organizados por la dignidad[1]

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Organizados por la dignidad
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el trabajo aparece como una actividad
despreciable relacionada directamente con la esclavitud. Hoy como ayer el “hombre libre” esta salvaguardado
de cualquier actividad que requiera del desgaste físico y mental, este “hombre libre” no es más que el haragán,
el parásito patrón, el burgués capitalista, ese personaje siniestro que desde tiempos remotos se sirvió de la
mayoría de la población, de sus fuerzas y esperanzas, de su ignorancia y humildad para vivir en el lujo y el
ocio, así como una garrapata se alimenta de un animal, ellos se alimentan de nuestro esfuerzo.
En la actualidad el trabajador asalariado y dentro de esta sociedad de consumo ha visto cambiar su vida
material, en muchos casos se tiene acceso a créditos, préstamos monetarios e hipotecarios y se cuenta con la
posibilidad de acceder en la escala jerárquica de una empresa, significando esto una mayor renta para el bolsillo
del asalariado, esto es, más capacidad de consumo, de compra. Y la máquina vuelve a rodar; el rico se hace más
rico ya que sus productos llegan cada vez a mas personas y sus préstamos cobran más y más intereses y el
trabajador se acerca más y más a su hermano el esclavo, dependiendo ya no de un dueño sino de cientos de
chupa sangres ávidos de endeudamiento masivo.
Pero el trabajador durante la historia misma del hombre también estuvo organizado y consciente que el
patrón y los usureros de turno eran solamente enemigos a erradicar, y hoy tampoco son pocos los que ven el
trabajo asalariado como una aceptación pagada de la esclavitud; en ellos radica la responsabilidad de crear
nuevas formas de resistencia contra el avance del capitalismo, ya que el patrón no se haya solo, el esta
organizado junto con banqueros y políticos, tiene al estado, al gobierno de turno sea cual sea su color político,
siendo un enemigo grande que cuando quiere mata. En esta pelea desigual están sumergidos los trabajadores y
trabajadoras del mundo, pelea desigual porque nuestra arma mas poderosa y definitiva esta inerte, ella es la
organización de los trabajadores por los trabajadores mismos, sin lideres ni vanguardias, autónoma y solidaria.
Solo nos hace falta salir a la calle y darnos cuenta que la ciudad que habitamos está construida y se
mueve y crece solo por nuestro esfuerzo mental y físico, porque sin nosotros no existe progreso alguno, y sin
nosotros el burgués, el vil capitalista solo es un vago con sueños de ser dios.
La creación de redes de organizaciones de base es decir, de grupos compuestos por asalariados/as, amas
de casa, estudiantes, artesanos, feriantes y desocupados es una tarea ardua y que lleva tiempo, por eso hay que
apoyar y sumarse a las existentes, luchar contra la ignorancia y la resignación, creer en nuestra capacidad de
autonomía y libertad así como creemos en nuestras manos laboriosas y creadoras.
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