Cristianizar a los cristianos ¿Es posible cristianizar a los cristianos? Pues eso mismo he escuchado yo el sábado pasado, en el Encuentro de todos los miembros de los Consejos Pastorales Parroquiales de nuestra Diócesis de Teruel y de Albarracín. Les cuento que Jorge y María José, responsables del Equipo de Pastoral Familiar y Vida de la Archidiócesis de Zaragoza, habían tenido la primera ponencia del día, donde nos expusieron las claves de su testimonio cristiano, las razones de su inserción en el Movimiento Familiar Cristiano y su vida apostólica en la Parroquia. Su ponencia, a juicio de los presentes, fue muy clarividente porque transmitieron entusiasmo, confianza en el Señor y manifestaron que en sus criterios no contaba el éxito personal, sino la gloria de Dios, que ellos lo habían experimentado así, en medio de las dificultades y altibajos que han tenido que superar en la vida. Ellos dejaron muy claro que todo lo vivían en clave de familia y sentían con corazón de familia, matrimonio e hijas siempre unidos en todas las circunstancias. A propósito de sus palabras, les preguntamos a los asistentes, entre otras cosas, que nos dijeran lo que les había impactado del testimonio que oyeron y que si era posible vivir ese estilo en sus parroquias, señalándonos cómo. Las respuestas fueron muy buenas, el grupo cuarto dijo que sí era posible, pero habría que cristianizar a los cristianos. Se pueden imaginar que nos quedáramos inmóviles, pero no tardaron en explicitar su comentario. Se trataba, enriqueciendo su aportación con los demás testimonios, de reavivar en nosotros el estilo de un cristiano: Hacer la voluntad de Dios, potenciar la vida de oración, participar de los sacramentos, especialmente el de la Eucaristía y la Penitencia, buscar espacios para la convivencia, fomentar la paciencia ante el crecimiento de la Palabra sembrada en nuestro interior… embelesados ante el rostro de Cristo que nos inunda de alegría, nos regala la Vida eterna y nos impulsará a dar testimonio de Él. El Evangelio de San Juan, que leemos en este domingo sexto de Pascua, nos ayuda a entender más y mejor el sentido de “cristianizarnos” más: “El que me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,23ss). Amar a Jesús implica guardar su Palabra y aceptar que Jesús y el Padre hagan morada en ti. ¿No crees que ya nos basta? No precisamos de más argumentos, si Dios habita en ti, tus obras no pueden ser malas. Ya no somos exactamente de nosotros mismos. Le hemos abierto las puertas de nuestra casa a Dios, que es Amor. El amor de Dios nos ha inundado, nos entra en el corazón y le ha dado su color, nos impulsa a amar, en consecuencia, a perdonar, a ser valientes, misericordiosos, a seguir con ímpetu y valentía nuestra condición de testigos. Dios no nos anula nunca, respeta lo que somos y quienes somos. Es la fuerza suave y el aire fresco del Amor que aceptamos sin ser coaccionados. Ahora, desde la libertad, desde la riqueza del tesoro de gracia del que somos portadores, le devolvemos amor por amor, cuando amamos a los hermanos. Una persona que tiene su corazón ocupado y en su interior habita Dios, no puede tener espacio para otras cosas, mucho menos para el mal. En su corazón no caben las envidias, venganzas, maledicencias, odios… ni mucho menos las injusticias, las mentiras, ni el orgullo… un rostro que ve a Dios y tiene experiencia de Dios es un rostro iluminado y los frutos de su ser son de buenas obras. Si alguna vez el demonio te tienta con el deseo de poseer demasiados bienes materiales, ponemos a Dios como el valor supremo, con el cual ya tenemos lo suficiente: “Dajenú”. Y cuando sentimos el miedo y la dificultad de la vida, es bueno de decir: "El Señor me ilumina y me salva…" (Salmo 27, 1). No sería justo que terminara sin hacer referencia a Nuestra Madre de Fátima, más en este domingo de mayo, cantándole con “flores a María, con flores a porfía”… Os pongo al cuidado de la Madre y os encomiendo a su protección. Por vosotros y por la Iglesia, a ella confiada desde Cruz: Dios te salve María, llena eres de gracia…. Con mi bendición, + José Manuel Lorca Planes, Obispo de Teruel y de Albarracín