Todo lo virtual se desvanece en el aire

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Un cacho de cultura
Todo lo virtual
se desvanece en
el aire
Por Esteban Magnani
Los titanes de internet parecen dominar el mundo. Pero también tienen sus fisuras. Facebook en
Europa se está achicando, Apple no logra reinventarse y es acusado de explotación laboral, Microsoft
cada vez tiene peor imagen y se revelaron manejos extorsivos de Google. ¿Hasta dónde llegará la
crisis de los gigantes?
A
qué adolescente le gustaría estar en un bar con amigos y
que lleguen sus padres para escuchar o, peor, meterse en
la conversación? A nadie. Eso es lo que está ocurriendo en ese
boliche virtual que es Facebook, donde los padres perdieron el
temor e invitan a sus hijos a ser “amigos” para estar al tanto de
sus actividades, intereses y preocupaciones. El resultado es que,
según un estudio llamado Global Social Media Impact Study,
los europeos de 16 a 18 años están migrando hacia otras redes,
aunque mantengan Facebook para algunos contactos.
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Hasta hace poco la red social más masiva del mundo,
con cerca de 1.200 millones de usuarios (casi 700 millones
lo utilizan diariamente), crecía en todas partes, pero ahora
sólo lo hace en el tercer mundo junto con el acceso a internet. En los países desarrollados, en cambio, su población se
reduce y envejece. La tasa de mortandad de Facebook es por
ahora de cerca de tres por mil anual, típica de las sociedades
jóvenes, pero en la medida en que suba el promedio de edad,
irá en aumento. Para peor, retirar el perfil de un fallecido
Ilustración: Andrés Álvez
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Medio lleno, medio vacío
del mundo virtual es un engorro, por lo que si no se cambian las políticas de uso, tarde o temprano la red se transformará en un cementerio virtual. Allí no rige la sana costumbre que mantiene separados a los muertos de los vivos.
Lo cierto es que la red más popular del mundo comienza
a perder su aire juvenil y exitoso pese a que acaba de cumplir 10 años. La experiencia indica que la esperanza de vida
de las empresas de la web es frágil, con sólo un par de excepciones... por ahora. Buscadores como Altavista o Yahoo!
supieron dominar el mercado, para terminar superados por
otros recién llegados. Lo mismo le pasó a Netscape, el navegador más usado por los primeros cibernautas, luego desplazado por el Explorer, el que a su vez perdió mercado frente a Firefox primero y Chrome más tarde. Napster
popularizó la descarga de archivos entre usuarios, pero se vio obligada a cerrar en 2001 por
un fallo judicial: el resultado fue una numerosa prole de alternativas de corta vida como emule o Kazaa.
Los que sobreviven desde el comienzo
de los tiempos digitales, como Microsoft o
Apple, también tienen sus problemas. La empresa de Bill Gates tuvo no pocas denuncias por
prácticas monopólicas y su imagen en el mundo es bastante mala pese a liderar cómoda el mercado de sistemas operativos para computadoras personales. Los chistes sobre la confiabilidad de productos como Windows o
Internet Explorer se multiplican en la red, eso sin contar
los ataques que recibió por su complicidad con los servicios
de inteligencia estadounidenses. Apple, por su parte, sufrió
bastantes altibajos, sobre todo durante el lapso que va de
1985 a 1996, durante el cual Steve Jobs fue dejado fuera de
la empresa y finalmente reincorporado. Desde la muerte de
Jobs en 2011, Apple sigue firme, pero sin revolucionar el
mercado como lo hizo con los lanzamientos de los iPhone o
los iPad, luego imitados por otras empresas.
