Este 2013, el nefasto recuento de los casos de violencia... públicamente, parece indicar que el Estado de Chile se terminó...

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El indecible recuento de los hechos
Miércoles, 27 de Noviembre de 2013 11:31
Este 2013, el nefasto recuento de los casos de violencia contra mujeres y niñas, conocidos
públicamente, parece indicar que el Estado de Chile se terminó de rebasar. Y no estamos en
dictadura, sino en plena democracia. Por Mónica Maureira Periodista y Diplomada en Derechos Humanos
Han pasado 20 años desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamara el 25
de noviembre como el Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres. Lo hizo
conmemorando a las hermanas Mirabal. Patria, Minerva y María Teresa fueron torturadas y
asesinadas por la dictadura de Rafael Trujillo, en República Dominicana, en 1960. En una
dictadura como Chile, donde también hubo mujeres asesinadas, torturadas y desaparecidas,
algunas de ellas embarazadas.
Que Naciones Unidas les recuerde a los Estados que cada 25 de noviembre deben
conmemorar el derecho de las mujeres a vivir una vida sin violencia, no es poca cosa, aun
cuando parezca inaudito que las mujeres deban pedir no ser violentadas ni maltratadas. Este
mandato que rige para las "democracias" los 365 días, es un recordatorio que se plasma en
una serie de acuerdos internacionales vinculantes para los gobiernos, obligados a maximizar
sus esfuerzos en prevenir y sancionar la discriminación y violencia contra las mujeres.
La vasta experiencia de las organizaciones feministas, parte de ella plasmada en centenares
de investigaciones, sostiene que cuando los niveles de discriminación y violencia aumentan,
incluso más allá del conteo, el Estado corre el riesgo de desbordarse. Este 2013, el nefasto
recuento de los casos de violencia contra mujeres y niñas, conocidos públicamente, parece
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indicar que el Estado de Chile se terminó de rebasar.
Y no estamos en dictadura, sino en plena democracia. Ante la atónita presencia de
miles de mujeres, y pese a su protesta y a la coyuntura de las elecciones, sobre este
balance sólo se escuchan liviandades teñidas de estereotipos, justificaciones, la nada en
boca de los actores públicos.
Durante este año, la crueldad en escalada contra las mujeres ha pasado a vista y paciencia de
la clase política, terminando por erradicar del debate esta feroz discriminación, volviéndose
intrascendente y, con ello, naturalizando aún más la violencia en contra de las mujeres y niñas.
La condena pública sobre estos delincuentes no existe. En el crimen siempre media el impulso,
lo irracional, el alcohol, la droga, los celos, la infidelidad, la patología, el amor en exceso.
Nunca el poder ni la dominación.
Mónica y Alejandra fueron asesinadas por su padre, en Lumaco, "porque su esposa lo dejó". A
Karla, en Valparaíso, y a Nancy, en San Ramón, sus ex parejas las asesinaron pese a la
denuncias de violencia previa. En medio, Chile y el mundo, se enteraron de Belén, una niña
violada sistemáticamente por su padrastro, con un embarazo en ciernes y, hoy, de otra niña
abusada desde los 6 años por quien se decía su abuelo. También está forzadamente
embarazada.
Carolina se libró de la muerte; su ex pareja se suicidó después de arrancarle los globos
oculares. El cuerpo de Marta lo encontraron mutilado y calcinado; el de Ruth, tirado en un
basural tras la confesión de su pareja, "triste confesión", según el pasquín de turno. A Ornella
Moroni, su femicida la acuchilló hasta matarla. Maira del Carmen y varias más fueron víctimas
de femicidios frustrados.
Este es parte del indecible recuento de los hechos que no se quieren ver, sobre los que
no hay que hablar porque no hay nada que escuchar. Estos y otros asesinatos de
mujeres por razones de género son consecuencia de un Estado que no ha logrado
desmontar la naturalización de la violencia contra las mujeres.
Son el resultado de instituciones que no operan, que siguen investigando la discriminación, el
maltrato y los crímenes contra mujeres como cualquier delito menor. Son secuela de una
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sociedad que aún no asume el real y profundo daño de la violencia patriarcal impune.
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