Trabajo temporal en el campo: Las formas de explotación tras la

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Trabajo temporal en el campo: Las formas de explotación tras la
producción de frutas
Por Cristóbal Cornejo G.
El Ciudadano Nº98, segunda quincena marzo 2011
http://www.elciudadano.cl/2011/05/17/trabajo-temporal-en-el-campo-lasformas-de-explotacion-tras-la-produccion-de-frutas/
Duras jornadas de trabajo y discriminación por género continúan en los trabajos
temporales que miles de hombres y mujeres realizan a diario en el campo.
Precariedad e inseguridad son palabras que resuenan en boca de trabajadoras
y expertos, costo social de los frutos que van a las mesas extranjeras.
“¡Queda uva! ¡Hay que llenar el camión! ¡Si no, ninguna sale de aquí!”.
“¿Cuáles beneficios? ¿Almorzar en una mesa?”.”En el campo nadie sabe lo
que es el post natal”. Estas y otras frases resonaron en la conmemoración que
la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri) realizó el
pasado 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer.
Los 320 mil predios agrícolas del país reúnen a cerca de 700 mil
trabajadores/as. Sólo en las frutas, llegan a 400 mil -de acuerdo a los
empresarios del sector- repartidos desde Arica a Los Ríos, y concentrados
entre la Región Metropolitana y la del Maule.
Lejos de celebraciones, la realidad de miles de mujeres y hombres en el campo
chileno no tiene el dulce sabor de la fruta que se exporta. Los niveles de
contratación no alcanzan al 50%. En las mujeres, sólo el 10% accede a un
empleo permanente. La agricultura está en la tercera área con más accidentes
fatales, por sobre la minería, con 44 muertos entre 2009 y 2010.
“Es horrorosa la contradicción entre el éxito de algunos empresarios, de Chile
en el exterior, y los costos que esto significa para los trabajadores”, afirma
Alicia Muñoz, presidenta de Anamuri. Y lo dice, teniendo en cuenta que por
exportaciones agrícolas ingresan 1.400 millones de dólares, y que la media de
ingresos de un trabajador de temporada (o temporero) es de 140 mil pesos,
menos que el sueldo mínimo, y la más baja de todas las áreas de producción
del país, según José Figueroa, de la Secretaría Campesina y de Pueblos
Originarios de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
PRECARIEDAD Y SALARIOS
Según Muñoz, temporeras de la V Región le comentaron en un encuentro que
ganaban más de 20 mil pesos diarios. “¡¿Pero a qué costo?!, se pregunta. “En
jornadas de 14, 15 horas, llenando de cajas un camión hasta las tantas de la
noche”, se responde.
De acuerdo a la Presidenta de Anamuri se pagan desde 30 a 200 pesos por
caja embalada. Asimismo, estiman que para acceder a jubilación, una
temporera debería trabajar 120 años. “Ahora se les incluye en la pensión
universal para dueñas de casa, pero no como trabajadoras, sino como
indigentes, indigno para una trabajadora”.
Pamela Caro es investigadora del Centro de Estudios para el Desarrollo de la
Mujer (Cedem). Comenta que, de acuerdo a la última encuesta de
caracterización socioeconómica (Casen) del 2009, es posible inferir el grado de
precariedad del trabajador temporal de acuerdo a criterios como la estabilidad,
el salario, la forma de pago y el tipo de contrato. Esta precariedad afecta a
hombres y mujeres por igual, pero es aún mayor en el caso de las mujeres.
“En la agricultura de exportación, en promedio, el salario mínimo para el
temporero no opera, de acuerdo a un estudio de la FAO del año pasado”,
afirma.
Un temporero recibe pago por unidad de medida. Es decir, por saco, caja,
hilera, fila, etcétera. Se han identificado 12 unidades de medida. Esto trae
varios problemas: La confusión del trabajador, ya que no sabe cuánto vale
cada una de las diferentes labores que realiza; un congelamiento del salario,
puesto que los empresarios han aumentado el tamaño de la unidad de medida,
manteniendo el pago, lo que implica que para que una trabajadora logre el
mínimo salario que obtenía antes, tiene que intensificar su ritmo de trabajo,
explica Caro.
Respecto a los contratos, la ley laboral establece para el empleo temporal un
contrato a plazo fijo y uno por faena. Algunas organizaciones han planteado
volver al contrato por temporada, ya que como el empleador conoce el ciclo
productivo, sabe cuántos trabajadores necesitará contratar y por cuánto tiempo.
“Por eso, podría hacer un contrato por temporada, asumiendo los costos de
feriados, lluvia, y otras externalidades que no son responsabilidad del
trabajador pero que éste paga”, explica la investigadora.
