COMPARACIÓN RAWLS - WALZER La obra de Rawls, como una teoría normativa de Justicia, pretende ocuparse del deber ser de “las estructuras básicas” de la sociedad. Por ello, la Justicia, que es una virtud, una práctica cotidiana ha de estar presente, para Rawls en todas las instituciones sociales. Como afirma el autor “La justicia debe determinar la estructura básica de la sociedad, o sea, el modo en que las instituciones más importantes distribuyan los derechos fundamentales, y determinen la división de las ventajas provenientes de la cooperación social”. Resulta obvio, por otra parte, que nos está haciendo referencia a los criterios distributivos en las diferentes gamas de sociedades. Su cuestionamiento global consiste en poder determinar ¿cómo es que exista durante un tiempo prolongado una sociedad justa de ciudadanos libres e iguales, los cuales permanecen fundamentalmente divididos por doctrinas razonables, religiosas, filosóficas y morales?. Este planteamiento fue especificado por el autor en su obra posterior “Liberalismo Político”, donde reformula algunas cuestiones que habían sido criticadas y aclara otras que permanecían un tanto confusas. Los ataques que su modelo teórico sufrió fueron amplios, desde muchas corrientes filosóficas diferentes. Pero queda claro que la obra de Rawls, fue el puntapié inicial para que el abanico de corrientes y paradigmas teóricos comenzaran a reflexionar sobre el concepto desde sus perspectivas sociales y antropológicas. Michael Walzer, jusfilósofo norteamericano, aborda el tema de la justicia como un conjunto de esferas correlacionadas en función de la igualdad y como una defensa del pluralismo en las sociedades modernas. El autor se inscribe dentro una corriente bastante heterogénea en sus planteamientos, el comunitarismo, pero que en líneas generales comparte ciertos supuestos que nacieron como críticas a las sociedades occidentales liberales, donde se destaca que el individualismo, el atomismo social y la fragmentación constituyen síntomas de una sociedad sin lazos sociales fuertes. El comunitarismo como corriente de pensamiento es bastante reciente. Nació como un paradigma filosófico en permanente polémica con el liberalismo. Tal antagonismo, puede buscarse en las raíces filosóficas de ambas corrientes. Una concepción de Justicia como la de Rawls, reconoce que existen ciertas obligaciones morales (sus principios de justicia) que deben prevalecer sobre las contingencias derivadas de nuestra vida en comunidad. Tal es la raíz Kantiana del pensamiento de Rawls. Subyace la idea de que existe una persona “autónoma” –abstracta en términos hegelianos- que puede tomar decisiones con completa independencia, haciendo uso de su exclusiva libertad. El comunitarismo invierte tal fundamento, otorgando prioridad a nuestros lazos comunitarios. Para este modelo, el liberalismo, es demasiado simplista, ya que no contempla la constante inmersión del individuo dentro de la comunidad. Antropológicamente, el “yo abstracto y complejo” del liberalismo, que no tiene en cuenta la pertenencia de la persona a un grupo, o categoría, es decir, un decisor racional que elige en función de sus intereses y que es capaz de estar por encima de toda determinación social y personal, constituye un error al otorgarle al individuo una naturaleza que no posee. El comunitarismo, agrega que las prácticas, ritos y construcciones sociales contribuyen a forjar en la persona un sentido de pertenencia a un determinado grupo, que configura la manera en que nos vemos ante los demás –en una construcción entre hombres- y la manera en que pensamos a cerca de nosotros mismos. No es posible entender que un individuo constituya su proyecto de vida –como entiende Rawls- independientemente de nuestras relaciones con los demás, que sin duda alguna hace que los individuos se identifiquen con determinados proyectos y no con otros. De esta manera se referencia un “yo situado” –en oposición al “yo abstracto”- que forma parte de una comunidad y que se identifica con ella, al mismo tiempo que desarrolla un sentido de pertenencia único a la misma. De esta manera, la concepción de Justicia que una y otra corriente tienen, son bastante diferentes. La idea de Rawls de alcanzar un concepto universalizable de Justicia se contrapone a la idea comunitarista de que la Justicia y los criterios de distribución deben contemplarse de acuerdo a las pautas históricas y culturales que cada comunidad o asociación construye a través de su respectivo proceso histórico. En este sentido, aparece por primera vez en 1983 la obra de Michael Walzer “Las esferas de la Justicia”, en contra de la propuesta de Justicia distributiva que aparecen en trabajos como el de Rawls. En tal carácter, vale la pena citar al mismo Walzer... “En torno a la justicia distributiva, la historia exhibe una gran variedad de disposiciones e ideologías. [...] El primer impulso del filósofo es resistir a la exhibición de la historia, al mundo de las apariencias, y buscar una unidad subyacente: una breve lista de artículos básicos rápidamente abstraídos en un criterio distributivo único. [...] La búsqueda de tal unidad revela el hecho de no comprender la materia de la justicia distributiva. Mujeres y hombres racionales, obligados de esta u otra manera, escogerán un sistema distributivo