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El fútbol y la economía1
Aldo Ferrer2
Los economistas suelen denominar efecto a las consecuencias de un acontecimiento,
por ejemplo, el impacto inflacionario de un aumento brusco del tipo de cambio. Utilizan
la misma palabra para atribuir la autoría de la identificación
de un fenómeno
económico. Por ejemplo, el efecto Olivera-Tanzi, para denominar la influencia,
descripta por ambos economistas, de ajustes en los precios y el ingreso nominal sobre
la recaudación de impuestos.
Últimamente, algunas experiencias, efectos del mundo del fútbol se han aplicado al
análisis de los problemas económicos. La comparación es sugestiva porque episodios
de otras esferas de la vida real, como tienen lugar en ese juego, tienen semejanzas
con sucesos de la economía. En tal sentido, algunos economistas del Primer Mundo
hacen referencia a la trayectoria seguida por Maradona en el segundo gol de la
selección argentina a la inglesa, en el Mundial de 1986, la cual, sería también aplicable
para sortear los obstáculos planteados por la gran crisis financiera de la actualidad.
Además del citado efecto Maradona,, cabe recordar otro no menos memorable. Es el
caso de la actitud de Obdulio Varela, capitán de la selección uruguaya triunfadora
ante la de Brasil en la final, en Rio de Janeiro, de la Copa Mundial de 1950. Los
dueños de casa eran campeones solo empatando y se pusieron en ventaja en el
primer tiempo. Cuenta la historia que, producido el gol, el Gran Capitán celeste del
Maracaná, reunió a sus compañeros y les dijo algo parecido a lo siguiente: “no nos
pueden ganar ni nos van a ganar”. No se trataba de un desplante, porque Varela
sabía con que medios contaba. Lo cierto es que su actitud dio vuelta el partido. Los
locales, seguramente descontando el triunfo, perdieron el ritmo del mejor fútbol del
Brasil y finalmente Uruguay ganó 2 a 1, en el resultado más inesperado en la historia
de la Copa.
Este efecto Obdulio Varela es de gran importancia para la economía. En situaciones
críticas, se trata de no perder la calma ni la autoconfianza, contar con los medios
disponibles y emplearlos con la mayor eficacia posible.
En el mismo sentido, es
interesante recordar también un estudio reciente de psicólogos anglosajones sobre las
respuestas humanas en situaciones de tensión extrema, stress, en el cual tomaron
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Artículo publicado en BAE, el 26 de enero de 2009
Profesor Emérito de Estructura Económica Argentina. UBA.
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como prueba otra experiencia del mundo del fútbol. Analizaron un elevado número de
casos de respuestas de arqueros en el momento de la ejecución de un tiro penal.
Llegaron a la conclusión que la mayor parte reaccionó preventiva y apresuradamente y
que hubieran detenido más disparos si hubieran conservado la calma.
En la reciente experiencia del país observamos varios ejemplos de la aplicación del
efecto Obdulio Varela. Es el caso de la deuda externa. En plena crisis, a principios del
2002, prevalecía la idea que el país estaba de rodillas, encaminado al caos final y la
dolarización y sujeto a la benevolencia de la ayuda internacional. Algunos dijeron,
incluso, que había llegado el momento de que el país fuera administrado off shore,
desde afuera, porque los argentinos éramos supuestamente incapaces de
autogobernarnos.
Los acontecimientos siguieron otro curso. Sin el FMI, el país fue recuperando, por su
propia iniciativa, el comando del presupuesto, la moneda y el tipo de cambio. Los
bancos se normalizaron y se eliminaron las monedas paralelas, al tiempo que el peso
reasumía las funciones básicas de una moneda nacional. Los precios relativos
cambiaron y se abrieron espacios de rentabilidad que permitieron la recuperación de la
industria, mientras el campo mantenía una fuerte tasa de crecimiento bajo el atractivo
de los nuevos mercados y el impulso de la revolución tecnológica. Sin pedirle nada a
nadie, pagando deuda en términos netos, se produjo una notable recuperación de la
producción y el empleo.