El contrato por obra o faena, puede ser finalizado cuando el empleador estime.
“Hay contratos que duran siete días y luego vuelven a ser contratados, lo que
es inestable y poco digno. En el caso del contrato por plazo fijo, la ley establece
que al tercero debe pasar a ser indefinido, por lo que el empleador lo elude y
así se evita pagar previsión y salud, seguros y vacaciones.
“La mujer que levanta la voz, se transforma en una persona conflictiva, pasa a
una lista negra”, asegura la presidenta de Anamuri. “Por eso hay poca
sindicalización (10%) y organización”, expresa, resaltando la atomización de los
sindicatos, lo que debilita su fuerza.
Por otro lado, dentro de las exigencias hechas a los empleadores está el tener
comedores y servicios higiénicos limpios y transporte seguro, pero “no hay
capacidad de fiscalizar, menos ahora, cuando se reduce la labor de los
inspectores”, indica el secretario de la CUT.
Respecto al post natal, Alicia Muñoz expresa que “a este sector no le toca. Si
una mujer está embaraza, la ponen a barrer y se siente tan violentada, que
deja el trabajo”. Además, una minoría de trabajadoras llega a trabajar seis
meses, concuerda Figueroa.
Sin embargo, para Antonio Walter, presidente de la Federación Nacional de
Productores de Fruta (Fedefruta) esto ha cambiado mucho con la
implementación de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), un conjunto de
actividades que posibilitan una certificación internacional exigida a los
exportadores.
“Hoy, ante la escasez de mano de obra agrícola estamos en una campaña para
reencantar al trabajador y que no migre a la ciudad”, explica, señalando como
hito en este sentido la implementación de las BPA. “Sabemos que falta todavía,
especialmente a los productores más pequeños, pero como Federación
estamos agrupándolos y presentándolos a proyectos estatales que subsidian la
certificación”. Asegura que están combatiendo el empleo informal (sin contrato),
ya que es competencia desleal, “porque para una empresa que cumple es un
gasto de un 53% más de lo que paga una que no cumple”.
Respecto al salario, considera que el trabajo a trato despegó los sueldos. “En
los últimos 10 años, el salto es de 15 dólares por jornada a 45. Eso no hubiera
sido posible sin esta forma de pago. El promedio del salario mínimo son 5.700
pesos diarios, pero en el sector ningún trabajador opera por menos de 10 mil”.
Según el empresario, un sueldo del temporero oscila hoy entre 8 mil pesos
líquido, hasta 18 mil. “Eso no hubiese sido posible sin el contrato por faena
determinada”.
ESTATUTO DEL TEMPORERO
Desde que el sector agroexportador despegó en los años ’80, varios han sido
los intentos por aunar criterios entre el Gobierno, empresarios y trabajadores.
Uno de los últimos es el llamado Estatuto del Temporero. En enero pasado se
entregó una propuesta al Ministerio del Trabajo, “pero contiene varios
elementos riesgosos”, a juicio de Pamela Caro.
Uno de ellos es la propuesta de aumentar las horas extras, de 2 existentes hoy,
a 4 más. Por otro lado, hoy los empleadores, al tener más de 20 mujeres
trabajando, deben implementar una sala cuna, lo que pretende ser cambiado
por un bono en dinero.
“Si eso se flexibiliza en este sector, no pasará mucho tiempo en que otros
sectores exijan lo mismo”, afirma el secretario de la CUT.
“Queremos sindicatos autónomos al interior de las empresas, con la gente de
planta y las temporeras; que puedan negociar colectivamente”, indica Muñoz.
Respecto a los salarios, los trabajadores han propuesto un tarifario que
entregue un piso al valor de cada una de las labores que se realizan. La CUT
ya ha elaborado uno con los trabajadores de la uva de mesa de la Tercera
Región y se encuentra haciendo lo mismo en otras. Para Pamela Caro es un
asunto fundamental que se estandarice y transparente el valor de la unidad de
medida.
Esta petición para Fedefruta es imposible, “porque el tipo de fruta que llega a
un packing es totalmente distinto al de otro. Si a uno le llega excelente fruta, va
a embalar muchas cajas porque no hay descarte”. Walker considera que hoy
“ese no es el tema”, sino cómo ante la escasez de mano de obra, impulsar la
responsabilidad social empresarial, que “a la agricultura se ha demorado
mucho en llegar”.
No obstante, aclara que respecto al contrato proponen uno indefinido con
suspensión de faena y aclara que son muchos los puntos de coincidencia entre
empresarios y trabajadores, “porque tenemos los mismos intereses”.
