16. América del Norte siembra las siete plagas

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16. América del Norte siembra las siete plagas en América Latina y el mundo
Nací y crecí en Sudáfrica, donde pasé los primeros veinticinco años de mi vida. Experimenté el Apartheid y
conocí de cerca su esencia fascista. Mi propio nacimiento ya era un "escándalo racial" siendo mi padre un
"Blanco" de origen británico y mi madre una "Negra" descendiente de indígenas.
Me clasificaron como hombre de "color" y no me aceptaron en ninguno de los dos campos separados por la
barrera "racial". Sufrí todas las maldades del Apartheid, incluso logré escapar de intentos de asesinato. Los
nazis "Afrikaner" que conquistaron el poder político en 1948, liderizados por el Partido Nacionalista de Malan,
inmediatamente pusieron en práctica lo que el arquitecto del Apartheid, Hendrik Verwoerd, había aprendido en
"Duitsland" (Alemania). Apoyaron a Hitler y luego introdujeron prácticas fascistas, instituciones
segregacionistas, leyes raciales y llevaron a cabo brutales torturas.
En su "Patria" usurpada, inspirados por la "superioridad racial" y por la impunidad legal civilizada de su "Madre
Patria", este "pueblo elegido blanco", a diestra y siniestra y lleno de éxtasis, asesinó de manera caprichosa a los
"negros bárbaros", los "malvados Kaffer". Los encerraron en campos de concentración, los relegaron a los
"Bantústanes" y en toda Sudáfrica diseminaron la ideología nazi, inventaron la "Educación Bantú", la
"Educación para los Bárbaros", e impusieron adoctrinamiento religioso. Advirtieron a los sonoros miembros de
la "raza blanca" que no se mezclaran con los "portadores de agua" y "negros leñadores" para que Sudáfrica no
se convirtiera en una nación inferior "color café", por lo que se acuñó el término "Kaffer Gevaar", el "peligro
Kaffer".
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Sudáfrica era armada hasta los dientes, incluso desarrolló armas atómicas de destrucción masiva y
produjo armas para la venta al resto del África; intervino en países extranjeros como Angola, Botswana
o Lesotho, dejando atrás en sus fronteras las sangrientas huellas de los masacres brutales. Por lo menos
en aquel entonces, en los años 60 y durante las siguientes décadas, a nivel internacional, cientos de miles
de personas, incluso grupos estadounidenses, protestaron contra el Apartheid fascista en Sudáfrica.
Vieron y sabían que la Sudáfrica "blanca" era un régimen policíaca nazi totalitario.
He dictado charlas en Europa, EE.UU. y Canadá, dado entrevistas a los medios de comunicación, hablé
ante el Comité Especial de las Naciones Unidas para el Apartheid, hablé ante las "Black Panthers" y ante
los seguidores de Malcolm X, ante el Partido Socialista de los Trabajadores y ante los cristianos de
Harlem y Watts. Me reuní con oponentes judíos del Apartheid en el hotel "Four Seasons" en Nueva York
y percibí, que en casi todas partes existía una profunda preocupación de que el fascismo se abriera
camino una vez más. Sufrí bajo el sistema del Apartheid y luché contra esta monstruosidad bárbara por
más de 40 años, es por esto que sé con precisión cuando algo tiene carácter fascista. Hoy por hoy
sencillamente no logro entender, cómo millones de ciudadanos estadounidenses sean capaces de elegir a
sus propios carniceros fascistas.
¿Qué ha pasado con el "gobierno de, por y para el pueblo" de Lincoln? ¿Qué ha pasado con el "Bill of
Rights"? ¿Con la "constitución democrática"? ¿Con las mentes y la inteligencia de millones? ¿Para qué
entonces las protestas masivas contra el Apartheid y la guerra de Vietnam? Y ahora, ¿por qué la mayoría
de ustedes se quedan callados, cuando cientos de miles de árabes y palestinos son torturados, asesinados y
masacrados por el gobierno militar estadounidense y sus lacayos y golpistas locales? ¿Por qué no
protestan contra el "Plan Colombia", contra la construcción de un "Israel" en América Latina? (Por
favor, ¡ahora no me llamen "antisemita"!)
Las mujeres y los niños inocentes masacrados en Afganistán e Irak, ¿no son "blancos", "arios",
"civilizados", "americanos", no son
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"Hijos de Dios"? ¿Ustedes intentarán de parar la invasión pendiente de Irán? ¿Ustedes destruirán los
montones de armas de destrucción masiva estadounidenses e israelíes, que pueden borrar la vida de la faz
de la tierra? En sus "elecciones", ¿por qué siempre el perdedor se lo lleva todo? ¿Por qué permitir a la
pandilla Bush de manipular los resultados, convirtiendo de esta manera la democracia en una farsa
total? ¿Ustedes nunca han escuchado hablar del "dominio del pleno espectro", su planificación y
realización a través del "Proyecto para un Nuevo Siglo Americano"?
Cuando yo estudié en Alemania, la mayoría de mis profesores, Theodor W. Adorno, Max Horkheimer,
Herbert Marcuse y Ernst Bloch nos contaron como huyeron de la Europa Nazi, y no obstante, no
comprendí el verdadero temor y terror que enfrentaron todos estos "enemigos" del Tercer Reich. No
entendí la guerra de ideas contra ellos. Cuando leí las injurias de Hitler, Göring y Goebbels y vi los
documentales sobre esas masas entusiasmadas y lavadas de cerebro, sobre las víctimas judíos
amontonadas en Dachau y Auschwitz, con sus dientes de oro extraídos, entonces recordé el comercio de
esclavos trasatlántico, la descuartización de los esclavos africanos, las bombas atómicas arrojadas sobre
Hiroshima y Nagasaki, los millones de Rusos explotados y muertos de hambre en los gulags de Workuta,
Siberia. Entendí qué es el capitalismo. Es verdad, mientras el capitalismo, colonialismo, imperialismo y
corporatismo sigan vivos, el fascismo puede pasar otra vez en cualquier lugar y en cualquier tiempo. (Por
favor, ¡ahora no me llamen "marxista", "comunista" o "terrorista"!)
En estos momentos, como superpotencia armada hasta los dientes, inmersa en crisis, en agonía, es el
turno de los EE.UU. de mostrar su mueca draculiana sanguinaria. A través de su política exterior y desde
los días de los "padres fundadores", tal y como advirtió Simón Bolívar, los EE.UU. tenían y hoy más que
nunca tienen la tarea histórica de sembrar las siete plagas en América Latina y en el mundo. Aquí no
hace falta mencionar la cantidad de millones de personas masacradas en nombre del dólar
estadounidense que
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confía en Dios, en un Dios que bendice a Norteamérica en cada discurso presidencial a la nación.
¡Despierten Estadounidenses, de su sueño opulento! Muchos ya están huyendo a Canadá y Europa; no
es que América del Norte se está volviendo fascista, ya es fascista desde hace mucho tiempo.
No esperen a que nos atrapen a todos nosotros, porque cuando vengan por ustedes, nosotros ya no
estaremos aquí para protestar y darles la mano.
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