Cosme Muñoz, hombre de Dios y educador.pdf

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El P. Cosme Muñoz,
hombre de Dios
y por ello
educador
(con la pedagogía de la santidad)
Introducción
Deseo iniciar compartiendo con Uds. tres ideas:
a) La cotidianeidad de la vida eclesial que se plasma en la
historia concreta del pueblo de Dios que peregrina en las iglesias
particulares, dispersas por todo el mundo, ha generado grupos de
personas, que en las distintas vocaciones que el Espíritu Santo suscita,
han vivido en la heroicidad de las virtudes o han dado la vida por
Cristo. Algunos han sido reconocidos por la Iglesia como santos,
beatos, venerables o son siervos de Dios en proceso de beatificación, o
simplemente gozan de fama de santidad y de intercesión pero sus
procesos aun no han sido iniciados.
Todos ellos son como faros que resplandecen en la noche
porque supieron ser luz del mundo, unidos indisolublemente a la única
Luz verdadera: Cristo, señor de la historia1.
Su testimonio de vida ilumina nuestras mentes indicándonos el
vivir cotidiano, y el trabajo de investigación de las disciplinas
1
“La santità consiste esencialmente in una piena e totale imedesimazione a Cristo, fino al punto
che il santo potrebbe essere definito: colui che, con il suo sforzo personale e con l’indispensabile
aiuto soprannaturale della grazia, è riuscito ad essere, non solo ‘alter Christus’ ma ‘ipse Christus’”.
SARAIVA MARTINS, La Chiesa all’alba del terzo millennio, Ed. Vaticana, p. 74.
2
sagradas. El convivir con la verdad, durante la vida, es también un
medio eficaz para desentrañar el contenido de la fe.
En este sentido el santo es un lugar teológico de servicio a la
Iglesia. La teología recibe de ellos un impulso, es fuerza fecunda de la
doctrina ya que lo que hemos podido entender con la escucha o el
estudio especulativo lo comprendemos profundamente viéndolo en
quien lo ha experimentado, vivido bien o testimoniado con la vida2.
b) Durante los años del pontificado de SS Juan Pablo II ha ido
tomando forma a través del trabajo de la Congregación para las
Causas de los Santos, que ha seguido las orientaciones pontificias y de
algunos mensajes del Papa esta reflexión que están realizando algunos
teólogos sobre lo que se podría llamar entre comillas “la teología de
los santos”.
S.E. Card. José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación
para las Causas de los Santos, en una conferencia pronunciada el 9 de
mayo de 2003 en Vaticano afirmaba que el tema de la santidad era
uno de los argumentos fundamentales del rico y fecundo magisterio de
Juan Pablo II, y desde el inicio de su pontificado uno de los puntos
básicos.
Su pensamiento presente en numerosos documentos se
encuentra expuesto, en modo sistemático y orgánico en la Carta
apostólica Novo Millenio Ineunte (NMI) donde se subraya el fuerte
cristocentrismo de la Redemptoris hominis y retomando la teología
vivida de la Lumen Gentium.
2
Como indicaba il Prof. Ramón Arnau – García en “El santo como tema teológico” retomando
estudios del P. Arintero, pasando por Von Balthasar e concluyendo con Llamera.
3
La Iglesia de Cristo es una santa, católica y apostólica (símbolo
Niceno - constantinopolitano). La santidad pertenece a la misma
naturaleza de la Iglesia como cuerpo de Cristo resucitado y por ello
está llamada a reflejar el rostro de Cristo, a ser su sacramento para
toda la humanidad. La santidad es el lenguaje específico de la Iglesia.
La Iglesia está llamada a la actividad apostólica, al servicio
pastoral pero antes tiene que ser la Iglesia de la santidad (de la unión
de amor con Dios, Uno y Trino), de la oración, de la vida interior, de
la contemplación del rostro de Cristo, antes de anunciarlo3.
Toda la actividad de la Iglesia se orienta a suscitar la santidad4,
porque ella puede plasmar el hombre y hacerlo por ello partícipe de la
misma santidad de Dios. Esto nos lleva a comprender la importancia
que tiene poner la programación del camino pastoral en la perspectiva
de la santidad, como una opción plena de consecuencias válidas. Es
hora de volver a proponer a todos con convicción esta medida alta de
la vida cristiana, toda la vida de la comunidad eclesial y de las
familias debe llevar en esta dirección5.
