ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS UN LEPROSO 6 MATEO 8:1-4; MARCOS 1:40-45; LUCAS 5:12-16 IDEA PRINCIPAL JESÚS, NO SÓLO SE ENCUNTRA Y NO RECHAZA A LOS MARGINADOS DE LA SOCIEDAD, SINO QUE LES DEVUELVE SU DIGNIDAD Y LOS RESTAURA. QUIÉN ERA La lepra era, en el mundo antiguo, una auténtica maldición. Las personas que padecían esta terrible enfermedad eran consideradas auténticos parias dentro de la sociedad. Estaban condenados a vivir fuera de su entorno social habitual, no podían convivir con su familia ni podían vivir en sus comunidades sino lejos de todo trato con el resto de los seres humanos, a excepción, de aquellos que padecían lepra como ellos. Por eso no era extraño que los leprosos vivieran en comunidades de marginados que sobrevivían de la caridad de los sanos que, de tiempo en tiempo, les hacían llegar alimentos. Los enfermos de lepra estaban obligados a vivir alejados de las personas sanas y, bajo ningún concepto acercarse a estas. Si por razón de necesidad debían desplazarse y eso forzara un encuentro con una persona sana, debían evitarlas y anunciar de forma clara y alta su condición de enfermos para que los demás pudieran evitarlos y mantener la distancia necesaria de prevención. Pero en Israel, a la ya triste situación que de por sí implicaba la lepra, había que añadir la marginación religiosa. Alguien que padecía esta enfermedad, no solamente estaba excluido de la vida social de su comunidad, sino también de la vida religiosa. Un leproso era considerado ritualmente impuro y, por tanto, no podía acercarse y participar de la vida espiritual del pueblo judío. No es de extrañar pues, que la lepra fuera considerada como un auténtico castigo de Dios a causa de la vida pecaminosa de la persona. Así pues nos encontramos que este personaje era un marginado social y religioso, sin embargo, Jesús le prestó su atención, amor y le ministró. EN QUÉ CIRCUNSTANCIAS SE ENCONTRÓ CON JESÚS El pasaje nos indica que muchas personas estaban siguiendo a Jesús. El leproso sabía perfectamente que su aparición en público podía suponer el riesgo de provocar un revuelo social y, además, de ser apedreado sin ninguna piedad por parte del cortejo del Maestro. Creo que podemos pensar que aquel hombre había actuado con premeditación y alevosía –en el sentido más positivo de ambos términos- Debió de estar escondido o acechando esperando su oportunidad de presentarse delante de Jesús, antes de que todo el mundo pudiera reaccionar, y presentarle su petición. Sin duda, esta era su única esperanza y su única posibilidad. Así pues, en este contexto, cuando Jesús había acabado una de sus predicaciones más importantes y significativas tuvo el encuentro con un leproso que osadamente se acercó hasta él y claramente le verbalizó su petición, Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad. QUÉ IMPACTO PRODUJO EL ENCUENTRO EN SUS VIDAS En primer lugar hemos de notar que Jesús no lo rechazó. El Maestro reaccionó con aceptación y acogimiento. Fácilmente podría haberlo reprendido por saltarse todos los convencionalismos sociales y religiosos que tenía que cumplir. El leproso podía haber hecho su petición desde la distancia sin poner en peligro físico ni en riesgo de impureza ritual a Jesús, sin embargo, esto no afectó al Maestro en absoluto. Jesús siempre acoge al que se acerca. En segundo lugar Jesús lo tocó. Tocarlo tenía dos implicaciones para Jesús y una para el leproso. Para el Maestro existía el riesgo natural de contagio, no olvidemos que Jesús era un auténtico ser humano y, como consecuencia experimentaba el dolor y no era ajena a la enfermedad ni invulnerable. Al tocarlo, algo totalmente innecesario para la curación de aquel hombre, Jesús se volvía impuro desde el punto de