ZARATE M

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EL PROYECTO DEL ESPACIO PÚBLICO COMO LUGAR
Dr. Marcelo Zárate (*)
(*) Docente, Investigador, Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo – Universidad Nacional del Litoral – Santa
Fe – Argentina – [email protected]
Resúmen
La ponencia plantea la hipótesis de que el proyecto urbanístico del espacio público implica
necesariamente un proyecto sociofísico, en consecuencia, interpretar el lugar urbano del cual
ese espacio constituye una de sus dimensiones esenciales, la del escenario o ambiente espacial
estrechamente articulado a las del ambiente cultural y simbólico del grupo cultural que ha
generado y mantiene vivo el lugar. En este sentido pensar en cualquier tipo de modificación
del escenario comportará un impacto en las prácticas sociales y en el simbolismo a ellas y al
escenario asociadas que tendrán directa repercusión en el grado de aceptación o rechazo de
una determinada propuesta configurativa del espacio público. De allí que el trabajo proponga
proyectar el espacio público a partir de identificar elementos físicos estratégicos con alto valor
de reconocimiento social, uso, apropiación, cargados con distintas densidades de sentido con
que pudieran estar identificados en la memoria y valoración social de los habitantes del lugar.
Se tiene el convencimiento que el desarrollo de una propuesta urbanística para el espacio
público a partir de este tipo de elementos sociofísicos esta llamada a alcanzar mayores
probabilidades de éxito social, por el uso, apropiación y valoración que los habitantes de un
lugar hagan del mismo.
A partir de esta premisa fundamental, el trabajo considera que un lugar urbano particular y
reconocido, esta constituido por tres elementos inseparables que forman un sistema
complejo: el ambiente espacial (elementos físicos, de carácter fíjo, semifijo y móviles, que
configuran y dan identidad a un territorio a partir de los rasgos del medio natural combinados
con la arquitectura), el ambiente cultural (los grupos sociales y sus prácticas sociales
características), y al ambiente epistémico, (el mundo del pensamiento en el que se generan
razonamientos y se crean representaciones de la realidad caragadas de significados y
valoraciones), generados a lo largo de un proceso histórico de interacción entre cultura y
medio natural. El ambiente espacial y el ambiente cultural representan el orden explícito o
manifestación tangible de la lógica espacial y funcional de la sociedad en el lugar que puede
ser codificada para su interpretación según rasgos configurativos característicos del territorio y
habitus o conductas sociales. El órden explícito se corresponde con un órden implícito
diréctamente relacionado al ambiente epistémico, organizado a partir de un sistema de
esquemas simbólicos y de valores sobre el que se construye la lógica más profunda que orienta
el modo de interacción social, espacial, la asignación de significados y valoraciones sociales
dentro del lugar. La interacción entre los dos tipos de órdenes determina el código genético
del lugar 1, parangonable al concepto de cronotopos propuesto por Mijail Bajtín e interpretado
por Josep Muntañola a partir de la triple naturaleza del cronotopo: el cronotopo espacial, o
geográfico territorial que representa la construcción del espacio; el cronotopo del tiempo, o
1
Propuesta teórica del Urbanismo Ambiental Hermenéutico, desarrollada en la Tesis Doctoral de
Marcelo Zárate; UPC; 2001.
histórico y social, que representa el uso social del espacio y el cronotopo cultural, mental
educativo, que representa el proyecto de arquitectura 2.
Según estas premisas, y a partir de ingresar por el ambiente espacial, cabe hacerse la siguiente
pregunta: ¿Cuáles son los aspectos del código genético de un lugar que hacen que
determinados rasgos configurativos de un escenario y tipológicos de los arquetipos del mismo,
unidos a características plásticas, puedan ser considerados como más universales, o sea,
compartidos por diversos grupos culturales?; ¿Cuáles serían aquellos rasgos más específicos o
particulares del código genético del un lugar que resultan difíciles de ser compartidos fuera del
grupo que los ha generado?. Esta pregunta está directamente relacionada con esta otra
problemática: ¿Hasta qué punto los rasgos configurativos del escenario de un lugar particular u
orden explicito, ponen en evidencia o permiten dar indicios del orden implícito?