Sobre estas bases, respondiendo a una visión crítica y propia de los problemas,
Argentina fue saliendo de la crisis y formuló una propuesta unilateral a los tenedores
de bonos en default, que culminó con el exitoso canje de deuda en el 2005. Es decir,
se fueron creando las bases para establecer la viabilidad financiera de la economía
argentina fundada en los recursos propios.
El efecto Obdulio Varela es siempre indispensable. Por ejemplo, sobre el tema de la
inflación. Debemos estar prevenidos de argumentos que magnifican el problema y
sugieren que la solución es el atraso del tipo de cambio, para reducir el costo de vida.
En tal caso, se achicarían los espacios de rentabilidad y, consecuentemente, la
producción y el empleo. Es decir, volverían a acrecentarse las tensiones que
desembocan en la alta inflación y, en el límite, en la hiper.
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Hay que estar atentos a los problemas pero, de ninguna manera, entrar en pánico.
Argentina tiene una memoria dolorosa en esta materia. En el siglo XX tuvo el record
mundial de inflación, con varios saltos hiperinflacionarios, como el de 1989, con una
inflación anualizada del 5000%. Tuvo también y la coincidencia no es casual, el record
mundial de inestabilidad política con seis golpes de estado entre 1930 y 1976, hasta el
retorno a la democracia en 1983. Fue en democracia que el país resistió la crisis del
2001/02, renovó las autoridades en paz y dentro de la ley y ahora nos habilita a
practicar el efecto Obdulio Varela.
Las circunstancias actuales son propicias. Las instituciones funcionan, los equilibrios
macroeconómicos,
son sólidos. Los tres ejes fundamentales del presupuesto, la
moneda y el tipo de cambio, están bajo control. Es claro que estos equilibrios deben
ser consolidados y que sigue abierta la agenda de los problemas fundamentales:
desempleo, pobreza, desigualdad, inserción viable en el orden mundial.
Para que el efecto tenga lugar es preciso contar con los medios necesarios. Como
sucede, en la actualidad, respecto de la posición de la economía argentina en el
escenario mundial. Hasta ahora, la economía argentina ha resistido razonablemente
bien el impacto del tsunami financiero internacional. Por dos motivos principales.
Primero, porque el país se financia con ahorro interno sin depender del crédito
internacional. Segundo, porque el sistema bancario local está solvente, líquido, con
baja morasidad y sin descalce de monedas entre sus operaciones activas y pasivas.
Se trata de una situación radicalmente distinta de la existente en la década de 1990
bajo la convertibilidad y es el resultado de operar ahora en un sistema monetario
fundado en el peso (no en una moneda extranjera) y con superávit en las finanzas
públicas y en los pagos internacionales. La satisfactoria resolución del canje de deuda
del 2005 y el sostenimiento, hasta tiempos recientes, de un tipo de cambio de
equilibrio desarrollista, fueron decisiones de la política económica que contribuyeron al
extraordinario cambio de escenario entre los años noventa y la actualidad. De este
modo, la turbulencia externa ha tenido, hasta ahora, un efecto acotado sobre las
condiciones de funcionamiento de la banca y la economía real del país. De hecho, los
problemas principales que enfrenta la economía argentina en los últimos tiempos son
de origen interno no externo. Tales, por ejemplo, el conflicto del campo, la inflación y la
apreciación del tipo de cambio.
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La crisis financiera internacional coincide con el fin del ciclo de recuperación de la
economía argentina, iniciado con el cambio de rumbo de la política económica desde
la salida de la crisis del 2001/02. Aún antes de los recientes acontecimientos
internacionales, era preciso enfrentar los problemas abiertos a partir del satisfactorio
cumplimiento de la fase de recuperación.
En la nueva etapa es también indispensable poner en práctica la enseñanza de
Obdulio Varela. Como los lectores de estas notas advertirán, el efecto constituye, con
la densidad nacional y vivir con lo nuestro, el anverso y reverso de la misma moneda.
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