Expansión 12 de junio de 2007 Aire Fresco Ramón de Miguel El sector eléctrico europeo se enfrenta a retos importantes y nada parece indicar que los grandes países de la Unión estén afrontando con realismo los problemas que hay que resolver para hacer frente a la consolidación del mercado interior y a los compromisos de Kioto. La Comisión Europea ha puesto sobre la mesa un paquete energético, el pasado 10 de enero, en el que se insta a producir un 20% de la electricidad con energías renovables en el año 2020, se intenta dar un paso adelante en el mercado interior mediante la promoción de las interconexiones y la separación entre transporte y distribución, se promueve la reflexión sobre la necesidad de impulsar la opción nuclear y se propone un programa de investigación ambicioso para el carbón limpio. La respuesta del Consejo Europeo del 9 de marzo ha sido ambigua en todos estos puntos y todo parece indicar que a las grandes empresas de los Estados miembros poderosos del centro de Europa les importa muy poco el cumplimiento de Kioto y el mercado interior, que solo se invoca para justificar operaciones de compra. Precisamente en esa maraña de operaciones de fusión y concentración, que se han ido fraguando en los últimos meses, en la que parece que un puñado de empresas estatales aspira a quedarse con fondos públicos con el grueso de las empresas medianas y pequeñas europeas, para configurar un mercado que poco tiene que ver con el ideal de la Comisión Europea de un mercado interior transparente, liberalizado y respetuoso con el medio ambiente, surge una que rompe con todos los moldes y se configura como un fenómeno nuevo en el panorama eléctrico europeo. Se trata de la adquisición de Scottish Power por Iberdrola, recientemente consumada. Ni la operación se parece a ninguna de las planteadas en al UE en los últimos meses, ni las compañías tienen similitud con las que han estado activas en ese mercado. Son, para empezar, dos compañías completamente privadas, periféricas escocesa y vasca- de dos Estados periféricos, -Reino Unido y España- con mercados relativamente liberalizados y muy poco interconectados, sin activos importantes en el centro de Europa y con una presencia en sus propios países que no llega al 30% de la producción doméstica de la electricidad. Ambas con una actividad transatlántica notable, tanto en Estados Unidos como en Latinoamérica. Ambas con el negocio de generación separado del transporte. Ambas con un desarrollo extraordinario de producción de electricidad con energías renovables. “Operación Iberdrola-Scottish” Mientras ninguna de las operaciones planteadas en los últimos dos años se ha finalizado, la operación Iberdrola-Scottish Power se ha cerrado en cinco meses con el visto bueno de los reguladores nacionales, europeos y americanos, el acuerdo de sus principales accionistas y sus consejos de administración y el respaldo casi unánime de sus juntas generales. De todo esto ha nacido una poderosa compañía eléctrica, líder mundial en energías renovables con un valor de más de 70.000 millones de euros, con 22 millones de clientes entre Europa y América y con una capacidad instalada de 40.000 MW, de los cuales, casi 70.000 MW de energías renovables. En el ambiente enrarecido de la Unión Europea, el modelo Iberdrola-Scottish Power es aire fresco. La Comisión Europea debería seguir con atención esta experiencia en la que dos empresas privadas independientes de sus gobiernos configuran un nuevo modelo con baja dependencia externa, con un mix equilibrado que abarca todos los sistemas de producción de electricidad, que apuesta por un mercado interior y lo practica, que aspira a incrementar su liderazgo en la producción eléctrica con renovables, que refuerza la dimensión transatlántica del negocio energético y que además crea valor y aumenta su solidez financiera. Ninguna otra operación en el sector eléctrico europeo reafirma tanto las tesis que la Comisión propugna, y de su éxito depende que se abra una nueva vía para que se configure un sector más independiente, más comprometido con el mercado interior y más respetuoso con el medio ambiente.