SUDÁFRICA: Sede de la Copa Mundial de Fútbol y de vestigios del Apartheid Por Ana María Rivero Bernal (*) Desde la copa de Argentina en 1978, el mundial no se realizaba en un país en vía de desarrollo. Sudáfrica celebra a los ojos del mundo el actual campeonato entre festejos y algarabía, más detrás del telón se encuentra un país con una media de 52 asesinatos diarios, un 50% de la población por debajo de la línea de pobreza, una tasa de desempleo del 24%, una expectativa de vida de 50 años y un 11.3% del total de la población padece de SIDA. El apartheid, el régimen de gobierno que desde 1948 buscó reestructurar la sociedad sudafricana a partir de la separación de razas blanca y negra, cayó en 1994 dejando una fractura social y política, acompañada de trágicas muertes que no han sido fáciles de olvidar a la fecha. El color de la piel sigue siendo un factor de división y se ha avivado la tensión racial desde que dos empleados negros asesinaran a Eugene Terreblanche, líder del Movimiento de Resistencia Afrikaner (AWB). Este grupo extremista blanco exhortó a los turistas a no viajar a Sudáfrica, y aseguró venganza por la muerte de Terreblanche. Esta situación preocupa especialmente a la población de los granjeros blancos, pues alrededor de unos mil han sido asesinados desde el final del Apartheid. Tales tensiones raciales han generado una profunda desigualdad en la sociedad sudafricana, lo que a su vez ha conllevado al arraigo de la pobreza, la violencia y la inseguridad ciudadana. El índice de mortalidad es de 157.8 personas por 100.000 habitantes, cifra casi dos veces mayor que la del promedio global; la tasa de homicidios de mujeres a mano de sus parejas es seis veces mayor que el promedio global; la violencia es socialmente aceptada y por ello se hace cotidiano el maltrato sexual y emocional intrafamiliar; hay un libre acceso a armas de fuego por parte de los niños y jóvenes, alcoholismo, drogadicción y debilidades en los mecanismos de aplicación de la ley. Particularmente, con respecto al abuso y maltrato infantil, son comunes las palizas y las heridas hechas con cinturones o armas domésticas. En las escuelas, los profesores son a menudo los perpetradores de abusos y promueven la cultura de impunidad ante hechos delictivos en las escuelas. La intimidación sexual por parte de los mismos alumnos es común. En materia fiscal, es pertinente solucionar problemas de responsabilidad en el manejo del presupuesto y recursos de la nación. La sociedad civil arguye por el establecimiento de reglas claras que no permitan la desviación de presupuestos y que fortalezcan la convergencia entre presupuestos programados y resultados reales. En materia de vías, prácticamente no existen redes de transporte, existen unos minibuses sin regulación ni horarios establecidos, que improvisan los recorridos y generalmente andan con sobrecupo. Trasladarse es un problema como herencia del Apartheid, ya que régimen ignoró la movilidad pública porque de ese modo limitaba la circulación de la población negra, entonces sumida en los guetos. No obstante, frente a toda esta problemática han aparecidos retoños de esperanza como lo son ciertos avances en los servicios ofrecidos a las víctimas de violencia, en la innovación y atención de organizaciones no gubernamentales, y en los procesos de pruebas de investigación judicial. Pero aun los sudafricanos notan la ausencia del gobierno, su administración y su liderazgo en la toma de medidas efectivas y estratégicas para prevenir la violencia y desarrollar un plan intersectorial e integral para combatir la misma y elevar la seguridad como un derecho básico. Los esfuerzos de Sudáfrica por ser un buen anfitrión aún la mantienen lejos de los estándares de calidad que ofrecieron Francia, Corea-Japón y Alemania, las tres últimas sedes mundialistas. Los hospitales públicos sudafricanos no están preparados, ni en infraestructura ni dotación, para una catástrofe como una estampida del público durante el Mundial. Efraim Kramer, autoridad médica de la FIFA reconoció que "los médicos de los hospitales públicos no tienen absoluta idea sobre planes de catástrofe. El temor de la cúpula de la FIFA generalmente ha estado en las edificaciones de las canchas de fútbol, valga aclarar, en el escenario socioeconómico y político del país sede. Pero en Sudáfrica, dadas las condiciones históricas, el negocio se mantiene con esfuerzo y se ha preocupado por ir más allá, incluso hasta introducir el sistema de “justicia express”, que preocupa a muchos la expedición de los sumarios y los riesgos de error, ya que pueden basarse confesiones extraídas bajo apremio, obviar circunstancias y contextos, o aplicar condenas a inocentes. Casos como los anteriores fueron recurrentes durante el régimen del Apartheid; serían una vergüenza de ocurrir 16 años después de la caída oficial del régimen y con el auspicio de la FIFA. (*) Miembro del CEPI de las Facultades de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.