“Sea hecha Camino 32: Oración de unión, contemplación perfecta: ”.

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Camino 32: Oración de unión, contemplación perfecta: “Sea hecha
tu voluntad; y como es hecha en el cielo, así se haga en la tierra”.
Pistas de lectura.
1º) Después de las primeras peticiones del Padrenuestro ahora “veamos qué quiere que demos a
su Padre” (32,1). 2º) Qué implica esto que el Señor “ofrece por nosotros” (32,1). 3º) Y, finalmente,
en qué consiste “lo mucho que ganaremos de hacer este servicio a su Eterno Padre” (32,9). Además, atentos a las oraciones que aparecen, y que recuperan protagonismo después de varios
capítulos casi ausentes.
Para reflexionar, revisar la vida, interceder, agradecer, contemplar…
1. Parece clara la preocupación de la santa madre porque seamos conscientes de las implicaciones de esta petición: “damos todo lo que podemos; si lo damos como lo decimos” (32,1); “lo dicen
por decir lo que todos, mas no para hacerlo” (32,3); “no os llaméis después a engaño y digáis que
no lo entendisteis” (32,5). ¿Sueles tenerlo en cuenta cuando rezas el Padrenuestro? ¿Qué implicaciones crees que puede tener esto actualmente en tu vida?...
2. No obstante lo anterior, la voluntad del Señor no depende de nuestra oración, sino que se ha de
cumplir “queramos o no” (32,4): ¿tu vida cristiana y tu oración se centran en esta búsqueda de la
Presencia y la voluntad del Señor o, por el contrario, están demasiado centradas en tus proyectos,
cálculos…? ¿Es oportuna en tu vida ahora mismo esa invitación: “haced de la necesidad virtud”?
Recuerda también tu propio camino, ¿fueron importantes para ti estos consejos en algún acontecimiento significativo o conoces a alguien para quien sí fue así?: reflexiona, agradece…
Cf. además con las reflexiones acerca de la oración de petición en la última Ficha de Vida.
3. A propósito del párrafo anterior (32,4), la santa se pone a orar: ¿vives tú el hecho de estar a
merced de la voluntad del Señor con esas actitudes que ella manifiesta de agradecimiento y disponibilidad o, más bien, con resignación, fatalidad…? ¿Por qué de una forma u otra: qué personas
o cosas crees que te han empujado hacia un tipo de respuesta u otro? Revisa, ora…
4. Evidentemente esas llamadas a la disponibilidad (32,4.7.10), son una buena invitación a recordar y orar el poema “Vuestra soy, para vos nací”; aprovecha y hazlo1. Por otro lado, de esta virtud
1
Por supuesto, la voluntad del Señor no siempre implicará tender a lo más incómodo; quizá exija en ocasiones renunciar a ideales heroicos por asumir otro tipo de tareas… “Me dice que pida a Nuestro Señor que
aleje de usted la cruz de que lo nombre director de un seminario, y también la de volver a Francia. Comprendo que esa perspectiva no sea de su agrado; pido a Jesús con toda el alma que se digne dejarle
desempeñar su laborioso apostolado tal como su alma siempre lo soñó. Sin embargo, añado con usted:
y actitud (disponibilidad, humildad) ya ha tratado anteriormente (cap. 10-18; cap. 26: cf. Ficha pregunta 5), de modo que aparece como el necesario punto de partida en el camino de la oración;
pero también como el fruto principal de la contemplación perfecta (32,9ss): ¿habías reparado en
ello? ¿Qué te parece esa “omnipresencia” del tema: punto de partida, criterio de discernimiento,
fruto final?…
5. La insistencia de la santa en todo lo anterior2, no es incompatible con la lucha por eliminar tantas cruces injustas; de ahí que calificase de terrible el encarcelamiento de S. Juan de la Cruz3, a la
vez que se esforzó denodadamente por liberarlo. Este ‘principio’ es aplicable hoy a otras circunstancias, incluida la moral social (cf. Ficha Camino 1-3, preg. 11, por ejemplo). Reflexiona, revisa…
6. Efectivamente, no es poco lo que el Señor quiere que demos a su Padre (cf. 32,1), pero es mucho más lo que se gana: “nos disponemos para que con mucha brevedad nos veamos acabado de
andar el camino y bebiendo del agua viva de la fuente que queda dicha” (32,9)4; experiencia que
describe brevemente algo más adelante (32,12). ¿Has conocido algo así? Recuerda, ora…
7. Esta “escalada” hasta la unión (cf. nota 4) parece que no excluye que las experiencias más
hondas se den a la par que grandes sufrimientos (cf. la relación o cuenta de conciencia acerca del
valor de los mismos: Ávila 1572) o, incluso, que aquéllas precedan, sean la preparación para éstos5. ¿Qué te parece? ¿Tienes experiencia?...
8. El capítulo termina insistiendo en lo que se puede hacer y lo que no, al llegar a contemplación
perfecta (32,13-14): revisa, ora…
Aviso: puede servir de interiorización y recopilación hacer una oración comunitaria inspirada en
los capítulos 19-32 (cf. www.paravosnaci.com: Recursos, Oración compartida).
‘que se haga la voluntad de Dios’. Sólo en ella se encuentra el descanso, y fuera de esa amorosa voluntad
no haríamos nada, ni para Jesús ni para las almas” (S. Teresita, carta del 1/XI/1896).
2 “Pues veis aquí, hijas, a quien más amaba [su Hijo] lo que dio; por donde se entiende cuál es su voluntad
(…) Tengo yo para mí que la medida del poder llevar gran cruz o pequeña es la del amor” (32,7).
3 “De fray Juan tengo harta pena no lleven alguna culpa más contra él. Terriblemente trata Dios a sus amigos; a la verdad no les hace agravio, pues se hubo así con su Hijo”: carta a J. Gracián 10-11/III/1578.
4 La escalada de las tres peticiones ha ido llevando la atención de Teresa desde la oración vocal (invocación
“Padre”), al recogimiento (interiorización de esa invocación) y al ingreso en la quietud contemplativa (“venga
tu reino”). Por fin esa escalada llega a la cima: hacer el don de sí, diciendo “hágase tu voluntad”, es abrirse
al don de la contemplación perfecta, es decir, al pleno don de Él, en amistad consumada. Y a la vez iniciar
la contemplación perfecta es llegar a la “fuente de agua viva”, anunciada y anhelada desde capítulos anteriores (cap. 19). Llegar a la fuente es entrar en la misteriosa experiencia de la “unión”: T. ÁLVAREZ, Paso a
paso. Leyendo a Teresa con su Camino de Perfección, pg. 217.
5 “Poco tiempo antes de que comenzase mi prueba contra la fe, yo pensaba en mi interior: realmente, no
tengo grandes pruebas exteriores, y para tenerlas interiores Dios tendría que cambiar mi camino. No creo
que lo haga. De todas formas, no puedo vivir siempre así, en el sosiego… ¿Cómo se las arreglará pues
Jesús para probarme? La respuesta no se hizo esperar…” (S. Teresita: Ms C 31r).
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