El Médico Valorador y el Secreto Médico Autor: Daniel Gómez de Arriba. Abogado Revista: Cuadernos de Valoración (Órgano Oficial de Difusión de la Sociedad Española de Valoración del Daño Corporal)– Mayo 2001 Nuestra Constitución califica la intimidad de la persona como derecho fundamental. Este derecho a la intimidad engloba, entre otros, los datos de salud de la persona; es decir, datos que surgen de la relación médico-paciente. Como consecuencia de esta relación basada en la confianza, el médico accede a la esfera íntima y personal de su paciente. Es así, a grandes rasgos, donde nace la obligación de secreto médico que se ampara en nuestra norma constitucional, en la Ley General de Sanidad y en la Ley Orgánica de Protección Civil al Honor, a la Intimidad y a la propia Imagen, siendo tipificada su vulneración en el Código Penal. No será, sin embargo, intención del presente articulo proceder a un análisis en profundidad del secreto médico derivado de la relación habitual médico-paciente. Nuestro propósito es circunscribirnos al examen de un supuesto particular, el del médico valorador ante el secreto médico. Desde nuestro punto de vista, hay una diferencia esencial entre el concepto de médico y el concepto de médico valorador. Si bien ambos son médicos, su distinción estriba en el objetivo que persiguen: el primero pretende curar, mientras que el segundo debe limitarse a peritar lo sucedido. Partiendo de esta premisa, convendría en estas primeras líneas asentar una noción clara sobre la función del médico valorador, a fines de abordar con solidez su vinculación al secreto médico. La función del médico valorador consiste en la realización de un informe médico pericial en el que se determinaran las lesiones sufridas, las posibles secuelas, entre otras, con el fin último de un resarcimiento económico. A la hora de la realización de este informe, el médico valorador deberá seguir unas pautas de conducta, lo que podríamos denominar como protocolo de actuación, auspiciado por los aspectos deontológicos de su profesión (el juramento hipocrático). Siguiendo a la profesora Criado del Río, en primer lugar, el médico valorador habrá de ser profesionalmente competente, habrá de tener una formación médica y unos conocimientos jurídicos básicos. Además, el médico valorador habrá de ser en su proceder, imparcial, objetivo, veraz, ético, con capacidad de comunicación y trato amable. Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C 28015 Madrid Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 1 En segundo lugar, reunidos estos requisitos y aceptada la pericia, el médico valorador deberá informar al paciente, se habrá de poner en contacto con él, presentarse, concretar una cita e informarle de su misión. Necesitara entonces el consentimiento del lesionado condición sine qua non para llevar a cabo el peritaje. Este consentimiento del paciente abarcara tanto el acceso a toda su documentación clínica anterior como su exploración. Cabría pensar que también abarcaría la practica de pruebas médicas necesarias, pero resultaría del todo recomendable solicitar un nuevo consentimiento. Una vez obtenido este consentimiento, el médico valorador elaborará una historia clínica del lesionado, donde se recogerán los datos del paciente: tanto los que él mismo manifestó, así como los facilitados por el médico de asistencia primaria o por el especialista y, en su caso, los del centro en que fuera ingresado. Llegados a este punto, cuando el médico disponga de información suficiente, procederá a la elaboración de su informe médico-pericial. Éste habrá de ser claro, completo y preciso, limitándose su contenido a peritar lo sucedido, sin extrapolarse. Con la elaboración del informe, queda patente que el médico valorador va a tener acceso a datos que pertenecen a la esfera íntima del paciente que deberá ser salvaguardada. Es en este preciso momento cuando el secreto médico cobra sentido. La clave está en que el médico valorador deberá omitir en su informe todo aquello que no sea directamente relevante para el caso, es decir, limitarse a peritar lo sucedido. De esta forma, el médico valorador conseguirá guardar el secreto profesional. Si tenemos en cuenta que, en general, el médico valorador realiza su informe para una compañía aseguradora, éste deberá defenderlo tanto en la vía judicial como en la vía extrajudicial. Pero la verdadera problemática del médico valorador respecto al secreto médico surge en la vía extrajudicial. No así cuando se