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 4.2.3. La exclusión de la Sociedad de la Información: La brecha digital. Al igual que otros tipos de sociedad, el desarrollo de la Sociedad de la Información está creando diferencias y desigualdades sociales. Cada tipo de sociedad se ha caracterizado por provocar desigualdades y dejar al margen del desarrollo a ciertos sectores de la población, con lo que se puede afirmar que a lo largo de la historia siempre han existido personas que no han encajado, o no han podido encajar, dentro del modelo social imperante (Ballestero, 2002; Serrano y Martínez, 2003). Por ejemplo, en la sociedad de cazadores las desigualdades se generaban por la diferencia en las facultades físicas del individuo y su grupo; y en la sociedad agraria se incrementan las desigualdades y la estratificación social debido a la esclavitud y a la servidumbre (Ballestero, 2002). La evolución hacia la sociedad industrial, junto con el éxito de las ideas de la revolución francesa, y la generalización de la democracia, fueron provocando que las desigualdades no se acentuasen; aunque no será hasta la segunda mitad del siglo XX cuando exista cierta reducción de estas desigualdades sociales (Ballestero, 2002). Existen dos tipos de interfaz, la interfaz física y la cognitiva (Abascal y Gardeazábal, 2001). La interfaz física es el conjunto de dispositivos y programas que permiten transferir información y que da soporte a la interfaz cognitiva. La interfaz cognitiva es entendida como el conjunto formado por los procedimientos de uso, mensajes, asunciones y visiones del mundo de ambos interlocutores. De manera que para que cualquier persona pueda hacer uso de una aplicación informática debe disponer de las capacidades físicas suficientes para utilizar la interfaz física y de las capacidades intelectuales que le permitan entender los objetivos, lenguaje y funciones de la interfaz cognitiva (Abascal y Gardeazábal, 2001). 2.1. Definiciones El término usabilidad o «usability» (Comisión Europea, 2009) se lleva utilizando desde la primera mitad del la década de los años 40 del siglo XX, como resultado de la creciente importancia que ha ido adquiriendo la adaptación de las máquinas al operador humano. Si bien la usabilidad se ha aplicado a cualquier sistema que interactúe con el usuario (Manchón, 2003), es a finales del siglo XX, con el reciente crecimiento del uso de Internet y de los ordenadores, cuando los diseñadores de aplicaciones digitales multimedia deciden mejorar la experiencia del usuario para optimizar el diseño y conseguir de esta manera, un producto más competitivo, especialmente en el caso de páginas web y herramientas multimedia interactivas. Según Lorés y Granollers (2004) la usabilidad aporta a las páginas web las características apropiadas para que el usuario las visite y se quede. Asimismo, facilita que el usuario consulte esa misma página en un futuro. Para ello, las páginas, sus funciones, mensajes y contenidos deben estar diseñados e implantados para que cualquier persona las pueda utilizar. Es aquí donde se introducen los conceptos de fidelidad del usuario y de garantía de la aplicación, y donde entra en juego un concepto muy ligado a la usabilidad: la accesibilidad. La accesibilidad se define como la posibilidad de que un producto o servicio web pueda ser usado por el mayor número de personas posible, independientemente de las limitaciones propias del individuo o de las derivadas del contexto en uso (Bolaños, Vidal, Navarro et al., 2007). La accesibilidad web significa que personas con algún tipo de discapacidad van a poder hacer uso de este tipo de herramientas. En concreto, al hablar de accesibilidad web se está haciendo referencia a un diseño web que va a permitir que personas con algún tipo de problema físico o cognitivo, puedan percibir, entender, navegar e interactuar con la Web, aportando a su vez contenidos (Falvion, Guinalíu y Gurrea, 2002). Existen deficiencias o desfases cognitivos leves (deficiencia metal leve, e incluso moderada) que apenas afectan a la vida cotidiana de las personas que las padecen y otros retrasos más acusados (deficiencia mental severa y profunda) que limitan bastante las posibilidades reales de las per­ sonas en el entorno que le rodea. En el caso que nos ocupa, el acceso a los medios, mayoritariamente no plantea pro­ blemas en el caso de los problemas más leves, salvo por la comprensión de ciertas informaciones de distintos medios y la leve dificultad para el aprendizaje del uso del medio en cuestión. Más grave será, sin embargo, el acceso a la información conte­ nida en los diversos medios para personas con deficiencias severas y profundas, que puede resultar poco adecuada y adaptada a sus necesidades y posibilidades (Rodríguez Fuentes, 2007). Si en los casos anteriores los recursos técnicos y tecnológicos podrían coadyuvar la optimización del acceso mediático, en este caso se demanda, por una parte, el incremento de la capacidad de aprendizaje del usuario y aprovechamiento real de sus recursos intelectuales, y, por otro, el in­ cremento de programaciones adaptadas y apropiadas para este colectivo. Por exten­ sión, en la medida de lo posible, se ha de simplificar y facilitar el empleo de los dis­ tintos medios de comunicación. Fomenta la autonomía e independencia del trabajador, pues proporciona una base de ingresos mínima. ­ Proporciona beneficios psicológicos en la medida en que fomenta las relaciones personales, la asunción de responsabilidades y la posibilidad de un desarrollo profesional, así como la estructuración del tiempo. ­ Promueve las relaciones sociales con personas diversas y en situaciones variadas. ­ Permite gozar de cierta estabilidad de cara al futuro, derivada de las aportaciones a la Seguridad Social. 
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