Adiós a la ingenuidad
Pero no sólo los exigentes gustos de los usuarios afectan a
las corporaciones del mundo digital. Lo que también se está
perdiendo es su imagen ingenua y lejana a las prácticas predatorias de las transnacionales conocidas. De a poco se van
colando algunas malas noticias acerca de estos monstruos
cuyo poder publicitario invita a la autocensura de los medios. Por ejemplo, en Foxconn, una de las fábricas chinas en
las que Apple ensambla sus atractivos disposititvos, se suicidaron al menos catorce trabajadores sólo en 2010, todos menores de 25 años. Sufrían una jornada laboral de más de 12
horas y seis días a la semana, con horarios restringidos para
el uso del baño y despidos por no alcanzar las metas de producción, entre otras cosas. Para resolver el problema, Foxconn colocó redes debajo de las ventanas. Sólo cuatro murieron en 2011.
Otro ejemplo: Carol Cadwalladar, una periodista británica, trabajó en uno de los depósitos que Amazon.com tiene
en Reino Unido. Durante ese tiempo realizó jornadas de 10
horas y media, y caminó unos 17 kilómetros diarios siguiendo las indicaciones de un scanner que la guiaba para encontrar su siguiente encargo en un depósito del tamaño de once
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canchas de fútbol. Allí los trabajadores están a prueba hasta que demuestran su disciplina, tres faltas implican un despido, tienen metas de tiempo para entregar los paquetes (33
segundos por pieza) y salarios apenas por encima del mínimo obligatorio en una empresa que facturó 11 mil millones
de dólares en 2012. El sueño de la sociedad de información
a veces se desgrana en las más arcaicas formas de explotación laboral. Los colosos aumentan así su poder y dinero,
pero pierden la imagen positiva que supieron tener. ¿Alcanzará para hacerlos caer?
Pero sin duda, en la actualidad, el coloso de los colosos
es Google: tiene una imagen positiva del 83 por ciento según un estudio reciente del diario Washington Post y declaró
una facturación de casi 15 mil millones de dólares en el tercer trimestre de 2013. Desde su comienzo en
1998, desarrolló o compró un sinnúmero de productos que hoy lideran
el mercado y nadie había imaginado hace unos pocos años: el Drive,
Calendar, Android, Chrome, Google Maps, etcétera, además del buscador homónimo.
Sin embargo, esta corporación de tan buena imagen cuyo lema es “Don’t be evil” (“No seas malvado”)
no tuvo problemas en apretar a sus competidores para
avanzar sobre todos los mercados. El libro Desnudando a
Google, del empresario español Alejandro Suárez SánchezOcaña, relata no pocas maniobras turbias. Vale la pena citar una: en 2006 Copiepresse, una asociación de medios
belga, demandó al gigante por publicar sin permiso extractos de sus notas en Google News. Luego de varios fallos favorables a los diarios, en 2011 la corporación retiró de los
resultados de sus búsquedas todos los links a esos medios,
algo que debido al poder del buscador es casi como borrarlos
de internet. Las visitas se desplomaron y los diarios belgas
tuvieron que llegar a un acuerdo con la corporación.
Hasta hace poco, estas presiones se mantenían sólo
contra los competidores, pero ahora la corporación empuja a los usuarios hacia sus productos en forma evidente. Por
ejemplo, en su afán de desbancar a la red social más exitosa, Facebook, fuerza a los usuarios de Youtube (que le
pertenece) a usar una cuenta de Google+ para hacer comentarios. El objetivo es sumarlos a su red social y ganar
(también) ese mercado. Por otro lado muestra una gran insistencia para obtener el número de teléfono de sus usuarios por razones “de seguridad” y con promesas de privacidad, algo poco verosímil luego de las revelaciones de
Edward Snowden sobre la relación empresas-NSA (Agencia Nacional de Seguridad). Este tipo de manipulaciones
genera videos irónicos que se viralizan en internet (buscar,
por ejemplo, uno llamado Blackmail), un precio que puede parecer menor, pero que comienza a erosionar una imagen positiva, limpia y moderna. En cualquier caso, es poco
comparado con la información que recogen a través del sistema operativo Android, que lidera el mercado de los celulares inteligentes.
Todo pasa y todo queda, pero en el reino digital el proceso es rápido y furioso.
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