Mary Parker Follett Por Hery Serzo Mary Parker Follett (1868-1933) nació en Boston y se educó en Harvard y Cambridge. Estudió filosofía, historia y ciencias políticas. Escribió un número de trabajos en ciencias políticas, entre los que se cuentan “El Nuevo Estado” y “Experiencia Creativa”. En Boston fue muy activa en el trabajo social, encabezando un grupo para conseguir que se establecieran clases nocturnas y centros de recreación para la gente joven. Ayudó a desarrollar la oficina de bolsa de trabajo para jóvenes y esto le condujo a estudiar la industria y la gerencia. Ganó reputación como escritora y como miembro independiente de comisiones de salarios. Pasó la mayor parte de sus últimos cinco años de vida estudiando y dando cátedra en Inglaterra. Una colección de sus trabajos fue editada póstumamente bajo el título “Administración Dinámica”. Follett sostuvo muy firmemente que hay principios comunes a todas las esferas de la administración. Se interesó en la administración de negocios cuando descubrió que los gerentes en la industria enfrentaban el mismo tipo de problemas de control, poder, participación y conflicto que los administradores en el servicio público. Ella sintió que estos problemas estaban siendo más activamente resueltos por los gerentes que por los administradores. La empresa era un fermento de nuevas ideas y los experimentos eran más audaces. Follett estaba interesada en interrogantes generales acerca del trabajo de las organizaciones, de los cuales los dos más importantes eran: ¿Qué es lo que usted desea que la gente haga en el trabajo? Y ¿cómo controla y guía científicamente usted la conducta humana y las relaciones sociales en el trabajo? En su búsqueda por las respuestas estudió un análisis de los motivos fundamentales involucrados en las relaciones humanas –particularmente de las reacciones de un individuo dentro de su grupo de trabajo. Sus escritos son un intento para proveer una perspectiva sobre la gerencia, en la cual la organización, el liderazgo y el poder son tratados como problemas humanos. Ella fue una de las primeras en apreciar el valor de la entonces “nueva” herramienta, la psicología. Los problemas que para ella son esenciales son aquéllos acerca de reconciliar individuos y grupos sociales. La gerencia debe intentar comprender cómo se forman estos grupos y por qué, y cómo unirlos dentro de una comunidad que persigue un fin y tiene experiencia, de tal manera que el propósito general del grupo sea el propósito común de todos sus miembros. Follett postula cuatro principios fundamentales de organización: Coordinación por contacto directo – La gente responsable debe estar en contacto directo sin hacer caso de su posición en la organización. La comunicación “horizontal” es tan importante como las cadenas “verticales” de mando en el logro de la coordinación. Coordinación en las etapas iniciales – La gente interesada deberá estar involucrada en las políticas y decisiones, mientras están siendo formadas o tomadas y no simplemente ser interesadas después. En esta forma, los beneficiarios de la participación serán una mayor motivación y una mejor moral. Coordinación como la “relación recíproca” de todos los factores en una situación – Todos los factores tienen que estar relacionados entre sí y estas relaciones en sí mismas deben ser tomadas en consideración. Coordinación como un proceso continuo – “Una decisión ejecutiva” es un momento en un proceso. Tanta gente contribuye en la toma de decisión que el concepto de la responsabilidad final o última resulta una ilusión. El conocimiento combinado y la responsabilidad compartida toman su lugar. La autoridad y la responsabilidad deben derivarse de la función real a ser desempeñada y no derivar del lugar que se tiene dentro de la jerarquía. Era una creencia de Follett que las diferencias deberían poder contribuir a la causa común, si éstas fueran resueltas no por dominación o transacción, sino por “integración”, de tal manera que a partir de un conflicto de ideas y actitudes surja un nuevo avance hacia el objetivo común. Consideró como algo fundamental la realización del estudio conjunto de hechos y del descubrimiento de las diferencias objetivas, en forma abierta. De esto surgirá la “Ley de la Situación” la cual gobernará las órdenes a ser dadas y las actividades de los grupos y sus individuos hacia estas órdenes. Es importante asegurar que el trabajo que se requiere que la gente haga esté basado en los requerimientos objetivos de la situación – no en el capricho personal de un gerente en particular. “La cabeza del departamento de ventas no da órdenes a la cabeza del departamento de producción o viceversa. Cada uno estudia el mercado y la decisión final es tomada según lo demanda el mercado”. Así se establecerá una “unidad integradora” donde cada quien acepta responsabilidad por su contribución particular, por lo mejor de su talento, y cada quien recibe órdenes fundamentalmente, sólo de su propia comprensión de lo que necesita hacerse. “Una persona no debería dar órdenes a otra persona, pero ambas deberían acordar tomar sus órdenes de la situación”. La idea de la organización como una “unidad integradora” puede parecer en desacuerdo con los conceptos tradicionales de poder, responsabilidad y liderazgo. Follett trata de demostrar que esos conceptos, vistos con este nuevo enfoque, fortalecen la idea de la unidad. En el proceso de desarrollar las nociones de “poder con” en vez de “poder sobre”, 2 responsabilidad compartida, y liderazgo múltiple. El líder debe estar consciente del grupo en el que trabaja y debe considerar su trabajo como algo dirigido hacia descubrir el talento y las contribuciones de los miembros individuales. El líder debe saber cómo “crear un poder de grupo en vez de expresar un poder personal”. La base del pensamiento de Follett es el concepto de una sociedad de esfuerzos y riesgos. El corazón de su contribución es la proposición de que en una sociedad democrática la primera tarea de la gerencia consiste en arreglar la situación para que la gente coopere fácilmente por su propia voluntad. Artículo publicado en la revista Management Today en español Sección “Clásicos de la Gerencia”, diciembre de 1983, pp 37 – 38. 3