VIDA en familia REDACCIÓN: Rita Arándiga Pérez y Paco Mayans De mi Lorena Esperando nuestra asignación, pensaba que los momentos difíciles no podrían olvidarse, que era lo que se decía para animar a los que esperaban. Pero es cierto. Ahora dan completamente igual el tiempo y los disgustos que pasamos hasta volver a España con nuestra hija, pues ese fue el camino que nos llevó a ella y ahora nos parece la aventura más preciosa de nuestras vidas. C omenzamos con el “papeleo” para adoptar en Colombia y, tras los trámites, hubo un parón en las listas de espera que estuvieron casi un año sin moverse, lo que nos impacientó mucho. No estábamos preparados para ver las listas quietas tanto tiempo. Así que en 2008 abrimos expediente también en Etiopía. Tener una familia de varios continentes no es algo que nosotros hubiéramos planeado. Simplemente las cosas venían así, y tener más de un hijo nos parecía lo ideal y otra puerta abierta nos dio tranquilidad. 20 ADOPTAR Por fin, en octubre de 2010 nos llegó la carta del ICBF. Estábamos en Regional y la asignación era cuestión de meses. Y también en octubre recibimos una pre-asignación de Etiopía. Por el reciente cambio de lineamientos en Colombia, paralizar el expediente supondría anularlo y comenzar en un futuro desde el principio. No dudamos aún así en paralizarlo y apostar, sin red, por la niña etíope que teníamos ante nuestros ojos. Si la pre-asignación fallaba o los juicios eran negativos sería un retroceso en meses hasta que llegara nuestro hijo/a. La Regional en Colombia era más segura pero habíamos visto su carita de niña etío- pe, ya la queríamos mucho y había que luchar por ella. No salió bien. Éste ha sido uno de los momentos más duros de nuestro camino. Etiopía cambió leyes y declaró no adoptable a la niña que teníamos pre-asignada. No ha pasado un solo día desde entonces sin que nos acordemos de ella. No se pudo hacer nada. Conseguimos reanudar Colombia y paralizar Etiopía. En fin, decisiones difíciles y en momentos tristes. Sin saber si será la mejor decisión. La nueva Regional en Colombia fue Antioquia. Los que estamos en esto sabemos lo que es encontrar en el buzón una carta de Consellería, de Adecop, una llamada en el móvil de un teléfono largo. Es una noticia, un papel que falta, un algo que nos acerca al momento que esperamos. Y así, un 27 de abril de 2011, un teléfono largo me llamaba mientras estaba en el trabajo. Era Sole, de Consellería. A las primeras palabras me senté y lloré. Ya sabía lo que me iba a decir: “Se llama Lorena, tiene 8 meses, venid volando a firmar la aceptación”. Paco y yo no hubiéramos podido tardar menos en llegar a Valencia, Consellería y Adecop, donde últimamente habíamos echado horas, con Pilar, Diego, Concha y María, siempre disponibles. Muy a nuestro pesar, la fecha de encuentro tendría lugar mes y medio después. De haber podido nos hubiéramos ido ese día. Pero bueno, también llegó el día del viaje. Y ¡qué viaje! No hay jet-lag. No queda tiempo. El encuentro se produce al día siguiente de la llegada. Antes del encuentro nos dieron todos los datos relevantes de Lorena, horarios, comidas. Que llegara Lorena era cuestión de minutos y solo veíamos si la puerta de la habitación se abría o se cerraba. Ella llegó dormida, guapísima y me la pusieron al brazo donde aún durmió unos minutitos antes de despertarse. Cuando abrió los ojos nos miramos unos segundos. Para nosotros fue uno de los momentos más preciosos de nuestras vidas, pero la pequeñina se llevó un susto tremendo. Pasó de los brazos de mamá a papá, cantándole cancioncitas y jugando con un muñequito y, cuando se fue tranquilizando, nos fuimos a casa. Pese a no conocernos, pronto empezó a sonreír y comió y durmió bien. Estaba confiada y tranquila y gracias a su mamá de acogida supimos cómo cuidarla. Nos mandó un montón de ropita para ella y un valioso diario con mil fotos y donde nos decía cómo le gustaba que la cogieran, durmieran, ducharan, qué tomaba y a qué horas, incluso, qué le gustaba que le cantaran y bailaran. No hay palabras en el mundo que demuestren el agradecimiento que tenemos a esta buena familia. Se notaba en la tranquilidad de Lorena que había estado siempre cuidada y querida. ¡Qué duro les debió resultar separarse de ella! Mil gracias a estas familias por tanto amor. Burocráticamente se nos volvió a complicar el tema. Comenzaban a revolverse las cosas en Colombia. En Medellín estuvimos casi dos meses. Los juzgados tomaron todos los términos y plazo posibles. Un mes y medio después, aún no teníamos sentencia y teníamos miedo de que algo no fuera bien. De día jugábamos, paseábamos y todo era alegría, pero cuando Lorena se dormía, a Paco y a mí nos daba el bajón y llorábamos, mezcla del miedo y las emociones. Las familias llegaban a la casa semanas más tarde y se iban con sus hijos y nosotros seguíamos allí sin auto admisorio o sin sentencia… Pronto nos organizamos bien. De no haber papeleo o excursiones, Paco se levantaba a las 05:30 de la mañana para trabajar por Skype hasta las 12h. “Dos meses” y “autónomo” no son palabras que vayan juntas. Pero estaba disponible para todo (al principio una ducha y hasta un pañal podían ser muy complicados). Y así pasaron las semanas hasta que, por fin, el doctor Juan nos llamó con la sentencia lista y preparando el vuelo a Bogotá. Yo ya había echado raíces y no quería ir a Bogotá. “O en Medellín o en casa” - decía yo. Paco me hizo entrar en razón y terminamos en Bogotá y en dos días acabamos los trámites restantes. Sé que es una repetición constante, pero no puedo dejar sin decir y hablar de la eficiencia de la doctora Dilia y la señora Lucila con los trámites burocráticos de la capital. Por fin, un 7 de agosto llegamos a Valencia. Los abuelos vivieron este proceso con mucha angustia. Nosotros estábamos con nuestra hija, pero ellos sólo tenían Skype y la espera. Desde el primer momento, Lorena tuvo una química especial con sus abuelos, es como si ya los conociera y estuviera esperándolos. El regreso también fue difícil: la gente, el calor, el cambio horario. Lorena no conocía nada y se quejaba de tanto revuelo. Pero, poco a poco, se fue creando la normalidad y celebramos su primer cumpleaños en familia, ya tranquilos e instalados. Ahora hace un año desde que salimos a Medellín, con una maleta llena de muñecos. Lorena está grande y preciosa. Es listísima y no para un segundo. Hace un año y aún nos quedamos como tontos mirándola, creyéndonos lo que nos ha pasado y que nuestra niña está ahí, con su carita de princesa india sin parar de jugar. Creo que esto no se cura, que el sentimiento de agradecimiento a Dios y a la vida por hacernos padres de nuestro bombón dura siempre. Pues, adelante. Al final, como leíamos siempre a otros padres, todo llega, y todo lo pasado son las piezas del puzle que te llevan g a tu hija. No podría haber sido de otro modo. ADOPTAR 21