China y Rusia, para reducir la importancia
saudita.
La lista de países que disponen grandes yacimientos de petróleo y gas incluye:
Venezuela, Colombia, Argelia, China, Chad, Indonesia, Nigeria, Sudán y Angola, y
constituye, junto con los mencionados antes, el conjunto de escenarios potenciales de “guerras
humanitarias y de liberación”.
Las palabras de Fadel Gheit22 (uno de los analistas más citados en los medios de
comunicación estadounidenses en temas de energía y petróleo) son mucho más claras:
“Dado que el mundo no puede todavía vivir sin el petróleo saudí, son el mayor productor de
crudo del mundo, y de los Estados del Golfo depende el 13% del petróleo consumido en los
Estados Unidos ... si los yacimientos de petróleo acaban por caer en manos de terroristas,
tendrían la posibilidad de chantajear al mundo entero ... No estoy preocupado por una
interrupción del suministro de petróleo a corto plazo. Más bien creo los problemas surgirán en
el abastecimiento a largo plazo, cuando, tarde o temprano aquellos países acabarán en manos
de gente enemiga de Occidente.”
Y, lo que es más, estando el Consorcio en manos de Arabia Saudí (Delta Oil asumió la parte
de Unocal en el proyecto), EEUU corría el riesgo de encontrarse frente a un alianza de países
asiáticos capaz de cuestionar su dominio en la zona. ¿Qué mejor defensa que el ataque?
Así que el mejor instrumento de EEUU para mantener su hegemonía es el militar. A estas
alturas, ya es obvio para todos que, tras más de trescientas inspecciones en Irak, no se ha
encontrado ni una sola prueba de existencia de las llamadas armas de exterminio de masas ni
de contactos con Al Kaeda. Entonces, ¿por qué la guerra? ¿No se trató más bien del miedo a
22
Cfr. Sturani M. , Lo scenario nero è un regime nemico a Riad, in CorriereEconomia, 22
octubre 2001, p. 2
que la OPEP cambiase el patrón dólar por el patrón euro? Así pues, en realidad, a finales del
año 2.000, Saddam había firmado su propia condena cuando decidió convertir en euros los
fondos depositados en la ONU, del fondo Petróleo por Alimentos.
Si otros países de la OPEP (Irán, Venezuela, etc.) decidieran pasarse al euro, ¿sería legítimo
preguntarse si van a ser los próximos países en ser invadidos?
En 2.002, Irán ha sustituido casi todas sus reservas por euros y parece casi seguro que
adoptarán dicha moneda en sus transacciones con petróleo, de manera que sus relaciones con
la UE se verán modificadas. ¿Es Irán el próximo objetivo de la “guerra justa contra el
terrorismo? ¿O bien Siria, la Venezuela de Chávez, o la Cuba de Fidel, por motivos más
directamente “ideológicos” y propagandísticos?
Todo esto ha determinado y está determinando serios conflictos geoeconómicos y
geopolíticos entre las grandes potencias triádicas (EEUU, UE y los polos asiáticos). Por eso,
hace años que los bloques imperialistas empezaron la “fiesta” de Eurasia, tras la cortina de
humo de la etnia, religión o, la última utilizada, la “alianza internacional contra el terrorismo”.
En esta guerra de posiciones entre los polos parece predominar, al menos por ahora, el bloque
imperialista estadounidense. Europa, que parece a veces subordinada, falta de preparación,
con dificultades, sin una dimensión política y proclive al superpoder militar estadounidense,
todavía no es capaz de hablar con una sola voz alternativa y de verdadero contrapoder frente a
EEUU que, ahora, con la “guerra justa contra el terrorismo” están en situación muy favorable
para unificar y controlar el mundo, en lo que constituiría la fase unipolar estadounidense de
“superimperialismo”.
No obstante, Europa es algo más que la “cabeza de puente”23 de los estadounidenses en
Eurasia como queda demostrado por la incapacidad de EEUU de influir a fondo en clave
dominante sobre el largo proceso de la unión monetaria y económica europea.
