KARL MARX El pensamiento de Marx refleja una interpretación materialista de la historia. Además elabora varias crÃ−ticas, entre las que cabe destacar al idealismo de Hegel y al materialismo de Feuerbach. En su crÃ−tica a Hegel, Marx parte del concepto hegeliano de la realidad que se expresaba en una sola, el espÃ−ritu, y pretende describir la razón humana según su manifestación a lo largo de la historia. Hegel afirma que “la realidad es racional y lo racional es real”, estando lo dialéctico no sólo en la razón sino también en la realidad. La razón es sujeto de la historia, en permanente devenir hacia su consumación como razón absoluta. Marx critica y rechaza el idealismo hegeliano y su carácter sistemático, pero sin embargo, acepta como uno de los grandes hallazgos de Hegel la estructura dinámica y contradictoria de su teorÃ−a de la realidad. Su crÃ−tica a Feuerbach se centra principalmente en su materialismo mecanicista. No supone una transformación dialéctica de lo anterior y se muestra incapaz de concebir el mundo como un proceso y el ser humano es interpretado como objeto sensible. La crÃ−tica de Feuerbach a Hegel y su enajenación religiosa consiste en reducir este mundo religioso al mundo terrenal, pero esta reducción no consigue sino mundanizar la religión. Para el análisis teórico del marxismo, la crÃ−tica ni siquiera ha empezado, solo puedo explicarse por el propio desgarramiento y la contradicción de este fundamento terrenal consigo mismo. La critica tiene que ser pues practica y revolucionaria, y no puede serlo si no está fundada en la previa comprensión teórica y clarificada por ella, que se lleva a cabo en el análisis. Marx entonces concibe al hombre como ser corpóreo basándose en su interpretación del mismo pero se aparta de él por afirmar la actividad humana de forma teórica, y no práctica. IDEOLOGà A: ILUSIà N Y CONOCIMIENTO CIENTà FICO Marx afirma que todo ser humano posee una ideologÃ−a basada en ideas, verdaderas o falsas, de la sociedad en la que habita. Esto provoca a menudo conciencias falsas incapaces de transformar la realidad. La clase dominante contribuye a la hora de encubrir la realidad mediante la ideologÃ−a, aunque también la complejidad de la realidad social impide alcanzar su verdadero conocimiento. La ideologÃ−a, al basarse en vivencias y percepciones parciales o deformadas de la realidad y no de una actividad cientÃ−fica, no conforma representaciones verdaderas, sino falsas, y la realidad y condiciones en las que se desarrolla la vida de los hombres resultan falsificadas. Por ello, pese a que la conciencia imagine ideas dotadas de su propia sustantividad, la existencia humana está alienada. ALIENACIà N Y SU FIN: TEORà A Y PRAXIS La alienación para Marx viene a señalar que el ser humano, cuya actividad tiene por objeto la naturaleza, crea un mundo en el que ésta aparece como obra suya pese a que en el modo de producción capitalista su actividad no le permite ser dueño de él mismo ni de lo que produce al presentárselo como algo ajeno. 1 El hombre deviene objeto y es negado como persona al ser desposeÃ−do de los objetos que crea. AsÃ− pues se da una deshumanización de los seres humanos al ser sometidos a unas relacione sociales injustas, explotados y reconocidos como máquinas. Para transformar el modo de producción que propicia esto y logar la realización del hombre, Marx elabora una teorÃ−a para poner en práctica (praxis) y superar esa explotación. DIALà CTICA Y MATERIALISMO HISTà RICO Se debe entonces considerar la realidad social como un proceso dialéctico para poder alumbrar asÃ− una nueva sociedad. Surge entonces una concepción materialista de la historia en la que el factor fundamental es la actividad productiva del ser humano para satisfacer sus necesidades. El materialismo histórico de Marx es entonces una ciencia de la realidad social con la que se puede explicar y transformar la sociedad. Según él los diferentes modos de producción son resultado de las transformaciones económicas que determinan los cambios en las estructuras sociales, polÃ−ticas, ideológicas, culturales… de la sociedad. DINÔMICA DEL PROCESO HISTà RICO Estos componentes sociales, polÃ−ticos…, constituyen la superestructura cultural, la cual depende y se encuentra determinada por la infraestructura económica, que se distingue en dos elementos: las fuerzas productivas y las relaciones de producción, dependientes de las anteriores. La infraestructura económica condiciona todo el proceso de producción y asÃ− también la supraestructura, como conjunto de ideas que configuran la conciencia además de las estructuras jurÃ−dicas y polÃ−ticas, determinadas por la infraestructura económica. Menos determinadas estarÃ−an las superestructuras ideológicas; como la religión, el arte o la filosofÃ−a. La estructura económica de la sociedad constituye su modo de producción, que es la relación que en cada sociedad se establece entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Como las fuerzas productivas no dejan de cambiar, los modos de producción no son estables, y con ellos varÃ−an las relaciones de producción. Si estas no lo hacen en la medida necesaria, surge una contradicción en la estructura económica de la sociedad, cuyo resultado será la revolución social, que transforma las relaciones de producción, cambiando más lenta o rápidamente la superestructura. En cualquier caso, es fundamental entender este proceso de cambio de la superestructura en función de la infraestructura no como un reflejo automático, sino como una relación dialéctica entre ambas, aunque el fundamento económico es, en última instancia, el principio de explicación. FIN DE LA HISTORIA El objetivo del proceso, el fin al que se dirige la historia, es la desaparición de las clases y la instauración del comunismo. La marcha hacia esta utopÃ−a podrá ser acelerada mediante la lucha de clases del proletariado, habiendo tomado éstos conciencia de su explotación y de sus intereses contrarios a los capitalistas. AsÃ− se llegarÃ−a a una sociedad sin clases (por lo tanto sin lucha entre ellas) y sin Estado. Surgirá una comunidad real de hombres libres e iguales. 2