testimonios destacados del 1 al 3 de diciembre de 2009

Anuncio
DESTACADOS DE LA SEMANA (semana del 1 al 3 de diciembre de 2009)
El martes 1 de diciembre comenzó con la declaración del Sr. Quintella, hermano de
Silvia Quintella, militante de la JP, embarazada al momento de ser secuestrada. Relata
que buscando a su hermana, gente que él supone del ejército, allanan la casa de su
madre estando presente ella y él, y que ambos fueron maltratados a los golpes. Luego
se escuchó el testimonio de la pareja de Quintella, Abel Madariaga. El Sr. Madariaga
relata que llevó a su mujer a una cita en el barrio de Florida, y se retiró a realizar unas
diligencias. Al volver a buscar a su mujer, observa unos Falcon, en uno se llevaban a
Silvia y en el otro auto distingue a otra compañera de nombre Yoli (Marta Eiroa). Sabe,
por el testimonio que aportó Scarpati, que su compañera tuvo un varón en Campo de
Mayo, y que Yoli y otros compañeros la ayudaron en el parto y a recuperarse. Todos
estos compañeros permanecen desaparecidos, de su hijo no sabe nada.
Fue leída la declaración de Cacho Scarpati, hecha oportunamente, ya que el compañero
falleció en el año 2008.
El miércoles 3 se escuchó la declaración de la Sra. Norma Paula Hernández que narra
que en la noche del 22 de abril de 1977 estaba en su casa mirando TV, cuando se
produce un operativo, escuchó golpes y disparos, quedando la vivienda llena de tiros y
los habitantes de la casa aterrados. Allí vivían Marcela (María Elida Morales Miy) y su
esposo Alfredo (Luís Fernández Martínez Novillo), los apellidos no los recuerda, con
sus hijas Jimena y María. Las nenas le fueron entregadas a una vecina, Dina Fontana
que las retuvo unos días. No volvió a ver a ningún miembro de esa familia. Dice que la
casa quedó vacía unos años y que en la actualidad la ocupa la familia Vázquez, un cabo
de policía.
A continuación se escuchó el testimonio de Jimena Vallejos Morales Miy, quien relata
el operativo que se produce en su casa de Escobar, en horas de la noche, mientras estaba
con Luís Fernández Martínez Novillo (Lucho) padre de su hermana de un año y medio y
a quien ella llamaba papá. Tenía en ese entonces 4 años. El padre la encierra en un
placard, y luego en un baño, para protegerla del intenso tiroteo que se produce. Es
retirada del lugar por la policía, e introducida en un auto donde estaba su mamá María
Elida Morales Miy, y su hermanita. Desde allí vio como fusilaban a su papá: las
menores son dejadas con la vecina Dina y luego pasan a vivir con su abuela materna en
Salta. Supo que su mamá fue detenida en la estación de Escobar con su hermana y que
luego del operativo en su casa, es llevada a Campo de Mayo. A partir de un mensaje
dado por Maria Elida a su primo Gracian Leborburu, la abuela supo donde buscar a las
menores.
Cuando esta viene a Buenos Aires a buscarlas, es allanada la casa del familiar donde
estaba alojada, un ex militar de apellido Carponi. La abuela es secuestrada, careada con
su hija y liberada. Con la orden de un juez logra recuperar a sus nietas.
Por el testimonio de Scarpati y otra sobreviviente, supo que su madre probablemente
estuvo viva hasta septiembre del ’77 y que luego es llevada en un vuelo de la muerte
María Angélica Martínez Morales Miy, la otra hija de María Elida, dada lo pequeña que
era al momento en que es secuestrada con su madre, lo que declara es la
reconstrucción de los hechos a partir de los testimonios de su abuela materna, que acaba
de fallecer, de su hermana mayor y de su tía Alejandra.