acude directamente a la vía judicial ya que el médico valorador dispondrá entonces de los datos que consten en el proceso y de las pruebas que la compañía aseguradora, como parte, pueda solicitar a su instancia. Aquí, no sería necesario el consentimiento del paciente sino el mandato del juez. Así las cosas, la dificultad puede aparecer en la vía extrajudicial cuando el lesionado, una vez otorgado su consentimiento, lo revoca posteriormente. Este sería el supuesto típico en el que el médico valorador descubre datos desfavorables para el lesionado, como por ejemplo la existencia de una patología anterior que viniera a agravar las consecuencias del accidente, y emitiese lógicamente un informe desfavorable. El tema a tratar en este caso es si cabe o no esa revocación del consentimiento. Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C 28015 Madrid Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 2 A favor de la validez de la revocación está el artículo 6.2 del Código Civil y el artículo 2.2 de la Ley Orgánica de la Protección Civil al Honor, a la Intimidad y a la propia Imagen. Por otro lado, Sánchez Caro y De Lorenzo señalan que la renuncia o retirada del consentimiento no deberá respetarse siempre. Esto implicaría que cuando el paciente haya consentido el peritaje y habiendo sido llevadas a cabo todas las practicas habituales, incluida la realización de pruebas, no se podría revocar el consentimiento. Por todo ello, entendemos que la revocación sólo cabría antes de iniciarse la valoración, de no ser así habría inseguridad jurídica, se estaría perjudicando al tercero pagador y, en definitiva, daría lugar a que ningún expediente se pudiese solucionar por la vía extrajudicial. De esta forma, si efectuando el peritaje no se llegase a un acuerdo extrajudicial, el informe seguiría siendo igualmente válido para ser utilizado en la vía judicial ya que no cabe la revocación del consentimiento una vez realizado el informe, sin por ello vulnerar el secreto médico. Sí reiterar que el informe se ceñirá únicamente a lo estrictamente relacionado con lo sucedido. Llegado a este punto, resulta inevitable hacer una mención en cuanto al delito por revelación de secreto que se recoge en el artículo 199.2 del Código Penal. Del tipo delictivo se deduce que el sujeto activo del mismo es el profesional. En el caso del secreto médico, sería el profesional médico. Este colectivo comprendería a toda aquella persona dedicada al acto de curar, según el profesor Martínez Pereda. Teniendo en cuenta la diferenciación que en nuestras primeras líneas se hizo entre médico y médico valorador, éste ultimo no se incluiría entre estos profesionales ya que su objetivo no es el de curar. Sin embargo, esto no le eximiría de la obligación de guardar secreto médico respecto a los datos conocidos que nada tengan que ver con el objetivo de la pericia. El médico valorador debe siempre limitarse a lo sucedido. Para el caso del médico valorador, este delito sólo podría darse si el informe revelase datos no relevantes al caso. En otro orden de cosas, no nos gustaría finalizar sin dedicar algunas líneas acerca de la creación de ficheros para el tratamiento de los datos del lesionado, muy en relación con el secreto médico. Como ya se ha expuesto anteriormente, cuando el médico valorador realiza el informe médico pericial está incluyendo en él datos de la esfera íntima del paciente, relevantes para el siniestro, con el objetivo último de un resarcimiento económico. El destino de este informe va a ser lógicamente la compañía aseguradora. Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C 28015 Madrid Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 3 Así, el informe va a circular de unas manos a otras, por lo que resulta especialmente delicado el tema del tratamiento de los datos del paciente. Como señala Carmen Sánchez Carazo, la recogida y tratamiento de datos médicos debe garantizar el respeto a los derechos y libertades fundamentales (intimidad) y se llevará a cabo de manera justa, lícita, tendrá un fin y, si se puede, deberá proceder del interesado. La pregunta procedente es si es posible que una compañía aseguradora o un médico valorador puedan tratar los datos de salud de los lesionados para evitar fraudes. En consonancia con esto, la nueva Ley Orgánica de Protección de Datos, reguladora de todos los datos existentes y no sólo de los automatizados como la antigua LORTAD, ha modificado el artículo 24 de la Ley 30/95 de Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados, sentando en su disposición adicional sexta que: “también podrán establecerse ficheros comunes cuya finalidad sea prevenir el fraude en el seguro sin que sea necesario el consentimiento del afectado. No obstante, será necesaria en estos casos la comunicación al afectado, en la primera introducción de sus datos, de quien sea el responsable del fichero y de las formas de ejercicio de los derechos de acceso, rectificación y cancelación”. En todo caso, los datos relativos a la salud sólo podrán ser objetivo de tratamiento con el consentimiento expreso del afectado. En definitiva, se mantiene la autorización a las compañías aseguradoras de crear ficheros para prevenir el fraude en el seguro, sin necesidad de consentimiento expreso del afectado. Empero, la propia Ley deja una vía de escape para que el médico valorador pueda crear un fichero con los datos de su paciente. Establece el artículo 7 sobre datos especialmente protegidos que: “no obstante lo dispuesto en los apartados anteriores, podrán ser objeto de tratamiento los datos de carácter personal a que se refieren los apartados 2 y 3 de este artículo, cuando dicho tratamiento resulte necesario para la prevención o para el diagnostico médico, la prestación de asistencia sanitaria o tratamientos médicos o la gestión de servicios sanitarios, siempre que dicho tratamiento de datos se realice por un profesional sanitario sujeto al secreto profesional o por otra persona sujeta asimismo a una obligación equivalente de secreto”. De conformidad con Sardina Ventosa, los datos de salud recogidos en un reconocimiento médico, exigido por una aseguradora de vida, pueden ser datos cuyo tratamiento es necesario para el diagnostico médico. Como quiera que el médico valorador en su informe emite un diagnostico del paciente, entendemos que por analogía se esta autorizando a que se puedan procesar esos datos, debiendo ser el responsable del tratamiento de estos datos un sujeto a secreto médico, en este caso un médico valorador. Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C 28015 Madrid Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 4 A modo de conclusión, la dificultad del tratamiento del secreto médico radica en la escasa regulación legal sobre la materia, a pesar de la obligación impuesta por nuestro Ordenamiento Jurídico. Añadir el esclarecedor contenido que el Código de Ética Médica del Colegio de Médicos Catalán de 1997 establece en su articulo 31: “el médico podrá revelar el secreto con discreción exclusivamente a quien tenga que hacerlo y en los justos términos necesarios, en los siguientes casos y en ningún otro: f) cuando actúe como perito inspector, médico forense, juez instructor o similar”. Se trata de un numerus apertus donde entendemos tiene cabida el médico valorador. Esto no hace sino corroborar toda la idea que venimos desarrollando en este artículo. El médico valorador está relevado de salvaguardar el secreto médico, ciñéndose única y exclusivamente a lo que se ha de peritar. Por último, recabar la opinión de Luisa Bernard Pérez al señalar que, si bien la normativa protege el derecho a la intimidad de la persona, nuestro Derecho también impone la necesidad de que las lesiones o secuelas que exhibe un paciente tras un accidente traumático sean debidamente comprobadas, demostradas y atribuidas a un evento en concreto para que sean resarcidas. En apoyo esta tesis, encontramos los convenios de asistencia, tanto privada como pública, de accidentes de trafico donde, sin necesidad del consentimiento del lesionado, se obliga a los centros en un plazo determinado a contar a las aseguradoras datos exigidos en un modelo, para el caso de la asistencia pública, o información sobre la evolución de las lesiones, en la asistencia privada. En resumen, entendemos que el secreto médico es necesario. No obstante, tratándose de situaciones en que están en juego intereses económicos, no se pueden salvaguardar únicamente los intereses de una parte (del lesionado). Se debe respetar al mismo tiempo el principio a la tutela judicial efectiva y dar a cada parte su importancia en el proceso, tendiendo en todo momento a su agilización y creándose una normativa en la que, respetando la intimidad del lesionado, se permita que el médico valorador pueda realizar su función y que el ciclo se concluya con la indemnización al accidentado. Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C 28015 Madrid Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 5