20120215VIOrdinario

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VI domingo del Tiempo Ordinario • AÑO / B • Mc 1, 40-45
● Primera lectura ● Lv 13, 1-2.44-46 ● “El leproso tendrá su morada ● Segunda lectura ● 1 Cor 9, 16-19.22-23 ● “Seguid mi ejemplo, como
fuera del campamento”.
yo sigo el de Cristo”.
● Salmo responsorial ● Sal 31 ● “Tú eres mi refugio, me rodeas de
● Evangelio ● Mc 1, 40-45 ● “La lepra se le quitó, y quedó limpio”.
cantos de liberación ”.
Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
- «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
—«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
—«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve
a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación
lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho
con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no
podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de
todas partes.
Para situar el Evangelio
● Según la Biblia, bajo el término traducido por «lepra» se refiere a un conjunto de enfermedades diversas que afectan la
piel. La lepra –la enfermedadhacía que la persona entrase en
estado de impureza ritual. Esto los apartaba
del culto y del trato y
relación habitual con los
demás
–marginación
social y religiosa-. Cuando el mal desaparecía,
hacía falta practicar un
rito de purificación (Lv
13,1-23). La lepra obligaba el enfermo a vivir
fuera poblado y los leprosos habían de advertir a los demás de su
presencia para que nadie se les acercara (Lv
13,45-46; Lc 17,11-19). Era
una enfermedad que los
judíos consideraban como un castigo divino. El
libro de Isaías había
anunciado que en Jerusalén o por el camino que conducía a dicha ciudad no pasaría
cabeza impura (Is 35,8; 52,1). Las
curaciones de leprosos que
hace Jesús, anuncian que la
salvación de Dios ha llegado (Mt
11,5).
● En este texto volvemos a encontrar a Jesús que prohíbe (44)
revelar su identidad o divulgar
los hechos extraordinarios que
él realiza; (1,25.34.44; 3,12; 5,43;
7,24.36; 8,30; 9,9.30). Jesús actúa
así, probablemente, para que
su mesianismo no sea mal entendido y para poder mostrar
poco a poco a sus discípulos y a
todos quien es él: no el Mesías
guerrero, triunfador y glorioso
que muchos esperaban sino el
Mesías pobre y humilde que
tiene que pasar por el sufrimiento y la muerte antes de
resucitar (Mc 8,31; 9,31; 10,33-34).
● Marcos tiene mucho interés
que sus lectores, la comunidad
para la que escribe, no se equivoque sobre la identidad de Jesús. El riesgo de los cristianos
de segunda generación en lo
sucesivo es el de quedarse con
los aleluyas de la Pascua olvidando la cruz, la muerte, que
es tan pascual como la resurrección.
Notas para fijarnos en el Evangelio
● Jesús se pone
al alcance de quienes
viven al margen de la sociedad (40 y
45). El “leproso” (40) es un impuro, es
decir, un excluido de la comunidad. El
“leproso” era el herido por Dios; prácticamente quedaba excluido del pueblo
elegido y le esperaba una vida miserable. Este hombre con fe no se resigna
a su suerte y acude a Jesús.
● Jesús se compadece (41) de la persona oprimida por el mal. Algunos manuscritos del evangelio de Mc lo traducen por “indignación” en vez de
“lastima” o de “compadecido”; en este
caso haría falta entender que Jesús se
indigna ante la presencia del mal; su
acción es fruto de una “compasión”
que de verdad es lo que significa la palabra: sufrir con el que sufre... hasta
rebelarse contra la injusticia. Así se
nos habla del corazón compasivo de
Jesús. El amor no margina a nadie, sino que sale al encuentro del otro.
● Jesús “tocó” (41) a aquel a quien nadie
quiere tocar por miedo a contaminarse,
tanto físicamente como espiritualmente, puesto que es pecador. Afronta la
problemática implicándose del todo en
ella, no a distancia. Pero, sobre todo,
valora la persona por encima de cualquier consideración.
