1 EL BANQUERO DE LOS POBRESS Convencido de que la pobreza puede erradicarse, el economista Mamad Yunus sacudió el tablero mundial al crear un banco destinado a prestarle dinero a los pobres, y fundamentalmente a las mujeres en un país bajo el rígido dogma musulmán. Descreído de la teorías «porque no tiene nada que ver con la gente», el economista Mamad Yunus cree, en cambio, que «la pobreza puede y debe erradicarse». Y a tono con sus convicciones, pateó el tablero del mercado y decidió crear el Grameen Bank, un banco para pobres, sin garantías, convencido de que el crédito posibilita superar la miseria. Y cuando le preguntan como inició este programa, responde que analizó cada una de las reglamentaciones de los bancos tradicionales e hizo «exactamente lo contrario». Mal no le fue: Grameen lleva prestado 300 millones de dólares a dos millones trescientos mil beneficiarios de los sectores sociales más postergados, y ha instalado filiales en 60 países del mundo. Mamad Yunus a volvió a su país, Bangladesh, con un título de Doctor en Economía, y rápidamente se desilusionó de las grandes teorías que le habían enseñado en la universidad norteamericana. Era 1974, el país se había independizado hacía poco tiempo , guerras mediante; con saldos de profundas carencias socioculturales y una hambruna que azotó a buena parte de la población. Las supuestas recetas para resolver los problemas macroeconómicos contrastaban con la realidad de miles de personas que morían de hambre en las calles. Yunus visitó una aldea pequeña cercana a la capital, Dakha, acompañado de algunos estudiantes que le ayudaron a comunicarse en el dialecto de esa gente. Vio a una mujer que habitaba en una vivienda precaria y que hacía unos taburetes en caña de bambú, a mano; luego los entregaba al intermediario, que le prestaba los 22 centavos de dólares, el costo de la materia prima. Ella trabajaba todo el día, pero ganaba apenas 2 centavos de dólar por jornada y vivía sumida en la miseria, con tres hijos que alimentar. A Yunus lo sacudió el hecho de que, en teoría, los economistas ensayaran propuestas que incluían millones de dólares pero no podían atender los requerimientos de muchos artesanos que, como esa mujer, eran explotados por no tener 22 centavos de dólar para llevar adelante su trabajo. El economista se preguntó «por qué el curso de la universidad no reflejaba en nada esta realidad». Pensó que si les prestaban ese dinero a la gente, cortaban la dependencia con 2 la usura, podrían vender libremente sus productos y obtener mayores ganancias. La idea le siguió dando vueltas en la cabeza, así que le pidió a un alumno que hiciera una lista de artesanos de esa aldea que dependían de un prestamista y, con sorpresa, supo que 42 familias vivían la misma situación. Así es que decidió poner en práctica su objetivo con fondos de su propio bolsillo: los primeros 27 dólares, a devolver en el lapso de tiempo que les resultara factible y sin intereses. Por extraño que parezca, este fue el origen del Grameen, un banco peculiar destinado a prestar dinero a los pobres, particularmente a las mujeres, como medio para combatir la pobreza «esa plaga que humilla al hombre en lo más profundo de sí». Los resultados fueron sorprendentes, todos devolvieron el pequeño préstamo, y pronto Yunus se encontró tratando de resolver la falta de capitales que financiaran estos micro-créditos. Yunus interesó primero a bancos privados, pero la mirada atónita de sus gerentes que lo invitaban a iniciar trámites formales y burocráticos, confirmaron que el sector privado nunca atendería tal pedido. Mientras tanto el economista seguía acumulando nuevos ejemplos de las devoluciones de los préstamos, a través de un crédito que él mismo había tomado, y ya no sólo en una aldea sino en dos, en tres, en decenas... Pero el Estado respondía que demasiados problemas les traía el otorgamiento de créditos a los ricos porque no todos pagaban, así que no hablar de darle dinero a los pobres. Pasaron dos años antes de que el Estado bengalí permitiera la creación oficial, en 1982, del Grameen Bank, palabra que significa “rural”, o mejor “relativo a la aldea”. Definido por su fundador como «una estructura capitalista sin codicia, donde la libre empresa debe tener conciencia social», fue desde el inicio el blanco de críticas de la izquierda y la derecha y hasta piedra de escándalo para los musulmanes. Particularmente por el hecho de que la prioridad en el destino de los créditos estuviera centrada en la mujer, para una sociedad que la menosprecia y la margina de la vida cívica y comercial. Si prestar dinero a los pobres