El código genético de un lugar, es una hipótesis teórica que intenta interpretar la compleja
articulación entre prácticas sociales, simbolismo y escenario, que se dan en cualquier lugar con
el propósito de detectar la lógica profunda sobre la que se genera y reproduce el mismo. Este
proceso complejo en el que se basa la construcción del lugar es también interpretable desde el
concepto de la triple naturaleza del crono-topo socio-físico, según lo plantea Muntañola a
partir del cronotopo de Mijail Bajtín.
Articulando ambas estrategias, la del código genético del lugar y la del cronotopo socio-físico,
tendríamos que la capacidad del cronotopo cultural (Mental-educativo-proyecto de
arquitectura) de articular los cronotopos geográfico-territorial e histórico social, pasará por la
interpretación de la significación asignada por una determinada cultura a los elementos
componentes del orden explicito, o sea los rasgos configurativos del territorio y los arquetipos.
Por su parte, el cronotopo geográfico (territorio y construcción del territorio), articula uso y
cultura, pero lo haría en calidad de escenario posibilitador y no determinante de esa
articulación. O sea, una determinada configuración del cronotopo geográfico puede posibilitar
distintas alternativas de articulación entre uso y cultura diversas. Por ejemplo: la estructura de
un teatro griego antiguo en la actualidad sirve tanto como escenario para seguir
representando tragedias griegas, (a pesar de que en la actualidad este tipo de espectáculo no
tenga la misma significación y valor que tenía para la cultura griega en su momento histórico),
como para desarrollar un festival de Jazz o dar una misa. Una plaza pública puede llegar a
servir tanto como espacio verde público de recreación como espacio de concentración de
movimientos sociales de protesta, como espacio donde se organice una feria artesanal o
donde se lleven a cabo ceremonias oficiales del gobierno. De allí la capacidad de ciertos
cronotopos geográficos de atravesar distintos cronotopos culturales e históricos, o sea, de
convertirse en un verdadero nudo o cruce de cronotopos de estos últimos tipos.
Para entender por dónde pasa la lógica de esta diversidad de articulaciones posibles entre uso
y cultura según un determinado cronotopo geográfico será necesario detectar qué elementos
claves o estratégicos del código genético del lugar son los que articulan el orden explicito y el
orden implícito. Esta indagación se podría comenzar desde la propia articulación entre uso y
cultura a partir de identificar prácticas sociales características que impliquen patrones de
2
Refiere al artículo: “Arquitectura, educación y dialogía social” de Josep Muntañola.
interacción social y socio-espacial, cargadas con significación, atracción y valor social, en tanto
rasgos comunes de encontrar en ciertas culturas, como podrían ser, por ejemplo, una actividad
comercial a lo largo de un recorrido lineal en el que los productos y atracciones se den en
ambos flancos, o concentrados dentro de un área determinada y el tipo de producto ofrecido
atraiga el interés particular de determinados grupos sociales. Ante situaciones como estas el
escenario deberá presentar ciertos rasgos característicos posibilitadores que, de no poseerlos,
las mencionadas actividades no podrían realizarse, pero, al mismo tiempo, ello no implica,
necesariamente, que de poseer los rasgos demandados por la mencionada actividad, esta se
generara automáticamente.
De este modo una cuestión crucial será interpretar qué evocaciones dentro del mundo
simbólico u orden implícito, o de los cronotopos cultural e histórico, genera una determinada
propuesta configurativa del escenario o sea un proyecto particular. Esto supone utilizar la
materia o sea el territorio y la arquitectura, no como simples objetos tectónicos, sino, además,
como elementos simbólicos cargados semióticamente por la cultura a lo largo de un proceso
histórico, algo así como la memoria social almacenada en los rasgos configurativos del
territorio y sus elementos físicos componentes. Aquí es donde se hace necesario definir un
espectro de evocaciones simbólicas verosímiles para cada elemento físico del territorio dentro
de un contexto cultural particular, en tanto elementos de un proyecto del territorio, y para
hacerlo, será necesario consultar proyectualmente el código genético del lugar a través de su
sistema de esquemas articulados.
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