Hacia un modelo de formaci n profesional sustentado en la capacidad para gestionar proyectos de intervenci n social con car cter estrat gico, de Jos Antonio Meyer, Universidad Polular Aut moma del Estado de Puebla, M xico.

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Hacia un modelo de formación profesional sustentado en la
intervención social de carácter estratégico
José Antonio Meyer Rodríguez
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla
Resumen
Proyecto de investigación centrado en el perfil del comunicólogo deseable para
intervenir en un entorno laboral complejo y dinámico. Reflexiona sobre la realidad
mexicana, los esfuerzos universitarios por avanzar en la acreditación de curriculas
académicas, la certificación de profesores y los exámenes de competencias para
los futuros profesionales. Plantea nuevos enfoques de formación, experimentación
y desarrollo de competencias, como prioridad para alcanzar la incorporación,
permanencia y trascendencia de los egresados universitarios en las
organizaciones, las industrias culturales y las redes sociales.
Palabras clave
Transversalidad curricular, aprendizaje basado en competencias, docentes con
capacidad de investigación y vinculación, prácticas de innovación in situ,
intervención social con enfoque estratégico.
1. Planteamiento general
Este trabajo que hoy se presenta en forma esquemática pero no superficial forma
parte de una investigación más extensa, cuyo propósito es la construcción de un
modelo de formación de profesionales en Comunicación de México que responda
a las necesidades del desarrollo individual y la propia disciplina pero, sobre todo,
facilite su incorporación, permanencia e incidencia en el entorno laboral. La
investigación surge de las reflexiones teóricas y experiencias de un grupo de
evaluadores de sistemas educativos públicos y privados pertenecientes al Consejo
de Acreditación de La Comunicación (CONAC), los cuales atienden la formación
profesional de especialistas en Comunicación. La discusión se centra en la ruptura
dicotómica entre la formación de comunicadores (gestores o informadores) o
comunicólogos que ha contrapuesto a los distintos enfoques disciplinarios. En ese
sentido, la propuesta no trata de contraponer criterios o establecer la supremacía
de alguno sino, por el contrario, complementar los procesos para fortalecer el perfil
profesional de los egresados universitarios y asegurar, en la medida posible, su
incidencia en un espacio laboral con procesos de evolución constante.
Es de reconocer que el impacto de los egresados universitarios en el mundo
laboral es creciente y determinante desde hace varias décadas, sobre todo en el
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campo de las industrias culturales, la publicidad, las relaciones públicas y la
mercadotecnia, así como en la comunicación corporativa y las oficinas de prensa
gubernamental. De igual forma, en los últimos años la presencia de los
universitarios se ha multiplicado sustancialmente en los nuevos entornos de la
política, las organizaciones lucrativas y no lucrativas, la educación, la cultura y las
políticas públicas, entre otros campos. Sin embargo, el problema de fondo no
consiste solo en su incorporación o presencia sino en el nivel de incidencia como
resultado de sus competencias profesionales y la capacidad de innovación en
consonancia con un esquema de responsabilidad social. En ese sentido, lo
primero que es menester preguntar es el tipo de profesional que las instituciones
desean formar y para qué, qué competencias deben poseer y cuál debe ser el
modelo de aprendizaje más adecuado para ello. Si bien esas preguntas son de
muy difícil respuesta, esta ponencia busca contribuir hacia esa reflexión.
2. Diagnóstico del entorno
En México, según datos del Consejo Nacional para la Enseñanza y la
Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC, 2009), actualmente
existen en México casi 70 escuelas y facultades de distinta tamaño y sustento que
imparten programas de licenciatura, especialidad, maestría y doctorado en las
áreas de Comunicación, Periodismo, Publicidad y otras relacionadas. Ellas se
distribuyen tanto en universidades públicas como privadas. Aunque éstas últimas
son la mayoría, hasta hace algunos años no existían mecanismos de regulación
externa que aseguraran ciertos parámetros medios de calidad más allá del propio
interés institucional siempre condicionado por las necesidades de un mercado de
aspirantes en constante crecimiento. La creación del CONEICC al inicio de los
años ochenta del siglo pasado fue un primer eslabón de una cadena de muy
compleja conformación, cuya convocatoria permitió la interacción de instituciones
hasta ese momento tan distintas en intereses, el tránsito más intenso de
profesores con mayor calificación y el establecimiento de ciertos parámetros de
autorregulación y desarrollo. Poco después, la creación de los organismos de
certificación de investigadores y profesores, como el SNI o PROMEP a nivel
general y la AMIC en particular, han contribuido también a incentivar la reflexión
sobre qué enseñar, cómo enseñarlo y para qué.
