Suele llamarse justificación al material escrito que

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Suele llamarse justificación al material
escrito que acompaña a cualquier tipo de
obra para explicar su proceso de creación,
los criterios adoptados, las condiciones en
que se ha desarrollado, su razón de ser, etc.
En este caso también existe la memoria,
pero nos parece inexacto llamarla justificativa, porque esta palabra significa, en cierto
sentido, eludir responsabilidades, y Bsta no
es nuestra intención.
A l escribir esta presentación, sólo queremos poner de manifiesto un conjunto de
hechos ligados al proceso que ha conducido a este trabajo, y que a nosotros nos
parecen significativos. Son hechos conocidos de todos. Las circunstancias de este
caso en particular, no son más que un
ejemplo, pero vale la pena recordarlas una
vez más para que no lleguen a convertirse
en tópicos y para hacer una llamada de
atención... a todos.
Durante el pasado curso de 1966-1967
habíamos intentado un estudio, dentro de
la asignatura de Proyectos III, sobre la integración de los hechos arquitectónicos en
el paisaje urbano y al plantearnos el viaje
de estudios decidimos visitar Milán, porque
esta ciudad podía ilustrar perfectamente
nuestra pequeña investigación. Este fue el
inicio, a partir de aquí, resultan de difícil
explicación la cantidad de dificultades que
surgieron en la organización.
Nuestra primera preocupaciónfue conocer
los medios económicos con que contábamos, y también nuestra primera sorpresa
cuando se nos informó que la, aunque pequeña, acostumbrada subvención de la Escuela no era concedida. Se esgrimieron
argumentos como el de la importancia pedagógica de los viajes de estudios por la
necesidad de conocer directamente arquitecturas diferentes a la nuestra, se habló
de que los programas de estudios de los
cursos incluían oficialmente en ellos, un
período dedicado a esta actividad, pero ante
el «No hay fondos)) de la Administración no
hubo argumentos.
Siempre que surge el tema del funcionamiento económico-administrativo de la Escuela, uno se encuentra totalmente perdido
por la absoluta falta de los datos necesarios
para juzgar una determinación como la que
nos ocupa. Datos que a nuestro entender
deberian ser oficialmente publicados y que,
sin embargo, son dificiles de conseguir iricluso interesándose por ellos.
En lo que se refiere a cifras, hemos Ilegado a conocer las destinadas en el presupuesto para viajes de estudios y excursio-
nes y prácticas respectivamente. La primera
asciende a 150.000 pesetas, cantidad insuficiente incluso para subvencionar únicamente a los alumnos de quinto curso en
su viaje fin de carrera, y la segunda es de
50.000 pesetas y se emplea totalmente en
un escaso número de visitas a los alrededores, en autocar, por parte de los primeros
cursos.
¿Cómo se subvencionaban entonces los
viajes que en los pasados años han efectuado los cursos intermedios? Parece ser
que mediante la petición, por parte de la
dirección, de un presupuesto especial que
se hacía efectivo a la Escuela, tras muchas
dificultades, dentro del ejercicio económico
del curso siguiente, y que este año no ha
sido concedido.
Aunque el más profano puede apreciar
la insuficiencia cuantitativa de los presupuestos anteriormente expuestos, ni estamos capacitados, ni a nosotros toca, emitir
un juicio valorativo sobre las cifras que
serían deseables, pero sí nos parece oportuno centrar nuestra atención sobre un aspecto menos concreto: los métodos de
financiación de la Universidad.
Las Escuelas y Facultades no gozan ni
de la más mínima independencia, ni en
cuanto a la organización de su propio sistema económico, ni en cuanto a disponibilidades de efectivo. Todos, absolutamente
todos los gastos deben ir incluidos en el
presupuesto oficial, que es abonado tras
complicadisimos procedimientos y considerables retrasos por la Administración
Central a travbs del Banco de España.
Es un sistema lento, confuso, rigido, no
permite ninguna flexibilidad a las administraciones particulares de los Centros que
jamás disponen ni siquiera de un fondo para
el ineludible capítulo de imprevistos.
