A propósito de la actual crisis de la economía, que... convertirse en crisis financiera y más tarde ser reconocida como...

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Costos de la crisis: más trabajo no remunerado
Jueves, 18 de Diciembre de 2008 12:01
A propósito de la actual crisis de la economía, que partió como crisis de hipotecas para
convertirse en crisis financiera y más tarde ser reconocida como crisis económica, nos
preguntamos si afecta de la misma manera a hombres y mujeres.
Por Thelma Gálvez, Economista Centro de Estudios de la Mujer
(CEM)
Columna publicada 22/12/2008
Diario La Nación
Columna publicada 19/12/2008
Diario El Mostrador
Columna publicada 16/12/2008
Diario Critico
Quedémonos primero en la economía oficial, la que pasa por el mercado,
se mide por el PIB y está tambaleando. Aquélla que produce bienes y
servicios, lubricada -como se ha dicho- por el aceite que la hace funcionar
que es el dinero en todas sus formas, tantas que cada vez ha sido más
difícil controlarlas y guardar las proporciones necesarias para que los
precios no se disparen o para que la producción se pueda vender. La crisis
desajusta los delicados equilibrios entre la verdadera producción y los
sistemas financieros que la alimentan y que también pueden estrangularla.
¿Cómo nos movemos las mujeres en este mundo? Todo indica que nos
movemos, eso sí, con comportamientos reconocidamente distintos.
Participamos en menor proporción que los hombres en el mercado laboral y
ganamos menos tanto en salarios como en forma de beneficios. Nuestras
inversiones son de montos menores y menos riesgosas. Nuestros fondos
previsionales en el sistema de pensiones individual son también menores.
Hemos sido más pobres que los hombres y probablemente perderemos
menos. A la hora de los despidos, tal vez nos favorezca ser trabajadoras
más baratas. A la hora de pagar las deudas, las nuestras son menores.
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Costos de la crisis: más trabajo no remunerado
Jueves, 18 de Diciembre de 2008 12:01
Como hemos sido más desfavorecidas, es más probable que seamos
relativamente más receptoras de los beneficios de la reciente reforma
previsional. Pero cuando el desempleo aumente, cuando la demanda se
contraiga y el crecimiento disminuya, las mujeres en trabajos precarios
quizás sean las primeras en acusar los efectos de la crisis. Y, como ha
ocurrido en todas las situaciones en que el empleo crece menos o nada,
muchas mujeres “se retirarán” de la fuerza de trabajo a sus otras
ocupaciones.
¿Cuál es el mundo que las recibe? El de la producción real, que
complementa la monetaria, y que se lleva a cabo en el hogar o fuera de él
para la reproducción personal y familiar. Se trata de una producción
continua, sostenida principalmente por mujeres, en la que no hay
acumulación, inversión, financiamiento ni posibilidades de especulación.
Simplemente lleva a cabo, con trabajo y materiales, las funciones de la vida:
alimentar, vestir, limpiar, cuidar, transportar, complementar la salud y la
educación familiar. Esta economía no genera crisis, no hay Mercado Común
de dueñas de casa, no hay Bancos para sostener el cuidado de los niños,
no hay institucionalidad propia. La confianza social que se ha perdido en la
economía monetaria, y que es vital para su funcionamiento, permanece y
aumenta en esta producción de los hogares.
Y este mundo de la vida real también se verá afectado por la crisis, sin
haberla generado, porque cada vez más este tipo de trabajo está imbricado
con la economía monetaria y a través de ésta con la economía mundial. La
economía monetaria o de mercado y la doméstica tienen comportamientos
de distinto sentido. Cuando la primera está en crisis, la segunda la apoya
con más trabajo y más preocupación, una verdadera política anticíclica. Si el
ingreso monetario del hogar disminuye, hay que bajar el gasto monetario, y
esta tarea recae generalmente en las mujeres.
En la mayor parte de los hogares se estarán tomando nuevas decisiones,
cuya ejecución compete a las mujeres principalmente. La más obvia de
todas es el aumento del ahorro, si lo hay, o la disminución del consumo, si
es posible. Postergación de gastos: cambio de casa, compra de
electrodomésticos, vacaciones. Y postergación de sucesos deseados pero
que hay que “financiar”: embarazos, matrimonios, estudios.
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Costos de la crisis: más trabajo no remunerado
Jueves, 18 de Diciembre de 2008 12:01
Los esfuerzos por gastar menos y bajar lo menos posible el nivel de vida
llevan a aumentar el trabajo de gestión de las compras cotidianas: qué
comprar y dónde, cómo pagarlo, cómo se buscan precios menores. Ya
hemos visto en las noticias de EEUU las aglomeraciones ocurridas en las
rebajas de grandes almacenes. El tiempo de las mujeres dedicado al
abastecimiento del hogar aumentará, y probablemente sus recorridos y su
esfuerzo de información. Y la composición de las compras irá cambiando a
productos más baratos que exigen mayor trabajo o tiempo de trabajo:
menos congelados, menos pre-cocidos, más trabajo en la cocina. Menos
compra de servicios y más trabajo de los miembros del hogar, que, incluso
por mediciones estadísticas sabemos que recae casi totalmente en las
mujeres.
¿Cómo hacer frente a este aumento de trabajo no remunerado que se nos
puede venir encima? En lo individual: sabiendo, diciéndolo y
compartiéndolo. En lo social: vigilando que el gasto social no se contraiga,
porque también esto tiene efectos similares en el trabajo no remunerado.
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