Una sociedad no puede mirar, informar y analizar los fenómenos... masculino, por mucho que sea el gran ojo presidencial

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Piñera y el cíclope
Jueves, 24 de Junio de 2010 08:21
Una sociedad no puede mirar, informar y analizar los fenómenos desde un solo ojo, el
masculino, por mucho que sea el gran ojo presidencial
Por Bet Gerber y María de los Ángeles Fernández, integrantes del
Consejo Consultivo del OGE
La invitación que el Presidente Piñera extendió a un grupo de analistas políticos de la
plaza, hace ya algunos días, se convirtió en un hecho noticioso. Seguramente, ello se
debió a la publicidad que La Moneda le otorgó a un tipo de reunión que los mandatarios
anteriores han realizado regularmente, sólo que sin mayor aspaviento. Por otra parte, su
difusión se vio también amplificada por las elucubraciones acerca de las razones que
habrían tenido quienes no asistieron.
Sin embargo, a nadie pareció llamarle la atención la conformación exclusivamente masculina
de tan selecto grupo. ¿Es que no hay mujeres que aporten al análisis político en los
medios, bien como columnistas, bien como conductoras de espacios de opinión?
Claro que las hay, pero Piñera no las ve. Pero más grave resulta que incurra en tal miopía la
ministra vocera de gobierno, una mujer. Sucede que la esencia machista puede disimularse
tras un discurso políticamente correcto pero, al primer descuido, se termina por mostrar la
hilacha. Cierto es que poco se esperaba de este gobierno en términos de sensibilidad de
género. Sin embargo, el constante afán de Piñera por demostrar que se está a la altura de los
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tiempos, dejando atrás a la derecha tradicional, despertó algunas expectativas en cuanto a que
se esforzaría por mostrar el avance de las mujeres en distintos ámbitos.
Piñera perdió una buena oportunidad para expresar su preocupación por la igualdad de
género en el ámbito de las comunicaciones, un territorio que ya nadie dudaría en calificar como
clave en función de la calidad de la democracia. En este sentido, Chile ostenta un penoso
récord en la región, al ser el país con mayor concentración en la propiedad de medios de
América Latina. No es casual que los medios masivos, pese a su amor casi adictivo por los
rankings internacionales, omitan precisamente éste, que da cuenta con datos duros de la falta
de diversidad y pluralismo. Si a esto le sumamos la hegemonía por sexo de aquellos que
contribuyen a moldear la opinión pública, obtenemos como resultado un paisaje
informativo y comunicacional pobre y sesgado.
Así las cosas, cabe reflexionar sobre el criterio que prevaleció al conformar el grupo de
notables del análisis político
que se reunieron con el Presidente.
Probablemente, se optó por un cocktail de competencia profesional, trayectoria y
reconocimiento público, aunque estos tres ingredientes no suelan ponderarse de igual modo.
Aún en estos tiempos de aspiración meritocrática, tenderíamos a suponer que la excelencia
periodística no prevalece sobre la fama a la hora de la foto con el primer mandatario. De esta
sencilla forma, se van fortaleciendo los circuitos aceitados por décadas de información
monocorde, a la vez que el
“resto del mundo”
queda atrapado en un círculo vicioso: no son invitadas porque no son tan notables, y no son
tan notables porque no suelen figurar en aquellos ámbitos reservados a los bendecidos por la
fama. Piñera, el Presidente moderno, tan proclive a fomentar la imagen de mujer profesional,
debería cuando menos aportar a romper este círculo, nunca mejor calificado como
“vicioso”.
Cuando Michelle Bachelet, durante su mandato, acusó a los medios de comunicación de
“femicidio político”,
su queja encerraba algo más que victimización. Hablaba de la incomprensión que los
profesionales de la prensa, así como los analistas políticos, mostraban hacia su desempeño
político. Al principio, la cobertura sobre su gestión iba miel sobre hojuelas. No en vano, era más
fuerte el carácter de novedad que contenía la llegada de una mujer a la presidencia en un país
tan conservador. En los primeros momentos de gestión, los medios tendieron a atribuir la caída
en los niveles de adhesión a la figura presidencial a una supuesta falta de autoridad. En este
sentido, la mirada
massmediática
no supera los más básicos estereotipos femeninos: sensibilidad-emoción-debilidad. De modo
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similar, cuando la popularidad de Bachelet comenzó su carrera ascendente, ésta se adjudicó,
no sin cierto desdén, a fenómenos exógenos a la política como el cariño, cuasiesotéricos
como un cierto encantamiento o bien la capacidad para rememorar, en el imaginario cultural de
los chilenos, a la Virgen María. Como fuera, la mirada comunicacional masculina falló en
detectar, bien por sesgo, bien por ceguera, qué era aquello que los chilenos veían y siguen
viendo en la ex Presidenta.
Así como es importante que para la política estén presentes, a la hora de tomar decisiones,
tanto mujeres como hombres, por una cuestión de justicia democrática y por la diversidad de
miradas y experiencias que cada cual aporte,
una sociedad no puede mirar, informar y
analizar los fenómenos desde un solo ojo, el masculino, por mucho que sea el gran ojo
presidencial
, colocado en mitad de la frente
como si fuera un cíclope. Piñera está recién partiendo y todavía está a tiempo de corregirlo.  
Columna publicada en El Mostrador
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