El aumento de litigio con ocasión del arte urbano promete

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El aumento de litigio con ocasión del arte
urbano promete nuevos escenarios para el
análisis jurídico
Nacido en medio del oprobio público y manchado de cuestionada fama, porque desde el principio su
fin fue arremeter contra lo imperante y establecido, haciéndolo a viva voz y sin vergüenza alguna,
prefiriendo los lugares más concurridos en lugar de los alejados y recónditos. Padeció la resistencia
de la ley, pero como la gota de agua que perfora la roca con constancia y no con fuerza, se fue
abriendo paso hasta ganarse su respeto y aceptación.
Puede definirse así, en términos efímeros, a lo acontecido con el llamado grafiti, expresión
proveniente del latín scariphare, que en su momento se refería a las inscripciones de tono crítico y
satírico hechas en paredes en tiempos de la gran Roma. Pero este arte callejero, tildado
peyorativamente así por asociarse comúnmente con lo vandálico e ilegal, ha escalado hasta
compartir espacios de exhibición con artistas formales y de gran renombre. Pues bien, muestra de
ello es que una casa de alta moda haya adornado el vestido de gala de una de las principales actrices
de Hollywood con motivos que se asemejan a la pintura sobre una pared de ladrillos en una calle de
Nueva York[1]. O bien, que un diseñador como Roberto Cavalli halle inspiración en murales
callejeros de San Francisco para crear toda una nueva colección de ropa[2]. Podría tan solo tratarse
de una moda como tal, es decir, que la incursión del dibujo grafiti en estos escenarios comerciales
sea de carácter temporal, y que en un santiamén vuelva a resguardarse en su hábitat tradicional, las
calles. Pero de todas maneras, episodios de este tipo no han dejado de inquietar de sobremanera a
los creadores de murales urbanos.
Siguiendo a Erin Thompson, profesora de la Universidad de Columbia, para los estudiosos del
derecho resulta paradójico que individuos que pregonaban la rebelión contra la ley, busquen ahora
en ella el auxilio ante el menoscabo de sus intereses[3]. Es que la utilización de pinturas realizadas
sobre murales de la calle para apoyar el diseño de ropas o los avisos publicitarios de algún proyecto
comercial de amplia envergadura, ha alertado de manera particular a los artistas urbanos por tres
razones principales. La primera es que se utiliza la pintura sin dársele el debido crédito moral a su
autor. La segunda, son las utilidades percibidas por los empresarios por el uso de esas pinturas, las
cuales no comparten con el creador. Y por último, sucede que muchas veces el uso de las pinturas
para propósitos comerciales y de lucro, contraviene las ideologías y convicciones políticas del
artista. De esa manera, puede afectarse su reputación por estar sus obras inmiscuidas en situaciones
contrarias a los valores que representa. Por esta razón, en los últimos meses se ha registrado una
marcada tendencia en la que muchos de estos artistas acuden a los estrados judiciales para hacer
valer sus derechos de autor.
En esa medida, uno de los casos más sonados ha sido el desencadenado por la demanda que la
pintora de murales Maya Hayuk interpuso contra la cadena Starbucks, alegando que esta empresa
se había valido de copias muy similares de dibujos de la demandante para ilustrar avisos
publicitarios de su producto “Mini frapuccino”. En esta ocasión, la juez federal Laura Swain le dio la
razón a Starbucks, al determinar que si bien existían similitudes entre las pinturas de Hayuk y los
dibujos utilizados en la publicidad, estas solo se presentaban sobre aspectos no protegibles (figuras
geométricas que son de libre apropiación y sobre las cuales no puede ejercerse un monopolio), y que
al mirar los dibujos en sus aspectos protegibles y como un todo, no se evidenciaba una similitud
sustancial[4]. Aunque no fueron acogidas las pretensiones de la demandante, este es solo un caso
entre varios que ya se han suscitado por cuestiones parecidas y sobre los cuales la decisión del juez
se encuentra pendiente. Así mismo, este revés no parecería mermar las intenciones de esta y de
muchos otros artistas de murales de seguir acudiendo a las vías legales para proteger sus derechos.