La participación de profesores en espacios latinoamericanos, como FELAFACS y
ALAIC, incrementó aún más la preocupación sobre el tema al comparar las
distintas realidades de la región y reconocer que en mayor o menor medida la
formación profesional de los egresados universitarios es un tema común y de alta
prioridad en la agenda de las universidades latinoamericanas. Muchos eventos,
investigaciones y reflexiones se han realizado en las ultimas tres décadas y, más
allá de haberse consensado o incluso resuelto, la asignatura continua pendiente y
es un tema obligado de cualquier reunión nacional o internacional. El problema es
que la solución, si es que la hay, no está solamente en el entorno universitario,
sino en un espacio social y económico en permanente transformación cuya
interacción con procesos globalizadores que aceleran la asimilación de
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tecnologías y reconfiguran las realidades culturales plantea siempre nuevos retos
y necesidades.
Podemos señalar cuatro eventos que en los últimos años han logrado decantar en
el caso mexicano el tema de la formación consistente de profesionales y el
cumplimiento de un perfil mayormente competente. El primero es la conformación
de los Consejos de Planeación de la Educación Superior (COPAES) y sus
consiguientes criterios para la evaluación de la calidad en los programas de
licenciatura de las instituciones públicas. El segundo es la constitución del Padrón
de Posgrados de Excelencia que determinó los criterios para los posgrados de
calidad, sus formas de evaluación constante y, sobre todo, los estímulos para su
desarrollo y consolidación. El tercero es la creación del CONAC, el cual con
reconocimiento de CIESS se ha constituido como un organismo calificado de
acreditación de servicios educativos sobre Comunicación con parámetros
deseables de calidad. Por último, el examen CENEVAL que establece los
conocimientos, competencias y habilidades que deben poseer todos los egresados
universitarios del país en esta disciplina. Aunque el proceso aún se inicia, la
cultura de la evaluación ha penetrado la estructura de las instituciones públicas y
privadas estableciendo criterios, procesos e indicadores a partir de los cuales
deben operar las escuelas y facultades para cumplir sus propósitos y alcanzar el
perfil de egreso sugerido.
Otro aspecto a destacar radica en la evolución de los métodos de enseñanzaaprendizaje, a partir del reconocimiento tácito de que los procesos educativos no
pueden seguir centrados en el profesor, la curricula estricta y los métodos de
evaluación de conocimientos. En ese sentido, se empieza a transitar en casi todas
las instituciones hacia los modelos que reconocen la interacción de profesores y
estudiantes en la construcción de aprendizajes significativos. Aún más allá, las
más audaces buscan incorporar los métodos más innovadores como el
aprendizaje centrado en problemas o la metodología de casos. En este campo hay
mucho por hacer, sobre todo porque ante las nuevas necesidades de formación y
competencia se requieren métodos educativos que verdaderamente respondan a
las actuales condiciones.
3. Propuesta para una discusión
Como resultado de las reflexiones que distintos investigadores latinoamericanos y
mexicanos han realizado desde hace más de 30 años sobre los retos de la
formación de profesionales en el campo de la Comunicación, así como de las
experiencias de los organismos acreditadores y sus evaluadores más
involucrados, es posible señalar que son varios los aspectos que un sistema
educativo debe considerar para alcanzar resultados más o menos evaluables y
consistentes. Ellos pueden agruparse en las siguientes categorías:
Modelo educativo
Perfil de ingreso
Generales
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Perfil de egreso
Plan de estudios
Diseño curricular
Líneas de conocimiento
Líneas de especialidad
Transversalidad curricular
Gestión y seguimiento
Profesores
Docentes con capacidades didácticas
Formación de investigación
Experiencia profesional
Capacidad de vinculación
Manejo de innovaciones tecnológicas
Métodos de aprendizaje Aprendizaje por competencias
Formación extracurricular
Innovaciones tecnológicas
Métodos de intervención social
Prácticas in situ
Formación extracurricula
Idiomas
Intercambios
Cursos de instrucción
Titulación
Proyectos de titulación
Examen de certificación
Educación permanente
Alumnos
Búsqueda de sentido
Compromiso
Responsabilidad
Sentido ético
Método de auto-aprendizaje
Todas estas categorías plantean la necesidad de avanzar en la construcción
colegiada de planes de estudio y la gestión transversal del curriculum, para
garantizar un adecuado seguimiento y su evaluación permanente. Asimismo,
consolidar la formación y calificación de profesores, el fortalecimiento de nuevos
esquemas de aprendizaje sustentados en competencias y el desarrollo de todos
aquellos apoyos académicos que garanticen a los egresados una calificación
suficiente para un entorno cambiante y en constante evolución. La propuesta
incorpora también, a partir de las aportaciones del Grupo Hacia una comunicología
posible (Galindo, 2007), los modelos de formación a partir de la intervención social
estratégica que delimita un ejercicio profesional sustentado en proyectos y una
visión holística de los fenómenos. El proceso de evaluación es un elemento
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sustantivo, toda vez que representa la manera como el colectivo académico
asume decisiones, correctivos o impulsos que garantizan la eficiencia del modelo.
