LEY 41-2002 COMENTARIOS

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01/04/2003
Tribuna:
Algunos
interrogantes
sobre
confidencialidad resueltos en la Ley 41/2002
acceso
y
La Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente, que entrará en vigor el próximo mayo, ha
desarrollado el derecho de acceso a los datos de salud, que ya estaba contemplado en la
Ley de Protección de Datos de carácter Personal de 1999. La nueva ley lo integra con el
de confidencialidad.
La Ley 41/2002, básica de Autonomía del Paciente entrará en vigor el próximo 16 de
mayo. Esta norma es de gran importancia porque regula derechos ya recogidos en el
Convenio del Consejo de Europa para la protección de los derechos humanos y la dignidad
del ser humano respecto de las aplicaciones de la Biología y la Medicina de 1997, también
conocido como Convenio de Oviedo, que entró en vigor en España el 1 de enero del 2000.
No se puede olvidar que este convenio, a diferencia de las distintas declaraciones
internacionales que lo han precedido, es el primer instrumento internacional con carácter
jurídico vinculante para los países que lo suscriben. Su especial valía reside en el hecho de
que establece un marco común para la protección de los derechos humanos y la dignidad
humana en la aplicación de la Biología y la Medicina, tratando explícitamente, con
detenimiento y extensión, acerca de la necesidad de reconocer los derechos de los
pacientes, entre los que resaltan el derecho a la información, el consentimiento informado
y la intimidad de la información relativa a la salud de las personas.
Defensa de la intimidad
La defensa de la intimidad y la autonomía de los pacientes es uno de los principios básicos
de la Ley 41/2002. La nueva norma establece como principios básicos la dignidad de la
persona humana y el respeto a la autonomía de su voluntad y a su intimidad, que
orientarán toda la actividad encaminada a obtener, utilizar, archivar, custodiar y transmitir
la información y la documentación clínica.
La Ley 41/2002 defiende la necesidad de reconocer los derechos de los pacientes, entre
los que resalta el derecho a la información, el consentimiento informado y la intimidad de
la información de salud y afirma que el Sistema Nacional de Salud debe asegurar en
condiciones de escrupuloso respeto la intimidad personal y la libertad individual del
usuario, garantizando la confidencialidad de la información relacionada con los servicios
sanitarios que se prestan y sin ningún tipo de discriminación.
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Esta explicación que recoge el preámbulo aparece desarrollada en el artículo 7, que de
forma clara establece que toda persona tiene derecho a que se respete el carácter
confidencial de los datos referentes a su salud y a que nadie pueda acceder a ellos sin
previa autorización amparada por la ley. Además, exige que los centros sanitarios adopten
las medidas oportunas para garantizar los derechos a que se refiere el apartado anterior y
elaboren cuando proceda las normas y los procedimientos protocolizados que garanticen
el acceso legal a los datos de los pacientes.
En este artículo 7 consolida la protección de datos de carácter personal relativos a la
salud, ya que exige que las normas de protección de datos se cumplan. Entre ellas se
encuentra el Real Decreto 994/1999, que aprobó el Reglamento de Medidas de Seguridad
de los Ficheros Automatizados que contengan datos de carácter personal.
La Ley 41/2002 desarrolla por primera vez el derecho de acceso a los datos de salud, que
estaba contemplado de forma general en la Ley Orgánica 15/1999 de Protección de Datos
de carácter Personal (LOPD).
Sin embargo, quedaban por aclarar ciertas lagunas: ¿Todos los profesionales de un centro
pueden enterarse de lo que le ocurre a un paciente que ingresa en dicho centro? ¿quién
puede acceder a la historia clínica? ¿hay que dar la historia a los pacientes? ¿se han de
dar a los pacientes las anotaciones que hacemos los profesionales? ¿se dará la historia
clínica a un familiar de un fallecido?
Interrogantes aclarados
Las preguntas quedan contestadas en la Ley 41/2002. En el artículo 16.1 se explica que
'La historia clínica es un instrumento destinado fundamentalmente a garantizar una
asistencia adecuada al paciente. Los profesionales asistenciales del centro que realizan el
diagnóstico o el tratamiento del paciente tienen acceso a la historia clínica de éste como
instrumento fundamental para su adecuada asistencia'.
