Los colores al poder - Facultad de Periodismo y Comunicación

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Taller de Comprensión y Producción de Textos I (2006)
Extensión Miramar
Alumno: Fausto M. Vitale
Los colores al poder
Todo sucedió cuando los colores tomaron el poder.
Las combinaciones más poderosas, llenas de excitación, lograron materializarse en las más
increíbles concepciones que el ser humano jamás haya podido contemplar.
En un principio, el hombre no se dio cuenta del propósito que perseguían los colores.
Empezaron por mezclarse, y lo hicieron de tal manera, que las mixturas que lograron
excedían las capacidades humanas de apreciar todas las tonalidades compuestas.
Según su decálogo del color, que reemplazó, sin previo aviso, todas las constituciones
legislativas y los derechos de la humanidad, existen en su haber, fruto de su copulación,
exactamente tres billones quintos mil de ellos.
En un principio fueron aceptados.
Cuando el rojo comenzó por adueñarse de las calles, la gente admiraba cómo los cementos
cambiaban de color. Pero esto no causó más que un pequeño asombro dentro de tanta urbe. Los
noticieros, por lo tanto, no pudieron alimentar la pantalla con esta fantástica y colorida noticia.
Solo mereció un flash dentro de los horarios del mediodía.
Es que la gente vivía tan encerrada en sí misma, tan aislada de lo que sucedía en la ciudad,
que no se daba cuenta de que ésta cambiaba de color.
Y no darse cuenta es decir demasiado.
Los rojos, vigorosos, audaces y extremos, son sinónimo de poder fundamental que nunca
puede ser ignorado. Si hasta las señales destinadas a alertar de los peligros lo utilizan. Será por
esta falta de atención que la cantidad de víctimas por accidentes de tránsito había aumentado,
con respecto a un año atrás, un quinientos por ciento.
Pero lo más irónico es pensar que estas tonalidades pueden simbolizar y confluir en las más
intensas pasiones; el amor, el deseo, el exceso emocional. Y ni siquiera se vieron nuevas
parejas, ni jovencitos de la mano paseando por las plazas. Igual da, hacía mucho que eso ya no
estaba de moda.
Lo que sí produjeron los rojos fue el crecimiento del odio social. Las calles se llenaban de
griteríos y las peleas ayornaban cada esquina.
Entre tanta violencia, los azules aparecieron para calmar un poco la revolución. Esto
convirtió a la ciudad más refrescante. Fue tranquilizador y hasta sedó a la mayoría de los
ciudadanos.
Lo más negativo fue que, al mismo tiempo, les provocó cierta tristeza. Pero no fue raro ver
personas llorando por las calles. Era normal.
Así, los azules se fueron adueñando, poco a poco, de la naturaleza en su totalidad. Los
árboles pasaron a ser todos de color azul.
Las flores no escaparon de la mudanza. Los pájaros, los insectos, todos los animales
cambiaron al mismo color.
No hubo mucho asombro cuando los océanos oscurecieron su tono, después de todo, antes
habían sido un poquito más claros.
Los ríos, negros y contaminados, se vistieron de un azul intenso; por lo menos así no
parecían tan contaminados.
Nada qué decir cuando los azules se encontraron ante los rojos. Nacía el violeta para
aumentar poderes y acrecentar soledades.
Los edificios se pintaron de elegantes, los autos, los basureros, las ropas, los
electrodomésticos, las computadoras, los televisores. Todo cedió ante el poder del violeta, capaz
de impulsar hasta el sacrificio pon un ideal.
Y así fue. Las personas comenzaron a matarse entre sí, sin razón alguna.
Otras optaron por encerrarse en sus casas o seguir con su vida normal del trabajo, el
supermercado y la cocina.
Los periódicos, violetas también, cosa que dificultaba su lectura, ni siquiera aludían a los
cambios que sucedían a su alrededor, y en el mundo.
Cuando los amarillos entraron en escena, la sociedad entera logró darse cuenta de lo que
estaba sucediendo. Este color favoreció la claridad mental y los procesos lógicos.
La facultad de razonamiento abrió la conciencia del hombre hacia las nuevas ideas y los
intereses de poder de los colores.
Y cuando éste cruzó los límites de los preexistentes, la proliferación de matices fue
increíble.
Ya no se podía hacer nada al respecto. Los noticieros, las radios, todos los medios quisieron
advertir de lo que pasaba, pero ya era demasiado tarde.
El hombre estaba sometido a la hegemonía del color. A sus leyes, a sus normas. A sus
formas de manejar la ciudad sin poder intervenir en ninguno de los procesos.
Alguien predijo, hace unos días, que el negro y el blanco iban a acusar su entrada triunfal el
mes entrante.
Las personas, por las dudas, se aíslan en sus viviendas y se quedan allí. No por el blanco,
sino por la oscuridad y miedo que provoca el negro. Creen que oscurecerá todo el mundo. Y
también piensan que ahora, el turno de cambiar de color, es de ellos.
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