Siguió la declaración de Felix Plinio González, médico, hermano menor de Elida
Julia González Miy, y tío de la desaparecida. Es a través de su hermana que conoce la
de la desaparición de su sobrina. En diciembre del año ’76, su hermana fue secuestrada
en la ciudad de Salta unos días, obligada a dejar la profesión de escribana pues le
dieron de baja el registro. En el ´77 se produce el secuestro de Maria Elida y los
avatares para recuperar a sus hijas. Manifiesta que su hermana y su cuñado tenían una
relación con Carponi, oficial aeronáutico y otro vice comodoro de apellido Valado, con
los cuales había alguna relación indirecta familiar, y que a través de ellos consiguen
rescatar a las nenas.
José Gracian Leborburu González, sobreviviente del CCD de Campo de Mayo, dice
que en abril de 1977 su prima María Elida llama a John Arrozarena. John era un amigo
de la infancia, que con los años también traba relación con ella y posteriormente
conocen a otras personas vinculadas con la política entre ellos Carlos Valladares. Ellos,
junto a otros jóvenes, frecuentaban el centro vasco ubicado en Belgrano casi Lima
Este testigo relata que John recibe una llamada de Maria Elida, donde pasa una cita a la
que debía acudir Carlos Valladares, si él no se comunicaba que lo hiciera José Gracian.
Como nada supieron de Valladares, a la cita en la plaza de Salguero y Güemes
concurre su primo. Estando allí lo rodean, lo tiran al piso, lo sujetan, cortan la calle lo
suben a un auto. Allí su prima le dice que habían matado a su pareja (Lucho), que
estaban buscando a Valladares, que no sabia donde estaban sus hijas y que le avise a su
madre. El Sr. Leborburu, por temor, se va de Buenos Aires unos días; cuando vuelve,
y a partir de informaciones que Carponi había recibido de un familiar suyo destinado
a Campo de Mayo, este le dice que garantizan su vida pero que debía presentarse allí.
La familia decide que lo haga y lo acompañan su padre, Carponi y otro militar llamado
Zeus amigo de Carponi. En puerta cuatro un vehículo lo lleva a él sólo hacia el interior.
Permaneció secuestrado varios días, golpeado, torturado: se le pedía información
acerca de donde encontrar a Valladares. Pasó días sin comer, a veces sin ser llevado al
baño, encadenado. El dijo que sabía que el centro vasco era el lugar de encuentro. En
esos días escuchó la voz de su prima Maria Elida. Dentro del predio fue trasladado por
distintos espacios. Manifiesta que por los comentarios que escuchó en uno de ellos,
considera que debían mover cadáveres. Finalmente fue liberado en San Miguel
El jueves 3 de diciembre comenzó con la declaración de Jorge Tato, hermano de Norma
Tato, secuestrada junto a su pareja Jorge Casariego, el 14 de abril de 1977. Ambos eran
trabajadores de laboratorios Squibb. Son secuestrados de su departamento en la zona de
Palermo, delante de los hijos de Norma, el mayor de los cuales tenia 8 años. Los niños
son dejados en la casa de un vecino de donde son retirados por el padre. Al momento
del secuestro Norma estaba embarazada de 4 o 5 meses. Fueron vistos en Campo de
Mayo. El niño nació y fue ubicado por las Abuelas de Plaza de Mayo en poder del
médico militar, Norberto Bianco.
El siguiente testimonio fue el de la Sra. Marta Plaza, que conoció a Casariego durante
su niñez, y luego compartió con él la práctica política en la Juventud Peronista. Plaza
era familiar de Rosa María Casariego, primera esposa de Jorge, asesinada en febrero de
1976, junto a Luis Cabrera (su compañero) y Echeverría, ambos trabajadores navales.