Por ello de la santidad de la Iglesia depende la eficacia de su
misión, ésta es la fuente secreta y la medida infalible de la actividad
apostólica6, que da credibilidad y eficacia porque actualmente los
hombres sólo escuchan una Iglesia santa y profundamente enamorada
de su Señor.
La santidad objetiva de la Iglesia se subjetiviza se expresa y se
manifiesta en sus santos, que ella, como Madre fecunda ha generado,
3
JUAN PABLO II, Audiencia con los PP. Rogacionistas, en L’Oss. Rom., 7.12.2001, p. 1.
L.G. 48.
5
NMI, nn. 30-31.
6
CHL, n. 17.
4
4
ellos son los testimonios visibles de la santidad de la Iglesia, los
portavoces de Dios que hablan con sus vidas7 en un tiempo concreto
para el bien de la humanidad.
El Espíritu Santo ha generado en cada época santos que,
profetas de la nueva humanidad, revelan el rostro de Cristo e indican a
todos el camino de la verdad y de la salvación, ellos salvan la Iglesia
de la mediocridad8 y estimulan con sus vidas a reformarla desde
adentro pero no sólo la Iglesia sino también la humanidad porque son
el testimonio viviente de la verdad de la presencia de Dios en medio a
los hombres, son la súplica de Dios al mundo para que se convierta y
crea.
Papa Benedicto XVI ha continuado en esta línea manifestada en
algunos de sus mensajes.
c) Córdoba es una diócesis que cuenta con el testimonio de vida
cristiana de un hombre de Dios, el P. Cosme Muñoz.
Nacido en tierra castellana (Villar del Río. Soria), emigró a
Málaga y por esos caminos de la providencia descubrió y abrazó con
ardor la vocación sacerdotal, eligiendo a Nuestro Señor y a Nuestra
Señora por patrones y señores de su vida. Aquí en esta tierra
cordobesa en un periodo histórico marcado por profundos conflictos
sociales y culturales, especialmente con relación a la inserción de la
mujer en la trama cotidiana del quehacer, supo promoverla
humanamente
y
defenderla
en su
dignidad,
respetando
las
característica típicas de la sensibilidad femenina, y educándola a partir
de esta, con exquisita caridad.
7
8
LG, n. 50.
NMI, n. 31.
5
Mirando al futuro el inicio de la causa de beatificación del P.
Cosme Muñoz es una riqueza desde el punto de vista especulativo y
pastoral porque las vidas de los siervos de Dios encierran una gran
riqueza pedagógica – educativa y la posibilidad de ser fuente para la
reflexión del teólogo, del estudiante de teología y del agente de
pastoral (sacerdote, religioso, seglar).
En la actividad pastoral de la Iglesia estas causas se transforman
en elemento válido para la presentación del mensaje cristiano
asumido, encarnado y vivido, en un momento histórico concreto,
respondiendo proféticamente (por ello evangélicamente) a los
desafíos.
Es poner una persona de frente a otra que adhirió totalmente su
vida a la de Cristo en un lugar concreto: en este caso la diócesis de
Córdoba y en un momento concreto de la historia, a inicios de 1600.
Si esto es válido para todas las condiciones de vida cristiana
adquiere mayor fuerza, impacto tratándose de un sacerdote diocesano
que rescató a la mujer de situaciones de marginación social y cultural,
sabiendo promoverlas desde la entraña misma de su feminidad, es
decir desde el núcleo de su ser mujer, llamada a la maternidad sea
física o espiritual9.
Debemos considerar al P. Cosme Muñoz como
9
“Se la santità è essenzialmente ‘unione con Cristo per opera dello Spirito Santo, a gloria di Dio
Padre venerare i santi significa celebrare il mistero di Cristo realizzato nella loro vita in forma
particolarmente perfetta ed esemplare, veneriamo e imitiamo i santi ‘tanquam discipulos et
imitatores Domini’”. SARAIVA MARTINS, op. cit., 85.
6
AMIGO Y COMPAÑERO A NIVEL PERSONAL, buscando
su ayuda para ser fieles al Señor, para crecer en la relación de amistad
con Dios (que es fidelidad a la vida de la gracia) y para afrontar las
necesidades y fatigas del cotidiano vivir en medio a las realidades
temporales.
Dice la Escritura que un hermano ayudado por otro hermano es
una fortaleza inexpugnable, aun más con la ayuda de un amigo que ya
está en la presencia plena de Dios.
