VIRTUDES, 22 Pecado por defecto contra la templanza: la insensibilidad Es el

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VIRTUDES, 22
Pecado por defecto contra la templanza: la insensibilidad
Es el rechazo total del placer, incluso de los placeres necesarios
para la conservación del individuo o de la especie, por un afán
de puritanismo o con el deseo de no mezclarse con lo que, despectivamente, se considera un mal.
Los placeres sensibles en el triple campo de
comida-bebida, posesión de cosas y sexualidad
están de acuerdo con la “recta razón”. Pero se
puede renunciar a ellos por muchos motivos
nobles, como la salud, o aumentar la fuerza física, o por valores más altos como la mortificación, vivir la pobreza, la dedicación a Dios
(celibato apostólico, virginidad consagrada...),
etc..
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Virtudes anexas a la templanza (derivan de ella y la acompañan):
Humildad: modera el apetito desordenado de la
propia excelencia (vicio opuesto: la soberbia,
origen y causa de todos los pecados).
Modestia: inclina al hombre a comportarse en
todas sus manifestaciones internas y externas
dentro de los límites propios a su estado y posición social. Hace referencia especialmente al
cuerpo y al adorno del mismo.
Mansedumbre: modera el carácter según la recta razón (vicios
opuestos: iracundia, indignación desmedida...). Clemencia: inclina al superior a mitigar el castigo que debe imponer al culpable (vicio opuesto por exceso: crueldad; por defecto: excesiva blandura).
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La mortificación ayuda al individuo a lograr el dominio de las
pasiones, y a encontrar equilibrio psíquico. Incluye la abstinencia de ciertos gustos en sí mismo lícitos, lo que facilita que se progrese y se alcance otras etapas en la lucha ascética.
Con la mortificación se logra también la sobriedad, la cual permite mantenerse en la
medida de lo verdaderamente útil y conveniente, y se adquiere mayor sensibilidad
para los valores del espíritu.
Vivir sobrenaturalmente es el mejor medio
para dominar y orientar las pasiones.
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El hombre debe valorar el
sentido de los placeres sensibles que son buenos, y al
mismo tiempo, percibir la
superioridad que encierran
los placeres espirituales.
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