y nada más”.1 Walzer duda de que los mismos hombres y mujeres, si fueran transformados en gente común, con un firme sentido de la propia identidad, inmersos en los problemas cotidianos, reiterarían su hipotética elección e incluso la reconocerían como propia. En ese sentido, el problema no es la particularidad del interés o no, sino que es mucho más grave no observar las particularidades de la historia, de la cultura y de la pertenencia a un grupo. Volviendo a nuestro autor: “[...] La pregunta con mayor probabilidad surgirá en la mente de los miembros de una comunidad política no es ¿qué escogerían individuos racionales en condiciones universalizantes de tal y tal tipo?, Sino ¿qué escogerían personas como nosotros, ubicadas como nosotros lo estamos, compartiendo una cultura y decididos a seguirla compartiendo?[...]. La justicia es una construcción humana, y es dudoso que pueda ser realizada de una sola manera. En cualquier caso, hay que dudar de esta hipótesis estándar”2. La cita es una clara referencia al modelo Rawlseano de Justicia. La crítica viene encaminada por ignorar que la Justicia es producto inevitable de particularismo histórico y cultural. Esto tiene su engarce con el “atomismo” que los comunitaristas destacan de la tesis liberal, al considerar a la sociedad como un simple agregado de individuos que persiguen fines o intereses propios. Esta visión miope no considera que una persona no puede realizarse desentendida de los lazos societarios particulares donde ésta se halla inmersa. De esta manera, Walzer tratará de configurar un nuevo contenido al concepto de justicia, diferente al imperante hasta el momento como el de concebir a la Justicia con principios universales, ahistóricos y abstractos. Walzer defiende una postura diferente, cada sociedad, “La crítica comunitarista al liberalismo”, en la revista Ágora, Cuadernos de Estudios Políticos, Nº 4; 1996. Página 53. 2 Michael Walzer, “Las esferas de la Justicia”; Editorial Fondo de Cultura económica, México, 1997. Página 19. 1 cada comunidad particular avalúa sus bienes de manera diferente, y la justicia aparece en la medida en que hace falta que se distribuyan derechos y recursos que la sociedad produce. UNA NUEVA CONCEPTUALIZACIÓN DE LA JUSTICIA. LA VISIÓN DE MICHAEL WALZER. Es importante conocer el particular pensamiento de este filósofo norteamericano, no sólo porque aporta una mirada diferente del concepto de justicia, sino que además nos proporciona ciertos elementos e instrumentos para entender porqué es tan difícil y hasta agotadora la tarea de encontrar un mínimo de consenso entre los seres humanos a cerca de cómo articular este concepto en nuestras instituciones sociales, que cada vez se tornan más complejas y plurales. El pensamiento comunitarista no ha desarrollado cabalmente teorías de la Justicia elaboradas como sí han hecho los liberales. Buena parte de su trabajo ha sido criticar las concepciones liberales de justicia. La obra de Walzer, en este sentido, es la única obra comunitarista que ha expresado una teoría y una mirada alternativa a las liberales. La premisa fundamental de la que parte el autor es la siguiente: “Entre los seres humanos, no es posible la igualdad simple habida cuenta de las diferencias entre ellos, por tanto únicamente es posible hablar de una igualdad compleja. Las diferencias no son esenciales, sino accidentales y naturales pero muy relevantes y conflictivas”. Walzer considera además, que no podemos distribuir los bienes los distintos bienes de interés social mediante un único criterio de distribución. Las convenciones sociales que se van construyendo a través de la historia de las comunidades atribuyen esferas distintas a los diversos bienes que hay que distribuir, y en cada esfera rige un criterio distributivo. Por otra parte, con un criterio realista, dice el autor que la Justicia aparece, por cuanto los bienes a repartirse no son suficientes o es inadecuada su distribución. Además la noción de igualdad es cambiante en el tiempo y en el espacio. El punto de partida de Walzer es que toda sociedad humana es ente todo una “comunidad distributiva”, en la medida que los hombres nos asociamos para compartir, dividir e intercambiar, a través de la división del trabajo. No se trata aquí de únicamente de bienes materiales, sino que también en las comunidades se distribuyen premios, castigos, valores espirituales, honores, cargos, y poderes diversos, y en cada uno de ellos se mezclan ideas, creencias e ideologías múltiples que legitiman la forma en que se da la distribución, siempre invocado por grupos en competencia, que se confunden entre sí. Walzer da por supuesto el primer principio de la Justicia de Rawls que es el de las libertades, pero se orienta en su reflexión al segundo principio, el de las desigualdades sociales y económicas para buscar la igualdad compleja con base en la diversidad de perspectivas de los hombres y afirma en su obra: “Que los principios de la justicia son en sí mismos plurales en su forma; que bienes sociales distintos deberían ser distribuidos por razones distintas, en arreglo a diferentes procedimientos y por distintos agentes; y que todas estas diferencias derivan de la comprensión de los bienes sociales mismos, lo cual es producto inevitable del particularismos histórico y cultural”. Además, ataca