AMIGO
Y
COMPAÑERO
DE
LA
ACTIVIDAD
DIOCESANA, camino de la comunidad cristiana presente en el
territorio de la diócesis como testimonio vivo que lleva a Cristo
porque está cerca de nosotros, cercanía temporal y de espacio en esta
misma archidiócesis de Córdoba. El P. Cosme era un sacerdote como
tantos otros sacerdotes de esta diócesis que supo ser fiel al Señor, en él
la comunidad diocesana alcanzó y manifestó con el don de la vida la
madurez de su fidelidad a Cristo, como de los documentos de la época
sus contemporáneos hablan como coro unánime de sus virtudes.
Ellos, sus contemporáneos, fueron testigos de la vida
contemplativa del P. Cosme que le permitió ser portavoz de aquel
Señor que amaba en intimidad orante y realizar una intensa vida
apostólica en bien de sus “angelitos” y de la sociedad cordobesa en
general.
Por ello su misión fue eficaz y dio credibilidad al mensaje
evangélico en su entorno social indicando a todos el camino de la
verdad y de la salvación. Su testimonio y su intercesión refuerzan la
7
fe, la esperanza de todos nosotros y nos estimulan a reformar nuestras
vidas, nuestras comunidades religiosas y educativas para dar un rostro
más creíble, por ello más cristiano a nuestra Iglesia y a nuestra
sociedad civil.
Leyendo el Reglamento donde se recoge la organización que,
de palabra, dio el P. Cosme Muñoz vemos un reflejo de su capacidad
organizativa, basada en su amor a Dios y a los hombres y en el sentido
de justicia, dando a cada uno lo suyo, oficios, responsabilidades,
servicios, educación y todos (Rector-Administrador, confesores,
Madres y hermanos) están al servicio de un único objetivo: la
formación integral de las niñas huérfanas pobres hasta la consciente y
libre elección de estado.
Una característica importante de dicho reglamento es que el P.
Cosme solicita a las madres que traten a las niñas con dulzura y
delicadeza, apostando a favor de la confianza en las posibilidades
formativas de sus niñas huérfanas. Y confiándoles oficios que son un
programa de auto-educación en un ambiente de fraternidad.
En su testamento escrito con fecha 27 de noviembre de 1636
refleja la pureza de su alma, su vida cristalina de unión de amor con
Dios, manifestada en su preocupación por aclarar sus cuentas con
Dios y con los hombres.
Después de renovar su fe católica “en cuya fe y creencia he
vivido y protesto vivir y morir” agrega: “porque el mejor remedio que
yo puedo haber para salud de mi ánima y descargo de mi conciencia
es tener escrito y ordenado mi testamento”.
8
En él “Primeramente encomiendo mi ánima a Dios que la crió
y redimió y le pido y ruego por los méritos de su sagrada muerte y
pasión sea servido de perdonar y llevar a su santa Gloria para la que
fue creada”.
Manifiesta su devoción a Nuestra Señora “abogada común de
los pecadores” y determina el lugar de su sepultura en la iglesia del
Colegio de Ntra. Sra. de la Piedad, donde actualmente está sepultado.
Como signo de su inmensa caridad indica una serie de limosnas
que se han de pagar para obtener bienes espirituales: por su eterno
descanso, el de sus padres difuntos, y de almas del purgatorio,
limosnas para ayudar obras concretas en la iglesia de San Pedro, en el
convento de San Francisco y para ayudar a la redención de cautivos en
tierra de infieles.
Demuestra su reconocimiento a un benefactor Luis Sánchez
Pardo, recordando que es capellán de la capellanía que el mismo Don
Luis fundó y que se servía en el convento de las monjas de las
Recogidas, de la cual cumplió todas las obligaciones pero no ha
cobrado renta por muchos años, porque voluntariamente la donó
primero a la viuda y después a la hija de D. Luis Sánchez Pardo,
porque mucho bien ha recibido de los susodichos.
Aclara que todos los bienes muebles e inmuebles dedicados al
culto divino en el Colegio de Ntra. Sra. de la Piedad fueron adquiridos
mediante fondos provenientes de limosnas. Igual que los fondos que le
han permitido administrar el Colegio, y que dispuso para la crianza y
educación de las huérfanas.
9
El P. Cosme, como varón justo, deja constancia que el Lic. Juan
de Palenzuela, presbítero de Córdoba fue custodio de algunas bienes
del Colegio pero al momento del testamento ya había restituido todo,
en cambio Doña Catalina de los Ríos y Valenzuela debía una cantidad
al Colegio que había prometido de pagar a la brevedad.