Se exilia en 1977, volviendo al año siguiente. Al retornar se entera de la desaparición
de José Luis y Jorge Carlos Casariego. El padre de Jorge le manifiesta que lo había
llamado un oficial del ejército de Campo de Mayo, pidiendo una suma importante de
dinero para dejarlo en libertad. Benigna Casariego, tía de Jorge vendió un departamento
para abonar lo solicitado. Supo que el padre y hermano menor fueron a Campo de
Mayo, se entrevistaron con Bianco. A posteriori recibieron una llamada telefónica
diciendo que Jorge estaba libre viviendo en Rincón de Milberg, y que no se acercaba
por seguridad. Su madre murió esperando su regreso. Por testimonios supo que Jorge
fue muy torturado, visto con las piernas llagadas e hinchadas, tirado en el piso y que
apenas podía hablar.
Teresita Viviana Beguán, relata que en septiembre de 1977, estando presa en Villa
Devoto, se entera por la visita de otra presa que sus padres Emilio y Dolores Beguán
habían sido secuestrados en mayo de ese año. Sus padres se habían trasladado de la
ciudad de Córdoba a Bs. As. para poder estar cerca de su hija detenida desde 1975.
Compran una casa en Avellaneda, a la que también van vivir con el tiempo Armando
Imas, Alejandra Renou y las menores Lucila, Patricia y Manuela Puyol. Por las severas
condiciones represivas dentro de la cárcel, la Sra. Beguán pudo comenzar a realizar
gestiones por su familia, al salir en libertad en febrero de 1983, con el acompañamiento
del Dr. Luis Zamora del CELS. Su trabajo en APDH y CONADEP, le permitieron
tomar contacto con testimonios de sobrevivientes y realizar la reconstrucción de lo
sucedido, también hizo una importante búsqueda en los diarios de la época.
Fundamental resultó el testimonio de Cacho Scarpati, que vio a la pareja en Campo de
Mayo, pudo reconocerlos por fotos y contó cómo eran sometidos a tortura entre ellas
una conocida como “salta Violeta”, practicada a niños, enfermos y ancianos, que
consistía en tirarlos para un lado y para otro, con los ojos vendados, golpeándolos
contra paredes, piso. Otra información importante fue dada por las hermanas Puyol, con
cuya ayuda llegó hasta la casa de Avellaneda. Allí encontró el documento de su madre,
la casa revuelta y todo robado. Los vecinos también le contaron del operativo que
termina con el secuestro de sus padres, con móviles del Ejército y de la Policía
Bonaerense.
Lucila Puyol, con su madre detenida desde 1975, y su padre desaparecido en diciembre
de 1976, se traslada hasta Buenos Aires con sus dos hermanas Patricia y Manuela y la
compañera del padre, Alejandra Renou. Comienzan a vivir con el matrimonio Beguán a
quienes llamaban abuelos. El relato de lo vivido resultó sumamente conmovedor. A
comienzos de mayo un día ya no vuelve Armando Imas, luego desaparece Alejandra, y
a los pocos días una noche se produce el operativo donde las fuerzas de seguridad
secuestran a los Beguán, llevándoselos de la casa. Las niñas descubren la verdad a la
mañana al levantarse, cuando encuentran la casa revuelta y todo roto. Durante unos días
una permanece en la casa y las otras dos concurren a la escuela de manera alternativa,
deciden luego quedarse las tres, acomodan toda la casa, duermen juntas en la cama del
matrimonio Beguán. Al cabo de unos días retornan los militares y civiles, y vuelven a
romper todo, las interrogan. Una vecina las ayuda a llamar a sus abuelos a Santa Fe, que
entonces viene a buscarlas. Años después, a partir del contacto con Viviana Beguán,
vuelven a la casa de Avellaneda y ya no encuentran ninguno de los objetos personales
que habían dejado
Los militares les dicen a las hermanas Puyol: “las dejamos vivas para que cuenten de lo
que somos capaces”.
En referencia a los imputados de este juicio dice Viviana Beguán “acá falta gente, falta
mucha gente. La inteligencia militar fue la columna vertebral de la represión”.
Descargar