ECONOMÍA DE LA CONSTRUCCIÓN I

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ECONOMÍA DE LA CONSTRUCCIÓN I
Roberto, López
Capítulo 1
LA CONSTRUCCIÓN Y EL CICLO ECONÓMICO
1.1- ESTRUCTURA DE LA CONSTRUCCIÓN
Desarrollar un trabajo de investigación contable, referido a un determinado ámbito
sectorial, en este caso la Construcción, requiere hacer un esfuerzo de situación
previo, que nos lleve a la mejor comprensión de la propia actividad empresarial
para, posteriormente, profundizar en un aspecto mucho más concreto, el análisis
contable de su solvencia y su rentabilidad, que constituye el núcleo principal de
este trabajo de investigación. Básicamente necesitamos conocer, tanto las
peculiaridades de la actividad de la construcción como las de la empresa
constructora, por lo que creemos oportuno empezar este capítulo realizando
algunas precisiones y puntualizaciones conceptuales sobre dicho sector para
pasar a continuación efectuar un análisis de su relevancia macroeconómica.
1.1.1.- GENERALIDADES DEL SECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN
1.1.1.1.-CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN
En torno al sector construcción, prevalecen tradicionalmente dos perspectivas
distintas cuando se hace del mismo una referencia conceptual. Así un criterio
general admitido entre los autores es señalar la aproximación que da la
Contabilidad Nacional sobre la actividad de la construcción, determinando que
difiere según se realice desde la perspectiva de la oferta o de la demanda. En
este sentido Alcaide C.(1995) señala que “desde el punto de vista de la Oferta se
la considera como una rama industrial dentro del llamado sector secundario de la
economía, en general los documentos de Contabilidad Nacional clasifican la oferta
productiva en cuatro grandes sectores; agricultura, industria, construcción y
servicios”1. Por el contrario, desde el punto de vista de la Demanda, la
construcción es un componente de la demanda de inversión, que forma parte de
la formación bruta de capital, en que se considera la realización de inversión en
infraestructuras o en edificación”.
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Desde la perspectiva de la demanda parece interesante también hacer algunas
precisiones sobre el contenido de la Formación Bruta de Capital, al ser este el eje
esencial de definición de la construcción por esta vía. En tal sentido la Formación
Bruta de Capital (FBC) se puede definir como el gasto que realizan las empresas
en plantas industriales, equipos diversos y existencias así como, por convenio, la
adquisición de viviendas nuevas por parte de las familias. La propia definición de
FBC permite establecer una primera distinción2 entre Formación Bruta de Capital
fijo (FBCf) y Variación de Existencias.
Desde esta visión microeconómica, hay que señalar que la empresa constructora
es un eslabón más del complejo negocio de la promoción y ejecución de obras,
quizás el de mayor importancia, si nos atenemos a las repercusiones económicas
que tiene para el conjunto de la economía, siendo el eslabón ejecutor, y por tanto
el que materialmente realiza lo decidido y proyectado por otros participantes en el
proceso. Por todo ello, claramente se observa que, en toda construcción
intervienen dos partes: el contratista y el propietario.
El propietario, o comitente, encarga la ejecución de la obra al constructor, basada
en el proyecto redactado por el facultativo competente y bajo la dirección técnica
que corresponda, a cambio de un precio a satisfacer según el convenio
establecido entre ambos6.
La actividad de la construcción es quizás, como dice Delgado Gómez, A (1993,
pág. 127), una de las que desde más antiguo practica el ser humano. Dicha
actividad, sin embargo, es asumida por las empresas constructoras, tal y como
hoy las conocemos, desde tiempos recientes, pues hasta finales del siglo XIX su
organización era más bien de tipo gremial, en donde los trabajos se efectuaban
por cuadrillas agrupadas alrededor de un maestro de obras. La relación entre los
facultativos (arquitectos, ingenieros) autores de proyectos o directores de obra y la
propiedad, puede ser de tipo laboral, como empleados, o de carácter profesional,
concertada mediante las estipulaciones contractuales oportunas.
En este orden de ideas, y siguiendo a Galeazzi, R (1996, pág.10)7, podemos
afirmar que el proceso de ejecución de obras es "muy amplio, ya que además de
los edificios, comprende la construcción de puentes, ferrocarriles, obras de
fortificación, marítimas, hidráulicas, de saneamiento, etc.". Efectivamente, las
actividades que pueden desarrollar las empresas de construcción, son de muy
diversa índole, y por ello creemos necesario agruparlas atendiendo a tres criterios
distintos: primero, en función de las operaciones o tareas integrantes de los
procesos productivos; segundo, atendiendo a la función o destino del producto
final obtenido o a fabricar y, por último, en base al carácter público o privado del
propietario que encarga la obra.