Un aspecto interesante que reviste el litigio en el que se involucra el arte callejero, es que el definir
si dos obras son idénticas o muy similares entre sí, no siempre es la única tarea que ha de resolver el
juez. A menudo, otras cuestiones deben hacer parte de sus consideraciones. Entre estas se
encuentra el de si una obra artística realizada ilegalmente merece protección. Y otra es si el autor
que plasma su obra sobre un material que es propiedad de un tercero, puede aun así reclamar para
que se respete la integridad de la misma. Sobre la primera cuestión podría decirse que existe ya un
consenso en cuanto a que aun cuando una obra es desarrollada de manera ilegal, es merecedora de
protección, porque solo se exige que se trate de una obra original y que se encuentre fijada en un
medio tangible. Pero la segunda despierta más inquietudes, sobre todo si se mira el caso Jonathan
Cohen, et al., v. G&M Realty L.P, et al., en el que en una etapa preliminar al juicio, el juez optó por
inclinar la balanza en favor del propietario de unos edificios en cuyas paredes habían sido pintados
varios grafitis, cuando ellos decidieron realizar una demolición para construir viviendas de lujo. En
esta ocasión, el propietario había consentido que un grupo de artistas dibujasen pinturas en las
paredes, pero habiéndoles advertido desde un principio que su deseo era que en un futuro demolería
los edificios para construir una nueva obra. Cuando finalmente todo estaba listo para llevar a cabo la
destrucción de la infraestructura, los artistas alarmados acudieron ante el juez para solicitarle que al
amparo del Visual Artists Rights Act de 1990, impartiera una medida preventiva (injunction) para
evitar la destrucción de las obras siempre y cuando éstas tuviesen la cualidad que el mencionado
estatuto llama “recognized stature”[5]. Una de las discusiones principales se centró en este último
punto, por lo que demandante y defensa llevaron al estrado a numerosos expertos que se
empecinaron por demostrar que las obras eran de alta talla y reconocimiento. Pero en esta etapa
preliminar la corte se abstuvo de decidir si procedía o no una medida que impidiese la demolición de
los edificios, escudándose en que sus funciones se limitaban a la protección de artes visuales, y que
el destino de unas piezas de infraestructura urbana habría de ser decidido por la entidades
administrativas de la ciudad. Puesto que la demolición se efectuaría sobre el complejo de edificios
como tal, estaba en manos de las autoridades citadinas impedirla si así lo juzgaba conveniente, pero
al final ésta no lo hizo. Por esa razón, la demolición se hizo efectiva y con ella se fueron al traste
muchas obras de gran representatividad para muchos. En todo caso, el proceso sigue en pie, y la
corte advirtió que si en el análisis de fondo se determinaba que las pinturas de grafiti sÍ calificaban
como de reconocida talla y reconocimiento, los demandantes podrían verse acreedores a cuantiosas
indemnizaciones monetarias[6]. Salta a la palestra en este aspecto final, que pareciera exigirse el
mérito de una obra artística para proveer por su protección, en contraposición a la norma general
según la cual solo se exige la originalidad y que la obra sea plasmada en un medio tangible.
El litigio judicial que tiene como objeto de disputa la protección de dibujos de grafiti es apenas
incipiente. Contadas son las veces en las que un juez ha debido pronunciarse sobre tal naturaleza.
Sin embargo, la iniciativa de varios artistas de murales de emprender acciones legales para
preservar sus intereses y que pareciera contagiar a muchos otros de su misma especie, ofrece un
futuro prometedor en lo que a la riqueza del estudio jurídico concierne, pues muchas cuestiones
ajenas a la práctica judicial corriente habrán de ser dilucidadas por abogados, jueces y la comunidad
jurídica en general.
[1] El año pasado, en una fiesta de gala en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York la actriz
Kate Perry lució un vestido elaborado por la casa de modas Moschino y por el diseñador Jeremy
Scott, el cual a juicio del muralista Joseph Tierney, presentaba muchas similitudes con su mural al
que llama “Vandal Eyes”. Esto le motivó a presentar una demanda en contra de la casa de modas y el
diseñador. Ver: GERSHMAN JACOB. Graffiti Artist Claims Katy Perry Dress Ripped Off His Work.
En´:
The
Wall
Street
Journal
–
Law
Blog.
Disponible
en:
http://blogs.wsj.com/law/2015/08/06/graffiti-artist-claims-katy-perry-dress-ripped-off-his-work/
[2] Este caso ha sido tratado con mayor dedicación en una nota publicada también en este boletín,
titulada “The Artists vs Cavalli: Moda y Protección de Derechos de Propiedad Intelectual de los
artistas callejeros en la legislación estadounidense”, de autoría de Daniela Molano. Ver:
http://propintel.uexternado.edu.co/the-artists-vs-cavalli-moda-y-proteccion-de-derechos-de-propiedad
-intelectual-de-los-artistas-callejeros-en-la-legislacion-estadounidense/
[3] COLUMBIA LAW SCHOOL. When It Comes to Graffiti and Copyright, the Writing Is Not Always
On
the
Wall.
Disponible
en:
https://www.law.columbia.edu/media_inquiries/news_events/2014/november2014/kernochan-graffiti2014
[4] UNITED STATES DISTRICT COURT SOUTHERN DISTRICT OF NEW YORK. Maya Hayuk v.
Starbucks Corporation and 72AndSunny Partners, LLC, Disponible en:
https://es.scribd.com/doc/269666434/Maya-Hayuk-v-Starbucks-Corporation
[5] (a)Rights of Attribution and Integrity.—Subject to section 107 and independent of the
exclusive rights provided in section 106, the author of a work of visual art—
…
(3)subject to the limitations set forth in section 113(d), shall have the right—
…
(B) to prevent any destruction of a work of recognized stature, and any intentional or grossly
negligent destruction of that work is a violation of that right.
[6] UNITED STATES DISTRICT COURT EASTERN DISTRICT OF NEW YORK. Cohen et al v. G&M
Realty
L.P
et
al,
disponible
en:
https://www.gpo.gov/fdsys/granule/USCOURTS-nyed-1_13-cv-05612/USCOURTS-nyed-1_13-cv-05612
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