● La Acción –“extendió la mano y lo tocó”– y la Palabra –“le dijo”– (41) siempre van juntas en Jesús. Expresa, con
su palabra, la voluntad que el leproso
“quede puro” (41). Es la voluntad salví-
fica de Dios, el único que puede regenerarnos con su misericordia. Pero que
nos regenera “tocándonos”, actuando
con nosotros y haciéndonos actuar (4345). Por esto podemos decir que su palabra es eficaz (Heb 4,12): hace lo que
dice (42).
● Jesús ¿evita la publicidad? Jesús invita
al hombre a hacer aquello que puede
reincorporarlo a la sociedad según la
Ley (44): cuando el sacerdote ratifique
oficialmente que aquel hombre ya no
tiene la lepra (Lv 14,2-32), podrá ser un
ciudadano entre los demás. Según la
ley, es al sacerdote, al que le compete
rehabilitarlo y readmitirlo en la comunidad. Lo que aquí se ha traducido diciendo “esto los servirá de prueba”, hay
quien lo traduce diciéndolo como acusación contra ellos: “para que les sirva
de condenación”. En todo caso tal declaración no sólo atestiguará la curación
del leproso, sino también la autoridad y
el poder salvador de Jesús (superior a
la ley mosaica).
● Si nos fijamos en “el leproso” (40), vemos que se acerca a Jesús con humildad: “de rodillas” (40). Su petición expresa la fe en el poder de Jesús: “si
quieres puedes” (40). Y da testigo de
Jesús, de lo que ha hecho con él (45).
Su alegría y testimonio es señal viviente que la salvación de Dios ha llegado
para todo el mundo.
“El Evangelio en medio de la vida”
(Domingos y fiestas del ciclo-B)
José María Romaguera
Colección Emaús
Centro de Pastoral Litúgica
•
Ruego para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo
mejor
•
Apunto algunos hechos vividos esta
semana que ha acabado
•
Leo el texto. Después contemplo y
subrayo.
•
Ahora apunto aquello que descubro de
JESÚS y de los otros personajes, la
BUENA NOTICIA que escucho...veo.
•
Me puedo poner en la piel del leproso y
descubrir algo de mi fe, de mi relación
con Jesús. También puedo contemplar
como Jesús se acerca a tantas personas que están a los márgenes de la sociedad.
•
Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS
vividos, las PERSONAS de mi entorno...
desde el Evangelio ¿veo?
•
Puedo darme cuenta que no siempre
acción y palabra van unidas: ¿conozco
experiencias en un sentido y en el otro?
¿van unidas en mi vida?
•
Llamadas que me hace -nos hace- el
Padre hoy a través de este Evangelio y
•
compromiso.
Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Pon tus manos sobre mí, Jesús,
Pon tus manos sobre mí, Jesús,
tus manos humanas,
curtidas y traspasadas:
comunícame tu fuerza y energía,
tu anhelo y tu ternura,
tu capacidad de servicio y de entrega.
Pon tus manos sobre mí, Jesús,
y abre en mi ser y vida
surcos claros y ventanas ciertas
para el Espíritu que vivifica:
líbrame del miedo y de la tristeza,
de la mediocridad y de la pereza.
Pon tus manos sobre las mías, Jesús,
que están sucias y perdidas;
dales ese toque de gracia que necesitan:
traspásalas, aunque se resistan,
hasta que sepan dar y gastarse
y hacerse reflejo claro de las tuyas.
Déjame poner mis manos en las tuyas
y sentir que somos hermanos,
con heridas y llagas vivas
y con manos libres,
fuertes y tiernas, que abrazan.
Ulibarri, Fl.
oder”
“Quereres p
VER
S
olemos emplear la frase “querer es poder” tanto para animar
o animarnos a hacer algo que de entrada nos parece muy
difícil, como para reprochar que si alguien no ha hecho algo, no
es porque no haya podido, sino porque en el fondo no ha querido.
De ahí que también decimos: “hace más el que quiere que el que
puede”. Siendo a veces discutibles estas afirmaciones, debemos
reconocer que hay cosas que hacemos con una actitud u otra
según el destinatario, que hay cosas que hacemos por interés o
porque nos gustan, y personas por las que hacemos mucho
aunque nos cueste, porque “queremos”. Y que hay cosas que
hacemos por obligación, y otras personas por las que nos cuesta
mucho hacer algo, y nos excusamos con “es que no puedo”.
de hoy nosotros debemos compadecernos y actuar con obras y palabras, y nos pide que
“queramos” hacerlo para poder hacer que
“queden limpios”.
