Aclaración: El tema de las geometrías no euclidianas nos explica que los cambios de paradigmas permiten el replanteo de las suposiciones básicas de una ciencia, y creemos que el concepto nuestro del doble encierro y de la inversión de la pregunta equivale a replantear a Euclides-Freud. GEOMETRÍAS NO EUCLIDIANAS LEONARDO MOLEDO Diario Clarín Noviembre, 1990 ”Quien no acepte el postulado de las paralelas que estableció el divino Euclides, se sumergirá en la ignorancia y el error, vivirá una vida sin luz, y todos sus actos, tanto en la geometrfa como fuera de ella, serán guiados por el demonio.” Esta tajante afirmación de la Encyclopedba of Spurious Science (edición de 1822) tenía poco futuro: como siempre, la Enciclopedia se pronunciaba contra las corrientes principales de su época. La cosa era así: alrededor del año 300 antes de Cristo, en la ciudad de Alejandrfa, que por entonces era la capital intelectual del mundo helenístico, Euclides había escrito sus famosos Elementos de Geometría, que recopilaban todo el saber geométrico acumulado por la cultura griega. Los Elementos estaban estructurados de una manera rigurosamente lógica; se partía de un grupo de axiomas o postulados, que se consideraban como verdades evidentes y que no necesitan demostración, y a partir de ellos, por estricta deducción lógica, se derivan las diferentes propiedades geométricas, como, por ejempio, el teorema de Pitágoras, o el hecho de que los ángulos interiores de un triángulo sumen ciento ochenta grados. Los Elementos de Euclides tuvieron tal grado de elegancia, precisión y claridad, que con muy pequeñas modificaciones sirvieron como libro de texto hasta principios del siglo pasado. Lo cual, sin duda, es un buen récord. Pero Euclides, sin embargo, había dejado una cuenta pendiente, que devanó los sesos y ocupó el tiempo intelectual y físico de generaciones de geómetras. El quinto postulado de los Elementos, que establecía (dicho en forma moderna).”que por un punto exterior a una recta pasa una sola paralela a esa recta”, tenia un cierto aire de artificialidad, le faltaba la rotunda evidencia de los otros (por ejemplo: siempre hay un segmento que une dos puntos). En realidad. la aparente artificialidad del quinto postulado proviene de que la idea de paralelismo (rectas que no se cortan nunca) involucra el tenaz y escurridizo concepto de infinito. No es de extrañar, entonces, que durante mucho tiempo se quisiera demostrar el quinto postulado, deduciéndolo de lo otros. En vano. Todos los intentos fracasaban una y otra vez. Se probó de todo. En l733 Gerolamo Saccheri publicó su Euclides vindicatus, donde intentaba una demostración por el absurdo: supongamos que el quinto postulado es falso, decía Saccheri, sigamos razonando y veamos qué pasa: si nos precipitamos en el desastre y en el error, eso probará que el quinto postulado tiene que ser verdadero. Pocos años después de Saccheri, el matemático francés Lambert hizo un intento idéntico. Pero, tanto a uno como a otro, se les escapó una idea sutilísima: obtenían resultados extraños, sí, pero esos resultados era extraños, nada más: de ninguna manera encerraban contradicciones, que son las que descalifican un razonamiento matemático. Pero la idea no se escapó al gran matemático Gauss (l777-1S55), que escribió en sus cuadernos de notas: ”Estoy convencido de que prescindir del postulado de las paralelas no lleva ninguna contradicción, aunque se obtengan (conclusiones) que resulten paradójicas”. Es decir: mientras no haya contradicciones lógicas, nada impide seguir adelante. Gauss no fue más allá; pero otros siguieron el rumbo, y así, por obra del húngaro Janos Bolyai, el ruso Nicolaus Ivanovich Lobachevsky y el alemán R. Klein, se desarrollaron entre 1835 y 1850 geometrfas donde por un punto exterior a una recta pasan infinitas paralelas a la misma. Eran geometrías perfectamente lógicas y no contradictorias, eran, simplemente, geometrías no euclideanas. En una geometría de este tipo, por ejemplo, los ángulos interiores de un triángulo suman menos de ciento ochenta grados. Lo cual no es grave, desde luego. En 1854, Riemann, en una célebre disertación ”Sobre las hipótesis en que se funda la geometría”, introdujo la geometría correspondiente a que no pase ninguna paralela por un punto exterior a una recta. Y tampoco apareció ninguna contradicción. ¡Sólo una geometría diferente! El paso conceptual fue amplio y más audaz de lo que se creyó al principio: la geometría dejó de ser una ”ciencia natural”, que describía verdades para convertirse en una pura concepción abstracta. No hay una geometría ”más verdadera” que otra: todo depende de qué postulados se parte. De más está decir que ni Gauss, ni Lobachevsky, ni Riemann no sufrieron el tenebroso destino augurado por la Encyclopedia of Spurious Science. Pero los misteriosos autores que cada tanto la compilan no se rindieron: en la edición de 1954, Riemann es mencionado al pasar como ”un matemático que intentó el camino del error”, sin más precisiones. Lobachevsky ni siquiera figura. El hecho de que Einstein para su Teoría de la ReIatividad General utilizó geometrías no euclideanas es cuidadosamente omitido.