En el codicilo del testamento se agregan otras dos precisiones
en justicia:
Algunos bienes y reliquias del Colegio había sido prestados a
diferentes personas de ello tenía noticia el Lic. Juan Bautista Gómez y
la sacristana.
Y además una donación de fanegas de trigo que recibió por
mano de terceros y por la cuales no había dado recibo. Hace esta
declaración para descargo de la responsabilidad de terceros.
El P. Cosme ejerció en modo ejemplar la virtud de la pobreza y
en su testamento reconoce que tiene como únicos bienes “unos libros
y un arca, como parecerá en la casa en que he vivido” y que el Lic.
Juan de Palenzuela tiene en su poder cien reales de limosna para pagar
con ellos el tercio de la casa en la que vive.
Además establece que lo que pudiera quedar de sus bienes se
reparta entre los pobres.
En su testamento también solicita explícitamente a los prelados
eclesiásticos o a quienes toque el gobierno de la Casa y la
administración de los bienes de dicha Obra que se conserven para la
finalidad por la cual se creó que hoy día diríamos la educación de la
niñas.
10
La continuidad de su obra por 400 años, que tanto beneficios en
la formación humana de las niñas y adolescente ha dado, en las
distintas localidades donde está presente, es signo de la providencia
que continua a bendecidla.
EXPLICACIÓN DEL ITER PROCESUAL DE
BEATIFICACIÓN Y CANONIZACION
PRESUPUESTOS TEOLÓGICOS
DEL PROCESO DEL MILAGRO
PARA LA BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN
La normativa canónica establece que en los procesos de
beatificación y canonización es necesario comprobar la existencia de
un milagro por la intercesión del siervo de Dios o del beato. La
presencia de esta prueba responde al deseo de la Iglesia de sigilar con
un aval que tenga por autor a Dios lo que ella sentenciará sobre la
beatificación de un siervo de Dios o la canonización de un beato.
Las razones por las cuales la Iglesia sigue este camino
encuentran su significado en los milagros del Antiguo y Nuevo
Testamento, donde se dan elementos de continuidad:
1. Se realizan en el ámbito de la fe.
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2. Es necesaria la conversión interior y por ello se imponen como obra
salvífica sobre el cuerpo y el alma.
3. Son seguidos por la invitación a anunciar las obras de Dios, de
glorificarlo y testimoniarlo con la vida.
Existen tres particularidades:
1. En el Nuevo testamento se realizan por la fe en Jesucristo, es decir
en su divinidad y en su origen del Padre.
2. El estilo de Jesús en su actividad taumaturga:
a. Nace de la sensibilidad hacia el sufrimiento humano.
b. Esta orientada al bien de la persona.
c. Se cumplen por la conversión de los corazones hacia la nueva
lógica del Reino de Dios.
3. Los milagros son signos de Cristo a través los cuales el trasmite
precisos contenidos: amor misericordioso por el hombre, deseo de
volver a donarle la vida, voluntad de instaurar un orden trastornado
por el pecado, proponerse como alimento eucarístico para las
multitudes, instaurar una economía sacramental que utilice signos
sensibles, hacer recuperar a los hombres, con la vista y la audición, la
capacidad de ver y de escuchar a Dios, o de caminar según sus vías.
El núcleo esencial del anuncio apostólico de la primitiva
comunidad cristiana fue que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios muerto
por nuestros pecados y resucitado de entre los muertos, los milagros
ocupan en tal anuncio el importante rol de certificar la identidad del
Cristo. De esto dependía, en la intención de los apóstoles, la verdad de
la redención y sus efectos universales para el género humano. Si los
evangelios fueron escritos para testimoniar la divinidad de Jesucristo,
12
las narraciones de los milagros constituyen una parte intrínseca de
dicho testimonio; no parece por lo tanto posible prescindir sin perder
al mismo tiempo el contenido, la credibilidad del mensaje salvífico de
aquello que los redactores quisieron transmitir.
Esta era la intención de los apóstoles, hoy la Iglesia a través de
sus sucesores nos pide la misma actitud de fe.
Se dice que el santo es alter Cristus por ello en su vida y más
aun después de su muerte, debe continuar a ser un todo con el camino
de testimonio de fe en la Iglesia.
Dra. Silvia Correale,
Postuladora
Córdoba (España), 10 de marzo de 2007
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