Así que, para encontrar las verdaderas razones de la invasión de Irak, además del combate
contra el “terrorismo”, la búsqueda de armas químicas o el control del petróleo quizás
debamos indagar en otros terrenos: ¿sería posible pensar que, tras la invasión de Irak, se
esconda el miedo de EEUU de que la UE y su moneda puedan debilitar su dominio mundial?
Las dinámicas geoeconómicas y geopolíticas del modo actual de presentarse de la
competencia mundial indican con claridad que nos encontramos ante un cuadro diferente de
los que habíamos revisado, esto es, el temor de que los países exportadores de petróleo
utilicen para sus pagos el euro en lugar del dólar. Recordemos que, en 1.973 y 1.979, las crisis
23
Cfr. Z. Brzezinski , La grande…, op. cit.
petrolíferas perjudicaron enormemente a la serpiente monetaria y al posterior Sistema
Monetario Europeo. Y ahora la guerra de Afganistán y de Irak.
Pero a la luz de los resultados obtenidos con los bombardeos de Afganistán e Irak, que
todavía hoy están causando víctimas civiles, nos preguntamos si, además de los problemas ya
citados, incluidos, claro está, los estructurales relativos a la recesión y a la crisis de
acumulación, el gobierno de los Estados Unidos los mantiene también como forma de
“tranquilizar” a su opinión pública.
Y ocurre lo mismo con la ‘paz’ en Irak. Desde que los invasores decretaron la “caída” de
Bagdag y el “final de la guerra” la situación es más confusa por cuanto las diferentes tribus y
etnias, en diverso grado, presentan fuerte resistencia, llegando a colocar contra las cuerdas a
los invasores. ¿Cuáles serán las consecuencias inmediatas de esta campaña militar?
Una cosa está clara: los intereses económicos ligados al “dios mercado” deben “defenderse”
mediante la intervención militar imperialista, aplastando los intereses socioeconómicos de los
países afectados, impidiéndoles su acceso autónomo al desarrollo equilibrado.
4. ¿Pero qué globalización? ¡Esto es un choque entre potencias imperialistas!
De acuerdo con lo expuesto hasta ahora se comprende que el proceso de globalización es la
fase actual, y la continuación, del colonialismo y de la primera fase del imperialismo, ya
descrita claramente hace un siglo. Todavía hoy, la mundialización neoliberal transfiere los
poderes del Estado nacional a las instituciones supranacionales, comunidades locales y a la
auto-regulación del mercado transnacional. Esto no implica el desmantelamiento del Estado
nacional, con su poder y sus contradicciones internas y, sobre todo, externas respecto de los
organismos supranacionales y las entidades polares de naturaleza geoeconómica y geopolítica,
como sucedía en el siglo XIX y en los inicios del XX.
Pero en su búsqueda de la “estabilidad” político-económica y de nuevas áreas de intervención,
el capital internacional, en sus diversas configuraciones tiene necesidad de generar
inversiones que se adapten, consigan mercados y fuerza en el imperialismo de fuertes
connotaciones militares.
Para mantener una posición dominante, en la segunda posguerra, los Estados Unidos han
impuesto, de hecho, su hegemonía persiguiendo tres objetivos: controlar la potencia de la
URSS, obstaculizar la transformación política y social de los países más pobres y, por último
pero no con menos importancia, efectuar un estrecho seguimiento de los países aliados
occidentales.
El primer objetivo fue alcanzado con la caída del muro de Berlín. Aunque surgió otro
problema tras ello, ya que esos países han empezado a desarrollar sus propias relaciones
comerciales principalmente con la UE contribuyendo a crear una verdadera zona monetaria
centrada en el euro.
