La verdad sobre la muerte del General García Vigil

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La verdad sobre la muerte del
General García Vigil
David C. Rojas Carrasco
l Istmo siempre ha sido fatal para los fugitivos. –García
Vigil, como Mapcott, creían que Obregón sería magnánimo– le hubiera ido mejor si lucha como guerrillero. –
La orden era matarlo. –Era un verdadero revolucionario.
LA REBELION FRACASADA
Derrotadas las fuerzas Delahuertistas, en los frentes de occidente y oriente por las fuerzas de los Generales Obregón y
Calles se dispuso destacar sobre Oaxaca una fuerte columna
al mando del General Juan Andrew Almazán, para batir a las
fuerzas rebeldes de García Vigil y Maicot, jefes principales que
secundaron en el Estado de Oaxaca la rebelión encabezada por
Don Adolfo de la Huerta.
Sabedor el General García Vigil del movimiento de las fuerzas Gobiernistas, empezó a hacer preparativos para la defensa
de la ciudad de Oaxaca, pero informado del estupendo alarde
de fuerza desarrollada por las tropas Gobiernistas y de los poderosos elementos de guerra con que contaba, desistió de la defensa de la Ciudad y optó por su evacuación, maniobra que tuvo
lugar la noche del 1º de marzo de 1924.
RUMBO AL ISTMO
El Gobernador de Oaxaca en aquel entonces y los Generales
derrotados de Ocotlán concentrados en la Ciudad de Oaxaca,
escogieron para su retirada al Istmo de Tehuantepec que, aunque peligrosa por la gran concentración que estaba haciendo el
Gobierno de fuerzas al mando de los Generales Juan Domínguez y Donato Bravo Izquierdo, para batir a los rebeldes Istmeños de López Lucho que se encontraban en Chimalapa, así
como las comandadas por el Diputado Juchiteco Ché Gómez.
Sabedores los Generales Juan Domínguez y Donato Bravo
Izquierdo que García Vigil se dirigía rumbo al Istmo, sus fuerzas
cubrieron los principales puntos de los Distritos de Tehuantepec
y Juchitán, ayudados muy eficazmente por el Batallón de tropas
irregulares organizado bajo el mando del General Pineda valiente General Juchiteco.
Una vez las fuerzas rebeldes de García Vigil y Manuel M.
Domínguez, en el Istmo, con un contingente aproximado 100
hombres y encontrándose cerca de Niltepec, el Gobierno tuvo
conocimiento de sus intenciones de internarse al Estado de
Chiapas, estaban completamente rodeados, por lo que reunió a
los jefes y amigos que lo acompañaban expresándoles su decisión de rendirse.
Terminado la rendición de la Oficialidad y tropa, García Vigil fue a presentarse con el Jefe del Estado Mayor del General
Pizá Martínez.
Algunos jefes objetaron que la rendición equivalía a su muerte, contestando que no importaba, si mediante ella se lograba
que la mayoría pudiera salvar su vida, evitando en esta forma
los ya inútiles sacrificios a una situación, de la que se sentía el
único responsable.
Dos días permanecieron en Tapanatepec las fuerzas rendidas quienes fueron tratados no como prisioneros sino como rendidos. Llegaron en este lapso a dicha población los Generales
Juan Domínguez, Vicente González, que después fue Gobernador de nuestro Estado de Oaxaca, y Alfredo Martínez con sus
contingentes respectivos, quienes trataron a García Vigil como
compañero de Armas, invitándolo a su mesa para saborear el
pan y la sal de la amistad, conducta que molestó al General
Juchiteco Laureano Pineda.
El General Manuel M. Domínguez, uno de los Generales
más prestigiados de la Revolución Mexicana y sus 400 “charros” Jaliscienses, se separaron y emprendieron la marcha
rumbo al Estado de Chiapas, con excepción del General Félix
Gómez, Jefe de su Estado Mayor, que decidió rendirse con el
General García Vigil.
ARREGLOS PARA LA RENDICIÓN
Se integró la comisión que entrevistaría al General José Pizá
Martínez, Jefe Gobiernista que se encontraba en Tapanatepec,
población más próxima al lugar en que se tomó la decisión de
rendirse.
La comisión que fue a gestionar la rendición la formaron el
doctor Macario Bribiesca, cuñado del general García Vigil, Tío.