AGROTÓXICOS Y DAÑOS A LA SALUD
Tres casos son representativos de los peligros a los que se exponen las
temporeras. Uno es el de Evelyn Orellana Mejías, hija de temporeros, nacida
con malformaciones graves y que vivió hasta los 10 años. Otro es el de Cecilia
Ortiz Loaisa, de 34 años, quien trabajó por más de 15 años en el fundo Villa
María, y falleció por “shock septicémico” y “leucemia aguda”, menos de un mes
después de una intoxicación con amoníaco. La tercera es Victoria Muñoz
Araya, trabajadora del Maule, fallecida tras caer de una escalera mientras
raleaba manzanos de Agrícola Aurora.
Ninguna empresa asumió responsabilidad en los hechos.
Además de los daños a la salud producto de la exigencia corporal del trabajo
agrícola, de acuerdo al informe de María Elena Rozas, de la Alianza por una
Mejor Calidad de Vida (RAP-Chile), en nuestro país se utilizan 420 principios
activos plaguicidas. Trece de ellos están clasificados en la categoría 1A y 14 en
la 1B (los más peligrosos). Su uso ha aumentado en el tiempo, llegando en
2008 a 32.545 toneladas, causando entre 600 y 800 intoxicaciones al año e
incluso encontrándose residuos en vegetales y alimentos para niños.
A pesar de la tendencia mundial a la erradicación de los plaguicidas más
peligrosos, desde el 2002 el Servicio Agrícola Ganadero (SAG), entidad
encargada de su registro y fiscalización, no ha prohibido ninguno.
De acuerdo a lo señalado por Ignacio Figueroa, jefe del Subdepartamento de
Plaguicidas y Fertilizantes del SAG, todos son autorizados luego de exigentes
evaluaciones toxicológicas, medioambientales, residuales, entre otras, y una
vez que se verifica que estén dentro de la normativa vigente se autorizan,
exigiendo un etiquetado que informe claramente los riesgos y su correcta
aplicación.
Para el Presidente de Fedefruta se ha avanzado en la materia, “por las
exigencias del mercado, donde los residuos de productos químicos deben ser
cero”. “Promovemos la utilización de productos más duros antes de la floración
y después de cosecha, lo que disminuiría el residuo final”. Asimismo, asegura
que se respeta el tiempo de reingreso de los trabajadores a los predios luego
de las fumigaciones.
La Región de O’Higgins concentra más de 35% de la fuerza de trabajo
temporal nacional. Ricardo Jofré, director regional del Trabajo, explica que hay
109.880 trabajadores agrícolas, de acuerdo al trimestre noviembre-enero de
2011 y que las mujeres son casi la mitad de éstos.
En su calidad de fiscalizadores, aclara que las principales infracciones son no
tener registro de asistencia (lo que no permite controlar jornadas laborales
excesivas) y las malas condiciones higiénicas. No obstante, añade que, en
general, en el tema de la informalidad los empleadores están cumpliendo, pero
en la subcontratación hay niveles de incumplimiento alto.
Ante las críticas por la escasa fiscalización, asume que “siempre es poca.
Puede pasar mucho tiempo sin que una empresa sea fiscalizada. Seguimientos
a un empleador en la práctica no ocurre, no tenemos cantidad suficiente de
funcionarios”, concluye.
Sandra Suárez, jefa del Subdepartamento de Salud Ocupacional de la Seremi
(Secretaría Regional Ministerial) de Salud de la VI Región, expresa que en
2010 hubo 102 casos de intoxicaciones y el año anterior, 79, incluyendo
laborales (manipulación, aplicación, reingreso), accidentales (contaminación a
personas cerca de fumigaciones) y voluntarias (intentos de suicidio). En 2010
hubo 56 intoxicaciones directas por uso de plaguicidas y en cinco casos de 62,
no se respetó el período de reingreso a los predios fumigados.
Suárez aclara que desde 2005 la notificación a la autoridad sanitaria en caso
de intoxicaciones es obligatoria, y que los casos han ido en descenso.
“Sabemos que podrían haber más casos no notificados, pero nosotros
actuamos con las cifras que tenemos”, afirma.
Al respecto, Rozas, de RAP–Chile, asegura que no todos los casos son
notificados. Basada en cálculos oficiales, estima que “por cada caso notificado
hay cinco no notificados y hay regiones del país donde no se notifica”.
Alicia Muñoz de Anamuri comenta que hace cuatro años apoyan “a
parlamentarios con un proyecto para eliminar los plaguicidas peligrosos. Se
votó a favor en un momento, pero luego en la Comisión de Agricultura del
Senado fue modificado y hoy está hecho a medida de los empresarios”.
El proceso de llevar una buena fruta a las mesas del primer mundo se sigue
haciendo con el costo de condiciones laborales muy bajas. El dulce sabor de la
fruta chilena, se logra a costa de la salud y la precarización laboral de su gente.
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