CINCO ESCENAS EN EL DOMINGO DE RAMOS

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CINCO ESCENAS EN EL DOMINGO DE RAMOS
Reflexión dominical 17.04.11
Mons. José Ignacio Alemany Grau. Obispo.
Hemos llegado a la “gran semana” o
“semana mayor”; también llamada
“Semana Santa”, por los grandes
acontecimientos de la redención que
vamos a revivir.
Es una semana de gozo y gratitud en
la que el amor recuerda y aprende a
amar.
En el domingo de hoy la liturgia de la
Palabra nos invita a reflexionar en
cinco
“cuadros”
o
momentos
especiales.
Nos detendremos más en el primero,
que es el propio del día, tomando
algunas ideas del segundo tomo de
“Jesús de Nazareth” que Benedicto
XVI nos acaba de regalar.
* Jesús venía “subiendo” desde el mar
de Galilea que está aproximadamente
a 200 metros bajo el nivel del mar,
hacia Jerusalén que está 700 metros
sobre el mar.
Al principio le acompañan los doce
apóstoles pero, poco a poco, se le va
añadiendo un grupo creciente de
peregrinos que van también a celebrar
la Pascua en Jerusalén.
Mateo y Marcos nos dicen que, ya al
salir
de
Jericó,
una
gran
muchedumbre seguía a Jesús, incluido
el ciego Bartimeo, feliz por haber
recuperado la vista.
Serán estos que le acompañan, los que
empezarán la gran manifestación del
triunfo de Jesucristo en el que
llamamos “domingo de ramos”.
Es Jesús mismo el que, en esos
momentos y siguiendo el plan del
Padre, “reivindica para sí el derecho
del rey a requisar los medios de
transporte, un derecho conocido en
toda la antigüedad.
El hecho de que se trate de un animal
sobre el que nadie ha montado
todavía, remite también a un derecho
real. Y sobre todo se hace alusión a
ciertas
palabras
del
Antiguo
Testamento que dan a todo el episodio
un sentido más profundo”.
Pero el poder de Jesús es distinto del
de los reyes antiguos y en especial de
todo lo que pueda suponer violencia.
“Su poder… reside en la pobreza de
Dios, en la paz de Dios, que Él
considera el único poder salvador”.
Por otra parte, “también el echar los
mantos tiene su sentido en la realeza
de Israel…”.
“Los peregrinos que han venido con
Jesús a Jerusalén se dejan contagiar
por el entusiasmo de los discípulos;
ahora alfombran con sus mantos el
camino por donde pasa. Cortan ramas
de los árboles y gritan palabras del
salmo 118...:
¡Hossana!, ¡bendito el que viene en
nombre del Señor!”.
“Señor, no te quedes lejos. Fuerza mía
ven corriendo a ayudarme”.
Después de la lectura de este párrafo
del Evangelio, con el que empieza la
liturgia, tomamos los ramos y
comenzamos la procesión hacia el
lugar donde se celebrará la Santa
Misa. Estos ramos que aclamaron a
Jesús aquel día hablan de lo efímero
que es el triunfo humano, lo mismo
que los ramos que ahora llevamos
nosotros y que terminarán convertidos
en ceniza el próximo año.
Buena lección para nosotros: En los
momentos difíciles fiémonos siempre
de Dios.
* En la primera lectura Isaías nos
habla del siervo del Señor que
representa a Jesús como el discípulo
fiel al plan de Dios.
Asumió todas las limitaciones
humanas hasta la peor muerte, la de
cruz.
Él carga sobre sí todos los dolores de
la pasión y muerte para “decir al
abatido una palabra de aliento”. Y la
palabra de aliento es que no nos
faltará nunca el Señor en medio de las
peores tribulaciones.
En la enfermedad, en la falta de
trabajo, en la calumnia, etc; Isaías nos
invita a tener presentes estas palabras
“el Señor me ayuda”.
* El tercer momento es el del salmo
responsorial que se hace eco del
calvario y nos invita a repetir “Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”
Son las palabras de Jesús en la cruz.
El salmo 21 que meditamos pasa de la
dolorosa situación del abandono total
y lo que es peor, no sólo de los
hombres, sino del mismo Dios, a la
confianza filial:
* Por su parte San Pablo, en la carta a
los filipenses, recuerda todo el plan de
Cristo redentor:
En efecto, manteniendo la divinidad
se humilla hasta pasar como un
hombre de tantos. Como el hijo del
carpintero.
Todo fue en obediencia al plan de
Dios.
Pero con su humillación merece la
exaltación más grande y el título de
Kiryos, que traducimos como
“Señor”, y que la Biblia aplica
únicamente a Dios.
Por eso, frente al Redentor humillado,
es preciso que ahora “toda rodilla se
doble en el cielo, en la tierra, en el
abismo, y toda lengua proclame:
¡Jesucristo es Señor para gloria de
Dios Padre!”.
* El último cuadro es el Evangelio de
hoy. Se llama la “pasión de nuestro
Señor Jesucristo”.
La liturgia en el domingo anterior a la
Pascua, recuerda a la asamblea
dominical de los fieles, todo el relato
de la pasión.
Este año es el de San Mateo.
Ojalá el sacerdote nos lo lea entero y
podamos seguirla con verdadera
pasión de enamorados.
Recuerda con amor todo lo que Jesús
pasó por ti.
Pero si hace la lectura breve, te animo
a encerrarte en tu cuarto más tarde (o
mejor en familia) y lee todo. Es
Mateo del capítulo 26,14 al capítulo
27,66.
Adora a tu Dios.
Es largo. Pero es domingo y no tienes
cosas más urgentes que hacer.
Medita con atención.
Agradece a tu Redentor.
No olvides que a Jesús le debes la
salvación y por eso puedes vivir en la
esperanza de un mundo mejor que no
acabará nunca.
José Ignacio Alemany Grau, obispo
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