Coronel Carlos I. Serrano, Jefe que durante el Gobierno del Lic.
Miguel Alemán fue una figura preponderante. Coronel Ernesto
Reyes Espindola y un General de apellido Pérez.
El General Pizá Martínez manifestó que aceptaba la rendición, aconsejando que esta se violentara para evitar que las fuerzas que perseguían al General García Vigil tomaran contacto
con las suyas opinando además para levantar el acta relativa a
la rendición.
De acuerdo con las condiciones impuestas por el Jefe Gobiernista, las fuerzas de García Vigil, ya reducidas a solamente
70 hombres aproximadamente, fueron entrando a Tapanatepec
en grupos de 10, la noche del 15 de abril de 1924, fue el General Juchiteco Laureano Pineda el comisionado de recibir en su
cuartel a los rendidos.
GARCIA VIGIL TRAICIONADO
Los rendidos fueron trasladados después a Chauites y de allí
a C. Ixtepec en donde se les comunicó que, por órdenes del General Alfredo Martínez debían de ser considerados desde ese
momento como prisionero de guerra, por lo que se les alojó en
los carros del tren bajo vigilancia de una escolta. El tren partió para Santa Lucrecia, hoy Jesús Carranza, y como el rumbó
obligado del Ferrocarril del Istmo era hacia Veracruz y luego a
México, se comenzó a vislumbrar la esperanza de que García
Vigil pudiera escapar de ser fusilado.
El tren llegó a Santa Lucrecia, allí permaneció hasta las 7
de la mañana del 19 de abril, hora en que el General Alfredo
Martínez ordenó que bajaran del convoy los Generales García
Vigil y Gómez, Jefe del Estado Mayor de Diéguez y que el tren
siguiera su marcha con los otros prisioneros. Los dos Generales quedaron sorprendidos de esta disposición, explicándoles al
General Martínez que como el General Dieguez solo esperaba
cerciorarse de la rendición de García Vigil para hacerlo él, por lo
que deberían tomar los dos prisioneros otro tren que los conduciría al lugar en donde se encontraba el Divisionario Jalisciense.
En Santa Lucrecia estaba ya listo otro convoy cuya máquina estaba colocada viendo al sur, alarmado el General García
Vigil por la explicación tan poco consiente del General Martínez, le replicó que a el no le importaba la conducta del General
Dieguez, Martínez le contestó que la orden tenía que cumplirse
con exactitud e invitó a los dos Generales a subir al otro tren.
Ante esta sospechosa actitud el Doctor Bibriesca pidió al General Martínez, en su calidad de Médico y pariente del General
García Vigil, se le permitiera acompañarlo, la respuesta fue negativa, cortante y energética.
DESPEDIDA DE UN REVOLUCIONARIO
El infortunado Gobernante seguro del fin que le esperaba,
pidió a Bibriesca papel para despedirse de sus familiares, amigos
y partidarios, a estos últimos dejo escritos las siguientes líneas.
A mis correligionarios y amigos: bien sabeis cuanto he luchado por la verdad y la justicia. Al fin muero por haberla defendido, victima de quienes no supieron apreciar mi sincesidad
de revolucionario ojala, que mi recuerdo perdure entre todos los
que me acompañaron en distintas epocas a luchar por aquellas
finalidades.
ASESINATO Y NO AJUSTICIAMIENTO
El tren partió para C. Ixtepec, llevaba ya los dos ataúdes preparados para los prisioneros. En un sitio poco poblado conocido por “El Pedregal”, cerca de la Estación Lagunas, se les hizo
bajar. Fueron conducidos por la escolta de la ejecución bajo un
mangal a orillas de la vía, entre Matías Romero y un humilde
poblado llamado “NIZA CONEJO” en donde ambos cayeron
bajo las descargas del pelotón del fusilamiento.
Después de haber sido recogidos los cadáveres, el convoy
continuó y al llegar a Ixtepec, fueron inhumados en el panteón
de aquella ciudad. Más tarde doña Guadalupe Vigil Vda. de
García y sus hijas Consuelo y Rosario, madre y hermanas respectivamente del General Oaxaqueño, exhumaron sus restos y
los depositaron en una cripta de la iglesia de San Fernando en la
Capital de la República, donde reposan tranquilamente.
Revista Oaxaca en Mexico, 1963
Abril 19 de 1924. Manuel García Vigil.
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