1 ANEXO ARTICULO Crisis civilizatoria

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ARTÍCULO: Crisis CivilizatoriaAnexo 1
Crisis civilizatoria por Renan Vega Cantor
Por estos días, las noticias que recibimos a
diario se centran en la crisis financiera
como un fenómeno particular de un sector
de la economía, y pocas personas se
atreven a hablar de la crisis del capitalismo,
como una muestra de que el imaginario
“libre mercado” ha obnubilado a gran parte
de la especie humana, bombardeada
durante 20 años por las mentiras sobre el
fin de la historia, la eternidad del
capitalismo y la pretendida imposibilidad
de construir alternativas a este sistema
irracional.
Confluencia de múltiples crisis
Hablar de crisis capitalista es, desde luego, mucho más apropiado que de crisis
financiera, sencillamente porque apunta a enfatizar que no es solamente un sector
particular, el financiero, el que está en crisis, sino que es el conjunto de relaciones
capitalistas, lo cual supone considerar, parece de Perogrullo, la economía real, esto
es: la producción, con todo su cortejo de víctimas: desempleados, trabajadores
precarizados, mujeres y niños recibiendo peores salarios si es que mantienen sus
empleos, campesinos a los que no les compran sus productos y expulsados de sus
tierras, pequeños empresarios en la quiebra total, sectores populares todavía más
empobrecidos ante la reducción de sus posibilidades de trabajo y subsistencia,
porque es evidente que la gente no puede vivir ni del aire ni de la especulación
financiera.
Pero ni siquiera la noción de crisis capitalista hoy es suficiente para entender la
situación que hoy está viviendo la humanidad: una verdadera encrucijada histórica,
que puede catalogarse como una auténtica crisis civilizatoria, por las múltiples
dimensiones que ésta conlleva, porque al mismo tiempo estamos viviendo, por lo
menos, cuatro crisis de manera simultánea: ecológica, climática, energética y
alimentaria, todas producidas por la mundialización del capital, como se
intentaremos mostrar.
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ARTÍCULO: Crisis CivilizatoriaAnexo 1
Crisis ecológica: El aumento de los niveles de consumo a escala mundial por un
porcentaje exiguo de los habitantes del planeta (los viejos y los nuevos ricos, junto
con importantes fracciones de las llamadas clases medias) está conduciendo a la
extracción desaforada de fuentes de energía y recursos naturales indispensables
para hacer posible dicho sobreconsumo. Al fin y al cabo, para construir automóviles,
aviones, computadores, celulares, tanques de guerra, armas y todas las mercancías
que inundan nuestra vida cotidiana se precisa de materia y energía y éstas hay que
extraerlas de algún lugar de la Tierra, porque no se encuentran en ningún otro lado,
ni se puede reproducir en laboratorio de manera artificial y de la nada. Como
consecuencia de esa búsqueda frenética de esa base material se están destruyendo
los ecosistemas a una escala sin precedentes, lo que se evidencia en que después de
65 millones de años (cuando desaparecieron los dinosaurios), hoy se presenta una
acelerada extinción de especies, la más terrible de toda la historia, junto con la
deforestación, el arrasamiento de las zonas boscosas y selváticas del mundo, la
reducción de las reservas de agua dulce, la contaminación química, sequías
pavorosas, y un interminable etcétera.
Crisis climática: Estamos asistiendo a un cambio drástico en el clima del planeta,
causado por el sobreconsumo propio de la sociedad capitalista, que se manifiesta en
el aumento de las temperaturas en unos lugares del mundo y el descenso en otros, a
la par con huracanes y tifones cada vez más destructores, veranos más prolongados
e intensos, e inviernos más lluviosos. Se han convertido en pan de cada día los
desastres provocados por la alteración de los ciclos climáticos en todo el mundo,
aunque, como siempre, los perjudicados sean los más pobres y desvalidos, que ven
cómo se caen sus precarias viviendas, cómo se destruyen sus formas de subsistencia
y sus sistemas de pesca. Esa brusca alteración climática ya está teniendo efectos
desastrosos, puesto que el clima es un regulador natural de la vida en la Tierra y su
modificación altera por completo a los ecosistemas y las formas vitales que allí
existen, tal y como lo experimentan los habitantes (humanos y animales) de la zona
polar ártica, que soportan el deshielo de los casquetes en donde han vivido durante
miles de años, hecho que no solamente los amenaza a ellos con la extinción
inmediata sino que pone en peligro a muchas zonas costeras del mundo, que
soportarán el aumento del nivel del mar, lo cual conllevara la inundación de ciudades
y zonas habitadas.
