Evolución política (1833−1843) •

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• Evolución política (1833−1843)
Con la muerte de Fernando VII se iniciaba la guerra civil por su sucesión, comenzaba la construcción de la
nueva España liberal. La primera propuesta de los consejeros de María Cristina de Borbon fue realizar unas
reformas que parecían necesarias, a fin de alcanzar un justo medio que pudiera atraer a los carlistas y a los
liberales. Moderados y progresistas no había muchas diferencias, para dar estabilidad al estado, ambos
admitían ciertas bases, que pueden resumirse en la aceptación de una ley escrita, la constitución, y de unos
órganos representativos de la nación basados en el sufragio censatario, y la necesidad de un régimen con
opinión publica y con libertades individuales. El modelo moderado era pragmático, trataba de conjugar
tradición y modernidad, su preocupación era construir un estado unitario y seguro servido por una
administración centralizadora controlada por clases propietarias e ilustradas, sin intervención de las clases
populares ni reconocimiento del principio de soberanía nacional. El modelo progresista planteaba un
programa reformista no revolucionario, con principios políticos como la soberanía en el pueblo, las cortes
representan esa soberanía y ejercen el poder legislativo, la constitución es la norma superior del estado, el rey
debe jurarla y cumplir sus preceptos. También defendían el sufragio censatario, pero menos restringido por
que se reducía la cantidad anual exigida para ser elector. Eran partidarios del librecambio y de eliminar el
servicio militar, creando un ejercito profesional. Las clases medias, propietarios medios de tierra,
comerciantes, artesanos e universitarios, fueron su principal clientela política.
El estatuto real, la corona se convertido en el factor decisivo del progreso político. El nuevo ministro Martínez
de la Rosa, una vez que se dio cuenta de que era imposible el acuerdo con los carlistas, intento lograr el
equilibrio entre las tendencias moderada y liberal que se habían ofrecido a ayudar a María Cristina para
comenzar a andar por la nueva senda liberal. El primer resultado fue la elaboración del estatuto real, era una
carta otorgada que se limitaba a conseguir a su lado otros poderes del estado y por otra parte era una
constitución incompleta que no regulaba los poderes del rey ni del gobierno, ni recogía declaración alguna
sobre los derechos de las personas. La constitución de 1837; a través de rebeliones extendidas por gran parte
del estado cuya culminación será el pronunciamiento de los sargentos en la Granja que obligo a la regente a
restablecerse la constitución de 1812 y entregar el gobierno a los progresistas. Las cortes surgida al amparo
constitucional decidieron elaborar una nueva constitución ante los problemas de adaptación de la Pepa de
1812. La promulgación de la nueva constitución concilio con un momento especialmente comprometido para
los isabelinos porque el ejercito carlista avanzaba con firmeza hacia Madrid, donde se hizo un consenso entre
los dos grupos liberales, intentando que con esta constitución pudieran gobernar ambos. La regencia de
Espartero, el prestigio del general progresista era grande, después de su triunfo en la Luchana se convirtió en
un ídolo de los liberales. Pero su prestigio creció aun mas cuando en 1840 defendió los alzamientos de las
provincias frente al proyecto de ley de ayuntamientos que un gobierno moderado había presentado, se reducía
el poder independiente de los ayuntamientos al establecer que los alcaldes no serian elegidos, sino nombrados
por los gobiernos. Pese a esto la reina gobernadora firmo la ley, pero con la firma llegaron los desordenes y
María Cristina decidió viajar a Francia, renunciando a gobernar. Se formo entonces un breve ministerio
presidido por Espartero que duro hasta 1841, año en que las cortes lo eligieron regente. Su mandato estuvo
salpicado de revueltas encabezadas por generales moderados partidarios de María Cristina, poniendo en mano
de gobernar al general Narvez en 1843.
• El Bienio progresista 1854−1856, unión liberal y reforma del modernismo 1854−1863.
1854 pronunciamiento militar de O'Donnell, Isabel II nombra a Espartero para gobernar, la desamortización
de Madóz en 1855, surge el movimiento obrero. En 1856 hay un golpe de estado por O'Donnell contra
Espartero, se crea la nueva unión liberal presidido por O'Donnell, años mas tarde conciliación de las dos
tendencias, se repuso la constitución de 1845, se retorna al gobierno a Narvaéz, en 1850−1853 gobierna
O'Donnel con el partido liberal, guerra de Marruecos, en 1864 Narvaez vuelve al gobierno con política
conservadora y de represión a las libertades públicas. Crisis económica en 1866 con Narvaez. Pacto de
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Ostende una alianza con el partido demócrata y en 1868 hay una revolución y sexenio democrático.
• Fueros y guerras carlistas en el País Vasco.