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Bajo esta perspectiva se califican de obra de ingeniería civil las siguientes
actividades:
A) Carreteras, calles, aeropuertos, pistas, aparcamientos de superficie y similares,
incluso alumbrado y señalizaciones.
B) Centrales de producción y transformación de energía eléctrica, incluidas
hidráulica y líneas de transporte y distribución. Instalaciones de
telecomunicaciones.
C) Infraestructura ferroviaria de superficie y subterránea y estructuras conexas,
incluidos alumbrado, electrificación señalización, túneles, puentes y estaciones de
carga y viajeros.
D) Puertos y canales de navegación: fondos, lechos de puertos, muelles,
malecones, diques, rompeolas, escolleras, embarcaderos, etc.
E) Oleoductos, gasoductos y redes de abastecimiento de gas, encauzamientos y
defensas, obras de regadío, incluso presas, canales y acondicionamiento del
suelo, abastecimiento de agua potable, captación, depósito, estación de
tratamiento, red de distribución y obras de saneamiento (incluidos alcantarillado,
colectores, etc.) y estaciones depuradoras de aguas residuales.
F) Estadios polideportivos, pistas, piscinas, parques, jardines, lagos artificiales y
otras instalaciones deportivas o de esparcimiento. Por su parte el subsector de
Construcciones Industriales o no Residencial, se identifica con la construcción de
edificios destinados a fines agrarios, industriales, prestación de servicios o en
general para el desarrollo de una actividad. Ejemplos de este subsector pueden
ser : fábricas, oficinas, superficies comerciales, hospitales, colegios. Y finalmente
en referencia al subsector de Edificación Residencial o Vivienda, se considera
que abarca la construcción concebida para ser utilizada como vivienda familiar o
colectiva. Son los destinados, al menos en un 50% de su superficie útil, a ser
habitados por personas bien de forma permanente o con carácter eventual. Estos
edificios como nota significativa se clasifican, a su vez , en viviendas familiares y
establecimientos colectivos15.
Desde otra perspectiva, la anterior clasificación del sector contrasta ligeramente
con la que propone Carreras Yañez, J.L. (1992, pág.210)16, cuando dice que “la
división tradicional de la actividad constructora distingue edificación y obra civil.
Dentro de la primera, se incluye la edificación residencial (vivienda) y no
residencial (comercial, turística, industrial, social, asistencial, administrativa,
despachos, oficinas, etc.); se agrupa aparte la renovación y mantenimiento de los
edificios ya existentes. Las obras civiles se denominan comúnmente obras
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públicas. Esa obra civil total se diferencia en cuatro grupos:
transporte
(carreteras,ferrocarriles,puerto ), urbanismo, obras hidráulicas y construcciones
energéticas.”
Como complemento a lo anterior, podríamos apuntar, en cuanto al carácter social
del promotor, la distinción entre obra pública y obra privada, dependiendo de si es
la Administración Pública en sus diversas manifestaciones -estatales, regionales,
locales-o la iniciativa particular quien encarga la ejecución de los proyectos.
Básicamente se hace necesario distinguir dos contenidos que son:Viviendas
familiares, las cuales se concretan principalmente en edificios, partes de los
mismos, destinados a domicilio particular. Su finalidad es la de ser habitadas de
forma permanente, o por temporadas, por personas generalmente agrupadas en
familias y Establecimientos colectivos que son los destinados a ser habitados por
un grupo de personas que no constituyen una familias. No llegan a tener la
categoría de vivienda al existir determinados servicios sometidos a un régimen
común (conventos, cárceles y similares, residencias de ancianos).
Además, también creemos importante resaltar que la empresa de construcción
presenta, en ocasiones, la problemática inmobiliaria, situada en otro extremo de
su amplio negocio. En este sentido, la inmobiliaria podría entenderse en el sentido
que lo hacía el Instituto de Planificación Contable, al promulgar la Adaptación
Sectorial respectiva en 1980, como "empresas cuya actividad habitual tenga por
objeto la utilización del suelo una vez urbanizado, para construir sobre el mismo,
a través de terceros, con el fin de comercializar las edificaciones resultantes, bien
en forma de venta, bien en forma de arrendamiento17". Igualmente pueden
confluir en una misma empresa ambas actividades, pero si tal sucediera su
tratamiento contable puede individualizarse18, y en consecuencia, también puede
orientarse de forma independiente cualquier análisis que pretenda hacerse de
ellas.