La necesidad de fortalecer mayormente la formación de competencias y no
solamente las habilidades, plantea reconocer que los enfoques de aprendizaje
deben ser mayormente estratégicos en sus métodos de intervención, dar mayor
solidez a aquellos contenidos teóricos realmente significativos y fortalecer los
enfoques de investigación de la realidad social. Asimismo, insistir en los
componentes culturales y asegurar su capacidad como gestores de información en
un mundo globalizado.
En ese sentido, un plan de estudios de licenciatura en Comunicación puede
plantear como deseables los siguientes atributos en el perfil de ingreso:
•
Compromiso con los procesos democráticos y el desarrollo sustentable del
México contemporáneo
•
•
•
•
•
•
Disposición para el trabajo en equipo
Apertura hacia la auto-construcción de un pensamiento estratégico
Interés en nuevas culturas y conocimientos
Competencia en redacción y manejo de la información
Habilidad en el uso de tecnologías de información y comunicación
Habilidad para la lectura y la sistematización de información
Del mismo modo, pueden especificarse como objetivos de egreso los siguientes:
Conocimientos
• Capacidad para utilizar los métodos de intervención social como sustentos
básicos de la profesión (Profesionistas con sólidos métodos de trabajo)
• Capacidad para integrar los conceptos teóricos sobre Comunicación, lenguajes y
públicos (Profesionales constructores de modelos comunicativos)
• Capacidad para analizar críticamente distintos contextos sociales, culturales y
políticos del mundo actual (Profesionales críticos y reflexivos)
Competencias
• Capacidad para estructurar proyectos de intervención en las áreas de
comunicación política, del desarrollo y organizacional
(Profesionales de la intervención social comunicativa)
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• Capacidad para la investigación social significativa mediante el uso de diversas
metodologías (Profesionales que diagnostican, problematizan y fundamentan)
• Capacidad para la gestión estratégica de procesos comunicativos con una
perspectiva sistémica (Profesionales innovadores, prospectivos y
generadores de experiencias)
Habilidades
•
Destreza en el análisis, interpretación y difusión de información significativa a
públicos de interés (Profesionales de la información)
•
Destreza en la estructuración de mensajes estratégicos y el uso convergente
de medios (Profesionales constructores de sentido)
•
Destreza en el uso de las innovaciones tecnológicas con sentido social y
estratégico (Profesionales de la comunicación, no solamente de los
medios)
Valores
Sentido ético y responsabilidad hacia la profesión (Profesionales con sentido de
la profesión)
Compromiso con la democracia, la legalidad y el desarrollo social y cultural de la
comunidad (Profesionales de la transparencia y los derechos ciudadanos)
Respeto a las diversidades culturales, otras formas de pensamiento y apego a las
normas de expresión (Profesionales locales con visión global)
4. Consideraciones finales
La necesidad de formar profesionales para un entorno social tan complejo, diverso
y cambio constante, plantea a las universidades la pertinencia de una nueva visión
que entienda su nueva responsabilidad y, sobre todo, el nuevo paradigma de la
educación en la era del conocimiento.
Si las escuelas y facultades de Comunicación en México no entendemos que el
proceso no es único y cerrada, sino incluyente y multifacético, entonces las
instituciones se enfrentarán ante un muy dramático dilema –no solo existencialsino de instrumentalizad en un entorno que cambia sus parámetros y demanda
siempre prospectiva
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El reto es por demás interesante, lo que dependerá será la creatividad y eficiencia
para enfrentarlo.
Puebla, diciembre de 2009.
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