Por tanto, solamente los profesionales que atienden a un paciente pueden acceder a su
historia clínica y el centro sanitario, ya sea público o privado, ha de poner las medidas
técnicas y organizativas necesarias para que, como se establece en el apartado 2 del
artículo 16, se posibilite 'en todo momento el acceso a la historia clínica de cada paciente
por los profesionales que le asisten' y sólo a estos profesionales, evitando así el acceso de
terceros no autorizados. Esta última apreciación está relacionada con las disposiciones de
la LOPD para los datos identificativos manuales e informatizados, desarrollado en el Real
Decreto 994/1999 para los datos informatizados.
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El personal de administración y gestión de los centros sanitarios sólo puede acceder a los
datos de la historia clínica relacionados con sus propias funciones (artículo 16.4 de la Ley
41/2002), por lo que en cada centro se establecerán las medias de seguridad pertinentes
que eviten el acceso no necesario.
Por otra parte, como establece el apartado 3 del artículo 16, el acceso a la historia clínica
con fines judiciales, epidemiológicos, de salud pública, de investigación o de docencia
'obliga a preservar los datos de identificación personal del paciente separados de los de
carácter clínico-asistencial, de manera que, como regla general, quede asegurado el
anonimato, salvo que el propio paciente haya dado su consentimiento para no separarlos'.
El apartado 3 del artículo 16 contiene una excepción a la confidencialidad de los datos de
salud, cuando se trate de 'supuestos de investigación de la autoridad judicial en los que se
considere imprescindible la unificación de los datos identificativos con los clínicoasistenciales, en los cuales se estará a lo que dispongan los jueces y tribunales en el
proceso correspondiente'.
No obstante, la nueva ley afirma taxativamente que 'el acceso a los datos y documentos
de la historia clínica queda limitado estrictamente a los fines específicos de cada caso',
defendiendo el derecho a la protección de datos de carácter personal, como ha
establecido el Tribunal Constitucional en la sentencia 292/2000.
Siguiendo tal enunciado legal, y puesto en relación con el apartado 5 del artículo 16,
solamente el personal que atiende a un paciente puede acceder a sus datos de salud, sin
su consentimiento, con la excepción de que lo permita una ley, en los procesos judiciales o
cuando el personal sanitario debidamente acreditado que ejerza funciones de inspección,
evaluación, acreditación y planificación, cumpla sus funciones de comprobación de la
calidad de la asistencia o el respeto de los derechos del paciente.
Salvaguardar el interés ajeno
A la pregunta de si el paciente tiene derecho a su historia clínica, la ley responde
afirmativamente, derecho que incluye obtener la documentación de la historia y una copia
de los datos que figuran en ella (artículo 18.1). Según el apartado 3 del artículo 18, este
derecho no puede ejercitarse en perjuicio del de terceras personas a la confidencialidad de
los datos que constan en la historia recogidos en interés terapéutico del paciente.
Este es el caso, por ejemplo, de pacientes psiquiátricos en cuya historia clínica figura
información aportada por la familia. También especifica que el acceso no podrá ejercerse
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en perjuicio del derecho de los profesionales participantes en la elaboración de la historia
clínica, que pueden oponer 'la reserva de sus anotaciones subjetivas'. El apartado 4 del
artículo 18 aclara cómo actuar ante la petición de la historia clínica por parte de un
familiar de un paciente fallecido, estableciendo que sólo se facilitará el acceso a la historia
clínica de los pacientes fallecidos a las personas vinculadas a él, por razones familiares o
de hecho, salvo que el fallecido lo hubiese prohibido expresamente y así se acredite. Y
también en este supuesto, la Ley 41/2002 se reafirma en la defensa de la intimidad y
autonomía del paciente y del profesional al establecer que 'en cualquier caso el acceso de
un tercero a la historia clínica motivado por un riesgo para su salud se limitará a los datos
pertinentes. No se facilitará información que afecte a la intimidad del fallecido ni a las
anotaciones subjetivas de los profesionales, ni que perjudique a terceros'.
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