¿SERÍA LA PRIVATIZACIÓN LA SOLUCIÓN? Parece que la idea de privatizar Izar empieza a barajarse, pero ¿podría ser la solución de futuro para Izar? En general, las privatizaciones se justifican por una supuesta eficiencia de lo privado frente a la ineficacia de lo público. Pero la realidad demuestra que esto no es así. Para empezar, antes del inicio del proceso de privatizaciones, a empresa pública española generaba unos beneficios económicos anuales que superaban los 100.000 millones de las antiguas pesetas. Las privatizaciones traspasaron a manos privadas gran parte de esta riqueza, empezando por las empresas más rentables, como Endesa. Hubo casos, como los ferrocarriles británicos, en los que los resultados de la privatización fueron tan desastrosos que se renacionalizaron. En la mayoría de las empresas industriales, la privatización fue precedida por ajustes de plantillas para dejar la empresa al gusto del comprador (por supuesto, a cargo del erario público). Pero en ocasiones el ajuste viene a posteriori. Por ejemplo, Santa Bárbara fue vendida en 2001 a General Dynamics con una garantía de mantenimiento de empleo y centros hasta 2006. En El País del pasado viernes (día 18) se publico una entrevista con Patrick J. Sullivan, máximo responsable de la empresa, en la que el titular ya lo dice todo: “Hay que revisar la estructura actual de Santa Bárbara”. No es difícil suponer lo que se van encontrar a la vuelta de unos meses los trabajadores de Santa Bárbara, a pesar de que el Sr. Sullivan acaba la entrevista diciendo que “no quiero tener que eliminar a nadie”. La gran mentira del discurso ideológico de la derecha es decir que el Estado no debe intervenir en economía. Todo lo contrario; la burguesía quiere que el Estado intervenga en economía, pero exclusivamente para beneficiarla a ella. No es verdad que no haya dinero. Hay, y mucho: dinero para exenciones fiscales, dinero para bonificar las cuotas empresariales de la Seguridad Social, dinero para subvenciones a la contratación o dinero para subvenciones directas a empresas privadas, como el famoso canon de las eléctricas. Y aun habría mas dinero si no se estuvieran rebajando los impuestos a las grandes fortunas. Tampoco se puede admitir el discurso de que el Estado no puede gastar dinero en empresas “no rentables”. El ejército no da beneficios, pero nadie se plantea suprimirlo. Los trabajadores no podemos aceptar que la rentabilidad económica sea el único criterio. Para nosotros, el criterio fundamental debe ser la rentabilidad social. Las plantillas y los centros de Izar deben mantenerse porque representan el bienestar de miles de familias y de comarcas enteras. Desde nuestra perspectiva de clase, este motivo es mas que suficiente. Tampoco es aceptable el argumento de que la Unión Europea prohibe las subvenciones a la construcción naval. Para empezar, las supuestas reglas comunitarias se incumplen cuando conviene. Francia y Alemania violaron el límite del 3% de déficit y no paso nada; mientras aquí cierran las minas, Alemania subvenciona su carbón. Como una y otra vez demuestran las negociaciones sobre agricultura, todo está sujeto a negociaciones políticas. Las privatizaciones no son solución. El Sector Crítico de CC.OO. no acepta los argumentos que presentan las privatizaciones como algo inevitable y rechaza todas las privatizaciones —sean directas (venda de la empresa) o indirectas (aumento de la subcontratación), sean totales (100% da empresa) o parciales—. En algunas comarcas, como la nuestra, Izar es la única industria existente. La experiencia demuestra que las promesas de reindustrialización son humo. A ZUR, a ZID, etc., fueron un fracaso total. Algunas fábricas, como la de vidrio italiana, ni siquiera llegaron a existir. Por supuesto que sería bueno acabar con el monocultivo industrial, pero que reindustrialicen primero antes de reconvertir. En caso contrario, tenemos que defender la industria que hay, tenemos que ejercer la suficiente presión para convertir el problema del sector naval en un problema político que obligue al Gobierno a darle una solución favorable a nuestros intereses de trabajadores. La reconversión de la empresa vuelve a suscitar una cuestión que ya estuvo latente en el convenio: ¿quién representa a los trabajadores de Izar? Teóricamente, dado que somos una única empresa y cada factoría tiene su comité, nuestros representantes son los compañeros elegidos en las elecciones sindicales. Sin embargo, como vimos en el convenio, esos representantes elegidos por todos fueron substituidos por otros que no eligió nadie. ¿Quién garantiza que en esta reconversión que vamos afrontar un personaje como José Luis Gacio, que en 1985 firmo en nombre de UGT los despidos de sus compañeros de Astano, no vuelva a hacer lo mismo? ¿Cuándo decidimos los trabajadores darle a ese individuo poder para firmar en nuestro nombre el convenio o cualquier otra cosa? Es verdad que en las elecciones sindicales se votan sindicatos, pero también es verdad que se votan personas. Cuando menos, es una desvirtuación de la voluntad de los trabajadores que los representantes elegidos por todos sean substituidos por otras personas que no eligió nadie. Las federaciones sindicales tienen un papel que jugar en los conflictos laborales de una empresa, pero como asesoras de los representantes de los trabajadores, que son los miembros de los comités de empresa, los únicos refrendados por el conjunto de los trabajadores. Izar-Ferrol, a 22 de junio de 2004