Un cuerno de la abundancia en África

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Un cuerno de la abundancia en África
1 de marzo de 2012, Project Syndicate
Después de seis meses y tras la muerte de decenas de miles de personas, la
hambruna en Somalia -provocada por la peor sequía de los últimos 60 años- ha
terminado. Pero África continúa sufriendo una crisis de mayor magnitud.
En el Cuerno de África –Somalia, Djibouti, Etiopía, Kenya, Sudán del Sur y Sudánunos 14,6 millones de niños, mujeres y hombres siguen sin tener alimentos
suficientes. Mientras que hacia el oeste, en los países del Sahel -Níger, Chad, Mali,
Burkina Faso y Mauritania-, otros 14 millones viven bajo esa misma amenaza.
Todavía peor, existe un riesgo elevado de que la hambruna de Somalia se
reproduzca a menos que se lleven a cabo actuaciones coordinadas y a largo plazo.
No podemos evitar las sequías, pero podemos tratar de evitar que se conviertan
en hambrunas.
En poco más de una década, el Cuerno de África ha sufrido tres sequías, seguidas
de graves crisis. En cada ocasión, la comunidad internacional acordó que se
necesitaban actuaciones a largo plazo para evitar otra tragedia. Pero cada vez,
cuando finalmente llegaban las lluvias, las buenas intenciones mundiales se
desvanecían.
Debemos asegurarnos que esto no sucede de nuevo, uniendo nuestras fuerzas
para erradicar el hambre en la región de una vez por todas. No hacerlo sería
doblemente trágico, ya que la pérdida de vidas humanas y el sufrimiento serían
absolutamente innecesarios: como nos enseña el fin de la hambruna en Somalia,
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO) y sus socios han comenzado a hacer que las cosas cambien.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA), UNICEF, la FAO y las ONGs
internacionales cuentan ahora con programas de respuesta de emergencia que se
basan no solamente en el reparto de alimentos e insumos, como en el pasado,
sino también programas de dinero por trabajo y de cupones alimentarios. Esto
permite a las familias comprar alimentos a nivel local, lo que les ayuda a
permanecer cerca de sus hogares, al tiempo que se estimula la recuperación
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económica y la rehabilitación de las infraestructuras locales necesarias para la
producción agrícola y ganadera.
Los métodos de estas organizaciones ayudan a las personas que necesitan
alimentos con urgencia, pero también les ayudan a mejorar sus medios de
subsistencia y crear capacidad de resistencia para sobrellevar crisis futuras. Por
ejemplo, los campesinos en las regiones somalíes de Bay y Shabelle aprovecharon
las recientes lluvias y la ayuda suministrada por la FAO y otros organismos para
doblar su producción de maíz y sorgo y lograr su cosecha más abundante en
muchos años.
La comunidad mundial debe continuar implementando estos enfoques si desea
contener y prevenir futuras crisis. Incluso en el punto álgido de la hambruna,
algunos campesinos de Somalia cultivaban y vendían con éxito sus productos.
Ello fue posible ya que, antes de la crisis, la FAO había utilizado programas de
dinero por trabajo para ayudarles a reconstruir el sistema de riego local y lograr
que contaran con semillas de alta calidad y elevado rendimiento.
Pero producir alimentos no es suficiente. Los campesinos pobres pueden lograr
cosechas récord, pero a menos que cuenten con carreteras para transportar sus
productos y mercados en los que puedan venderse, seguirán siendo pobres y
vulnerables. Y obviamente, si nadie tiene dinero para comprar lo que producen,
sus esfuerzos serán en vano. Por este motivo resulta de enorme importancia
estimular tanto el suministro local como la demanda.
Inyectar liquidez en las economías locales puede ayudarles a prosperar. Pero la
gente en las comunidades rurales necesita mucho más para llevar vidas
productivas y que les permitan realizarse: redes sociales de seguridad básicas,
escuelas, sanidad, sistemas eficaces de gestión de riesgo y seguridad personal.
La FAO renueva su compromiso para liberar a África del hambre. Pero este
objetivo se encuentra obviamente fuera del alcance de cualquier organización
internacional o gobierno por si solos. Alcanzar este objetivo requerirá alianzas
entre los gobiernos, los organismos regionales, las organizaciones de la sociedad
civil y el sector privado.
Vincular la ayuda de emergencia con las medidas a largo plazo puede suponer
una vía para salir de las crisis prolongadas y volver a la senda del desarrollo
sostenible. Ampliando el esfuerzo actual, la agricultura puede también
convertirse en un factor clave para establecer la paz y la estabilidad en el Cuerno
de África: condiciones esenciales para el crecimiento y la prosperidad.
Las sequías no se pueden prever. Pero el hambre y la hambruna sí…Es
impensable que la comunidad internacional tolere que se sigan produciendo.
José Graziano da Silva es Director General de la Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Copyright: Project Syndicate, 2012.
www.project-syndicate.org
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