inspiraba el hazmerreír de los financistas y la ira de los conservadores, que la mayoría de los destinatarios de los créditos fueran mujeres resultó una provocación para los defensores de los supuestos preceptos religiosos que encubrían prejuicios discriminatorios. «Cuando comencé quise que la mitad de las prestatarias fueran mujeres, pero no resultó fácil encontrar quienes tomaran créditos, preferían que diéramos el dinero a sus maridos. Tenían miedo porque jamás habían tocado dinero», recuerda Yunus. Pero la tarea dio sus frutos: «A la hora de administrar, la mujer lo hizo tan precavidamente que aprovechó al máximo los beneficios del dinero, mejor que el hombre». En la 3 actualidad, el 94% de los prestatarios son mujeres «con confianza en sí mismas, que cambiaron sus vidas, la de sus familias y de la sociedad», concluye orgulloso Yunus. La cuestión de lograr los fondos para echar a andar el programa constituía todo un desafío, máxime por las características nada ortodoxas de la empresa. Así, hubo una fase experimental, la cual el Grameen fue una filial del banco Agrícola de Bangadesh, con apoyo y supervisión del Banco Central. Entre 1982 y 1995, el Grameen obtuvo 140 millones de dólares de préstamos y donaciones de organizaciones no gubernamentales extranjeras, como la Fundación Ford y el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola. Hasta que, a partir de 1995, se decidió no tomar más dinero y la emisión de bonos trajo una liquidez de 60 millones de dólares. Después de 22 años arduos y constantes de trabajo, el Grameen tiene 1134 sucursales en Bagladesh, con 13000 empleados y miembros, y funciona en un edificio propio de 21 pisos. Los 3000 millones de dólares otorgados en pequeños créditos llegaron a 2.3 millones de personas y sus familias. Los créditos permiten los micro-emprendimientos y la construcción de viviendas, pero la institución se ocupa de atender otras necesidades básicas, como la salud, la capacitación y la prestación de servicios que a su vez crean fuentes de trabajo. En 1997 nació el Grameen Phone, un programa de telefonía celular con tarifas baratas que, hoy, comunica con el mundo a 300 aldeas del país. Además, creó la Fundación Grameen para la Piscicultura, que promueve la producción de peces, y el Grameen Trust, un fondo popular de créditos para países del Tercer Mundo. Las filiales trascendieron las fronteras geográficas e ideológicas, y actualmente el Grameen está presente en 60 países de los más diversos: no sólo en África y Asia, sino también en los Estados Unidos, con sucursales en Chicago y en las reservas indígenas de Dakota: además de Albania, Noruega, Suecia, Finlandia, Bosnia, Francia y Canadá. Para Yunus, el Estado benefactor y la caridad «le quitan la dignidad y la iniciativa a la gente», por eso aspira a que en la Cumbre del Microcrédito en el año 2005 los beneficios alcancen a 100 millones de las más familias más pobres. Al margen de las críticas, polémicas, halagos y la globalización, este hombre pausado y sencillo se pregunta «¿Podremos crear un mundo sin pobreza?». Y ni siquiera espera respuesta: «Hemos conseguido un mundo libre de esclavitud, de polio, del apartheid; crear un mundo libre de pobreza será un logro todavía mayor que al mismo tiempo los reforzará». 4 INFORME DE VIDA Muhamad Yunus, de 55 años, vive en Dhaka, capital de Bangladesh, en el seno de una familia numerosa (14 hijos, de los cuales cinco murieron siendo muy pequeños); así que se acostumbró pronto a las responsabilidades, ya que debía ayudar a criar a sus hermanos. El negocio de la joyería de su padre permitió que completara los estudios secundarios en un país donde sólo los que pueden pagar acceden a la educación. Y también en Bangladesh estudió Economía, antes de doctorarse en la Universidad de Vanderbilt en los Estados Unidos. Entre 1961 y 1965 enseñó economía en la Escuela Universitaria de Chittatong, y en 1974 decidió regresar a su país y desarrollarse como profesor en ese ámbito. La experiencia de la fundación del banco Grameen dio origen a su libro «Hacia un mundo sin pobreza», publicado en castellano por la Editorial Andrés Bello. Con motivo de la presentación de su libro en la feria Internacional del Libro, Yunus estuvo en Buenos Aires, su primera visita a un país latinoamericano, donde desarrolló una apretada agenda que incluyó, además, reuniones con dirigentes políticos como Graciela Fernández Meijide, Gustavo Béliz y el economista José Luis Machinea. Entre las distinciones recibidas figuran el premio Príncipe de Asturias otorgado por España, y una nominación para el Premio Nobel de Economía en 1998.