Estalló crisis de intereses en la cadena petroquímica http://www.larepublica.com.co/tlc/noticia4.html Germán Jiménez Morales Enviado Especial Guayaquil-Ecuador A medida que se va acercando el cierre del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, comienzan a reventar los intereses contrapuestos que algunos empresarios manejan al interior de sus propias cadenas productivas. El pasado fin de semana el turno fue para la industria petroquímica, que se encuentra cobijada por un mismo gremio, llamado Acoplásticos. En el Cuarto de al Lado de Colombia, este diario estableció que desde el mismo mes de mayo de 2004, o sea cuando comenzó a discutirse el TLC, se iniciaron las conversaciones para tratar de presentarle al Gobierno Nacional una propuesta de cadena. Los esfuerzos, sin embargo, han resultado vanos. El pasado domingo, en un aviso de prensa, la llamada Asociación Independiente Transformadora Plásticos pegó el grito en el cielo, al divulgar una carta que, con fecha 5 de junio le envió al presidente Álvaro Uribe Vélez. Los puntos concretos de su demanda son los siguientes. Primero, que desde el día uno de entrada en vigencia del TLC se permita la libre importación de su materia prima, que son las resinas plásticas. Esa es la traducción en cristiano de lo que significa poner un artículo en canasta A, o sea de desgravación inmediata. Segundo, que una desgravación a más largo plazo perjudicaría a más de 250 empresas transformadoras de resinas, que están ubicadas en Bogotá, Medellín, Envigado, La Estrella, Itagüí, Sabaneta, Cali, Yumbo, Cartago, Barranquilla, Bucaramanga, Pereira, Dos Quebradas, Manizales, Cúcuta, Neiva y Villavicencio. Tercero, que estos transformadores generan 130 veces más empleos que los petroquímicos, o sea quienes les suministran la materia prima. Según sus cuentas, de los 200.000 empleos que según Acoplásticos tiene este subsector, los primeros aportan 198.500 y los segundos los restantes 1.500. Cuarto, que no es cierto, en su sentir, el argumento de que los petroquímicos necesitan una protección de 10 años, porque ese es el tiempo que les tomaría ampliar, con inversión de 1.000 millones de dólares, la Refinería de Cartagena y construir las plantas de olefinas y de monómeros. Quinto, que si la desgravación se hace a 10 años, la industria transformadora nacional podría sufrir un gran daño, porque entrarían a precios más favorables manufacturas plásticas de Chile, Brasil, México, Ecuador, Perú, China y el Sudeste Asiático. Y sexto, que así las cosas se le pide al Presidente Uribe que "teniendo en cuenta el interés colectivo y general debe primar sobre el interés particular, promueva la protección de esta industria". Este trompo en la uña que tiene el Gobierno Nacional, muestra en un lado los intereses del Grupo Sanfor, el mayor productor de resinas plásticas, con empresas como Petroquímica Colombiana y Propilco. Y, del otro, a una industria transformadora en la que pesan desde Gerfor, Carvajal, Familia Sancela, Estra, Imusa, hasta los productores de alfombras y zapatos. En algunos círculos se ha dicho que la fórmula intermedia podría ser una desgravación arancelaria a 5 años. Sin embargo, Hernando José Gómez dice que ni esa ni otra fórmula ha sido aprobada por el Gobierno. Lo único que avanza sobre el particular es que el equipo negociador busca un punto de equilibrio en esta cadena petroquímica y tampoco cree que el asunto se vaya a definir en la ronda de Guayaquil. Lo más probable es que esta puja de intereses siga viva hasta la última ronda. Por lo pronto, Ecuador y Perú ya colocaron en canasta A, las resinas plásticas. Otro casos Textiles y papeles Otra de las cadenas en la que aún los productores no llegan a un acuerdo es la textil-confección. El conflicto es, básicamente, el mismo: quienes manejan la materia prima quisieran que sólo les llegara la competencia foránea en un plazo amplio, mientras que quienes transforman esas materias primas quisieran poder conseguirlas más baratas en los mercados internacionales. En el Cuarto de al Lado se cuenta con algo de humor el caso de la industria papelera, en donde productores y consumidores ya se pusieron de acuerdo, algo que, en parte fue relativamente fácil, porque algunas empresas tienen integrados los procesos de producción. Esto es, manejan desde la materia prima hasta el producto terminado. Lo curioso de este acuerdo de cadena es que se le pide al Gobierno una protección de seis años, que se descompone de la siguiente forma: dos años muertos para iniciar la desgravación arancelaria y cuatro de desmonte de aranceles, que hoy varían entre 5, 10, 15 por ciento, y hasta cero por ciento ocasional por la Ley del Libro. Aún está por verse si el Gobierno le da vía libre a esta posición que involucra los intereses de firmas como Cartón de Colombia, Propal, Carvajal y la industria editorial, representada por Andigraf.