Mi fe y mi trabajo Efesios 6: 5-9 Uno de los problemas que enfrentan los cristianos es cómo vivir y dar un buen testimonio en el lugar de trabajo. Es un hecho que la mayoría de los cristianos cuando están trabajando tienden a esconder su fe, y aún a actuar como si no conocieran a Cristo. Algunas veces nos comportamos así por temor al rechazo de nuestros compañeros y jefes, o simplemente porque no hemos desarrollado un entendimiento de lo que la Biblia enseña y de lo que Dios espera de nosotros cuando estamos en el trabajo. Hoy quisiera compartir algunas bases bíblicas sobre este tema tan importante. ¿Cómo puedo incluir a Dios en mi trabajo? Tim Downs, en su libro Encontrando un terreno común, que trata sobre la ética cristiana en el lugar del trabajo, dice, “Para incluir a Dios en nuestros trabajos, necesitamos pensar seriamente en preguntas como éstas: ¿Qué significa ser cristiano y a la vez tener este trabajo? ¿Cómo haría mi trabajo si no fuera un cristiano? Qué principios bíblicos debo tener en cuenta en mis responsabilidades diarias? Cómo debe afectar mi fe la manera como me relaciono con mis compañeros, mis superiores o mis empleados? Conozco a otros cristianos en mi puesto de trabajo? Cómo me relaciono con ellos? Qué beneficio puedo tener sus experiencias? Hay algo escrito por un cristiano acerca de un trabajo como el mío o algo similar? Puedo reunirme con otros cristianos en mi trabajo para continuar explorando estas preguntas?” (Tim Downs, Finding Common Ground. Chicago: Moody Press, 1999, 174). Defina para quién trabaja. Efesios 6: 5-9. Según este texto, aunque trabajemos para una compañía o un propietario, debemos trabajar como si lo estuviéramos haciendo para el Señor. Comenzar a vivir esto cambia nuestra actitud hacia el trabajo porque entonces vamos a buscar ser excelentes en todo lo que hagamos, vamos a esforzarnos en trabajar más responsablemente, vamos a quejarnos menos y nos vamos a sentir más gozosos en lo que hacemos. Comprométase a ser una bendición para sus jefes y no una carga. En la Biblia tenemos, entre otros, el ejemplo de José en Génesis 39:2-6; y de Daniel y sus amigos (Daniel 1:19-20), quienes aún trabajando para jefes paganos, fueron excelentes en todo lo que hicieron. Dios honró esa actitud y los prosperó de una manera extraordinaria. Ahora, si Ud. es el jefe, trate a sus empleados de la misma manera como Dios le trata a Ud., y de la manera como Ud. esperaría ser tratado si Ud. fuera el empleado. Los jefes cristianos deben ser los mejores de todos porque son llamados a preocuparse por las necesidades de los que sirven bajo su autoridad. Un jefe cristiano siempre recuerda que cada persona está hecha a la imagen y semejanza de Dios, “y que para Él no hay acepción de personas” (Efesios 6:9). Mantenga buen testimonio en el trabajo. Si le preguntáramos a los demás compañeros de trabajo, cómo nos ven ellos, ¿qué dirían? ¿Esa opinión estaría basada en el hecho de que Ud. se esfuerza por ser un buen cristiano? ¿Y qué es ser un buen cristiano en el trabajo? ¿Alguien que se aisla de los demás para no contaminarse? ¿Alguien que anda siempre con la Biblia debajo del brazo, o usando textos para descargarlos contra los demás? ¿O, por el contrario, alguien que habla con la gracia de Dios, que atrae a los demás en cambio de producir rechazo, que respeta a los demás, pero no por ello participa en conversaciones o conductas deshonestas? ¿Que cuida de su apariencia personal y de sus actitudes para que todo ello, de una manera u otra traiga gloria a Dios? El trabajo, como la escuela, son lugares también donde se desarrollan amistades. Por tanto son una oportunidad para que otros puedan ver el cristianismo en acción, representado en nosotros como embajadores de Cristo. Tenga cuidado de comprometer su testimonio, simplemente por complacer o quedar bien con los que no conocen a Cristo. No trabaje el día de reposo. Exodo 20:8-11. Este debería ser un principio muy básico para el cristiano. La Palabra de Dios establece que trabajemos seis días y reposemos uno. Esto tiene beneficio tanto para nuestro cuerpo y nuestras familias, como es también un tiempo especial en el cual nos gozamos en Dios en la congregación. Hoy día nos parece que es una exigencia grande, pero en realidad hasta hace pocas décadas tanto en los Estados Unidos como en América Latina, el comercio y otros negocios cerraban los domingos. Los cambios de estilos de vida hacia una sociedad más secular nos hace ver como algo normal que el comercio esté abierto y los cristianos trabajen los domingos. ¿Cuál es su convicción al respecto? ¿Podría uno confiar en que Dios le brindará un trabajo en el cual no tenga que trabajar los domingos? Mantenga una visión más allá de su trabajo. ¿Por qué trabajamos? Porque es parte de la bendición y el sentido que Dios le dio a la vida humana. Antes del pecado, Dios le dijo al ser humano que labrara la tierra (Génesis 2:15). ¿Para qué trabajamos? Para obtener un beneficio personal y familiar, para poder proveer para nuestras familias y para nosotros mismos. Pero el trabajo no es el todo de la vida. Aprenda a distinguir entre su trabajo y su vida personal y familiar. Aprenda a no depender tanto emocionalmente de su trabajo. Es importante desconectarse y cambiar de actividad. Tener tiempo de descanso, de recreación, tiempo para la familia, para servir al Señor en la congregación, para hacer viajes misioneros cortos, para compartir la Palabra con otros, para visitar a los hermanos en la fe. Viva de tal manera que la meta más importante sea buscar el reino de Dios y su justicia… porque todo lo demás vendrá por añadidura (Mateo 6:33). Sólo teniendo una vida centrada en Dios, podrá ser un empleado o un jefe cuyo testimonio podrá tener un impacto para Dios en medio de nuestra propia generación.