Hemos oído hablar de la proyectada creación de un ((Patronato)) que permitiría a la
Escuela una mayor libertad, canalizando las
aportaciones de entidades particulares interesadas, empresas constructoras, industrias, colegios profesionales, etc. Es una
solución, pero sólo parcial, un parche que
puede paliar algunos problemas, pero seguirán existiendo muchos otros mientras
el sistema administrativo no sea más racional, mientras no se varíen los procedimientos burocráticos de la época napoleónica
que aún seguimos sufriendo.
Pero sigamos con nuestra historia, porque como hemos dicho, la económica no
fue más que la primera dificultad.
A pesar de su no intervención, la Escuela
continúa dando a los viajes un carácter ofi-
...
cial, y aunque toda la organización corra
a cargo de los alumnos, a título personal,
pone como condición «cine qua non» que
un profesor acompañe a la expedición
Esto es algo que nos parece correctísimo
como hecho,pero no como condición. Intentaremos explicar el porqué de esta opinión.
Es totalmente necesario, si queremos dar
a los viajes de estudio su verdadera función
pedagógica que al menos un profesor del
curso, con preferencia de la asignatura de
Proyectos, asista a ellos para no desligar
ambas actividades, pero, aqui está el problema, encontrar a esa persona, y es entonces cuando ni en la asignatura de Proyectos ni aún en el curso existe un profesor
con posibilidades de emplear diez días en
un viaje. Y es necesario seguir buscando
por toda la Escuela hasta encontrar a alguien que a regañadientes acceda a acompañarnos, únicamente para salvar la condición de la que hablábamos, ya que la dimensión pedagógica desaparece al tratarse
de una persona generalmente desligada del
curso e incluso desconocida para los alum-
...
ROS.
Y uno, sigue sin encontrar la explicación
de las cosas: en la Escuela de Arquitectura
hay ciento setenta profesores, uno por cada
diez alumnos, quizás uno de los mayores
porcentajes de profesorado de la Universidad Española y sin embargo, encontrar
a la persona que reúna las condiciones
necesarias para este menester es poco
menos que imposible.
En nuestro afán de buscar las causas de
todo, hemos intentado encontrar las de este
problema que podríamos llamar «de los profesores acompañantes)) que no es nuevo,
porque ha existido siempre.
Hemos llegado a la conclusión de que a
pesar de la influencia que puedan tener
causas como la insuficiente retribución
económica del profesorado, la falta de vocación docente en unas ocasiones o la
ineptitud en otras, en este caso particular
el problema se centra sobre una cuestión
de profesionalismo.
No queremos decir con esto que sea incompatible la enseñanza y el ejercicio de
la profesión, todo lo contrario, en Arquitectura, no puede existir la primera si los encargados de impartirla no son profesionales. A nuestro entender el fallo no esta en
la incompatibilidad en sí misma sino en la
profesión, y más exactamente en la forma
de ejercerla.
Para unos estudiantes que como nosotros ingresamos en la Escuela hace pocos
años con toda la ilusión puesta en lo que
...
iba a ser nuestra vida, es descorazonador
ver la forma de trabajar de muchos arquitectos, no solamente por la escasa calidad
de los resultados sino por el sistema de
funcionamiento profesional en general.
No se puede ((hacer arquitectura)) con
promedios de más de un proyecto al mes
y nos tememos que esta cota se queda muy
corta para la mayoría de los que ejercen la
profesión con el nombre de ((arquitectos)).
Es desolador ver a un arquitecto sin un momento libre, sin tranquilidad, acuciado de
citas y compromisos, etc., porque es indicio
de que tampoco tiene tiempo para pensar
a fondo los problemas de cada proyecto, de
que también es avasallado por las obras en
ejecución, de que el arquitecto ha perdido
el control sobre su profesión y funciona
como una pieza más del deshumanizado
mecanismo económico, en una palabra, que
ha perdido la personalidad.
Esta es la razón que impide que los profesores de la Escuela dispongan de unos
pocos días para unirse a sus alumnos en
un viaje que incluso, para ellos, tiene interbs didáctico.
