Ademas de los síntomas anteriormente propuestos, para un diagnostico de diabetes se deben de tomas en cuanta diferentes parámetros: edad, sexo, procedencia, antecedentes de enfermedad autoinmune asociada y antecedentes familiares, síntomas previos al inicio y su duración, y parámetros bioquímicos al diagnóstico (glucemia, hemoglobina A1c[HbA1c], pH y bicarbonato). Se ha de interrogar y examinar al paciente a fin de identificar cualquiera de los hechos expuestos anteriormente; El examen físico ha de ser sistémico, y enfatizando sobre todo en los sistemas cardiovascular, dermatológico, neurológico y oftalmológico por la frecuencia con que la diabetes provoca lesiones inaparentes en dichos sistemas. También hay que determinar el estado ácido básico del paciente a través de una gasometría arterial, así como su osmolaridad. (Conde., 2005). El diagnóstico positivo de diabetes mellitus es el acto de identificar o reconocer la existencia de esta enfermedad en un paciente. La realización exitosa de esta tarea se ve con frecuencia obstaculizada por el curso latente o subclínico que tiene regularmente la diabetes mellitus, y además porque muchas de las manifestaciones clínicas de esta enfermedad suelen simular con frecuencia la existencia de otras. Para minimizar estos obstáculos diagnósticos es que se diseñan estrategias diagnósticas, es decir, formas o modos de abordar o enfocar desde el punto de vista metodológico el diagnóstico de las enfermedades a fin de facilitar en alguna medida la tarea diagnóstica del médico. A los pacientes mayores de 45 años de edad, es un grupo etáreo se considera de riesgo desde el punto de vista epidemiológico. (Jorge Otero Morales, 2006) Entre las características clínico epidemiológicas más ostensibles de la diabetes figuran su predominio en edades tardías, en el sexo femenino, su localización en áreas urbanas, la frecuencia de historia familiar de diabetes, así como también la obesidad. Cuando a a un paciente le diagnostica que padece diabetes, este cambia por completo su vida, como abitos alimenticios, comenzar algún tipo de actividad física, abstinencia de alcohol tabaco, drogas. La educación al paciente acerca de mudanzas del estilo de vida, medicamentos y complicaciones potenciales por el descontrol metabólico, deben ser individualizada a su capacidad de entender la información y a su nivel de interés, para que pueda coadyuvar al tratamiento y control, evitando complicaciones desagradables o mutilantes que afecten su calidad de vida. El tratamiento a pacientes hipertensos de alto riesgo con diabetes ofrece a los clínicos desafíos y oportunidades. La coexistencia de la hipertensión y la diabetes aumenta de forma dramática y sinérgica el riesgo de complicaciones macro y microvasculares. Tal vez lo más importante en ellos sean los eventos cardiovasculares, observación que puede ser evidenciada por el mayor número de óbitos atribuidos a enfermedades relacionadas con el sistema cardiovascular entre 45 y 65 años de edad. En consecuencia, el tratamiento agresivo de esa población permite reducir el exceso de muertes por enfermedad cardiovascular. (Valdés, 2003)