En resumen, hemos podido comprobar la generalidad de propuestas y estudios
que han clasificado al sector, de los que deducimos que hay una división
importante y mayoritaria entre Edificios y Obras Públicas, y que en algunos casos
el concepto Edificios contempla a la Vivienda y a la Construcción Industrial (véase
gráfico 1.2 ), por lo cual nos centraremos en ellos como elementos básicos para
entender el sector y su problemática.
1.1.1.2. LA EMPRESA CONSTRUCTORA: CARACTERÍSTICAS Y TIPOLOGÍA
Centrándonos ahora en el ente microeconómico, y en una primera aproximación,
podemos señalar dos tipos de características sobre la Empresa Constructora,
distinguiendo aquéllas que son intrínsecas y aquéllas que denominaremos
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básicas. Las primeras hacen alusión a que la venta es anterior a la producción,
pues el constructor antes de construir ha de obtener el encargo o adjudicación de
tal construcción; además que la propiedad privada y la Administración Pública (y
sus proyectistas) deciden cuándo, cómo y qué hay que construir; y por último que
cada obra es distinta en su forma, contenido y ubicación.
Entre las segundas cabe señalarse las siguientes: primero, trabajos por pedido;
segundo, largo plazo del proceso productivo que puede cifrarse, en términos
medios, entre doce y veinticuatro meses para las obras de edificación urbana, y
de dos a cuatro años para las obras públicas; tercero, incertidumbre del precio,
debido de un lado, a que el largo plazo de producción obliga a la revisión
periódica de precios y, de otro, a la frecuente necesidad de adaptación y
modificación del proyecto a lo largo de la ejecución de la obra; cuarto, la
importante magnitud de cada pedido, lo que implica, en muchas ocasiones, la
necesidad de concentrar en un solo proyecto grandes medios, tanto personales,
materiales e instrumentales, como financieros.
No obstante lo anterior, tendríamos que agregar que el sector en el que opera la
empresa constructora, empieza a ser problemático desde el mismo momento en
que se busca su encuadre dentro de los tres grandes niveles en que se agrupan
las actividades económicas primario, secundario y terciario -. Es opinión bastante
generalizada la imposibilidad de su encaje claro en uno de ellos, considerándolo
por tanto, en una situación intermedia, a mitad de camino entre las actividades
industriales y las de servicios32. Pero además, la actividad de construcción
presenta importantes dosis de complejidad, derivándose de la misma toda una
serie de características que son intrínsecas a este tipo de negocio y definen su
actividad, contratación e, incluso, su organización, de las cuales vamos a
comentar seguidamente algunos detalles significativos.
1.1.1.2. 1.- LA ACTIVIDAD EN CONSTRUCCIÓN
Empezaremos en primer lugar por la Actividad, la cual se caracteriza, sea cual sea
el producto o proceso de ejecución, por la larga duración, de las obras. En tal
sentido, la IASC33, que al emitir por primera vez la Norma nº 11 en ningún
momento trata de enumerar las peculiaridades de dichas operaciones, hace
referencia a ésta, sin embargo, al decir que "la característica más sobresaliente
de los contratos de construcción es el hecho de que el comienzo y el final del
contrato se sitúan en períodos contables diferentes". Más concretamente el
ICAC34 español menciona el "largo plazo del proceso productivo que puede
cifrarse en términos medios, entre doce y veinticuatro meses para las obras de
edificación urbana, y de dos a cuatro años para las obras públicas". Esta
característica es resaltada por la mayoría de autores expertos en el tema.
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Independientemente de lo mencionado es significativo que para definir y resaltar
las características de las actividades productivas, se haga en función de las
peculiaridades de los productos que se generan con ellas y del proceso de
ejecución que se sigue para su obtención. Así podríamos diferenciar:
a.- Peculiaridades específicas del producto, en este sentido el producto objeto de
construcción es la obra completa singularizada en un proyecto. Cualquiera de ellas
se caracteriza por unos rasgos comunes entre los que sobresalen en primer lugar,
el trabajo por pedido, que se define como aquellas labores que se realizan porque
previamente se ha hecho una petición formal de las mismas, y en segundo lugar,
la especificidad de la obra, lo cual viene a significar que cada obra es distinta en
su forma, contenido y ubicación37. Casi nunca se ejecutan dos obras iguales, ni
su ejecución es sencilla en ningún caso. Como dice Delgado Gómez38 "hasta la
simple excavación de una zanja requiere la intervención de varias personas que
ejecutan cometidos diversos...".De otra parte, cada obra se acomete en lugares
diferentes, lo que plantea problemas de desplazamientos de medios materiales y
humanos, que no se dan en otras actividades. Todo ello supone que haya que
considerar a la obra como una microempresa con todas las fases de un proceso
productivo39.En tercer lugar está el Precio final incierto, característica que puede
parecer contradictoria con lo comentado en el apartado anterior, en donde
asegurábamos que el precio estaba fijado y garantizado desde la firma del
contrato. Sin embargo, una y otra afirmación son ciertas, porque la incertidumbre
que reseñamos ahora se refiere al precio final, debido de un lado, a que el largo
plazo de producción obliga a la revisión periódica de precios y, de otro, a la
frecuente necesidad de adaptación y modificación del proyecto a lo largo de la
ejecución de la obra..
