Mentiras estadísticas

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Mentiras estadísticas
Roberto Bissio
Los ministros de comercio y relaciones exteriores de todo el mundo ya están preparando sus valijas y
encomendando la redacción de sus discursos para la gran reunión Organización Mundial de Comercio
que comienza el lunes 30 de noviembre en Ginebra. Esta reunión ministerial es decisiva para culminar
las negociaciones de la llamada ”Ronda del Desarrollo”, también conocida como “Ronda de Doha” en
homenaje a la capital de Qatar donde se inició hace siete años.
Y como en todas las instancias anteriores, los beneficios de liberalizar el comercio son “demostrados”
por números y proyecciones sobre cuánto ganarán los países a cambio de algunas concesiones. La cifra
más citada en este momento es la ofrecida por el Instituto Peterson de Economía Internacional, con
sede en Washington, que estima entre 300 mil y 700 mil millones de dólares los beneficios de un
acuerdo “ambicioso”. Y esta suma se repartiría de manera “balanceada” entre países ricos y pobres.
En su autobiografía, publicada en 1907, el escritor y humorista estadounidense Mark Twain atribuye a
Benjamín Disraeli la clasificación de las falsedades en tres tipos de mentiras: “mentirillas, mentiras y
estadísticas”. Las estadísticas serían en esta escala las peores mentiras y el South Centre de Ginebra, una
centro de investigación al servicio de los países en desarrollo se pregunta qué ha cambiado desde que
en 2005 el Banco Mundial publicara sus propias proyecciones de los beneficios de la Ronda de Doha:
100 mil millones de dólares adicionales de comercio, de los cuales apenas 16 mil irían a los países del
Sur.
¿Cómo se le escaparon al Banco Mundial entre 150 y 300 mil millones? se pregunta el Centro ginebrino.
Para descubrirlo los investigadores Kevin Gallagher y Timothy Wise de la Tufts University analizaron
paso a paso el razonamiento de sus colegas en Washington. Las estimaciones de Peterson suman los
resultados de cuatro componentes de las negociaciones de la Ronda de Doha. La reducción de tarifas en
agricultura y manufacturas es el primero de ellos y aquí a grandes rasgos el Banco Mundial y Peterson
coinciden en estimar un salto inmediato (pero no sostenido) en el comercio mundial si se aprueba la
Ronda en los términos considerados más probables: un agregado total de unos 114 mil millones, o sea
apenas 0.2 por ciento del producto bruto global. Dos tercios de esta suma son para los países
desarrollados, pero Peterson argumenta que como los países en desarrollo son más pobres, su
desventaja en términos absolutos se vuelve una ventaja en proporción a su ingreso per cápita.
En el área de servicios, Peterson encuentra 100 mil millones de dólares en ganancias adicionales, si bien
para ello hacen suposiciones que los autores admiten son “optimistas”. La metodología para calcular
resultados comerciales a partir de la desregulación de los servicios está en su infancia y el Banco
Mundial dijo que sus propios resultados eran “altamente especulativos”. Peterson no explica qué
metodología usó para multiplicar por cuatro las especulaciones del Banco Mundial.
El optimismo continúa al estimar resultados beneficiosos para el Sur de la reducción de tarifas en
productos químicos, electrónicos y bienes ambientales. Estos cortes en sus tarifas eran hasta ahora
voluntarios para los países en desarrollo, pero recientemente los Estados Unidos está condicionando sus
concesiones a la participación de países claves del Sur como Brasil y la India. Suponiendo que esto
resulte así, Peterson agrega 104 mil millones a la cuenta de beneficios, si bien reconoce que la mayoría
de las ganancias serían para los países desarrollados.
Finalmente, los investigadores de Washington “encuentran” 385 mil millones de dólares en beneficios
en el área de “facilitación del comercio”, o sea u na mayor eficiencia en la administración el transporte y
la logística del comercio. Esta es un área de indudable interés para los países en desarrollo, pero la
estimación de los beneficios, como reconocen los autores del estudio “es menos rigurosa en su
metodología que las demás partes de este estudio”. Lo que ya es mucho decir.
Para llegar a este resultado se supone, en efecto, que TODOS los países en desarrollo mejoran la
eficiencia de sus puertos, aduanas y servicios financieros y técnicos. Puede ser muy fácil ponerse de
acuerdo en hacerlo, pero si bien las tarifas pueden bajar al día siguiente de un acuerdo, para mejorar los
trenes, carreteras, puertos y comunicaciones se precisan inversiones enormes y muchos años de
trabajo.
De los cuatro escenarios de Peterson, sólo el primero es realista, dice el South Centre, que se remite
como más confiable al estudio del Banco Mundial. Una ganancia real para los países en desarrollo de
apenas 16 mil millones de dólares significa un aumento de su ingreso per cápita de poco más de tres
dólares al año. Es menos de un centavo por día por habitante de los países pobres, a quienes se les pide
a cambio concesiones importantes en su capacidad de promover su industrialización y desarrollo.
Peor aún, la mayor parte de estos beneficios son por una sola vez (no se acumulan año a año) y tampoco
se distribuyen parejo. La mayor parte del África subsahariana, por ejemplo, quedaría pero después de la
Ronde de Doha que antes, según el Banco Mundial. Entre las propuestas que sí beneficiarían a los países
más pobres está la liberalización de la migración de trabajadores temporarios, que resultaría en un
ingreso anual adicional de 150 mil millones de dólares para los países en desarrollo. Pero este tema ha
sido excluido de las negociaciones por los países más ricos.
En cambio, los cortes en tarifas para productos manufacturados representarán para los gobiernos de los
países pobres una pérdida de más de 60 mil millones de dólares en ingresos aduaneros. Esta reducción
debería compensarse con un incremento en los impuestos al consumo, que crece al resultar más baratas
las importaciones. Sin embargo, la recaudación de estos impuestos no es eficaz en países con alto grado
de informalidad y, según estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la informalidad
crecerá si la Ronda de Doha es acordada en los términos en los que se la viene negociando.
Para que la Ronda de Doha produzca resultados que realmente sirvan a los países en desarrollo,
concluyen Gallagher y Wise en el estudio publicado por el South Centre, “se deben reconocer las
asimetrías fundamentales” entre países ricos y pobres y enfrentarlas a través de un inmediato fin a los
subsidios agrícolas por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, el reconocimiento del derecho de
los países en desarrollo a proteger “productos especiales” que son la base de sus economías locales y
revisar las normas de propiedad intelectual que dificultan la diversificación de las economías menos
industrializadas.
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