Immunoter pia oncol gica

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EL PAÍS, martes 3 de junio de 2014
sociedad
Salud
Congreso Mundial del Cáncer
nes tomaron ipilimumab (fabricado por Bristol-Myers Squibb)
tuvieron una tasa de supervivencia libre de progresión de un
46,5% frente al 34,8% de quienes
tomaron placebo.
La inmunoterapia para combatir el cáncer puede seguir dos
vías: potenciar el sistema inmunitario para que tenga más fuerza en su combate contra las células cancerosas, o tratar de neutralizar la respuesta de la célula
tumoral. Estas responden de
dos maneras a la ofensiva de los
linfocitos (los glóbulos blancos
que se encargan de identificar-
Los tratamientos
potencian las
defensas del cuerpo
frente a los tumores
Laboratorio para el estudio del melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). / álvaro garcía
La inmunoterapia oncológica
amplía su campo de actuación
Melanomas, tumores de vejiga y cérvix se benefician ya de esta novedad
MARÍA R. SAHUQUILLO
Chicago
La quimioterapia ha dejado de
ser el punto de referencia en la
lucha contra el cáncer. El uso de
antineoplásicos para combatir
las células cancerígenas sigue
siendo la columna vertebral de
la estrategia, pero van ganando
terreno otros enfoques: la inmunoterapia, la medicina personalizada y también la combinación
de estos medicamentos con los
agentes clásicos. Tres vías en las
que están trabajando los principales investigadores mundiales.
La primera de ellas, la inmunoterapia, se considera ya como la
gran promesa en el abordaje de
esta enfermedad. Y esta nueva
generación de fármacos, que fomentan la autodefensa del organismo, está ampliando su espectro y se está consolidando como
una herramienta eficaz para
combatir varios tipos de cáncer.
La inmunoterapia fue considerada el año pasado el mayor
avance en medicina por la revista Science. Hasta ahora apenas
tiene aplicaciones prácticas generalizadas: solo está aprobada
en el tratamiento del melanoma
metastásico —que, por su gravedad, fue el primero en que se
solicitó la autorización— o algunos tumores de pulmón y riñón.
Pero los últimos estudios presentados estos días en el Congreso
de la Sociedad Americana de Oncología Médica (ASCO, por sus
siglas en inglés) que se celebra
en Chicago muestran que puede
ser eficaz también en otro tipo
de tumores, como el de vejiga o
el de cuello de útero. También,
por primera vez, se ha demostrado que este abordaje puede tener una actividad muy promete-
dora en fases no tan avanzadas
de la enfermedad, algo que, además, explica Javier Cortés, jefe
de la Unidad de Cáncer de Mama y de la Unidad de Melanoma
del hospital Vall d’Hebrón de
Barcelona, incrementa su potencial en aumentar el número de
pacientes que se podrán curar
de estas enfermedades.
Este es el sistema tradicional
por el que llegan las novedades
a la oncología: primero se prueban en casos sin solución o con
muy mal pronóstico, como los
tumores metastásicos, y luego
se van ensayando las novedades
en fases más tempranas de la
enfermedad. Primero, como
una ayuda para las medicaciones ya existentes. Más adelante,
con la idea de superar (y mejorar) sus efectos desde las fases
iniciales.
En este sentido, un trabajo
realizado por investigadores del
Instituto Oncológico Gustave
Roussy de Villejuif (Francia),
muestra que el uso de ipilimumab (uno de estos nuevos fárma-
cos inmunológicos), indicado para el tratamiento del melanoma
metastásico, reduce el riesgo de
recurrencia en un 25% en pacientes con melanoma en fase
III ya operados —y, por tanto, para los que apenas quedan alternativas—. Esto podría traducirse en un aumento de pacientes
curados.
El estudio francés, realizado
en 951 pacientes operados y con
riesgo de recaída —el cáncer se
había extendido ya a los nódulos
linfáticos—, muestra que quie-
Menos efectos adversos
La inmunoterapia es, sin duda,
uno de los temas estrella de ASCO —al que EL PAÍS ha acudido invitado por Boehringer Ingelheim—, la cita mundial clave sobre cáncer, a la que assiten más de 30.000 médicos, investigadores y representantes
del sector farmacéutico de todo el mundo, que este año cumple medio siglo. “Se trata de
uno de los avances más importantes de los últimos años en el
abordaje del cáncer”, reconoce
Javier Cortés, jefe de la Unidad
de Cáncer de Mama y de la Unidad de Melanoma del hospital
Vall d’Hebrón de Barcelona.
