EL MODERNISMO El modernismo no fue solamente una tendencia literaria: el modernismo fue una tendencia general [...]. Era el encuentro con la belleza, sepultada durante el siglo XIX por un tono general de poesía burguesa. J. R. Jiménez Es, esencialmente, un movimiento hispanoamericano (1880-1915). Implicó no sólo un cambio de gusto literario, sino que encerró el reclamo de una nueva sociedad con intenciones descolonizadoras. Los modernistas se alzaron al final de siglo contra el materialismo, el imperialismo, la burguesía y lo utilitario. La fuente inmediata a la que acudieron fue la poesía francesa; en el Parnasianismo y el Simbolismo vieron la expresión más exigente, audaz y completa de las tendencias de la época. Características Como rasgo general del movimiento, destaca su insistencia en la experimentación. La constante tentativa de renovación del lenguaje literario hace que el modernismo se defina como la estética del cambio. Evasión y exotismo: El modernismo conllevó una fuga del espacio y del tiempo en que vivían, en busca de una actualidad universal que consideraban la única verdadera. Hay una inclinación de los poetas por el pasado (medieval, renacentista, dieciochesco), y por tierras lejanas. Los modernistas crearon su mundo propio ideal que les permitiera afrontar la vida rutinaria. Cosmopolitismo: Lo defendieron como una faceta más de la necesidad de evasión. París se convirtió en meta y tema artístico. Sin embargo, ante la amenaza estadounidense, reafirmaron sus raíces hispánicas. Renovación del lenguaje poético: Pretendieron renovar el lenguaje poético, de modo que fuera una creación única y sorprendente. Enriquecieron el idioma con vocablos extranjeros, abusaron de arcaísmos y neologismos La formulación de nuevas propuestas métricas se dio en dos direcciones: - Recuperación de viejas formas, como el hexámetro clásico. - Creación de nuevos metros e intento de libertad métrica con versos largos y amétricos. Su reforma preparó el poema en prosa y el verso libre. RUBÉN DARÍO Con él empieza nuestra literatura del siglo XX. Nació en Nicaragua (1867). En su mocedad adoptó posturas progresistas ante los problemas de América. Pronto conoció las nuevas tendencias poéticas, en particular las de origen francés. A los veintiún años alcanza su primer éxito con Azul. En 1892, cuarto centenario del Descubrimiento, viene a España y conoce a nuestros principales escritores. Vuelve en 1899, ya como un ídolo, y comparte las amarguras del 98. Desde 1900, como diplomático, vive en París, en Madrid de nuevo, y viaja por Europa y América. Nunca encontró la mujer ideal con la que soñaba. Su vida fue intensa; los excesos (fue bebedor) minaron su salud y le llevaron a una muerte prematura (1916). ESTÉTICA Todo cuanto hemos dicho sobre el Modernismo se aplica en grado eminente a Rubén Darío. Él logró la síntesis definitiva entre lo parnasiano, lo simbolista y otras tendencias. En él hallaremos los temas paganos, exóticos, legendarios, cosmopolitas... o la intimidad doliente. Su estilo ofrece variados tonos: lo frívolo, lo sensual, lo meditativo, la exaltación patriótica... Y siempre asombra su dominio de las más diversas formas. Sus deslumbrantes imágenes, su fuerza sensorial y su sentido de la musicalidad resultan proverbiales. Insistamos en el enriquecimiento de la métrica que llevó a cabo. TRAYECTORIA Y TÍTULOS PRINCIPALES Tras varias obras primerizas, en 1888 publica el ya citado Azul. Su maestría es ya patente en los poemas a las cuatro estaciones o en sus sonetos escritos en alejandrinos, a la francesa. Muy famoso es el dedicado a Caupolicán. Su personalidad literaria ya está definida. La consolidación de su estética se da con Prosas profanas (1896), su libro más brillante y vitalista. Algunos han hablado despectivamente de su “genio verbal” o de su “poesía decorativa”. Ortega y Gasset lo ataca por excesivo culto a la palabra. Son inolvidables la Sonatina ("La princesa está triste. / ¿Qué tendrá la princesa?"), "Era un aire suave...", Divagación... Y aparecen, los motivos hispanos: Cosas del Cid, Al maestre Gonzalo de Berceo, etc. En esta obra demuestra varias virtudes literarias. Posee un gran sentido de la musicalidad y gran habilidad para medidas y rimas. Utiliza un vocabulario amplio y nuevo. Se ven bien las características del primer modernismo: el interés por oriente, por lo griego, la mitología clásica y toda clase de exotismos. En estos poemas abundan dioses, princesas, gnomos, piedras preciosas, colores, bellos pájaros. Se trata de una poesía plenamente esteticista. En cuanto a la métrica muestra preferencia por los versos alejandrinos y dodecasílabos. Otra cima de su obra son los Cantos de vida -y esperanza (1905) Pero hay un, cambio: junto a lo pagano o 1o erótico, aparecen tonos graves, inquietud, amargura. Léanse los poemas "Yo soy aquel que ayer no más decía..." (que inicia el libro) y Melancolía. En la misma línea están dos Nocturnos, la Canción de otoño en primavera ("Juventud, divino tesoro, / ¡ya te vas para no volver!") o el sobrecogedor poema Lo fatal. Son ahora más los poemas de tema hispánico: Letanía de Nuestro Señor Don Quijote, poemas a Cervantes, Góngora, Velázquez, Goya... Y hay poemas políticos, nacidos de las consecuencias del "98": así, en Salutación del optimista manifiesta su fe en los pueblos hispánicos; en Oda a Roosevelt increpa a los Estados Unidos, cuya influencia creciente aparece también en estos versos de Los cisnes: ¿Seremos entregados a los bárbaros fieros? ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés? ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros? ¿Callaremos ahora para llorar después? Ahora importan más los temas que en las obras anteriores. Y es más intimista, se centra en sí mismo: Ciertamente en mí existe desde los comienzos la profunda preocupación del fin de la existencia, el terror de lo ignorado, el pavor de la tumba. Emplea un tono melancólico y algo trágico. Aún publicó Darío otros libros, siempre interesantes, pero que no ofrecen logros superiores a los ya conseguidos. No olvidemos, en fin, que es también un admirable prosista. Nos ha dejado espléndidos cuentos y muchos artículos sobre temas diversos. SIGNIFICACIÓN Resulta ya obligado decir que sin Rubén Darío no podría explicarse la evolución de la poesía española en el siglo xx. Por eso, el gran nicaragüense tiene un puesto de honor en nuestra literatura. Así lo reconocieron ya los Machado o Juan Ramón Jiménez. Y los poetas de la "generación del 27” lo admiraron. Si en la posguerra decayó algo su estimación, en fechas más cercanas se le ha vuelto a valorar como uno de los grandes creadores de nuestra lengua.