vista ritual y, por tanto, no podía participar en la vida religiosa de Israel. Pero como indicamos anteriormente, tenía una muy importante implicación para el enfermo. Tocándolo, Jesús lo estaba restaurando emocionalmente. El toque transmitía afectó, cuidado, preocupación y dignidad. ¿Podemos imaginar cuánto tiempo hacía que nadie había tocado a esa persona? El toque de Jesús, innecesario como era para su curación, implicó una curación emocional que debió ser, tan significativa o más para aquel ser humano como su curación física. El Maestro afirmó, Quiero: ¡Queda limpio! Jesús lo curó restaurando su condición física, pero no acabó allí la preocupación del Señor. Añadió, preséntate al sacerdote. El sacerdote era quien debía dictaminar su limpieza, es decir, que había desaparecido la enfermedad. Este dictamen era importante y totalmente necesario para que aquel hombre pudiera nuevamente reincorporarse a la comunidad de Israel y volver a tener una vida normal, posiblemente en el seno de su antigua familia. Jesús estaba preocupándose por su restauración social, después de haberse preocupado por su restauración física y emocional. Pero tampoco acabó aquí la transformación que sufrió aquel hombre. Para finalizar, Jesús le dijo, lleva la ofrenda ordenada por Moisés; así sabrán todos que ya estás limpio de tu enfermedad. Había una transformación más que debía producirse en él, era su restauración espiritual. Podía presentar la ofrenda, ya no sería un marginado espiritual incapacitado para acercarse al Señor. La maldición se habría acabado, podía acercarse al Señor y presentar su ofrenda. 2 ¿Qué impacto produjo este encuentro con Jesús? Una restauración integral de un ser humano, una salvación integral que tiene sus dimensiones físicas, emocionales, sociales y espirituales. QUÉ APLICACIÓN TIENE PARA NOSOTROS Jesús no rechaza a aquellos que si lo son por la sociedad debido a razones físicas, religiosas o sociales. No solamente no los rechaza sino que los acoge y los acepta y esta acogida y aceptación produce un efecto transformador en la vida de estas personas que alcanza todas las dimensiones de su ser, emocional, espiritual, social y física. Jesús, de una forma simbólica sigue extendiendo su mano hacia todos aquellos que son rechazados y marginados por la sociedad. Esto tiene dos importantes aplicaciones para nosotros. La primera es que no existe nada en nuestras vidas, por grave que pueda ser a nuestros ojos o a los ojos de la sociedad en que vivimos, que pueda impedir que nos acerquemos a Jesús para recibir de Él ministración. No cambiamos para ser aceptados por el Maestro, nos acercamos a Él para ser cambiados. La segunda aplicación tiene que ver con nuestra actitud hacia aquellos que la sociedad margina, aparta y condena al ostracismo emocional, social, religioso, político o económico. Ver el ejemplo de Jesús nos plantea cuál es nuestra actitud hacia los leprosos, no en un sentido literal, sino en un sentido metafórico de nuestra sociedad, ¿Estamos dispuestos a tender nuestra mano para restaurarlos emocional, social, cultural, política y espiritualmente? o, por el contrario, ¿Huimos aterrorizados ante la posibilidad de ser contagiados y perder nuestra pureza espiritual? PREGUNTAS DE APLICACIÓN 1. ¿Existen en tu vida cosas, del tipo que sea, que te hacen sentir que es indigno que trates de acercarte a Jesús? Si es así ¿Cuáles son? 2. ¿Qué te enseña el encuentro del leproso con Jesús acerca de la actitud que puedes esperar del Maestro hacia ti? 3. ¿Quiénes son los “leprosos” en tu entorno? 4. ¿Estás favoreciendo que se puedan acercar al Maestro? ¿Estás obligándoles activa o pasivamente a que vivan en la marginalidad? 5. ¿Qué debes hacer al respecto? ¿Qué te pide Jesús que hagas? 3