El fuero es una costumbre que cuando resulta beneficioso para la comunidad tiene valor de ley y se recoge de
forma escrita. El fuero responde a las particularidades que la sociedad presenta en ese momento histórico, xk
es un sistema dinámico en el que la tradición, suministra una determinada legislación, pero que no esta atada a
perpetuidad en los órganos forales, pudiéndose reformar según la sociedad vaya exigiendo reformas. Las
peculiaridades de estas constituciones se resumían en exención fiscal, exención del servicio militar, derecho
civil propio, derecho penal e hidalguía universal. El sistema económico y político era incompatible con los
intereses y aspiraciones de la burguesía comercial. Los fueros consagraban un sistema político dominado por
los notables rurales, que eran los comerciantes urbanos quienes decidía. La alineación de la burguesía con el
liberalismo era por causa de la inadecuacion del sistema foral al creciente desarrollo comercial emprendido.
La revolución liberal amenazaba con la aniquilación de los fueros en mano de la uniformidad judirica y la
centralización, dejando a la sociedad vasca en brazos de los carlistas. El carlismo encontró la defensa de los
fueros un poderoso instrumento en su lucha contra la revolución. Mientras los liberales percibieron que el
foralismo iba cobrando fuerza en el discurso político enemigo, e intentaron separar el concepto foralista del
dinástico carlista. Muñagorri intento alzar la paz y fueros en plena guerra. A pesar de sus intentos, la
operación fuerista resulto un fracaso y el carlismo siguió siendo el movimiento foralista. En la ultima derrota
militar carlista, se procedía a la abolición de los fueros, se intento llegar a un punto intermedio. Fue una ley
transaccional. Y en P.vasco al tiempo se estableció el servicio militar obligatorio y la contribución a los gastos
de la hacienda nacional. La abolición significo un nuevo marco jurídico, económico y
administrativo(concierto económico) regulado el 28 de febrero 1878. La llegada del liberalismo al P.vasco
producirá la primera crisis nacional. El régimen foral preservaba una sociedad rural con un fuerte
protagonismo de la nobleza del campo y frenaba el desarrollo económico de la burguesía comercial vasca que
demandaba un nuevo marco judirico y político.La primera guerra carlista(1833−1840) tendría su principal
teatro de operaciones en las tierras vascas, aunque se extendería por Cataluña, Aragón y Maestrazgo. Las
causas que hicieron que el carlismo fuese tan popular en el P.vasco se debían al hábil juego de la defensa de la
religión en el orden social, el foralismo como expresión de la tradición, la estructura señorial de propiedad de
la tierra en el orden económico y el legitimisimo absolutista en el pleno político. Pese a que los primero
alzamientos acabaron en fracaso, zumalakarregui, coronel del ejercito y líder del carlismo, tomo el mando de
las partidas guerrillas con un ejercito disciplinado. La guerra fue lucha de sorpresas y guerrillas, donde se
revelo como un genio de la estrategia. El conocimiento del terreno jugo a su favor de los carlistas, que
huyendo del combate frontal con los liberales causaron al enemigo perdidas. El descalabrado liberal en la
batalla de las Amezcoas causo en el P.vasco y Navarra, excepto en capitales y la Rioja alavesa. La obsesión de
la corte de Castilla por conquistar Bilbao, traerá la muerte de zumalakarregui, consiguiendo poco después la
ruptura del cerco de Bilbao por el liberal Espartero. La guerra proseguí y aunke los carlistas intentaron, crear
una situación favorable, la moral había decaído mucho en los carlistas. Las negociaciones efectuadas por
Eugenio de Aviraneta, entre maroto y espartero consiguieron el resultado que se quería, la paz. Maroto inicia
conservaciones de paz con espartero, con oposición del rey carlista, navarros y alaveses. Convenio de
Bergara, que acabo con la guerra. El carlismo sobrevivió como fuerza política vinculada a los modos de vida
del régimen foral.
La tercera guerra carlista 1872−1876 El panorama político del momento reflejaba una importante
inestabilidad debido a la fragmentación política: aparte de los partidos gubernamentales divididos
internamente entre radicales y moderados, existía una fuerte oposición al régimen integrada por carlistas,
republicanos y alfonsinos. Fuera del sistema, los carlistas, cuya fuerza había crecido en paralelo a los
enfrentamientos entre la iglesia y el Estado, estaban divididos en dos tendencias: los neocatólicos, partidarios
de la vía parlamentaria abanderados por Cándido Nocedal, y otro grupo mas proclive a la insurrección
armada. Finalmente, fue esta ultima tendencia que se impuso y desencadeno la 2ª Guerra Carlista en 1872.
Este incidente se sumaba a una larga lista de problemas (sublevación Cuba, división política, movimiento
obrero) que precipito la abdicación de Amadeo I de Saboya y el inmediato proclamamiento de la I República,
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igualmente dividida.Esta segunda guerra esta marcada por derrotas decisivas carlistas en Navarra, lo que dio
lugar al Convenio de Amorebieta en 1872 por el que se concedía el indulto a los insurrectos carlistas que
depusiesen las armas. Los núcleos de población, sobre todo las capitales, permanecieron bajo control liberal
apoyados por la burguesía y los artesanos, mientras que el carlismo se reducía al campo.
En una época en la que la burguesía y el proletariado se alzan como nuevas fuerzas sociales, el carlismo se ve
enflaquecido, y fue Alfonso XII, rescatado al trono tras el fracaso de la Republica, quien dirigió una campaña
en 1876 con el reorganizado ejercito liberal que provoco la marcha de Carlos VII.
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