ACTUAR
¿H
JUZGAR
L
a semana pasada decíamos que Jesús nos
invita a hacernos “esclavos del Evangelio”
para que lo prediquemos de palabra y obra y así
participemos nosotros también de sus bienes. Por
tanto, para responder coherentemente a su invitación, en nuestra acción y testimonio no debemos guiarnos por nuestros gustos o por nuestros
intereses y afectos. Como decía san Pablo en la 2ª
lectura: Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.
Porque si nos dejamos llevar por nuestros gustos
o intereses, el Señor nos podrá decir: Si amáis a
los que os aman, ¿qué mérito tenéis?... Si hacéis
el bien a quien os lo hace a vosotros, ¿qué mérito
tenéis? (Lc 6, 32-33)
Nuestro actuar, lo que hagamos, no debe dar
motivo de escándalo a nadie, y hacer lo que debemos aunque no nos guste, o aunque el destinatario no nos caiga bien. Y aunque nos cueste,
debemos “querer” hacerlo para poder hacer lo que
debemos y el Señor espera de nosotros.
Y la 1ª lectura nos ha presentado un ejemplo de
destinatarios que, de entrada, no nos gustan, los
leprosos. Pero no debemos quedarnos en los que
sufren esa enfermedad, sino en todos aquéllos
que, por diferentes circunstancias, podrían considerarse así, por el trato que se les da, y que
hemos escuchado: el sacerdote lo declarará impuro… andará harapiento y despeinado… vivirá
solo y tendrá su morada fuera del campamento…
¿Quiénes son los “leprosos” de hoy? ¿A qué personas “tratamos como leprosos”, y los mantenemos marginados, apartados, de diferentes maneras, y no queremos tener trato o relación con
ellas, y ponemos cualquier excusa para ello?
Pero esas personas quizá acuden a nosotros como
el leproso del Evangelio acudió a Jesús: Si quieres,
puedes limpiarme. Y de nuevo el Señor nos da
ejemplo de cuál debe ser nuestra actitud coherente: Sintiendo lástima, extendió la mano y lo
tocó, diciendo: “Quiero, queda limpio”. Jesús nos
enseña tres pasos: compadecer, actuar y hablar,
tras los cuales La lepra se le quitó inmediatamente
y quedó limpio. Como Jesús, ante los “leprosos”
e dicho o me han dicho alguna vez
“querer es poder”? ¿Hago distinciones
en mi actuar, según quien sea el destinatario?
¿Hay algunas personas o grupos a los que trato
“como leprosos”? ¿Quiénes serían, socialmente,
los “leprosos” de hoy? En ambos casos, ¿siento
compasión por ellos? ¿Quiero acercarme,
“tocarles”, para que puedan “quedar limpios”?
Hoy la organización católica Manos Unidas celebra su campaña anual. Esta Organización
nació de una iniciativa de las Mujeres de Acción
Católica que, siguiendo el ejemplo del Señor,
ante el drama del hambre en el mundo se sintieron conmovidas y “declararon la guerra al
hambre” como ellas mismas proclamaron.
Desde hace 53 años, Manos Unidas realiza
campañas de sensibilización en nuestro país,
para que caigamos en la cuenta de quiénes hoy
son tratados “como leprosos” y están privados
de poder llevar una vida digna. Pero además de
compadecerse y hablar, Manos Unidas actúa,
luchando contra la pobreza, el hambre, la malnutrición, la enfermedad, la falta de instrucción,
el subdesarrollo y contra sus causas. La Campaña de este años es: “La salud, derecho de
todos: ¡ACTÚA!”. Los voluntarios de Manos
Unidas nos demuestran que, siguiendo a Jesús,
“querer es poder”. Y nosotros, ¿queremos actuar para que los “leprosos” de hoy puedan
quedar “limpios” y tengan una vida digna?
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