la noción de bienes primarios de Rawls, haciendo alusión a que no existe, en primera instancia, un solo conjunto de bienes básicos para todos los mundos morales y materiales, debido que un conjunto así tendría que ser concebido de manera tan abstracta, que perdería su utilidad. La gama de necesidades es muy amplia (variable dice el autor) Además, cada unos de los bienes posee diferentes significados entre las personas. Lo importante es que para Walzer, los bienes a distribuir son diferentes en cada esfera de justicia, procurando no traslaparlos de un sector a otro para evitar pretender una igualdad simple o unilateral. Si bien estima que lo que ocurre en una esfera distributiva afecta lo que ocurre en otras, el autor habla de una “autonomía relativa” entre las esferas. El problema se suscita con el predominio y el monopolio, e incluso, cuando esta situación permite a ciertos grupos hegemonizar los bienes de una determinada esfera y algo aún mucho peor, el peligro de que se viole la autonomía relativa de otras esferas, lo cual agudiza, obviamente las desigualdades y la injusticia debido a que “el bien dominante es mas o menos sistemáticamente convertido en toda clase de oportunidades, poderes, reputación”. El ideal que nos plantea Walzer es que la autonomía de las esferas sea respetada, así por ejemplo, en nuestra sociedad los bienes que se precisan para tener una buena salud se distribuyen según el principio de que a cada uno según sus necesidades; los premios y castigos se distribuyen según el mérito; la educación superior según el talento; la ciudadanía según las necesidades y tradiciones de la comunidad; y la riqueza según su habilidad y la suerte que se tenga en el mercado. Aquí se plantea entonces que cada tipo de recurso debe distribuirse según un principio adecuado a la esfera que le corresponde (salud, política, educación, riqueza...). En segundo lugar, el éxito de una esfera no debe implicar el dominio sobre las otras esferas, y esto es lo difícil de controlar en nuestras sociedades, afirma Walzer. Las normas de cada esfera distributiva son a menudo violadas, los bienes son usurpados, y las esferas invadidas por mujeres y hombres poderosos, en detrimento de aquellos a los que les queda un reducido espacio de acción. Una duda que se había suscitado en comentarios previos en la cátedra, era qué constituía para este autor un bien dominante, y para clararlo es necesario, para que no queden dudas, recurrir a las palabras de Walzer: “[...] un bien dominante si los individuos que lo poseen, por el hecho de poseerlo, pueden disponer de otra amplia gamas de bienes. Es monopolizado cuando un solo hombre o una mujer, un monarca en el reino del valor, o de un grupo de ellos, unos oligarcas lo acaparan eficazmente ante cualquier rival, explotando su situación de predominio”.3 Entonces todo lo bueno le llega a aquellos que poseen dicho bien, en tanto que, al ser escaso, los demás sufrirán su privación, e incluso, sufrirán privación en otras esferas independientes de aquella a la que pertenece dicho bien. El esfuerzo intelectual de Walzer para extraer principio de justicia de las prácticas sociales de la comunidad en distintas esferas está impulsado, según nuestro criterio, a cuestionar que la filosofía política deba dedicarse a una labor abstracta, que la aleje de la sociedad, y cuyo fin consista simplemente en encontrar verdaderos y únicos principios de justicia. Por otra parte, como agregábamos, supone una crítica a la noción rawlsiana de los bienes primarios como bienes que desea cualquier individuo racional en toda sociedad. PREMISAS PARA LA CRÍTICA Toda teoría filosófica es una construcción racional, -al menos eso es lo que se intenta- y como edificación humana está sujeta a críticas desde otros puntos de vista. Nuestro 3 Michael Walzer; “Las esferas de la Justicia”; Página 36. propósito no es mostrar una teoría perfecta, sino todo lo contrario, el avance de la filosofía y de todas las ciencias sociales en general, se realiza gracias a las críticas que otros puedan hacer de las teorías que son revisadas. Quizás el esfuerzo de Walzer por construir una teoría de la Justicia desde una perspectiva comunitarista contenga en su seno dos debilidades importantes. En primer lugar, existen muchas oportunidades donde a medida que se avanza en su texto, se observa que se relativiza en demasía el concepto Justicia. Por otro lado, también podemos señalar – y esta crítica está abierta a todo el pensamiento comunitarista- que se idealiza en demasía la comunidad. Si la justicia tiene que ver con las prácticas sociales compartidas, con la comprensión que los miembros de una comunidad tengan unos de otros, vale la pena realizarnos el siguiente interrogante: ¿cómo pueden ponerse de acuerdo sobre temas de Justicia quines por pertenecer a distintas comunidades o incluso, si pertenecen a la misma asociación, no comparten las mismas prácticas y tradiciones? Seguramente las repuestas a estos cuestionamientos no son fáciles, en tanto resultará difícil apelar a una entidad idealizada para extraer de ella los principios de Justica. Sin duda que estas preguntas quedan abiertas para que el lector reflexivo se dedique a la ardua tarea de intentar responder, a través de la filosofía social, alguna de estas interesantes propuestas.