Crisis energética: Hoy estamos asistiendo al comienzo del fin de la época del
petróleo, como resultado de la generalización del consumismo exacerbado y de la
universalización ideológica (que no puede ser real) del modo de muerte americano,
lo que supone que países como China se hayan integrado al mercado mundial de
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ARTÍCULO: Crisis CivilizatoriaAnexo 1
consumo de hidrocarburos y de toda clase de materias primas, siguiendo el ritmo
nefasto de los países capitalistas. Eso mismo ha sucedido en todos los lugares del
mundo, porque sus clases dominantes a escala nacional han adoptado el modelo
despilfarrador de energía, replicando para sí mismas el uso del automóvil y el gasto
de materiales derivados del petróleo en todas las actividades diarias como forma
predominante de vida, a través de la apertura económica y el mal llamado libre
comercio. En esa perspectiva, en unas dos o tres décadas, ante el aumento del
consumo a nivel mundial y el crecimiento de la población, se estarán agotando las
últimas reservas de petróleo, lo cual causará el colapso del sistema erigido sobre el
oro negro, con más guerras, invasiones y lucha por el control de los pocos recursos
existentes entre las viejas y nuevas potencias imperialistas.
Crisis alimenticia: Mientras en el mundo hay suficiente producción de alimentos
como para abastecer a unos 12 mil millones de personas (casi el doble de la
población actual), el hambre y la desnutrición se han extendido por todo el planeta,
al tiempo que productos de la dieta básica de la gente común y corriente han sido
transformados, por las multinacionales agrícolas y los empresarios capitalistas, en
materias primas para la producción de cosas que no benefician de manera directa a
cinco mil millones de habitantes del planeta, porque ellos no los pueden comprar por
sus elevados costos. (Un ejemplo claro al respecto es el del cacao, materia prima del
chocolate, cuya producción es monopolizada por multinacionales como la Nestlé, la
que luego lo revende a precios inalcanzables para las economías campesinas que lo
producen en África, donde sus niños nativos que juegan con las pepas de cacao
nunca pueden comprar ni comer una chocolatina). Otra parte de esos alimentos se
destinan de manera criminal a la producción de agrocombustibles para mover los
carros y los aviones, lo que conlleva que se dediquen millones de hectáreas a
producir géneros de exportación que antes se dedicaban a alimentar a los seres
humanos. Como consecuencia de la constitución de las economías de exportación
han aumentado la pobreza rural y el éxodo hacia las ciudades, se ha acelerado la
desaparición de los campesinos y ha desaparecido la soberanía alimentaria de los
países antes productores de alimentos esenciales en todo el Sur del mundo, que
ahora deben comprarlos a los países ricos. Como un resultado de esta crisis han
aumentado las revueltas de subsistencia de los hambreados del orbe, que se han
presentado en más de 50 países del mundo en el último año.
Algo más que una crisis capitalista
Todas estas crisis indican que no es una pura crisis económica más la que estamos
soportando sino algo más profundo, en el sentido de que hoy por hoy el capitalismo
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ARTÍCULO: Crisis CivilizatoriaAnexo 1
ha llevado a la humanidad a un callejón sin salida en el ámbito del mismo
capitalismo, es decir, a una crisis civilizatoria, lo cual significa que en estos
momentos lo que está en cuestión es el modelo intensivo en el consumo de recursos
naturales y energías fósiles construido en los dos últimos siglos, tras la revolución
industrial, y generalizado en el mundo en los últimos 20 años.
Al hablar solamente de crisis capitalista, en el sentido económico del término, se
está admitiendo que en la lógica capitalista el sistema puede recuperar sus niveles de
acumulación, incluso a escala ampliada, y que, como si nada hubiera pasado, se va a
continuar con ese nivel de sobreconsumo de sólo unos cuantos y se van a preservar
las exigencias del crecimiento. El capitalismo se podrá recuperar, pero eso no supone
que se beneficie a la humanidad, sino a unos cuantos ricos y opulentos, los mismos
responsables de la crisis financiera.
Pero si ese mismo asunto se observa desde la perspectiva de una crisis civilizatoria,
puede concluirse que el colapso financiero señala que se ha acelerado el paso que
nos conduce al abismo, si es que no se toman las medidas urgentes e indispensables
para evitar todas las crisis que nos asolan, y eso pasa necesariamente por el fin del
capitalismo y su sustitución por una sociedad diferente, con otros valores no
mercantiles ni basados en la sed infinita de ganancia y acumulación. En ese
contexto, hoy es más necesaria que nunca la revolución anticapitalista pero no para
desarrollar las fuerzas productivas (que bien vistas son destructivas), sino como lo
decía Walter Benjamin, para accionar los frenos de emergencia que impidan que el
capitalismo destruya a la humanidad.
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