Pero el curso tercero había decidido ir a
Milán, y a pesar de todo se fue, con la única
garantía de una carta de presentación al
Director de la Facultad de Arquitectura del
Politbcnico Milanés y la guía arquitectónica
de la ciudad.
Durante los dos primeros. días nos dedicamos a buscar alguien capacitado y dispuesto a orientar nuestras visitas, pero todas las gestiones fueron infructuosas, exceptuando las informaciones aisladas de
algunos arquitectos que nos proporcionaron listas de sus obras y alguna documentación, y la colaboración de un par de estudiantes de la Facultad, que conocimos en
el curso de una semifracasada reunión conjunta de toma de contacto en el centro
docente milanés.
A partir del tercer dfa, decidimos compo-
ner nuestros propios itinerarios y lanzarnos
a descubrir Milán por nuestra cuenta. Con
absoluta independencia salimos a las calles
por grupos y cada uno vio lo que pudo, comunicándonos los hallazgos interesantes
en unas informales asambleas celebradas
por las noches en el mismo hotel para recoger los comentarios de lo visto durante
el día.
Los frutos de nuestras actividades durante estos días se verían después, ya de
vuelta en Barcelona, a la hora de recopilar
todas nuestras impresiones y plasmarlas
en este trabajo.
Y realmente, si algo ha fallado en este
momento no han sido las experiencias de
nuestro viaje, a pesar de su falta de orden
racional y de intencionalidad, sino nuestra
deficiente formación básica de tipo humanístico para escribir con claridad y correctamente. Esto, quizás sea achacable al sistema pedagógico, no sólo de la Escuela, a
nuestro parecer excesivamente tecnificado,
sino a todo en general, empezando por el
bachillerato; o quizás sea nuestra propia
culpa. En cualquier caso, queremos ofrecer
nuestras excusas, si el resultado no está
a la altura que sería deseable de universitarios que en el plazo de dos años recibirán
un título de grado superior.
Este trabajo no pretende dar una visión
completa de la arquitectura milanesa. Su
título, Apuntes de Milán, quiere expresar
ya desde un principio su carácter incompleto, sintético, poco desarrollado
Hemos intentado tratar unos temas de
carácter general que pudieran centrar el estudio, seguidos de otros monográficos escogidos bajo criterios muy personales. Naturalmente se encuentran a faltar algunos aspectos que son de importancia para comprender la ciudad de Milán, nos referimos
particularmente al tema Urbanismo, pero
nuestra insuficiente información y la falta
de un nivel aceptable de preparación teó-
...
rica, nos han impedido abordarlo con un
mínimo de rigor científico.
En otro aspecto ha sido muy discutida la
posibilidad de dar un sentido general a
todos los artículos para dotarlos de una
coherencia respecto al tema y al punto de
vista de su exposición, pero esto también
revestía muchas dificultades, dado que se
trata de un trabajo hecho con la suma de
muchas individualidades difíciles de conjuntar bajo una sola y unitaria exposición,
más aún, siendo todos alumnos sin una
dirección competente para aglutinar bajo
un único criterio los temas a tratar.
De ahí la aparente inconexión de las materias expuestas, y sobre todo de la forma
de tratarlas, cuyo único común denominador es la ciudad de Milán.
Pero nos ha parecido que era lo más sincero... ((Hemos estado ocho días en Milán,
hemos visto estas cosas, y cada uno de
nosotros da sus opiniones y hace sus comentarios subjetivamente)) No pretendemos otra cosa que contar las impreslones
de cuarenta estudiantes de tercer curso de
Arquitectura, que prácticamente por su
cuenta y riesgo, han visto una ciudad con
una completa liberalidad.
Por otra parte, creemos que si algún valor
tiene el trabajo, es precisamente éste, que
son opiniones y comentarios totalmente
subjetivos, susceptibles de crear un estado
polémico sobre los temas tratados.
Sólo nos resta agradecer al Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña y Baleares,
la oportunidad que a través de su publicación ((Cuadernos de Arquitectura)), nos
ha brindado, por lo que representa para
nosotros, primeramente como posibilidad
de expresión y en segundo lugar como ayuda
económica a nuestro viaje.
...
JosP?Ignacio Galán
Barcelona, agosto de 1967.
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