La arquitectura como propedéutica del espacio vital Resumen/Abstract El tema que a continuación se desarrolla busca analizar desde la arquitectura y la actividad del arquitecto —en especial en el ámbito de la construcción del espacio— la importancia del concepto del lugar en la ciudad, entendido éste como el espacio más personal del ser humano, es decir, como su “hogar” en su sentido más propio y más extenso. En este contexto, la temática escogida se convierte en un reto a la hora de reflexionar en la ciudad desde la perspectiva del lugar —a partir del mismo hecho del habitar humano— para intentar desde ahí arrojar luz sobre la propia actividad del arquitecto, orientada a crear espacios que permitan la humanización de las personas. Desde este ángulo, el habitar humano —el lugar personal del hogar— no se ha de agotar a los ámbitos más propios y próximos como el de la vivienda, las industrias, etcétera, sino que, trascendiendo también éstos, ha de buscar ‘interpretar’ y ‘construir’ otros más amplios, como son los espacios públicos más abiertos y, por supuesto, la propia ciudad contemplada en su conjunto. En este sentido, esta breve reflexión centra su atención en la importancia que poseen aquellos ámbitos dedicados a la vida cotidiana, como es el espacio público en el que se desarrolla la movilidad y el ejercicio de la ciudadanía, los lugares dedicados a la educación (los centros escolares, institutos, etc.), a la salud, al trabajo (industrias, oficinas…) y al comercio (desde el pequeño comercio hasta las grandes superficies). De esta manera, la materialización de estos espacios no ha de ser contemplada como algo banal, dado que —por el contrario— la forma y el significado de estos ámbitos juegan un rol fundamental en el bienestar y realización del ser humano. Dichos espacios, en efecto, no sólo configuran la espacialidad y temporalidad de la persona, sino que, de forma muy especial, influyen a la hora de desarrollar las pautas de conducta —personal y colectiva— a lo largo del proceso dialógico que establece la persona mediante la interpretación y significación antropológica-ética-estética encerrada en la materialidad de las formas arquitectónicas. De ahí se deriva la responsabilidad del arquitecto, así como la importancia vital que posee el ejercicio responsable de su profesión en el momento de teorizar, proyectar o materializar los espacios de vida cotidiana.