Como especial característica, debe destacarse la incertidumbre en relación al
coste del producto y, en consecuencia, del margen industrial de cada obra, todo lo
cual da origen a serias dificultades en la elaboración de presupuestos y
programas, siendo muy pocas las obras, como dice Delgado Gómez, A.(1993,
pág.309) "en las que estudiado el respectivo proyecto y hechas las oportunas
previsiones, se finalizan sin necesidad de haber procedido a rectificaciones,
ajustes o correcciones". La complejidad del producto a fabricar de que hemos
hablado, da lugar a que, además desde el punto de vista práctico, su realización
se afronte a través de la división de la obra en segmentos de menor volumen en
un orden lógico e interdependiente -capítulos-. Y, cada uno de éstos en otros de
menor importancia, hasta llegar a las partidas y unidades de obra, de manera
que, en definitiva, el valor total de una obra será el resultado de sumar el de sus
distintas unidades4. Este hecho motiva, por ejemplo, que para un mismo producto,
se da la siguiente definición de "unidad de obra" en las Normas de Adaptación
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Sectorial a las Empresas Constructoras (Norma de Valoración nº 18): "la porción
homogénea y concreta de cada una de las partes materiales necesarias para la
ejecución de una obra, en las que los elementos principales, que pueden intervenir
parcial o conjuntamente en su producción (mano de obra, materiales y medios
auxiliares) son medibles mediante unidades físicas, como pueden ser: el tiempo
empleado por operarios-tipo conocedores de los oficios en obras de
características medias y en condiciones de trabajo adecuadas; cantidades de
materiales empleados de calidades y rendimientos medios y tiempos.
b.- Características del proceso de ejecución, cuyos rasgos más significativos son:
Centros de producción flotante, en referencia a que la industria de la construcción
no tiene centros de producción fijos. En este sentido podemos recordar que según
las Normas de Adaptación del Plan General de Contabilidad a las Empresas
Constructoras "cada obra equivale a una planta industrial de cualquier otro
sector. Y cada obra surge allí donde realmente se necesita, allí donde
precisamente se demanda". Esta circunstancia le da a la actividad un carácter
itinerante, que la convierte en palabras de Dressel, G.(1.976,pág. 123) en "la
industria de las fábricas volantes", pues la ejecución de la obra se lleva a cabo con
medios de producción móviles en la propia casa del comprador, de manera que,
una vez finalizada, dichos medios se trasladan a otra obra.
La independencia de cada obra como centro de producción supone, en gran
medida, una desconexión de las demás en cuanto a operaciones y a resultados.
Como se afirma por parte de SEOPAN en su Informe Construcción 2.000, "las
empresas del sector funcionan de forma muy utilización normales de trabajo de
las maquinarias y medios auxiliares empleados.
De otra parte, haremos igualmente referencia a la diversidad de operaciones;
especialización y subcontratación del proceso de ejecución. La complejidad de los
trabajos a desarrollar por una empresa, en relación con la construcción de obras,
se debe a ciertos factores consustanciales a la actividad, entre ellos, la diversidad
de tecnologías a aplicar, distintos tipos de clientes con exigencias dispares y las
diferentes clases de obras a ejecutar. Todo ello da lugar a la aparición de
empresas complementarias de la constructora general, para afrontar tareas
relacionadas con estudios de proyectos, funciones industriales auxiliares o el
desempeño
de los oficios inherentes a la construcción - encofradores,
escayolistas, ferrallistas, fontaneros, carpinteros, etc.
Tanto es así que, en palabras de Delgado Gómez, A ( 1995 )49, "la empresa de
construcción general suele actuar fundamentalmente como coordinadora y,
aunque ejecute buena parte de la obra con sus propios medios, recurre a las
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empresas especializadas para la ejecución de aquellas otras partes que no puede
o no le interesa ejecutar directamente".
López, R (2003). Economía de la construcción I ”. Universidad Politécnica de
Valencia (Servicio de Publicaciones), 2ª Edición. Valencia.
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