También el segundo objetivo ha sido alcanzado: aquellos países están controlados por su
enorme endeudamiento frente a los organismos internacionales controlados por EEUU. Salvo
excepciones, los países del Tercer Mundo no se han integrado en el nuevo sistema productivo
globalizado. Igualmente debemos refutar el mito de los “nuevos mercados emergentes” ya que
los hechos lo desmienten. Según un estudio de Financial Times (2.002), entre las 500
empresas más grandes del mundo, tan solo 26, un 5% del total, se pueden atribuir a los países
emergentes. Muchas de ellas, debido a la crisis económica, han sido vendidas a Occidente
convirtiéndose en asociadas o filiales de los grandes grupos transnacionales. Al margen de
estos hechos del imperialismo estadounidense, algunas contradicciones, en América Latina
especialmente, estaban madurando. Además de Cuba, algunos países están eligiendo
gobiernos o impulsando movimientos de clara orientación antiimperialista (por ejemplo
Venezuela, Colombia, Brasil, …) y en toda la zona aumentan las iniciativas organizadas
contra las políticas y dictados de la economía estadounidense (por ejemplo, la amplia
coalición contra el ALCA y el Consenso de Washington). Suramérica ya no es el “tranquilo
jardín trasero de la casa EEUU”, y el polo EEUU difícilmente podrá resolver sus
contradicciones en aquella área de forma pacífica, aunque solo sea porque en esa zona
también se afirman de manera insistente los intereses imperialistas europeos.
El tercer objetivo es el control de dichos intereses imperialistas europeos. En este caso, EEUU
ha topado con la constitución del nuevo polo europeo que, mediante la UE y la creación de la
moneda única, se opone al imperialismo EEUU.
No vamos a olvidar las inclinaciones históricas del imperialismo europeo. De imperialismos
como el italiano, en conjunto, proceden más de 10 millones de colonos racistas en toda
América Latina, más de 300 millones del portugués en Brasil, e igual número del español en
los países andinos y centroamericanos. La mitad de la población de las Américas desciende de
la emigración europea, desde el siglo XVI hasta hoy. Este tipo de inmigración racista fue la
base de la política de Rhodes cuando era Primer Ministro de la colonia de Ciudad del Cabo, a
finales del siglo XIX. La misma también es el fundamento del colonialismo norteamericano
tanto en los estados esclavistas del Sur como en los estados “libres” alrededor de Nueva York.
Hay que reiterar que la emigración europea sigue siendo la base de un colonialismo
disimulado, un “apartheid de hecho” en Suráfrica, Zimbawe, Malawi y Zambia.
La liberación nacional sigue siendo la consigna de la lucha antisionista del pueblo palestino.
Este conflicto moderno se inició con la invasión combinada de ingleses, franceses e israelíes
en 1.956, que acabó a favor de Egipto y de sus aliados árabes gracias al temor estadounidense
de una intervención del Ejército Rojo en auxilio del ejército egipcio. La lucha palestina
continúa todavía, como continúa siendo relevante y punto de referencia para las principales
luchas de liberación nacional antiimperialista del siglo XXI.
En el conflicto interimperialista, la lucha ideológica contra quienes luchan por el socialismo
como única alternativa a la barbarie capitalista, adquiere un valor central. Cuba es una
referencia fundamental para los pueblos de América Latina y para todos y todas las
anticapitalistas y antiimperialistas del mundo. Hoy Cuba defiende su independencia, su
soberanía, y se enfrenta al claro intento de los terroristas interiores de abrir un nuevo frente de
guerra militar fomentada por el imperialismo EEUU por cuestiones “ideológicas”,
relacionadas con todo lo que significa Cuba para la resistencia internacional antiimperialista.
Dicho esto, se puede imaginar un escenario del siglo XXI en el que, por un lado, se
encuentran EEUU y Japón (obligado a seguir a los Estados Unidos por la debilidad de su
economía desde inicios de la década de los 90) y, por otro, Europa con su séquito de países
del Este, incluida Rusia y gran parte de Eurasia.
Esta es la Europa que se enmarca en el cuadro del nuevo imperialismo, en el que se refuerzan
los sectores estratégicos de la economía, y que se va redefiniendo autónomamente mediante
las dinámicas del capital financiero y los grandes monopolios.
En este sentido, una reconstrucción histórica de las variables económico-financieras desde el
siglo XX hasta nuestros días ayudará a identificar los determinantes actuales de los
imperialismos desde una perspectiva de clase.
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