Atacar a las células cancerosas
a través del sistema inmunitario no es una idea nueva
—William Coley empezó con
ello en 1890—. De hecho, es
una estrategia que se lleva desarrollando tres décadas —con
opciones como anticuerpos o
vacunas— aunque con escasos
beneficios. Ahora, los fármacos
que siguen esta idea están cosechando cada vez mejores resultados.
Esta estrategia que aprovecha el potencial del propio organismo para combatir el cáncer ha llegado también al abordaje del cáncer de cérvix. Otro
de los trabajos presentados en
ASCO —seleccionado además
por la organización como uno
de los destacados— se basa en
el uso de la inmunoterapia personalizada contra el virus del
papiloma humano que causa
un gran número de estos tumores. Esta nueva vía, que lo que
hace es dirigir las células T contra el VPH, es aún muy inicial.
A pesar de que el estudio, financiado por el Instituto Nacional
de Salud de EE UU (NIH), es
muy pequeño (solo nueve pacientes) sus resultados son, para Steven O’Day, profesor de la
Universidad del Sur de California y experto de ASCO, “prometedores”. El tumor remitió com-
pletamente en dos de las nueve
mujeres con cáncer de cérvix
que recibieron esta terapia celular, a pesar de que tenían metástasis extendida y que ya habían sido tratadas por otras
vías; en una tercera remitió de
manera parcial. El tratamiento, sin embargo, tiene importantes efectos adversos, aunque no insalvables.
Por lo general, sin embargo,
estos efectos no son tan importantes como los que presentan
las terapias clásicas. “La inmunoterapia puede provocar reacciones cutáneas, gastrointestinales, alteraciones hormonales. No hay daños o lesiones importantes en los glóbulos blancos o anemia importante o daños críticos en las mucosas,
son efectos abordables y que
pueden tener un buen tratamiento”, indica Jesús GarcíaFoncillas, jefe del servicio de
Oncología del hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Se empieza
actuando contra
las variantes
de peor pronóstico
las y combatirlas): por un lado,
poniéndose un disfraz que las
asimile a células sanas para así
pasar desapercibidas y que los
linfocitos (células encargas de
defendernos frente a infecciones o células tumorales) no las
ataquen, o anteponiendo un escudo que neutraliza ese ataque.
Los fármacos destinados a retirar ese disfraz, es decir a que la
célula cancerosa revele su verdadera cara, están todavía en primeras fases de experimentación
(aún no hay ninguno aprobado
para el uso en la práctica clínica). El grueso de los avances en
la inmunooncología se ha registrado con los medicamentos que
se dirigen a bloquear que la célula tumoral pueda escudarse para repeler el ataque de los linfocitos (lo que hace el ipilimumab).
Este es también el espíritu de
la nueva inmunoterapia experimental contra un tipo de cáncer
de vejiga mestastásico –el noveno más común a nivel mundial y
el quinto en España— en la que
trabaja la compañía farmacéutica Roche. Los resultados de un
estudio en fase I –la que estudia
la seguridad— presentado en ASCO muestran que el fármaco redujo de manera importante el
tamaño del tumor (tasa de respuesta global) en el 43% de los
pacientes con un tipo de cáncer
de vejiga metastásico en los que
ya se había probado otro tipo de
tratamientos. La molécula, explica Cristina Cruz, oncóloga del
Hospital Vall d’Hebron, que ha
sido definida por la FDA (la agencia del medicamento de EEUU)
como
terapia
innovadora
(breakthrough therapy) para agilizar su desarrollo y acelerar su
llegada a los pacientes, actúa inhibiendo la proteína PD-L1 presente en las células tumorales,
que impide al sistema inmunitario defenderse contra el cáncer.
“La inmunoterapia no solo
mejora el pronóstico de las personas con cáncer; creemos que
pueda ser la estrategia que va a
curar a muchos pacientes en
un futuro cercano”, concluye
Cortés.
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